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Cena de amigas

Una vez sentadas en el coche miraba al frente sin decir nada, simplemente dejaba que sonaran los 40 principales notando todavía la humedad en mis braguitas. Al final fue Andrea la que dijo: Nos han follado bien folladas. Y las dos empezamos a reír sin poder parar. Todavía no me explico cómo habíamos terminado de esa manera una noche de cena de las mamás del cole.

Todo había comenzado como una habitual noche de cena entre las mamás que somos más amigas. Solemos quedar una pandilla de 5: Sonia, María, Beatriz, Andrea y yo.

Todas vivimos más o menos cerca en la zona Norte de Madrid y llevamos a nuestros hijos al mismo colegio desde infantil (ahora están en 2º de primaria y por lo tanto llevamos viéndonos varios años)

Debe ser verdad eso que dicen que Dios las Cría y ellas se juntan porque tenemos gustos, aficiones y problemas parecidos, además de ser todas casadas y felices (con sus más y sus menos, como todo el mundo).

Una vez al mes nos gusta quedar sin maridos y sin hijos para hacer una noche de chicas que suele constar de una cena, un rato de tertulia (para poder despellejar a gusto a nuestros conocidos) y alguna vez seguimos con un rato de baile.

La noche de autos habíamos quedado, como muchas otras, en un restaurante del Centro Comercial para cenar. Era un jueves y mientras esperaba a que mi marido llegara del trabajo me bañé para relajarme y poder disfrutar de la noche. Al acabar me perfumé y comencé a prepararme. Solemos arreglarnos mucho y competir por ver quién es la más guapa y sexy a la hora de salir. Así que decidí ponerme ese vaquero que me acababa de comprar y que me hacía un culo espectacular y por encima una pequeña camiseta ceñida y con un buen escote (creo que a mis treinta y pocos años sigo teniendo un buen cuerpo cuidado a base de Pilates y dieta). Pero antes de ponerme la ropa hice lo que siempre dice mi marido “a ver que braguitas te pones porque es la base sobre la construyes el resto de tu vestuario”, elegí una tanguita blanca con encaje y transparencias que, aunque tapaba mis pelitos recién depilados permitía adivinarlos.

En ese momento entró mi marido y al verme sólo pudo resoplar y decirme:

—Qué bien hice en regalarte ese tanga, no te quites el pantalón porque te follan seguro.

—Ya sabes que sólo quiero que me folles tú —contesté acercándome a él y dándole un pequeño beso con lengua.

—Bueno, ya sabes que lo que tienes que hacer es divertirte. No me importa lo que hagas —Siempre decía eso porque sabía que yo era incapaz de ponerle los cuernos con nadie.

La cuestión es que terminé de prepararme poniéndome lo más guapa que pude, me coloqué mi anillo de diamantes para hacer palidecer de envidia a mis amigas, mi colgante fashion victim de Bulgari y ese bolso súper mono recién estrenado de Loewe, me despedí de los niños, me subí a mi coche y me fui.

Como todos los días fui a recoger a Andrea. Siempre soy la pringada que la va recoger por dos motivos, uno porque vive muy cerca y otro porque mi coche es más vacilón que el suyo; así que me toca ir.

En realidad, no me importa porque de todas las chicas ella es la que me cae mejor, vive siempre un poco agobiada porque su marido viaja mucho, pero es súper divertida, le encanta reírse y lo pasamos fenomenal. Además, coincidimos en una afición común, la pintura. Andrea tiene la suerte de poder pintar cuando deja a los niños en el cole porque no trabaja, está estudiando bellas artes, aunque decir que lo está estudiando es mucho decir porque en realidad sólo va a las clases que le gustan (de pintura, vamos).

Al ver aparecer a Andrea me alegré de haber estado todo ese tiempo arreglándome, se había puesto una mini cortísima para enseñar esas piernas tan estilizadas que tiene y como no es muy alta siempre lleva unas sandalias increíbles con unos tacones maravillosos que le hacen todavía más bonitas las piernas. Pero este día además llevaba una camiseta de manga corta súper ceñida que le marcaba el pecho y que dejaba ver un canalillo que sólo se pueden permitir las mujeres con un pecho perfecto.

Se subió al coche y la vi radiante con el pelo largo moreno al viento y sonriendo como una loca.

—Vaya hoy sí que se te ve contenta, ¿Ha venido Carlos?

—Sí, desde ayer se ha escapado y llevamos todo el día juntos. Me encanta cuando podemos pasar un día entero sin que tenga que estar trabajando y sin niños que molesten hasta las 5 de la tarde.

—Eso suena a 2 polvos por lo menos —Y las dos nos reímos porque sabemos las pocas ocasiones que el trabajo y los niños te dejan para poder estar con tu marido a gusto.

