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Cierro mis Ojos, o El Aniversario de 50 años.
Realmente no tenía idea de cómo contar esta parte de mi vida, pero el deseo de comunicar el hecho y hacérselo llegar a los lectores pudo más en mi pues es un acontecimiento que marco mi vida para siempre y nunca pensé que cincuenta años después, siguiera tan vigente en mi memoria.
Para entender la historia, he de dejar sentados los antecedentes, y no sé cómo empezar, desde que inicié mi vida sexual a los doce años, con una mujer mayor de 25 años, entendí que el sexo iba a ser una parte muy importante en mi vida y dadas las enormes satisfacciones que este me brindaba, fue mi intención llegar a tocar con esa emoción a la mayor cantidad de personas posibles a mi derredor. Dada la intensidad de la relación, por dos años no tuve más ojos que para ella, cuando salió de mi vida me di cuenta que no podía ir por ahí contando lo que había vivido, un mucho porque ella era casada y otro poco más porque no se podía hablar de sexo con cualquiera, no es que fuera una época obscurantista pero la verdad que en 1958 nadie hubiera creído mi experiencia y mucho menos la entenderían, no obstante en casa, el tema de la sexualidad nunca fue obstáculo en las conversaciones ya que mi padre como extranjero, tenía otra perspectiva de la vida.
Lo anterior dio inicio a mi relación con mi hermana, le llevo un año de edad y dos en cuanto al nivel de escolaridad, por ese año con los catorce cumplidos, estaba a punto de concluir la educación secundaria y ella con trece recién empezaba en la misma escuela. Mis compañeros, en cuanto supieron que era mi hermana, unos perseguían más mi amistad y otros buscaron acercarse al mismo círculo donde yo me movía. La razón era lo hermosa y divertida que era mi hermana, morena orgullosa, de alegre carácter y sonrisa permanente, tenía otras cualidades que yo no había visto en ella y que los necios de mis amigos comentaban en mi cara y a mis espaldas. –Te fijaste que bellas piernas?, -Ya viste que muslos tan comibles tiene?, -Ya viste que senos se gasta?, Que boca tiene, yo me la pasaría besándole, en fin, eran tantos y tan desbocados que empecé a mirar a mi hermana con otros ojos.
Varios de mis amigos empezaron a acompañarnos en el recorrido que hacíamos de la escuela a casa y fueron muchos de esos varios que pretendían separarnos con tal de pedirle a ella una oportunidad, durante el trayecto, la dejaba ir adelante con tal de vigilar su trato con tanto pretendiente, nunca tuve celos, pero siempre pensé en la seguridad de ella, no quería que fuera la carne donde otros se iniciaran en el sexo y mucho menos quería que pasara una experiencia traumática para ella.
Por la cercanía que manteníamos toda la semana, era muy común que en algunas actividades de fin de semana también coincidiéramos y fue en un fin de semana en que todo empezó, habíamos ido a una fiesta y al salir no encontramos un taxi que nos llevara a casa, decidimos ir caminando y tomándome del brazo iniciamos el recorrido, casi me ahogo cuando de buenas a primeras mi hermana me pregunta:
-¿Extrañas a la señora Anita?
No me imaginaba que ella estuviera enterada de la aventura, no supe que contestar y de repente la siguiente pregunta: ¿Por eso es que no tienes novia? Y la siguiente: ¿Te gustan solo las mujeres mayores? No sabía si contestar afirmativamente con un simple si o explicar cada respuesta, ante la duda solo conteste, -Hay hermanita, ¡si tú supieras! Y como me había tomado del brazo, apreté suavemente su mano y la acaricié con mi mano libre.
Continuamos caminando en silencio, de repente mi hermana disminuyo el paso y volteo a mirarme al preguntar:
- ¿Tú me enseñarías?
-¿Qué quieres que te enseñe?, es diferente, tu eres mujer y yo soy hombre las diferencias son obvias. ¿No crees?
-Por eso, por las mismas diferencias, tú me puedes enseñar muchas cosas, a besar, por ejemplo.
Ante su respuesta, ahora el que se paró totalmente fui yo, solté su brazo y le tome por los hombros, -¿te das cuenta de lo que dices? Somos hermanos.
