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Clavar a primera vista
ECSagardez
Desde que salimos de la ciudad de México con destino al puerto de Veracruz, la plática se fue haciendo más interesante y cachonda… Parecía que a ambos nos interesaba conocer nuestra intimidad y así ese punto se derivó la conversación… Antes de llegar a la ciudad de Puebla, ella no pudo más y buscó con ahinco bajar el cierre de mi pantalón y lo logró, por lo que metió su mano izquierda para tomar mi verga, apoderarse de ella y empezar movimientos de sube y baja en el prepucio. Era lógico que me estaba realizando una pajuela. Mientras yo conducía mi automóvil Rambler American…
Esta historia comienza en la terminal de autobuses, cuando una línea tenía problemas para que sus corridas salieran a tiempo. Por lo que yo necesitaba llegar a Veracruz y se me hizo fácil buscar entre los pasajeros a quien deseara acompañarme en este viaje, porque no quería emprenderlo solo…
Así fue como conocí a Marina, una mujer de aproximadamente 45 años, quien también necesitaba llegar a tiempo al puerto veracruzano, debido a que una hermana de su madre, quien era monja, se encontraba enferma y recluida en el convento donde prestaba sus servicios religiosos.
Marina se encontraba en la ventanilla, donde se adquieren los boletos, y me acerqué para decirle si deseaba acompañarme en el viaje. Al principio se me quedó mirando con cierta desconfianza. Pero sólo bastó una sonrisa para que su semblante cambiara…
II
Eran las 8:30 de la noche y al aceptar mi invitación, nos dirigimos al estacionamiento de la terminal de autobuses y tras sacar una chamarra, depositamos su mochila en el guarda equipaje del automóvil. Cortésmente le abrí la puerta del acompañante y subió, pero siempre con una sonrisa a flor de labio…
Marina desde un principio resultó encantadora. Era proclive al chascarrillo y tenía algo para todo momento… Por lo que ambos parecíamos chiquillos disfrutando de su primer viaje…
La velada en el automóvil transcurrió con la plática de identificación, donde surgieron las preguntas lógicas: ¿De dónde eres?, ¿a qué te dedicas? ¿cuántos años tienes? ¿desde cuándo estás en México? Y cosas por el estilo…
Casi al llegar a la primera caseta de la autopista a Puebla, la plática se iba a enfocando al aspecto sexual y en ese sentido, su rostro denotaba alegría, pero a la vez reservas… Sin embargo, logré arrebatarle su secreto, tenía ocho años de divorciada y no tenía hijos. Ese había sido el motivo por el cual se separó de su esposo y la culpa, lo aceptaba, era de ella, porque el se volvió a casar y de inmediato su mujer le dio tres hijos…
Pero a pesar de aceptar su culpabilidad, no se había arrepentido de tomar la decisión del divorcio, porque no pensaba atar a ese hombre a un deseo insastifecho…
III
Para evitar que pusiera cara de tristeza, cambié la plática y empezaron los chistes y cuentos subidos de color que ella disfrutaba como una colegiala. Su risa era encantadora y contagiosa. Por lo que fue entrando en confianza y al llegar a Río Frío, las cosas se pusieron frenéticas.
Marina se me acercó y me plantó un beso en la mejilla y su aliento me supo a menta y eucalipto… Eso me desbordó y mi verga comenzó a crecer dentro de mi truza y mi pantalón, como pidiendo a gritos salir de su escondite…
La madura mujer sonreía de ver como movía las piernas y no porque estuviera frenando o acerelando el automóvil, sino porque el empalme de mi miembro reclamaba a gritos un buen agujero para escupir su preciado líquido.