Al llegar al restaurante nos reunimos con las demás que ya estaban sentadas.

—pedir lo que queráis, a Andrea no le importará porque ella ya ha tenido su ración de hoy —dije mientras me sentaba. Normalmente hablamos sin pudor de nuestras relaciones ya que como he dicho nuestros problemas y alegrías son comunes.

—Así que parece que Carlos te ha pegado un buen repaso —inquirió Sonia que siempre es la más incisiva en estos temas, quizá porque es psicóloga y está acostumbrada a tratar sobre esto.

La cuestión es que durante la cena comenzamos a hablar de los polvos que habíamos echado y cuales nos habían gustado más.

Empezó Sonia a contar que cuando estaba estudiando el día de la fiesta de la primavera conoció a un chico que estudiaba derecho y que no sabía si era por el calor o por qué acabó enrollándose con él en el césped del campus al anochecer y que, aunque no se veía bien, alguien podría estar observándoles y, a pesar que eso le daba un poco de corte, acabaron quitándose el pantalón y ella se arrodillo y empezó a chupársela sin importarle nada hasta que el tío acabó corriéndose en su boca. Pero lo mejor para ella fue cuando después de eso él se arrodilló a su lado y le dijo:

—Eres una zorra y te voy a follar como te mereces, ponte a cuatro patas —Ella le hizo caso y él comenzó a follársela por detrás mientras la sujetaba por el pelo y le decía al oído —Te gusta cómo te follo, eres una puta a la que le gusta comerle la polla a desconocidos sólo para notar como se pone dura. No te importa que te vean, te encanta ser tan puta.

—La cuestión es que me corrí 2 veces en un rato y noté como chorreaba, ese tío es el que mejor me ha follado. Descubrí que me encanta que me digan guarradas, me pone súper cachonda, aunque a mi marido no le vaya el rollo —terminó Sonia

Después de esa historia puedes imaginar como estaba, miré a las demás y pude ver como se acomodaban en sus asientos casi resoplando.

—No me extraña que sacaras matrícula de Honor, después de eso debías pasarte el día entero en la universidad —comentó Andrea entre risas.

—Sí, sí, mucho jiji jaja pero más de una se ha puesto cachonda oyendo esta historia —comentó María —Vuestras camisetas os delatan.

No miramos y, efectivamente, todas teníamos los pezones duros y se nos notaba —Es por el frío —dije yo riendo y tapándome.

Menuda pieza debió ser Sonia en la universidad, no debió perder el tiempo. No es que sea muy guapa de hecho de las cinco es la menos agraciada, pero es muy alta y tiene mucho estilo siempre va a la última moda y como es tan rubia con los ojos azules pues es muy resultona a sus 40 años. De todas formas, María y Beatriz son más guapas, claro que también son más jóvenes (treinta y pocos).

La primera parece salida de un cartel de los de la segunda guerra mundial, un poco rellenita, pero eso le hace tener un pecho fenomenal y unas caderas que resaltan mucho, es la típica que mi marido define como “mujer, mujer” Es decir tetas grandes, culo grande con facciones muy agradables y un pelo rubio con una melenita y flequillo que junto a los coloretes de los carrillos le dan un aire infantil. Resumiendo, cara de niña y cuerpo de mujerona (un buen amigo llegó a decir que si fuera puta él se gastaría todo el dinero con ella).

Beatriz es distinta, es más un estilo elegante. Es muy delgadita y lleva siempre unos vestidos preciosos y ¡cómo camina!, parece como si en vez de andar flotara. Sus manos son increíblemente bellas y al moverlas lo hace tan acompasadamente que dibuja partituras en el aire. Su forma de hablar acompaña totalmente su imagen ya que es muy dulce y su mirada a través de sus profundos ojos negros trasmite una serenidad que hace que te relajes sólo con su presencia.

Te puedes imaginar que las expresiones mal sonantes no salen de su boca, pero esa noche decidió compartir una experiencia con nosotras.

