La cita era a las 8,00, en el segundo piso del 14 de la Rue Faubourg-St.Honoré, teniendo como anfitrión a Varery De La Fresange, dueño de la casa y acaudalado marchante. Invitados, cuatro hombres: Pierre Claux, comandante de infantería cuajado de condecoraciones que justificaban su insana costumbre de sodomizar reclutas, Philippe Auguste Orange un descendiente de la vieja aristocracia francesa que aplicaba las tarifas más caras de toda Francia en calidad de gigoló, Luc De La Ferroniere, piloto de ralies especialista en exclusivas de prensa rosa de escándalo y por fin André Guillot actor de moda en el cine francés, de dudosa procedencia. Sentados a la mesa y atendidos por Ives, el negro mayordomo fiel a su amo desde tiempo inmemorial, se dispusieron a tomar el primer plato: vichisoise con maigret. Todos los comensales alabaron el buen hacer del viejo mayordomo, pues a la vez que diligente cocinero y chófer, atendía en aquellos menesteres correctísimamante. Pero aquella no era una cordial reunión de representantes de la alta sociedad gaullista de la Francia de los noventa; algo se tramaba entre ellos. Algo que iba a estallar de un momento a otro y que su anfitrión sabía y quería provocar. -Aprovechando este momento tan cordial, tengo que informarles que en los mentideros de París se habla de alguien, cuyo único mérito es poseer el pene más grande y delicioso de Francia- dijo Orange con cierto desdén. Esa era la frase desencadenante del conflicto, y que con premeditación, habían acordado verter sobre la mesa como un jarro de agua fría, el anfitrión y Orange. -Algo he oido y lo considero toda una vulgaridad-comentó Luc-,. Yo no me puedo vanagloriar de nada, pero bien conoceis que yo y solo yo poseo entre mis piernas el falo más escandalosamente grande de París y bien sabeis que no he sido yo quien, desde hace años ha divulgado mi fama. -Por alusiones- contestó el actor Guillot-, creo que se está hablando de mi, y tengo que decirte mi querido Luc, que yo soy quien más grande tiene el pene. Pregúntale a Paul Durás el escritor; tanto tu como yo hemos estado con él en la cama. El te podrá decir. -No te consiento que hagas alarde de esa forma- contestó airado Luc-.Ahora entiendo el porqué estás de moda. -Haya paz señores- dijo el anfitrión. No vayamos a estropear esta deliciosa velada por una cuestión de centímetros. -Si hay algo que he aprendido en el ejército -dijo Claux el militar hasta entonces muy silencioso- es a resolver este tipo de cuestiones entre caballeros. Si ustedes tienen un conflicto, resuelvanlo aquí y no discutan. Usted, André, levántese, bájese los pantalones y muestrenos su polla. Y Usted Luc, haga lo mismo. Ives, por favor traiga una cinta de medir. Ambos contendientes, uno frente al otro, se desabrocharon pantalones y se los quitaron. Fue cuando se descubrió que el joven actor no llevaba ropa interior y dejó al descubierto un pene enorme, carnoso, erecto y grueso. -Vaya-dijo el militar- que calibre tan asombroso. Usted merece estar en artillería. Me he excitado tanto que desearía chuparla. Sentado como estaba a su diestra la agarró con las dos manos y la lamió con pasión. Cuando se la sacaba de la boca, acercaba el rabo hacía el plato de vichisoise hundiendola en la jugosa crema y se la volvía a meter en su boca, de tal forma que el actor, en una de las huntadas de crema eyaculó sobre ella de forma copiosa y abundante. -Ese es el toque de gourmet que le faltaba a la vichisoise- dijo el anfitrión. Por favor deme su plato, André. Al acrecarle al plato lo sorbío con ánsia, olvidándose de las buenas maneras, levantándo el plato con las manos y dejando que se derramara por los extremos de la boca. Para entonces Luc, el otro contendiente, estaba completamente desnudo, excitadísimo por la escena, masturbándose de pie mientras que Philippe, sentado tras el besaba con ansía su ano. Cuando su lengua no pudo más, se levantó, se bajo de golpe toda la ropa de cintura para abajo, tomó la aceitera de la mesa y la vertió sobre su rabo y sobre el ano de Luc, que apoyado sobre la mesa, le brindaba su trasero para ser penetrado. La acción lubricante del aceite hizo efecto y Philippe le introdujo a Luc su polla y tomándole por las caderas lo sodomizó con fuerza bruta. Ives, el mayordomo mandingo, cinta en mano y junto a ellos les dijo: -No se molesten los señores, pero tan solo voy a medir mi negro rabo, para que comprueben que yo estoy por encima de ustedes. Y efectivamente, exitado se sacó de su bragueta un enorme y negro pene, que evidentemente dejaba a los contrincantes en ridículo. El anfitrión, exitadísimo acercó el plato vacío de crema a la punta del pene de Luc que daba muestras de eyacular mientras era penetrado. El mayordomo, tan diligente acerco su rabo al plato, intentando colaborar en llenarlo, pues conocía la gula de su patrón. Ambos, el negro y Luc se corrieron simultaneamente sobre el plato, que una vez lleno, el anfitrión se puso a lamer sin deroro alguno. Philippe, que mientras estaba penetrando a Luc, al notar la rápida llegada del orgasmo, saco su pene aceitoso del culo de este y derramó una enorme cantidad de semen sobre el plato de foie de pato, lo que hizo las delicias del anfitrión, que una vez agotado su especial "vichisoise", devoró famélico con sus dedos tan esquisito manjar. Todos recuperaron la compostura y se volvieron a sentar en la mesa, alabando una vez más el buen hacer culinario de aquel tan bien dotado mayordomo para todo tipo de menesteres domésticos.