Al llegar a una gasolinera de la autopista, me pidió detener el automóvil y se metió al sanitario… Mientras yo entraba al restaurante a comprar dos cafés… Cuando volvió le entregué su vaso y en agradecimiento me plantó un beso en la boca y los dos ya no pudimos soportar la tensión y juntamos nuestros labios, para entreabrirlos y dejar que nuestras lenguas serpentearan y se envolvieran en un ósculo que duró por mucho tiempo…
En ningún momento nos sentimos apenados… Ambos éramos adultos y sabíamos lo que estaba pasando… Así que encendí el automóvil y nos pusimos en marcha… Poco antes de pasar por la ciudad de Puebla, Marina me bajó el cierre del pantalón y buscó mi verga para masturbarla… Pero no contenta con ello se recostó en mis piernas y se la introdujo en la boca para chuparla con ansia…
Se le notaba que en ella había ansias reprimidas por no tener sexo durante muchos años, así que siguió chupando y otras veces lamía la punta que me producía un ligero cosquilleo…
En algunos momentos, levantaba la mirada y como chiquilla traviesa me lanzaba una sonrisa sardónica y volvía a la carga con esa mamada que me estaba transportando y me ponía nervioso…
El momento fue muy especial… Nunca pensé que una mujer como Marina a quien había invitado a viajar a Veracruz, sin conocerla horas antes, en ese momento me estuviera haciendo una fenomenal mamada…
No pude más y levanté el cuerpo del asiento, sin soltar el volante, aunque si le bajé al acelerador, para soltarle cuatro descargas de sémen que ella recibió en la boca y en el rostro… Tomó de la guantera un rollo de papel sanitario y me limpio con atinada diligencia y suavemente la cabeza de mi verga que ya se encontraba reluciente…
IV
El viaje continuó sin contratiempos y en la misma tesitura… Nuestras carcajadas eran contagiosas… Ella tenía clase para contar chistes y yo, pues yo, también tenía lo mío…
Al llegar a un lugar conocido como San Salvador El Seco, perteneciente al Estado de Puebla, los dos convenimos en cenar unos tacos de carnitas y me detuve en ese sitio, para buscar la mejor opción taquera.
Luego de una buena cena… Las cosas se pusieron mejor, porque al salir de la taquería, los dos íbamos tomados de la mano, como si fuéramos esposos y de vez en vez ligeros besos acompañaban nuestro caminar…
Llegamos al automóvil y volvimos a saborear nuestros alientos al sellar nuestras bocas, mientras las lenguas buscaban abrirse paso y encontrarse una con la otra… Fueron momentos de intenso placer que no queríamos desperdiciar…
Por fin nos separamos y subimos al automóvil, para enfilar a nuestro siguiente punto de ese viaje que se estaba retrasando por la calentura de nuestros cuerpos y por la ansiedad que ya tenía uno del otro… Era indudable que Marina me deseaba, así como yo la quería tener entre mis brazos para cojérmela por todos lados… Mi líbido estaba a mil por hora…
V
A las 00:30 horas, llegamos a la ciudad de Perote, la parte alta del Estado de Veracruz, donde el intenso frío cala hasta los huesos… Por lo que fue necesario detenernos para tomar un atole champurrado (masa con chocolate y leche) a fin de atenuar la baja temperatura… Por lo que Marina me sugirió al ver un hotel cercano que nos detuviéramos y nos quedáramos a dormir en ese lugar…
La sugerencia fue más que oportuna… Nos metimos al garage del hotel y estacionamos el automóvil, para dirigirnos abrazados a la administración, donde el joven encargado, luego de pedirnos nuestros datos, nos entregó la llave de la habitación 123…
La habitación quedaba en el primer piso y no habíamos traspasado del todo la puerta, cuando Marina y yo nos enlazamos en un tremendo beso, quizá más salvaje que los anteriores, pero a la vez frenético y lleno de entusiasmo reprimido…
La desesperación de ambos por coger se puso de manifiesto, porque nos quitábamos la ropa con extrema alteración y le sugerí que no se quitara su pantaleta… Yo deseaba hacerlo, pero primero quería sentir como se le humedecía con mis caricias… Ella accedió y me dediqué por entero a besarle y darle ligeros mordiscos a sus pezones, los cuales respondieron al contacto y se erectaron de inmediato…
El color de la aureola que acompaña a los pezones se transformó en un intenso color marrón que me llenó más de excitación… Debo decir que sus tetas eran de grandes proporciones y me estaba gustando lamerlas y lamerlas…
