Como de costumbre, siempre compraba caída la noche en el supermercado a la vuelta de mi casa, la chinita cajera siempre me la puso dura, su culito redondeado me hacia imaginar un polvo de lujo, yo sabía que ella me miraba.

Esa tarde noche, a punto de cerrar el negocio, le mostré mi pija y le comente si quería que me la culeara, sin dudarlo acepto llevándome al depósito de mercadería, sucio y caluroso, digno para un polvo salvaje.

Entrando de la mano como una buena pareja que está a punto de reventarse, ingresamos, nos comíamos la boca, ella tocaba mi verga y yo sus tetitas pequeñas y calientes.

Ya desnudos, una toalla en el suelo, ella acostada y abierta me pidió que le lamiera la concha como un demente, lo cual la viole con la lengua una y otra vez, haciéndola acabar dos veces, la chinita sí que era flujuda y calentona, y se notaba que su concha necesitaba pija gorda.

-Señor cliente, yo sabía que me lo iba a coger en algún momento, como me hace mojar.

.China puta, no puedo resistirme a tu culito, hoy te lo cojo todo, como buena puta oriental.

La tome de la cintura con rabia, la empine, le chupe bien el agujero del culo con los dedos metidos en su concha y prepare el terreno, a esa altura mi pija estaba súper parada, ella la miraba y se notaba su sorpresa, jamás pensó que podía calentar tanto a un hombre, con sus pies hacia atrás me la empezó a pajear, esos pies sí que eran finos y elegantes, una china muy suave en sus movimientos.

La introduje mi pijon y comencé a bombear una y otra vez, pero ya con mucho ritmo y bronca, no sé porque, pero tenía una bronca acumulada de hace tiempo, ya que debía haberla culeado mucho antes. La chinita gritaba sin parar, yo te acariciaba su espalda menudita y sensible, limpiándole el sudor, ya que ese cuarto mugroso y con olor a ambos cuerpos explotaba de calor.

-Que buen cliente es señor de pija enorme, así da gusto que venga a comprar más seguido.

.China de mierda, yo sabía que este culito iba a aguantar mi buena verga.

Me recosté sobre esa toalla mojada de su sudor y le pedí que me cabalgara como una diosa, lo hizo de manera frenética, saltando una y mil veces con su cuerpo diminuto sobre mi verga erecta, echa un palo que no se bajaba por nada del mundo, yo le frotaba su espalda con mis manos, le introducía los dedos en su boca y lamia esa saliva que dejaba, nos reventábamos sin compasión, yo estaba que explotaba y no podía contener mas mi leche.

-En china pijas tan grandes no se encuentran, ni machos tan resistente.

.Y putas que aguanten tan bien que le taladren el culo, tampoco, resultaste ser una experta.

No logre contenerme, y ella tampoco se resistió, ambos extasiados de placer reventamos, le llene su culo de leche, le derrame cada gota de mis bolas en su hermoso agujero de hembra, gozaba y gozaba, éramos un rio de sudor en ese depósito mugroso.

Luego de ese día, las compras resultaron ser pura lujuria y placer con semejante puta.