-Por lo mismo, sé que solo me enseñarías y no me harás ningún daño.
Reanudamos la marcha y no conteste nada, en mi mente se arremolinaban miles de ideas y posibles respuestas e implicaciones.
-También necesito aprender a sentir y a descubrir mis emociones, no quiero llegar tonta al primer novio.
Sin saber que contestar, llegamos a casa, antes de entrar, me soltó el brazo y se colocó frente a la cerradura impidiendo que abriera, -Prométeme que lo pensaras, por favor ayúdame, necesito aprender.
Sin contestar, solo moví afirmativamente mi cabeza, abrí y entramos de lleno al patio interior de la casa.
Nuestra vivienda estaba al fondo del patio, aun teníamos que pasar una reja para un pequeño patio que permitía el acceso a las diferentes habitaciones, la primera a mano derecha era de mi abuela, la segunda que era sala comedor, el baño, la cocina, la recamara de mis padres y nuestra recamara que compartíamos con una prima y nuestro hermano menor. Tocamos a la de mis padres avisando que habíamos llegado, contesto mi madre y fuimos a la nuestra, dentro la distribución era visible por una pequeña lámpara dedicada al altar de la Virgen de Guadalupe, la primera cama era la de nuestra prima, la segunda era la de mi hermana y al fondo la litera que compartía con mi hermano, yo en la parte baja y el en la parte superior.
A pesar de que no había pasado nada, me percaté que tenía una buena erección, empecé a desnudarme y no pude evitar el tocarme, más lo hice porque vi como mi hermana se desprendió de su blusa y falda y así de pie, dejo su ropa interior y deslizo su camisón por la cabeza antes de entrar en su cama.
Permanecí sentado y me masturbé, dejando mi derrame en una pequeña toalla de manos que ya tenía prevista para esos momentos. A pesar de ello, no logre dormir, su petición me había trastornado.
La mañana del Domingo transcurrió como muchas otras, después de que nos llamaran al desayuno y al ritual de caravana para uso del baño se presentó un momento en que nos cruzamos dentro de la recamara, -Pide permiso para ir a la Villa, me dijo mi hermana casi al oído, no supe que pensar y dije que sí, no deje de verla mientras se ponía una blusa blanca que oculto su pecho, enfundado en un brassier del mismo color, salimos juntos al comedor, el desayuno paso rápido y pedí permiso a mi padre de salir a la Villa de Guadalupe, en principio quiso saber el motivo y mi madre ayudo diciendo que aprovecharía para mandarle a su hermana algunas prendas de ropa para los primos, total en media hora salíamos hacia la Villa, era un recorrido que caminando hacíamos 45 minutos y era divertido pues se encontraba uno con infinidad de gentes que venían de todas partes del País, algunas portando los trajes típicos de su lugar de origen por lo que era típico y lleno de colorido, muchos de esos peregrinos traían músicos que iban entonando himnos o alabanzas a la Virgen y muchas de las melodías de moda o los clásicos de siempre. Por ir cargando el encargo de mi madre, mi hermana me había tomado de la mano, en el momento que estallo un cueton, mi hermana me dio un beso en la mejilla y al instante otro ligero en mi boca, sin ser malicioso, a mí me hiso sentir mariposas en el ombligo y por vez primera sentí la emoción y el peligro de la relación que había iniciado con mi propia hermana.
Disminuimos la velocidad del caminar quedamos dentro de un grupo de jóvenes de no sé qué parte de la Republica y ahora fui yo el que volvió a besarla, al unir nuestras bocas insinué brevemente mi lengua entre sus labios y ella me correspondió sacando su lengua misma que chupé con ternura. Ese día quedo marcado como la aceptación implícita de que yo le enseñaría, recorrimos el parque 18 de Marzo por más de dos horas, al final nuestros besos habían evolucionado y poco a poco de mi parte iba transmitiendo más pasión y explicándole como había logrado encender mi pasión, en muchos momentos al abrazarnos le hice sentir mi erección frotándose contra su vientre, ella no comento nada pero cuando regresábamos a casa me dijo: -¿Es normal que salga humedad por mi vagina tan solo por besarnos?, platicamos de los aspectos generales de la sexualidad y de cómo se preparan los cuerpos, llegamos a casa y después de cenar, cumplimos del ritual para acostarnos, al día siguiente iríamos a la escuela, acostado no me movía, escuche cuando la puerta de mis padres se cerraba y me masturbe rememorando los múltiples besos y la facilidad que tenia de endurecerme con cada uno de ellos,
Al despertar las prisas para ir a la escuela no impidieron que me percatara que mi hermana me enviara un beso, besando la palma de su mano. Ya en camino de la escuela acompañados de otros amigos un par de veces, al mirarnos, fruncía los labios fingiendo un mohín. No sé bien porque, pero ya extrañaba sus besos. Dedique muchos de mis pensamientos a planear mis acciones para continuar con la relación con mi hermana.