—Sabéis que en nuestra luna de miel viajamos a Brasil ¿verdad? En uno de los vuelos que hicimos desde Río a no me acuerdo donde era por la noche y habíamos estado tonteando todo el día en la playa y en la piscina así que íbamos a tono. Como hacía mucho calor iba con una falda de lino y una camiseta de tirantes, la cuestión es que después de despegar apagaron las luces y Mario se puso bastante cariñoso así que empezó a tocarme las piernas, primero sobre la rodilla y luego fue subiendo por mis muslos, yo le dejaba hacer porque en realidad me apetecía, aunque en medio del avión me parecía muy atrevido. Miré a mi alrededor y me pareció que todo el mundo dormía así que le dejé que siguiera subiendo al acercarse a mis braguitas yo también empecé a tocarle por encima del pantalón su paquete y lo noté muy duro. Esto hizo que me calentara más así que abrí un poco las piernas y él empezó a tocarme muy lentamente. Yo ya no podía más de excitación así que se la saqué allí mismo y comencé a chupársela hasta que me dijo que parara que era mi turno así que se arrodilló y me quito las braguitas y comenzó a hacer su labor. En ese momento yo estaba con los ojos cerrados y tocándome por encima de la camiseta cuando abrí los ojos y vi como un pasajero del otro lado nos miraba, era un negrito y me fijé que se estaba masturbando y era enorme. Me resulta curioso, pero ver a aquel tipo tocándose mientras mi marido me estaba haciendo un cunnilingus me puso a cien, me corrí allí mismo mordiéndome los labios para no gritar mientras veía a aquel chico con el miembro en la mano. No llegamos a hacer el amor, pero es el orgasmo más intenso de mi vida —terminó Bea.

—A ti lo que te pasa es que estás mal follada –dijo Sonia —Si no sientes una polla dentro no puedes decir que ha sido un buen polvo.

En eso creo que llevaba razón, aunque he de confesar que para mí es más fácil llegar al orgasmo haciéndome un dedo en el clítoris que sólo con la penetración, aunque hay momentos en los que lo que quieres es una polla follándote.

—No estoy de acuerdo —terció María —Os voy a contar algo que no os conté cuando sucedió un poco por miedo y otro poco por vergüenza.

Hace unos meses fui a comprar un camisoncito y al llegar a la tienda me atendió un señor muy amable que me dio a probar la 36 y la 38. la cuestión es que una era grande y otra pequeña así que no me valían, pero al salir del probador vi un conjunto monísimo de tanga y sujetador que pasé a probarme.

Cuando me lo estaba viendo no me convencía y oí una voz fuera de unas chicas jovencitas que estaban cerca así que abrí el probador y salí a ver si me podían ayudar. Llamé a su puerta y me abrieron.

Las dos estaban sólo con las braguitas y les pregunté qué tal me quedaba el conjunto. La primera de ellas que era la más alta me miró y me dijo que a ella le gustaba, que me quedaban las braguitas como a su amiga y le dio la vuelta para que viera como le quedaban y, la verdad es que la chica estaba estupenda. La braguita que llevaba se le metía por el culito dejando ver sus dos cachetes y la gomita de arriba le marcaba la cintura y dejaba ver unas caderas preciosas.

La chica volvió a darse la vuelta y pude fijarme es sus tetas que eran redondas y firmes con un pequeño pezón rosado.

La amiga me dijo a lo mejor te aprieta un poco de aquí y puso su mano en mi ingle y acarició las gomas pasando dos dedos por debajo y acariciando mis labios, yo me quedé helada, entonces me dijo:

“Mira, a ella le pasa igual” e hizo lo mismo con su amiga sólo que esta vez estuvo un buen rato acariciando el coño a su amiga. Luego saco su mano y mirándome se pasó los dedos por la boca se dio la vuelta, le bajó las bragas a su amiga y le hizo abrir un poco las piernas y empezó a chuparle el coño. La amiga sólo me miraba poniéndome una cara de placer que me puso cachondísima así que yo también empecé a hacerme un dedo. Mientras las miraba me saqué las tetas y me pellizcaba los pezones mientras con la otra mano me metía dos dedos. Al final me corrí como una perra, la chica se levantó y con todos los jugos de la otra me dio un beso con lengua y me dijo al oído: “sabía que una muñeca como tú era bollo, guarra” y me abrió la puerta. Salí de allí con las bragas, todavía con la etiqueta, empapadas y con la mejor corrida de mi vida, sin polla de por medio. Ahora no sé si soy bollo, pero me sigue gustando Rafa (y los tíos buenos).

—Tranquila, no eres nada rara —dijo Sonia —La mayoría de mujeres son un poco bi aunque no lo reconozcan.

—Yo, no —dijo Bea.

Y a lo mejor es verdad, pero lo cierto es a mi sí que me gusta ver mujeres desnudas, aunque nunca he tenido esa experiencia, supongo que si no se da una oportunidad como la que tuvo María terminas sin hacerlo nunca.

Total, que entre historias de polvos y risas se pasó la cena y al terminar Andrea propuso que fuéramos a bailar a algún sitio. Pero María dijo que estaba muy cansada y tanto Beatriz como Sonia tenían que madrugar al día siguiente para llevar a los niños a fútbol. Así que decidimos ir a casa.

