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Pablo y Cinthia crecieron juntos, eran más conocidos que amigos. Fue hasta finales de prepa que coincidieron en un taller de idiomas. Aunque él pasó toda su vida suspirando por ella. Para Cinthia era sólo Pablo. Pasaron semanas y él fue acercándose más y más. Desde hace un tiempo Cinthia editaba dos horas diarias al gimnasio y el coloque ya era bonito, se transformó en un espectáculo para toda la escuela.
Aunque corría el rumor de que ella tenía sexo con un profesor, Pablo no quitaba las fichas del tablero; procurando ir a las fiestas y lugares donde seguro se encontraba con ella. Un par de veces camino con la cámara encendida detrás de ella, fingiendo jugar, cuando en realidad grababa el contoneo de aquellas nalgas que lo enloquecían.
Fue hasta una fiesta que le llegó el golpe de suerte, jugaban botella y Justo se sentó cuando se detuvo apuntándola a ella, su amigo le regaló su más grande deseo.
—Ok, Cinthia dale un beso a Pablo —ambos brincaron de la sorpresa, pablo tartamudeaba y Cinthia reía nerviosa— pero bien dado, de lengua, cachondo.
—¡órale va!
—¡ÓRALE PENDEJO, QUIERES QUE ELLA VAYA HASTA ALLÁ! —Pablo se levantó como resorte, se paró frente a ella. Huele rico. Pensó y se inclinó. Ella lo jalo y se besaron por poco más de un minuto. Para Pablo era el paraíso, para ella, un juego.
—¡era un beso!
—¡Mira guey se le paró! —Todos, incluida Cinthia miraron su pantalón. En efecto tenía un gran bulto evidente, el seguía saboreando aquel beso. Toda la noche se miraron con ojos de complicidad. Al final el la acompaño a casa y se dieron otro pequeño beso de despedida.
Cuando llego a casa, reprodujo los videos y repaso todas sus fotos mientras se masturbaba, lamia sus labios en busca del sabor de Cinthia. Decidió que no sería más una fantasía y el lunes la buscó.
—¿Que hay Cinthia?
—Nada, ¿tu qué tal?
—Bien, digo. Con sueño pero hay que estudiar.
—¿Pinches jueguitos se inventan no ? —ella sonreía, tan bonita como siempre.
—Tuviste suerte que te bese.
—¡Menso! —Los dos soltaron una gran carcajada.
—No, ya enserio. Que rico besas.
—Ya se —Se pusieron un poco tensos pero Pablo continuó hacia adelante.
—¡Te enseñaría otros juegos pero eres fresa!
—No soy fresa.
—¿Segura?
—Seguro, ponme a prueba.
—Te veo en el receso de 10:50 a 11:00 en el taller de idiomas.
—¿Para que?
—Es sorpresa.
Ella fue puntual, Pablo nervioso subía las escaleras y la veía aún incrédulo y muy nervioso. Cinthia vestía una falda corta, negra igual que su blusa. Sus labios rojos eran espectaculares en aquel rostro hermoso. Pablo, un poco más bajito que ella, un chaparrito de hombros y brazos grueso traía un par de cosas para el juego.
—Si llegaste fresa, pensé que te daría miedo.
— Si me vuelves a decir fresa me voy.
—Tranquila, primero date vuelta —Pablo sabía que aquellas aulas quedaban vacías por el resto del día, cuando Cinthia se giró sus nalgas rosaron contra él, las manos le sudaban y el corazón estaba por salírsele. Le colocó una venda en los ojos— Camina, yo te guío.
—¿A dónde me llevas? —La sentó en la silla del fondo y le tomó las manos, sacó la cinta donde colgaba su credencial de la escuela y le sujeto ambas manos al respaldo de la silla.
—Ahora abre la boca.
—¿De qué se trata el juego?
—De que no no cachen —Cinthia escucho como se bajaba el cierre y el olor frente a su nariz era inconfundible.
—¡¿ES TU…?! —la punta le roso los labios y el sabor le confirmo sus sospechas, Pablo estaba como una piedra, y ansioso.
—Cuando acabe te desato.
—¡NO MAMES NOS VAN A VER!
—¡pues date prisa mamita!
Cinthia dudo un poco, mantenía los labios sellados a pesar de que la verga de Pablo chocaba como si fuera un lápiz labial.
—¡No ya desamárrame Pablo!
—¿No que no eras fresa?
—Confundes fresa con putaaaagh! —un pedazo de verga entró en su boca y ella tratando de sacarla le dio unos lengüetazos.