La forma de resolverla era muy complicada y llena de riesgos porque no teníamos tiempo a solas, la solución para mí fue muy simple.
Esa noche al cerrar mis padres su puerta, Salí de mi cama arrastrándome, llegue hasta la cama de mi hermana y acaricie su cuello para llamar su atención, se deslizo a la orilla de su colchón y así nos besamos, luego mi mano busco por debajo de la sabana alcanzar su cuerpo, sobre su bata acaricie sus senos presos dentro de su sujetador, lo hicimos por más de una hora mientras mi mano pasaba de un seno al otro. Fui a mi cama y me masturbé, necesitaba hacerlo aun con el sujetador esos senos eran los más firmes y duros que había yo tocado.
Para la noche siguiente mi hermana me sorprendió pues cuando busque sus senos, los encontré, pero sin sujetador, eran enormes los pezones que se erguían aun antes que mis caricias empezaran, una hora y a mi cama, mi masturbación.
Así vivimos toda la semana, no hablábamos del tema, ni teníamos oportunidad, los fines de semana se sucedían y nuestro ritual se repetía diariamente, mi vida sexual activa se mantenía y no me apetecía cambiarla. Uno de esos fines de semana, volvimos a ir de paseo al parque 18 de Marzo con el consabido recorrido por la calzada de Guadalupe, nos escudamos en el anonimato del paseo y nos besamos con la luz del día, mi hermana me dijo: -¿Te masturbas todas las noches?, con mi respuesta de aceptación tocamos otros temas y diferentes enfoques hasta que dijo: -La señora Anita le dijo a mi mama que eras un amante incansable y que ella gozaba de diez a doce veces por noche, también escuche cuando le contaba que eras una mezcla de ternura y perversidad que le encantaba. ¡Cuéntame con detalle lo que le hacías!
Para hacerlo corto, describí con lujo de detalles una de las últimas noches que habíamos pasado la señora Anita y yo, mientras lo hacía fui pensando que todo había sido un plan entre mis padres y ella, a unos les tocaba estrenarse con prostitutas y mis padres habían recurrido a ella para mi total beneficio. Cuando finalice mi relato mi hermana solo me abrazo y me beso con mucha más pasión si cabe decirlo, como que la imaginación hubiera iniciado un fuego dentro de ella, hasta sentí más ardiente su aliento. Volvimos a casa y una vez cerrada la puerta del cuarto de mis padres, inicie mi peregrinación nocturna, esta vez ocurrió algo diferente, la mano de mi hermana viajo hasta mi entrepierna y comenzó a acariciarme por sobre el calzón que llevaba, para hacerlo, giro un poco su cuerpo y a mi alcance quedo su cadera su trasero y su entrepierna, cuando toque me sorprendió la maravillosa sensación de su piel desnuda.
Mi mano y todo mi cuerpo empezó a temblar, el placer físico se unió a un gran placer intelectual, mi tacto me dio la vista e imagine la belleza de los rizos que tocaba y empujaba, vi la sensación de humedad corriendo por la yema de mis dedos toque sus labios y busque su clítoris el temblor que invadió a mi hermana la hizo acelerar el movimiento de su mano y mi derrame corrió entre sus dedos, retiro su mano y detuvo a la mía por sobre la sabana, solo dijo: -¡Ya!
Regrese a mi cama y no pude dormir, chupe mis labios que aún tenían el sabor y humedad de mi hermana, no deje de chupar hasta que no hubo más sabor.
