Voy a narrarles esta vez mi aventura sexual con una de mis primas.
Es de mi familia materna, dos años más chica que yo. Tiene el cabello rubio y lacio, el culo redondo y delicioso y tetas muy desarrolladas.
Se celebró un baby shower en casa de mi abuela materna para una de mis tías. Mi madre insistió en que la acompañara. Como los hombres no podemos estar en la fiesta, me mandaron a un cuarto en el tercer piso (la fiesta se realizó en el primero). Cuando iba a subir las escaleras, me topé con mi prima, que tenía puestos unos jeans y una camisita azul. La saludé y subí rápido porque me la paró.
Arriba, me puse a leer por una hora. Luego, recordé la imagen de mi prima bajando las escaleras y vestida como una zorra, así que empece a masturbarme.
Yo ya casi me corría cuando entra a la habitación (la puerta se quedó entreabierta) mi prima. Al verme, dibujó una sonrisa, salió, cerró el cuarto parelelo a donde yo estaba, volvió, cerró el cuarto y se acostó cerca de mí.
- ¿Qué haces, primito? - me preguntó.
- ¿Por qué cerraste esa puerta? - le pregunté yo -, ¿qué haces aquí arriba?
La fiesta está super aburrida y decidí subir. Pero veo que estás ocupado.
Tenía a pocos centímetros de mí esas tetas que tanto deseaba.
- Si me las quieres agarrar, hazlo - me dijo.
Yo no podía creerlo.
- Dame un show antes - le pedí.
Mi prima se puso de pie y empezó a caminar en círculos. Yo veía los jeans muy ajustados, detrás de los cuales había dos deliciosas nalgas. Veía sus senos tan desarrollados y el rostro de ángel que tenía.
Cuando pasó el show, la así del brazo y la hice agacharse para que me la mamara (había pasado tanto tiempo que ya tardaría en correrme).
Lamía espectacularmente. Su leguna succionaba mi pene desde el glande hasta los huevos. Ella me miraba riendo, lo cual me excitaba todavía más. Le hice varios nudos en su cabello. Me la mamó una media hora sin detenerse.
- Que deliciosa polla, primito - me dijo -. Quisiera saber que se siente tenerla dentro.
Yo quería cogérmela con los jeans puestos, se lo dije y ella hizo algo muy arriesgado: tomó unas tijeras y se hizo un hoyo donde su concha.
Odio lamerles la concha, pero lo hice. Poco después, le quité su camisita y le empece a acariciar las tetas. Ella sintió mucho placer y me empujó contra ellas.
- ¿Te gustan? - me preguntaba.
- Mucho - decía yo.
Pasamos unos minutos así.
Después, se la metí de cucarachita, de perrito y de misionero. La posición que más me gustó fue la del misionero.
- ¡¡Cógeme, fóllame!! ¡¡Ohh, yes!! ¡¡Oh, delicioso, sabroso!! ¡¡Oh, no pares!
En la posición de perrito, le lamí la espalda, cosa que le agradó mucho.
En la posición de cucarachita, ella se hacía arco y gemía más que nunca.
Cuando hicimos el misionero, yo la tenía de frente. Veía su rostro hermoso reírse y sus tetas saltar constantemente frente a sus labios. Ella me dijo:
- ¿Te gusto, primito?
- Mucho - dije yo, que estaba muy excitado.
- Me encanta como coges - me dijo ella, soltando un pujido.
- Y a mi me encanta tu culo - dije yo.
No volvimos a hablarnos por el resto de la relación.
De repente, que oímos que alguien sube la escalera, para fortuna, se pasó de largo y no tocó la puerta.
Ella se arrodilló y le eché mi corrida en su cara. Ella se metió los dedos a la boca muchas veces y volvió a mamármela.
El baby shower duró seis horas (mucho, diría yo), y después de nuestra primera cogida, ella volvió cada hora. Ese día terminé exhausto.
Al irme, me entregó una tarjeta con su teléfono. Abajo del último número había un pito y unas nalgas.
Hasta otro relato.