—Tenemos diez minutos, es más deja te ánimo más —Le subió la falda hasta la cintura dejando ver su ropa interior y esas piernas hermosas, luego levantó su blusa, desabrochó su brasier y sus tetas quedaron al aire. Sus pezones pequeños adornaban ese par de tetas duras y redondas. La tanga y el brasier eran rosas. Y contrastaban con su piel. La hacían ver aún más sexy.
—¡¿NO MAMES QUE HACES?!
—Acabamos el juego o nos descubren así, tú decides.
Los nervios, la incomodidad, el miedo a ser descubiertos y el poner fin a esta locura hicieron que Cinthia abriera la boca e incluso estirara el cuello en busca de aquella verga. No era muy grande pero está bien dura.
—¡Eso putita! ¡Viste que fácil!
—Hagh! Hagh! Hagh! —Cinthia chupaba desesperada, movía la lengua para que Pablo terminara lo antes posible. Y él le jalaba la cabeza haciendo ruidos de placer extraños.
—¡Si putita que rico te comes mi verga! —Volteaba a todos lados, no podía con tanto placer. Mientras Cinthia se preguntaba, ¿dónde chingados iba a acabar aquel pendejo?
—Haaaaagh! HAaaagh! Me ahogaaaags!
—¡sigue mamando perra! —Ahora le retorcía los pezones, para Cinthia empezaba a ser placentero, le gustaba ser dominada. Y que aquel insignificante individuo la tuviera atada como una puta empezaba a gustarle.
—Haaagh! ¿Te gusta como la mamoaaaagh!
—¡eres una perra puta y lo sabes o no?
—Siii haaag! ¿La chupo mejor que tú noviaghaagh?
—¡Mucho mejor, eres un puta perra de mierda!
Pablo estaba a punto de terminar cuando volteó y vio parado a su mejor amigo Alejandro. Con ambas, años se tapaba la boca y abría los ojos como platos. Pablo con le dijo que se callara y se escondiera. Mientras, unos chorros de semen brotaban sobre la cara de Cinthia. El líquido caliente y viscoso le mojo la nariz, las mejillas y los labios. La respiración de ambos era agitada. Aunque Cinthia pensaba como podría limpiarse la cara.
—¡que rica puta!
—¡Ya desátame, nos van a ver!
—Ya no sube nadie a esta hora, tranquila—Aún con la verga de fuera, desató sus manos y le quitó la venda de los ojos. Se miraron frente a frente y Pablo sonrió.
—¿Te gusto o no putita?
—Me gusto pero ¿dónde me voy a lavar la cara no mames?
—Acá en los bebederos —Ella se puso de pie y Pablo tuvo que advertirle— bájate la falda y pues…
—¿disfrutaste cabron?
—Como no, si te sigue escurriendo mi leche perra.
Pasaron dos días sin que Pablo le dirigiera la palabra, Cinthia estaba muy confundida. Pensaba que el en verdad la deseaba. Fue hasta el jueves que se acercó a ella y le dijo sonriendo.
—10:50 en el mismo lugar.
—¡No me hablas y bien cabron ya quieres que…!
—Estaba ocupada el aula, hoy está libre. ¡Pero si no quieres no!
Cada quien se fue por su lado, pero a las 10:50 Cinthia estaba ya sentada en la misma banca.
—Lástima que traes pantalón, hoy te quería ver la panocha.
—Ándale date prisa, o me voy.
—Ni madres —le amarró las manos y vendo sus ojos. Cinthia abrió la boca y sintió aquella verga entrando hasta el fondo.
—Gaaagh! Gaaaagh! Me ahogas cabron!
—¡Chupala pinche perra! —en silencio, Alejandro se acercaba. Bajando su cierre ya con la verga dura. Pablo le guiñó el ojo y levantó la brisa de Cinthia, bajo su sostén y acarició sus pechos. Dio un paso atrás y la verga de Alejandro tomó su lugar en la boca de ella.
—Haaaggaaagh! ¡Que no!
—Mama cabrona y deja de quejarte! —Cinthia abrió la boca y la verga de Alejandro entró, ella no noto la diferencia. Aunque el era más brusco. La chocaba contra el interior de sus mejillas hasta que salía disparada. Luego le tomaba la nuca y la apretaba contra si, tanto que en cuanto podía jalar aire, tosía y se quejaba.
—¡No seas animal caraaaaagh! Aaaahg! —Luego tomaba su turno Pablo y aprovechaba para llenarla de insultos.
—¿Te gusta ser mi puta? ¿Te gusta que te use como una perra?
—Siiiigh! Me guuuugggaaahhggta!
Alejandro le hacía señas de que no aguantaba más, y aunque Pablo le decía que se fuera al rincón, no pudo contener el impulso, acercó su verga hasta la cara de Cinthia que seguía mamándole la verga a Pablo y soltó unos chorros potentes.