Todo había cambiado, que haríamos después no estaba claro en mi mente.
Pero claro que regrese la noche siguiente y la siguiente, era un vicio del cual no quería salir ahora no solo compartíamos besos, así empezábamos, pero luego la enorme satisfacción que nos proporcionaban nuestras masturbaciones eran un placer indescriptible al menos para mí que chupaba mis dedos una y otra vez, era una mezcla de dulzura y acidez que llenaba todos mis sentidos, mi erección continuaba a pesar de mi eyaculación, era beber el más potente afrodisiaco. A pesar de ello casi nunca hablábamos de lo que hacíamos, dos o tres meses después, seria en una fiesta de fin de semana donde nuestra relación tendría un cambio.
La reunión era con motivo de los quince años que cumplía una de nuestras primas, llegamos a la fiesta que era en el patio de la casa donde Vivian, después del baile tradicional del vals y de que todos los hombres de la familia bailamos con la quinceañera, se abrió el baile general, mi hermana se vio rodeada de muchachos que querían bailar con ella, como recién había cumplido los catorce años, no tenía permiso de mi madre para bailar con desconocidos, se vio obligada a bailar con los primos y conmigo. En una de esas veces, al abrasarnos, casi al segundo mi erección se hiso presente, por la cantidad de personas bailando, pudimos estrecharnos un poco más sin despertar sospechas ella no dijo nada y se apretó más fuerte a mí.
Mis padres contra su costumbre bebieron más de lo acostumbrado y la prima que vivía con nosotros y que ya tenía 21 años, pidió permiso para quedarse en la fiesta y se lo concedieron, eran cerca de las dos de la mañana cuando llegamos a casa, la puerta del cuarto de mis padres se cerró casi de inmediato y yo abandone mi cama y fui a buscar a mi hermana, al momento de buscar su boca y besarnos ella levanto medio cuerpo, termine levantándola y la abrace. Comencé a girar con ella entre los brazos como cuando bailábamos y me fui recorriendo hacia la puerta, hice esto para escuchar mejor si la puerta del cuarto de mis padres se habría y para en caso necesario detenerla para que no pudieran entrar al menos para que mi hermana llegara a su cama, seguimos besándonos y girando más lentamente como si una música imaginaria nos llevara y pusiera ritmo, mi erección era insoportable, repentinamente el foco del altar de la Virgen se apagó, quedamos con una obscuridad casi absoluta, solo el resplandor de la luz del patio se filtraba, abrace firmemente a mi hermana y dejando de girar busque apoyo en la pared, la recargue contra ella y aprisione su trasero forzándola a sentir mi erección, esta vez, su mano no bajo a tomarla entre sus dedos ya que la utilizo para subir un poco su camisón, yo también tire del mismo por la parte trasera y mis manos atraparon los cachetes de su trasero, como si tuviera vida propia mi pene busco el contacto con el pubis de mi hermana, el glande recibió de inmediato el bautizo de la humedad que ella producía, temblé yo y tembló ella, nos sacudíamos al unísono a pesar de que el contacto era solo superficial entre mi glande y su clítoris, ella levanto una pierna, con mi mano derecha la apreté y con la izquierda deslice mi erección entre sus labios, tocaba de su clítoris hasta la parte más baja de su ranura, la humedad ya llegaba al tronco de mi herramienta y con un suave movimiento de mis caderas la penetre. Mi hermana soltó un gemido que de tan breve pareció un suspiro, con sus brazos sujetos a mi cuello me beso, nos besamos con ansia y frenesí al mismo tiempo que mis movimientos de atrás para adelante hacían cada momento más profunda la penetración, para evitar derramarme dentro lo saque.
El homenaje a la pasión y al amor se derramo entre las piernas de mi hermana y en el suelo, yo no podía respirar de la agitación tan grande que tenía, mi hermana a la que casi se le doblan las piernas camino a sentarse en la cama de nuestra prima, levantaba su cabeza como mirando al cielo, su cuerpo aún se sacudía en temblores, me senté a su lado y la abrace, yo seguía desnudo y ella vestida con su camisón, empecé a besar su cuello y sus orejas, quería yo bajar por su cuerpo y besar sus senos, no pude hacerlo pues me lo impidió. –Por hoy es más que suficiente dijo al tiempo que se ponía de pie y camino a su cama, -Buenas noches mi amor, que descanses, gracias por hacerme feliz.