Ella también sentía los estragos de la excitación y a cada momento lanzaba ligeros gemidos de placer… Por fin nos acercamos a la orilla de la cama y le indiqué que se pusiera en cuatro patas y al tocar con mi mano derecha su parte púbica, pude comprobar la humedad de la tela de su calzón y eso enardeció mis sentidos…
Sobre la pantaleta empecé a pasar mi lengua y poco a poco fui haciendo a un lado la tela de licra, para encontrarme con la raja de su concha, ante una escasa mata de vellos, por lo que introduje mi lengua y seguí derramando saliva, hasta que su clítoris fue a parar a mis labios para chuparlo y chuparlo…
Ella reaccionó a mis caricias y comenzó a moverse en forma oscilatoria… Era una señal de gusto y de placer inconmensurable…
Marina siguió haciendo movimientos pélvicos que mostraban su ansiedad porque mi lengua recorriera todo su coño y cuando comencé a pasársela por su punto "G", una cascada de fluidos brotaron de su concha que inundaron mi boca y no tuve más remedio que tragármelos… Pero debo decir que tenían un intenso olor a almizcle y un gran sabor agridulce que enervó todos mis sentidos y puso mi verga a más de mil por hora…
VI
Debo decir que Marina usaba liguero negro y un calzón del mismo color con encajes delanteros. Me propuse seguir en mi juego erótico y le quité la pantaleta, para seguirle mamando, pero ahora con mayor libertad, por lo que ambos nos pusimos en posición de un 69 y seguimos nuestro objetivo…
Los dos queríamos el disfrute y el deseo se cumplió a cada ola de placer que inundaba su cuerpo, Marina me daba ligeras mordidas que más me excitaban… Fue el momento cumbre cuando de ella salió la sugerencia de que se lo introdujera y me dijo:
- Anda amor, ya la quiero tener toda adentro… Dámela por favor, ya no me aguanto…
Le abrí las piernas y se la introduje de un solo golpe, ella sólo alcanzó a morderse los labios, pero no lanzó ningún grito… Cuando inicié mis movimientos de atrás hacia delante y viceversa… Marina se agitó y acompasó el mete y saca de tal manera que me transportó a otra dimensión…
Se notaba que tenía mucha experiencia y que no sólo buscaba disfrutar plenamente esa cogida, sino que también deseaba que yo obtuviera el mejor palo de mi vida… En verdad todo lo que sucedía en esa cogida era indescriptible… Los movimientos fueron de menos a más, se hacían lentos, ligeros y rápidos…
Yo trataba de retrasar mi venida, porque no quería dejarla sin que tuviera un orgasmo…
La cumbre de esa cogida llegó en el tiempo adecuado… Ella dejó que su cuerpo se laxara y estiró sus pies, para dejarse vencer, mientras una oleada de placer le inundaba todo su organismo… Su vagina se contrajo y al expandirse lanzó intensos chorros de fluido… El orgasmo le había llegado…
Mientras tanto yo intensifiqué mis movimientos y cuando estaba en ese vaivén, no pude más y le lancé chorros y chorros de leche que su vagina no pudo contener, porque el líquido seminal blanquecino se regó por todos sus muslos… Ambos nos habíamos corrido con tal frenesí, que esa cogida la disfrutamos en toda su plenitud…
VII
La madrugada fue de intenso placer y cerca de las 4 de la mañana, tras alguna ligera plática y contarnos más de nuestros secretos, nos quedamos dormidos, para despertar cerca de las ocho de la mañana…
Ella abrió los ojos y se me quedó mirando, me lo dijo después, porque pensó que todo había sido un sueño… Pero no, ahí estaba yo a su lado, el hombre que la había hecho muy feliz y que le había regalado la fuerza de un palo, la ternura del amor y los mejores orgasmos de su vida… Fue un clavar y clavar a primera vista…
Luego de desayunar en el restaurante del hotel, enfilamos hacia Veracruz, donde llegamos cerca de las 12 del dia… Y tras dejarla en las puertas del convento donde se encontraba su tia… Ella me dio un pequeño papel, donde había apuntado su número telefónico de la ciudad de México. Por lo que me pidió, con voz de súplica, que le hablara cuando llegara…
La cogida con Marina, en ese viaje, fue una experiencia inolvidable… Y no demoré mucho para hablarle a mi arribo a la ciudad de México, porque hubo más encuentros… Pero éstos serán motivo de otros relatos…
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