—¡¿NO MAMES QUIEN FUE?!
—Mamas bien rico culera ja ja ja ja! —Por fin rompió el silencio, Cinthia afilaba la memoria para reconocer aquella voz.
—¡¿ALEJANDRO…?! —En ese momento el se, en de Pablo salió disparado para mezclarse con el de su amigo en el rostro de Cinthia.
—¡No mames que rico que rico haaay! —Alejandro le quitó la venda y embarró el semen por toda su cara.
—Así te ves más bonita pinche Cinthia puta hija de la chingada.
—¡¿QUÉ PEDO PABLO?! —El reclamó era genuino, mientras Alejandro se agachaba y chupaba sus pezones.
—Nos cacho el lunes y para que no fuera de chismoso… lo invite.
—¡Mira que cabron pues mámasela tu! ¡Ya desátame!
—Antes prométeme que no te vas a enojar.
—¡Que Se va a enojar si es una pinche puta! ¡Abre la boc! —le ordenó Alejandro y comenzó a meter el semen— ¡trágatelo puta!
Aunque se resistía, estaba imposibilitada para defenderse y terminó tragando todo lo que metió Alejandro. Luego la desataron y juraron que sería un secreto entre los tres. Aunque, cambiarían un poco las reglas del juego.
El martes de la semana siguiente, después de mucho insistir. Cinthia accedió a subir a esa aula, sabía que la usarían, que ambos se morían por sentir sus vergas en la humedad de su boca. Pero ella también extrañaba esa sensación de ser usada. Un mes atrás vivía un romance con su profesor de trigonometría. Y de repente la dejo, después de hacerle sentir todo el placer, de abrir su mente al disfrute de lo carnal. Subió. Ese día decidió usar un vestido negro, sabía que se veía súper sexy. Sus caderas movían cada mirada que se atravesara en su camino. Cuando llegó, se sorprendió.
—¿Y a este quien lo invitó? —Diego, un chico pedante que no se llevaba bien con nadie, estaba de pie mirándola de arriba abajo.
—¡A este pendejo se le salió! Pablo señaló a su amigo alejando que ya se acercaba con una contra para vendar sus ojos.
—¡NO MAMEN VAN A ACABAR INVITANDO A TODA LA ESCUELA!
—Este puto ni quiere, nada más que no nos creía.
—¡Pues se buscan otra pendeja para sus jueguitos!
—¡Espérate! Ven, no te encabrones —Pablo le tomó las manos y las sujeto tras su espalda, cuando el nudo la dejó inmóvil. Alejandro le puso la venta. No la sentaron en la silla, la colocaron de rodillas y Diego sacó su teléfono, el más nuevo, el graba en alta definición. Sus amigos ya se sobaban la verga mientras se acercaban a ella.
—¡Abre la boca puta!
—¡Saca la lengua, quiero ver como resbala mi verga! —Diego tenía el teléfono a centímetros de su cara y podía ver cada gesto en los labios de Cinthia mientras la verga de Pablo entraba. El sonido que salía de sus labios era delicioso. Mamaba con todo el placer posible.
—Hoy vienes bien cachonda —Pablo cerraba los ojos para contener el placer que recibía de la boca de Cinthia, mientras Alejandro pedía su turno. Diego, se agachó y levantó el vestido lentamente, mientras todo quedaba grabado su culo quedaba al descubierto. Movió la tanga rosa para poder ver su panochita.
—¿queeeghaaaagghes? —Apenas logró decir mientras Alejandro por fin tomaba su turno. Sentí como le separaba las nalgas, el rose de unos dedos en su rajita. La saliva que escurría en su colita.
—¡¿Ya se la cogieron?! —preguntó Diego mientras sus dedos entraban en ella.
—¡No!
—Solo no la chupa, y Se Los aventamos en la cara.
—¿ya vieron este culo? —Diego sobaba sus nalgas y palmeaba, haciendo que el eco resonara en cada rincón del aula.
—¡nomaaaaghmeeeagh! —Los tres sonrieron, dando su aprobación. Diego sacó su verga y con un poco de su propia saliva la lubricó. Luego metió su verga despacio. Apuntaba la cámara para que no perdiera detalle de la penetración.
—¡No mames, se la metió!
—¡Pues si pendejos, pinche culote y ustedes nada más ocupan su boca!
—Haaa! Haaa! HAAA! —aunque quisiera detener a Diego, estaba de rodillas, atada de manos y con una verruga en la boca. Apenas y podía jalar aire mientras emitía gemidos.