No supe que contestar, la seguí y ayude a cubrirla con sus cobijas, creo que ya dormía cuando bese su frente, fui a mi cama y con los dedos comencé a juntar la humedad que aun mojaba mi herramienta, antes de limpiarme con mi toalla de manos lleve mis dedos a la boca para llenarme del sabor de mi hermana, cuando no había más sabor empecé a llorar, mis ojos expresaban así lo maravilloso de la experiencia.
No puedo decir que lo repetíamos diariamente como cuando nos masturbábamos, ahora solo lo hacíamos cuando la prima no venía a dormir a casa por un paseo o por alguna fiesta, siempre lo hacíamos de pie y ella siempre con su camisón puesto, de que lo disfrutábamos no existe duda, varias ocasiones fueron donde ella apagaba la luz para la Virgen y solo así, accedía a nuestro contacto, los meses fueron pasando y se comenzaron a planear los festejos por sus quince años, con tantas actividades y yo a punto de entrar a la Universidad, no nos veíamos en todo el día, yo llegaba como siempre a besarla o acariciarla toda vez que la puerta del cuarto de nuestros padres se cerraba, hasta que un día, solo me permitió un beso y me dijo -estoy saliendo con un muchacho y creo que le debo una oportunidad y algo de fidelidad.
No supe que contestar y solo volví a besarla, nuestro beso fue ardiente, cargado de pasión como cuando la penetraba, me percate de un sollozo y sus ojos se humedecieron, regrese a mi cama y no pude dormir.
Quería saber quién era el hombre que había conquistado a mi hermana, al día siguiente hasta falte a clases por lo que pude ver parte de los ensayos de los bailes que se harían en su fiesta, no hizo falta mucha observación, pude ver que era un muchacho de más de 25 años quien con su mirada seguía celosamente a mi hermana, su forma de tomarla del brazo, su forma de inclinar su cabeza cuando hablaban, en fin, muchos signos que dejaban patente su interés. Me moleste tanto que hable con mi madre para saber más de él, no lo odiaba, pero me molestaba.
La fiesta seria en quince días, como siempre vino toda la familia, solo pude bailar con mi hermana cuando todos los hombres de la familia lo hicieron, aunque habíamos tenido dos o tres contactos con penetración en cuanto llego a mis brazos mi erección estaba llegando a su vientre, por un momento nos abrazamos intensamente y dejamos de bailar, nos apretamos y estuve a punto de besarla, si alguien se percató, seguro pensaron que era por el gusto que me daba su festejo, nos separamos y no la volví a ver esa noche.
Llegamos a casa cerca del amanecer, toda la fiesta había evitado beber, mi prima llego borracha y entre mi hermana y yo la ayudamos a desvestirla y meterla a su cama, aprovechando la acción, tome a mi hermana por la espalda, la forcé a doblar su cuerpo y subiendo sus ropas, busque la penetración, era la primera vez en esa posición para ella, recorrí a un lado su pantaleta y la penetre de un solo empuje, sus gemidos graves y guturales eran música para mis oídos, sabía que siempre seria mía yo de ella y que todo estaba a punto de acabar, hicimos el amor por más de una hora, por primera vez termine dentro de ella y como no perdía mi erección lo hicimos dos veces más y solo pare porque ella se derrumbó sobre la cama y dijo: -Ya basta.
Las siguientes tres semanas, busque que lo hiciéramos diariamente aun que estuviera nuestra prima no siempre accedía, aunque si no se levantaba de su cama, la acariciaba hasta hacerla terminar y besarla constantemente.
Repentinamente todo acabo, una tarde al regresar a casa encontré todo un drama mi padre gritaba, mi madre también pero además lloraba, mi hermana de pie, lloraba y lo hacía desconsoladamente, quise entrar a la sala comedor y me lo impidieron, mi padre cerro las puertas, fui con mi abuela y ella me lo conto todo. Mi hermana estaba embarazada y la iban a casar el siguiente sábado por lo civil y si se podía se casaría por la Iglesia en un mes.
