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Laura despertó temprano. Sentía el roce de las sabanas en su piel desnuda. Su pequeña bombachita había quedado enrollada en la alfombra. Tomó el celular, que estaba en la mesa de luz, y lo encendió. Descubrió el mensaje de su novio. “Llegaré esta noche. Te amo”, decía. Ella recordó que solo quedaban cinco días para su boda. Pero eso no parecía entusiasmarla. Todavía tenía en su cuerpo la excitación de la noche anterior, cuando Claudio la llamó por teléfono y ambos intercambiaron charlas tan eróticas y sexuales, hasta acabar juntos a la distancia. Nunca le había sucedido algo tan lujurioso.
Laura notó sus pezones erguidos y la corriente interna que sentía en su conchita estrecha y depilada. Caminó hasta el baño en busca de una ducha fría. Quizás el agua apague esta locura, pensó. Se metió bajo el chorro y comenzó a fregar su cuerpo. A cada momento le volvían a su mente las palabras calientes de Claudio. Pensó en masturbarse, pero se contuvo. Reconoció que jamás había estado en semejante estado de irradiación interna por el sexo. Al salir de la ducha secó su piel despacio y, por algunas partes, se colocó crema. Por dios, que sensible estoy, murmuró al tocar sus muslos y su pancita.
Envuelta en una bata caminó hasta la cama cuando escuchó el portero eléctrico. Preguntó quién era y una voz femenina le indicó que traía un regalo para ella. Decidió abrir y esperar. A los pocos segundos tenía frente así un desayuno completo, envuelto en un fino papel transparente. Chocolates y masas finas adornaban el regalo, junto a una flor roja. Laura agradeció, pero la joven dijo que debía esperar una respuesta.
Abrió el papel y dentro de la taza para desayunar había un mensaje extenso escrito por Claudio. La desafiaba a recibir su regalo de boda, una despedida de soltera diferente...
Laura leyó toda la nota, mientras preparaba el café. La joven la observaba.
- ¿Cómo te llamás? - le preguntó
- Juliana-
-Acá me dicen que sos una experta en masajes y que estás a mi disposición por dos horas-
-Así es respondió Juliana.
Laura bebió el café y comió algunos chocolates, que convidó a Juliana. La joven era algo menor que su anfitriona; con piernas firmes y senos muy redondos que sobresalían por su perfección. Su cara juvenil estaba rodeada de un pelo lacio rubio. Una belleza muy apetecible para los hombres. Estaba vestida con un guardapolvo, que la asemejaba a una médica.
Laura estiró la sábana y se recostó en la cama boca abajo. Se había quitado la bata y sólo tenía su pequeña tanga colocada. “Soy toda tuya”, le dijo entre risitas nerviosas. Juliana se aprontó sus manos comenzó a masajear los hombros. Sus dedos parecían mágicos, para las contracturas de Laura. Con los ojos entrecerrados comenzó a gozar de cada frotación de Juliana. Por largos minutos la masajista se dedicó a la espalda de Laura. Subió y bajó por esa piel sensible.
Ella pensó en las instrucciones de Claudio y cuando sintió los dedos de Juliana cerca de su cintura le dijo: “atame, atame”, y lo repitió por dos veces más.
La masajista se paró, tomó las cintas que habían adornado el regalo y unió las muñecas de Laura con los parantes de la cama. Quedó de espalda, inmovilizados sus brazos, para sentir los dedos de Juliana.
La masajista inició sus frotaciones por las piernas. Presionó los dedos hasta llegar a la cola de Laura, que por primera vez estaba al borde de una experiencia lésbica. Juliana le quitó la pequeña tanga y ella se deshizo del guardapolvo. Laura giró su cara y pudo ver el cuerpo desnudo de la masajista. Sintió que un escalofrío corría por todo su interior. Sus pezones se habían puesto muy duros. Su sexo destilaba.
Juliana comenzó a besar la espalda de Laura, que gemía despacio. “Te voy a comer toda”, le dijo, mientras los labios recorrían la geografía desnuda. Labios y dedos jugaban en la piel de la mujer, que estaba a pocos días de casarse. Las caricias encendieron a las dos. Juliana, con habilidad, comenzó a rozar los cachetes de la cola de Laura. Pasaba un dedo por la línea divisoria.
“Te voy a chupar todo el culito”, le dijo Juliana al oído. Luego apoyó sus senos en la espalda de Laura y frotó su sexo sobre la cola. Laura abrió las piernas de manera instintiva, mientras Juliana estaba encima suyo. Gimieron ambas. La humedad de sus vaginas impregnaba la habitación. Laura se retorcía de placer y hacía esfuerzos por liberar sus manos. Los cuerpos se apretujaban... Las tetas de Juliana en la espalda de Laura. La cola de Laura que se alzaba para sentir los labios de la conchita de Juliana.
Juliana comenzó a deslizarse hacia abajo, para atrapar el anillo de la cola de Laura. Le beso la piel de los cachetes. Después los separó y hundió su boca en el orificio virgen. El ancho de su lengua jugaba en la colita y trataba de abrir el anillo. Laura pedía más y Juliana metió su mano entre las sábanas y la conchita para penetrarla con un dedo. Volvió a gemir con más fuerza y liberó sus pensamientos.
“Chupáme más el culo, me volvés loca, me estás matando de placer”, gritaba Laura al sentir que la lengua de Juliana le relamía la colita, mientras un dedo jugaba en la cueva de su sexo.
“Quiero que me hagan la cola”, dijo Laura y Juliana hundió más su boca en los cachetes, con más fuerza... En un instante, la masajista se incorporó y le susurró al oído:
¿Querés en serio que te rompan el culito?