—¡No mames, yo también quiero! —Ahora Alejandro quería tomar el lugar de Diego, pero Diego no pensaba separarse de aquellas nalgas.
El profesor Jorge de trigonometría estaba comiendo su sándwich en el jardín lateral, cuando vio subir a tres alumnos a las aulas vacías. Nada bueno podían planear. Drogarse. Pensó. Luego, detrás de ellos la hermosa Cinthia con un vestido corto subía mirando a todos lados. Espero un poco. Sabía que en general estos chicos, aunque ya mayores de edad, eran torpes. Debía darles tiempo si quería sorprenderlos con las manos en la masa.
—¿Te gusta metérmela bebé? —La tanga de Cinthia estaba ya en sus tobillos, el vestido hasta su espalda, Diego elevaba el teléfono para que cubriera toda la imagen. Las nalgas rebotaban en sus bolas, las bolas de Pablo rebotaban en los labios de ella.
—¡Me la jalaba con tus fotos del face putita!
—¡pervertido! Haaaa! Haaagh! —Cinthia iba de una verga a otra sin control, Diego se aferraba a sus nalgas, al mismo tiempo el profesor subía las escaleras lentamente, dudando en dar el siguiente paso. No quería verse como un acosador.
—Que rica puta pinche Cinthia no mames! —Pablo empujó a Diego, tenía que meter su verga entre esas nalgas. Sin embargo en cuanto sintió el calor húmedo del interior de Cinthia no aguantó las ganas de acabar. Sacó su verga y aventó sus chorros de semen sobre sus hermosas nalgas.
—¡que rico! Diego fue a grabar las nalgas de Cinthia manchadas de semen. Luego vio como se le volteaban los ojos a Alejandro y se enfocó en grabar como rebotaban sus chorros de semen en sus mejillas, luego escurrían por sus labios y hasta su mentón. Cuando le dio el teléfono a Pablo para que grabara como él se venía sobre la cara de Cinthia. En cuanto cayó el primer chorro, los tres voltearon a la puerta.
—¡Que rica lechita cabrones! —De pie con la boca abierta, El profesor de trigonometría no podía creer aquella escena. Los tres salieron corriendo, acomodándose el pantalón mientras pasaban al lado del profesor.
Cuando dejo de escuchar ruidos, como pudo se levantó. —¿Pablo? ¿Ale… Diego…? —el Semen en su cara seguía su recorrido, los pequeños pasos eran a causa de su tanga que le impedía moverse. Pensó que era una broma de muy mal gusto. Jamás volvería a subir con esos idiotas.
A Cinthia la tomaron por la cintura y la inclinaron en el escritorio —¡no es gracioso y tengo que lavarme! —Shhh!— ¿QUIEN ERES?
Sintió como entraba en ella una gran verga, no era ninguno d sus amigos. De eso estaba segura. —¿haaaa! Quien haaaa! Ereeeee ese eees?
No obtuvo ninguna respuesta, pero ese gran miembro entraba sin misericordia y alguien chocaba contra sus nalgas, sujetándola por la cintura. Luego esa verga se instaló en su colita que sintió un gran dolor.
—¡Por ahí no! Me duele.
En silencio su profesor siguió penetrándola mientras la escuchaba gemir. Sus amigos se acercaban a la puerta tímidamente, miraban como su profesor de trigonometría le estaba rompiendo el culo a Cinthia.
—¡haaa haaa que rico haaa!
El semen le mojos las nalgas, y aunque ella experimentaba un delicioso orgasmo, nuevamente se había quedado sola fue Pablo quien entró para soltar sus manos, ella se quitó la venda de los ojos y le preguntó a su amigo.
—¿Quien era? ¡DIME! —Se subió los calzones y limpiándose la cara salió hasta el balcón, Jorge su profesor de trigonometría cruzaba el patio y miraba de reojo, en dirección a ella.
—¡Pensamos que nos iba a castigar! ¡Pero nada pendejo te vio ahí puesta y te la metió!
—¡pinche pitote del profe no mames! —Comentó Alejandro, con 7na risa nerviosa.
Todos bajaron, Cinthia fue al baño a limpiarse el semen que tenía por todas partes. Mientras sus amigos intercambiaban fotos y comentaban lo bien que la pasaron con ella. Cuando salió del baño, su profesor estaba en las escaleras.
—¿Ahora eres una puta Cinthia?
—No te importo, igual me cogiste. ¿O no?
—Pinche escuincla…
—Puta! Pero ya no más tu puta.
Se alejó y el profesor miraba el movimiento de aquellas caderas. Esas que ahora estaban a disposición de sus estudiantes. Aunque mayores de edad, inexpertos y torpes.
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