Todo fue un torbellino de emociones, por momentos temí enloquecer, la duda me corroía, yo podía ser el padre de esa criatura por nacer, no pude hablar con mi hermana esa tarde, al llegar la noche y cerrarse la puerta de mis padres, fui a su cama, seguía llorando, nos besamos y su saliva sabia a sal, a angustia, a miedo, después de unos minutos volví a sentir algo del fuego de la pasión, me dijo: -Mañana te buscare cerca de tu escuela, convenimos el sitio y nos separamos, fui a mi cama, no dormí. Los pensamientos me rebasaban, me confundían, me apabullaban.
Nos vimos en la zona de paradero de autobuses de la Universidad, la vi desde que llego, mi hermana sería una chiquilla de casi 16 años, pero con un cuerpo de mujer hermosamente perfecto, llenaba sus ropas a la perfección, con cualquier tipo de prenda lucia esplendorosa, radiante, fue verme y sonreír, varios muchachos voltearon a verla mientras caminaba, lo hacía con distinción y orgullo.
Nos abrazamos y caminamos, creo que recorrimos todos los andadores de la Universidad, me conto como empezó a salir con su novio, como fueron escalando sus encuentros en lo físico y lo emocional, ella consideraba que lo quería, que había algo de amor y que se había decidido a estar con él porque sabía que yo no podía estar siempre con ella.
Le deje saber mi duda con relación al embarazo, existía la posibilidad que fuera producto de nuestros contactos aun sin gozar dentro de ella el líquido pre eyaculatorio también suele llevar espermatozoides, ella ni acepto ni negó tal posibilidad, me angustiaba que se casara sin quererlo, el que sería su marido era mucho mayor que ella y podría tratarla mal, concluimos que ya nada podía hacerse, le prometí que nunca renunciaría a ella y que siempre que pudiera estaría a su lado y sería más que su apoyo, le jure y le pedí que jurara por sobre todo lo que pasara nuestro amor debía prevalecer.
Como se dijo, ese sábado se casó por ceremonia civil, dos meses más tarde ocurrió la boda religiosa y meses más tarde nació una bella niña que se parece en mucho a ella.
Nació cuando mi hermana cumplía casi los 16 años, al poco tiempo quedo nuevamente embarazada y nació un hermoso bebe varón que es idéntico al padre, mi relación con ellos era constante, lo más que dejaba de verla eran dos días, siempre que podía le llevaba algo para los niños.
En la casa familiar las cosas habían cambiado, mi madre regreso a trabajar y mi padre comenzó a viajar mucho y casi de forma permanente era muy raro el día que estaba en casa, mi prima estaba a punto de casarse y trabajaba todo el día, yo llegaba a casa cansado a veces solo a bañarme para volver a salir, quien estudie medicina sabe a qué horarios se ve uno sometido, se acercaba mi cumpleaños 19 y aun no me había conseguido una mujer ni de novia ni de amante, y la verdad no quería a nadie que me distrajera de los estudios.
Un día antes de mi cumpleaños, llegue a casa a bañarme y comer, cerré la puerta del patio después de confirmar que aparentemente iba a estar solo, me empecé a desnudar en el baño y de repente escuche que salía música de mi recamara, era una canción que estaba sonando mucho en la radio del cantante español Raphael, me volví a poner mi bóxer y fui a la recamara al abrir la puerta quede congelado, ella, mi hermana estaba ahí, la cubría una bata suelta y estaba parada en medio del cuarto, mientras sonaba la melodía y las primeras estrofas de la canción:
Cierro mis ojos
Para que tu
No sientas ningún miedo
Cierro mis ojos
Para escuchar, Tu voz diciendo amor
Mi hermana se colocó un antifaz negro de los que se usaban para dormir, mientras dejaba caer a sus pies la bata para revelarla totalmente desnuda.
Comencé a temblar de la emoción tal y como continuaban desgranándose las frases de la canción.
Para que digas, Hoy de verdad
Lo mucho que me quieres
Para que creas, para que pienses
Que ni te escucho yo
Cierro mis ojos
Para que tú, Me quieras libremente
Para que tú, me mires y no tiembles
Y puedas darme tu Amor tal como es.