-Si-
- Esperá a tu noche de boda- respondió Juliana
- Ahora deseo que sea- dijo Laura.
Juliana liberó a Laura de las ataduras y le alcanzó el teléfono.
- Vos sabés que tenés que hacer- le dijo
Juliana volvió a besar los cachetes de Laura, mientras ella marcaba el número de Claudio.
-Mi vida quiero sentirte toda- le dijo Laura. Claudio la escuchaba.
-Tu regalo me está enloqueciendo, me está chupando el culito mientras hablo con vos- agregó.
Claudio sentía la respiración agitada.
-Quiero que completes mi despedida de soltera y entregarme a vos- lanzó Laura y sintió como su cuerpo se aflojaba como una marioneta. Un orgasmo intenso la sacudió en su cama. Juliana acababa de chuparle con más fuerza la colita, hasta arrancarle un goce único. La masajista se paró, se pasó un dedo por su sexo y lo apoyó en los labios de Laura
-Es para que no olvides mi aroma- le dijo y le tiró un beso. Laura se incorporó y se abrazó a ella. Se fundieron en un beso profundo, de lenguas entrelazadas. Sus senos de rozaban. Sus aureolas se tocaban. Juliana, le dijo al oído que debía prepararse para gozar más. Claudio es un experto, le susurró.
-Deseo todo antes de mi casamiento- dijo Laura.
…
A los pocos minutos sonó el portero. Laura se acostó de nuevo boca abajo y escuchó cuando Juliana le abría la puerta a Claudio.
- Es todo tuya- le dijo...
Laura se emocionó al sentir el aroma varonil de Claudio. Ese hombre que en pocas horas había revuelto su vida y la había elevado a un goce desconocido, a través de las fantasías.
Claudio apoyó sus manos rugosas en la espalda de Laura y las bajó hasta tocar la cola. Lentamente se sacó la ropa. Ella esperaba por la dureza de ese hombre.
-Quiero tenerlo toda adentro- le dijo ella.
Claudio colocó una almohada debajo la pancita de ella y comenzó a jugar con un dedo en el culito virgen. Ella estiró la mano y agarró el pene erecto. Sintió esa espada caliente, gruesa, cuya cabeza brillaba. Lo acarició. Corrió la piel del tronco. Jugó con los dedos en el glande.
-Tenés una pija hermosa- le dijo y sintió como un dedo penetraba en su colita.
-Hacémela despacio- agregó.
Claudio sentía que su erección crecía y que la piel de esa mujer era única. Laura alzó más su cola, cuando sintió que esa verga dura se frotaba en su culo. Claudio prefirió mover la cabeza de su mástil hacia la conchita de Laura y de un solo empujón enterró su pija. Ella lanzó un grito gutural de placer. Las paredes de su vagina atrapaban la pija del hombre que la noche anterior la había excitado por teléfono.
-Cogeme toda- le pidió.
Él comenzó con suaves movimientos hasta que se hicieron más intensos. Su dureza abría la cueva de Laura, cuyo cuerpo estaba cada vez más liberado.
-metémela toda- gritó
Claudio hundió más su pija hasta que ella sintió toda su conchita llena...
-Más… más... más -le rogó. Nunca había sentido una verga tan dura y grande.
Claudio acompasó los movimientos y abrió con sus manos los cachetes del culo...
-¿Te gustó como te chupó el culito Juliana?, le preguntó
-Sí, mi vida, me enloqueció su lengua, pero ahora quiero tu verga- respondió Laura.
Claudio apoyó la cabeza de su pene en el anillo del culito de Laura y empujó despacito. Ella no se apartó. Empujó un poco más y sintió como el orificio cedía...
-Así despacito hacelo- pidió Laura...
Claudio con cadencia trataba de abrir la colita de esa mujer. Ella gimió al sentir el grosor del glande que le quemaba en su cola...
-Me duele un poco...pero te quiero todo adentro-
Claudio esperó a que el anillo de Laura se acostumbre al grosor de su miembro y se movió despacio.
Laura sentía como su cuerpo se abría. A pocos días de su boda estaba entregando la virginidad de su culo a otro. No le importó
-Damela toda, por favor...quiero más- dijo ella
Claudio empujó y parte del tronco del pene penetró en el culito. Después un poco más, hasta casi toda su longitud. Ese miembro duro la estaba atosigando de placer. La habitación olía solo a sexo y los gemidos de placer de los dos rebotaban en las paredes. Claudio penetró con más fuerza a Laura. Los dos se acompasaban.
-Llename de leche- le pidió.
Claudio movía su pija por ese canal con sabiduría. Como si pudiera detectar con exactitud el límite entre placer y dolor...Lentamente retiro su pene del culito, se agachó y comenzó a lamerlo. Hundió su boca y su lengua en su conquista anal. Laura pedía por más...
…
Por más de diez minutos lamió ese culito que acababa de desvirgar. Ella gozó con esas lamidas, que aliviaron la apertura de su anillo. Luego, Claudio volvió acomodar la cabeza de su pene en el orificio del culo de Laura y volvió a penetrarla...ella sintió que se abría toda y que los movimientos eran más bruscos...
-Te la voy a meter toda- le dijo y empujó hasta el fondo. Ella bramó de placer. Su colita se había tragado toda la pija de Claudio. Él se movió con intensidad y Laura sintió que iba a acabar...
-Acá va mi leche- gritó Claudio y los chorros de semen brotaron con fuerza. Laura se frotaba con una mano el clítoris acabando juntos. Su culo era una cueva que desbordaba líquido blanco...
Los dos quedaron abrazados en la cama. Exhaustos.
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