Cierro mis ojos
Para que beses, mis manos y mi frente
Para que corras tus dedos por mi piel.
Yo no te veré
Yo no te veré
Puedes hacer lo que quieras conmigo
No te mirare, no te mirare
Hasta que tú me lo pidas Amor.
Mientras algunas de las estrofas se repetían, me aproxime dejando caer mi bóxer y con mi erección en su máximo deje que esta besara el pubis de mi hermana, con este primer contacto ahora fue ella la que tembló y se sacudió brevemente, luego mis brazos la apretaron a mi pecho y empecé a besar sus labios con la pasión y el hambre que tenia de ellos, allí de pie, como siempre en nuestros contactos previos la lleve a la pared, tome su pierna al momento que guiaba a mi herramienta a su hendidura.
Ella escurría humedad en su entrepierna por lo que la penetración fue suave y enormemente placentera para mí, al fin estaba después de meses en aquella oquedad que la esperaba ansiosa, los espasmos de la vagina parecían estimular con más intensidad mis penetraciones el ritmo de nuestra unión era tremendo, toda el ansia y la pasión nos llevaban en las olas de un éxtasis continuo, nuestras bocas no dejaban de besarse recogiendo alternativamente las salivas que escapaban por nuestras comisuras, rompí el contacto de nuestras bocas para con la mía, recorrer ambos lados de su cuello, mis manos ansiosas fueron a sus senos que habían ganado peso y volumen, sus pezones erectos eran un imán para mis labios, me separe de ella y pude apreciar como la humedad corría por sus muslos, tome sus manos al tiempo que me arrodillaba para besar y recoger parte de aquel elixir, ante mis ojos por vez primera el centro de su placer dejaba ver un clítoris rosado y unos labios que parecían palpitar por sí mismos, di un beso con la lengua de fuera lamiendo y penetrando simultáneamente, fuertes temblores hacían que los muslos de mi hermana se sacudiesen, me levante y la lleve al lecho lentamente.
Lo que paso ahí fue maravilloso, escapa a cualquier descripción que pretenda hacer.
Lamí, chupe, mordí, acaricie con mis manos y con mi herramienta seguí los mismos caminos que con mi boca, me di con toda la intensidad que mi cuerpo me permitía, durante todo este tiempo la melodía se repitió constantemente ya que al ser un disco de tamaño 45 se reproducía constantemente en el reproductor portátil; nos amamos con intensidad, solo removí el antifaz hasta que no había más erección después de cuatro intensos goces de mi parte, cuatro horas de tiempo e infinitas muestras de la satisfacción que produjo en mi hermana, ese día solo nos dijimos palabras de amor y nos besamos como si no fuera a existir un mañana.
Dos días después en su casa al calor de un café, hablamos mucho, hasta que llego su suegra y tuvimos que cambiar de tema.
Ella decidió darme ese regalo porque imaginaba que así era como se debían entregar dos amantes, porque nunca su marido lo había hecho con ella totalmente desnuda y porque quería saber y sentirme con toda su piel, lo del antifaz lo ideo por la melodía.
Mi hermana y yo volvimos algunas veces a tener relaciones, ninguna de ellas desnuda, aunque yo buscara exponerme a ella para provocarle, cuando cumplió 40 años, la invite a comer y de ahí la lleve a un sitio para hacerle el amor, estaba haciéndole sexo oral cuando una llamada a su teléfono celular, nos impidió continuar.
Volvimos a vernos para sexo casi 10 años después y la última fue cuando la visité cuando yo cumplí 60 años, pese a que ya había muerto su esposo nunca se dio oportunidad de rehacer su vida con alguien más.
Por mi parte, me case a los 21 años y después de 23 años me divorcie, dos años después volví a casarme con una chiquilla de casi 19 años con la que jugaba al juego de despertarla en la noche acariciándola. Confirmando la teoría de que siempre se vuelve a los orígenes.
Cada vez que escucho esa melodía, mis ojos brillan y casi se humedecen y traen nuevamente a mi memoria la experiencia más sublime de amor filial.
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Cada vez que leo estos relatos, me dan ganas de buscar un bebe con mi padre