Sin embargo, al subirnos al coche Andrea insistió:

— Vámonos tú y yo a bailar que éstas son unos muermos.

— No sé, ya son las doce y si no mañana no hay quien me levanté —le contesté.

— Venga, si hace meses que no bailamos y siempre te quejas de que tu marido sólo te saca a cenar y luego se quiere ir a casa. Me han invitado unos amigos de Bellas Artes a una fiesta, seguro que nos lo pasamos bien bailando con todos esos yogurines y además con la calentura que me ha dejado la conversación de la noche necesito refrescarme.

—Bueno, para una vez que salimos no nos vamos a ir sin bailar un poco. ¿Dónde vamos? —Y puse rumbo a la fiesta.

Llegamos enseguida y cuando estábamos dejando el coche al aparcacoches se acercaron dos chicos a saludar a Andrea. Desde luego esta chica tiene un don natural para la estética, toda la gente que conoce es guapa, en concreto estos chicos debían tener poco más de veinte años y eran bastante altos iban vestidos con vaqueros y unas camisetas para marcar todo lo que habían trabajado en el gimnasio. Se llamaban Antonio y Sebas.

Entramos con ellos a la discoteca y rápidamente cogí a Andrea y le dije

—Madre mía, tú no pierdes el tiempo en la universidad. Hace tiempo que no veo tíos como estos, ya estoy acostumbrada a las barriguitas cerveceras de nuestros santos —Andrea se rio y me dijo que en la escuela había muchos así

—Lo que pasa es que ya no te acuerdas como era tu marido cuando estudiabas, pero estos son unos inexpertos les faltan 10 años de maduración ahora sólo piensan en meter y no saben cómo —y las dos nos reímos.

Nos fuimos directas a la pista de baile y Antonio nos trajo unas copas y junto con su amigo se puso a bailar con nosotras.

Siempre me ha gustado hacer el tonto al bailar así que empecé a acercarme a Andrea bailando en plan guarrillo, acercándome a ella mirándola a los ojos y pegándome a su cuerpo y claro, como Andrea no es precisamente tímida, al final parecía que éramos una pareja lesbi agarradas espalda contra pecho.

Después de un rato paramos y fuimos a descansar a una barra y entonces vino Sebas a hablar conmigo.

—Vaya, no os cortáis un pelo —me dijo acercándose a mi oído

—Para un día que salimos hay que pasarlo bien —contesté yo haciendo lo mismo y al acercarme le cogí del brazo y note lo musculoso que estaba y lo bien que olía.

—Eso digo yo, hay que pasarlo bien. Tú no eres de la Escuela, ¿no?

—La verdad es que no, a mí la universidad me queda ya lejos.

—Anda ya, ¿cuántos años tienes? —Menudo cabrón, pensé, vaya preguntita.

—Algunos más que tú, y esas preguntas no se hacen

—No, si lo digo porque tienes un tipo espectacular, yo pensé que serías de mi edad —Ahora si iba bien encaminado el chaval, la verdad es que un piropo bien hecho de un tío tan bueno ya valía por toda la noche.

—Bueno, digamos que mi espíritu es de tu edad.

—Sí, creo que nos llevamos bien y esta noche sí que va a ser para pasarlo bien.

En ese momento me di cuenta que el tío estaba ligando conmigo así que para evitar males mayores decidí dejarle caer que era “esposa y madre en la vida”.

—La verdad, es que tenía ganas de pasarlo bien porque con los niños una acaba siempre agotada y los hombres nunca ayudáis —Bueno, ya estaba claro que no era una de esas niñatas deseando abrirse de piernas con el primer cachas que conocen.

—Eso ahora da igual, hemos venido a bailar y divertirnos.

En ese momento nos interrumpió Andrea.

—Vamos a ir a la casa que acaban de alquilar Sebas y Antonio para hacerle el bautismo de fiesta —Parecía muy ilusionada con esto, pero la Cogí el brazo y le dije:

—Si acabamos de llegar, no hemos empezado a bailar, a qué vamos a ir a casa de estos tíos si no los conocemos de nada.

—Yo si los conozco –me dijo muy seria —No te amargues son buena gente ¿Qué te pasa?

—Sebas estaba intentando ligar conmigo —se echó a reír.

—Vaya problema, no me digas que no sabes parar los pies a un niño que acaba de terminar bachillerato —Sonrió y mirándome picarona siguió —suponiendo que se los quieras parar porque el tío tiene un polvo que no se lo quita nadie. Venga, vamos un rato y si nos aburrimos nos volvemos.

Total, que salimos de allí y se vinieron con nosotras porque ellos no tenían coche. Llegamos enseguida y subimos a la casa que, la verdad, para dos estudiantes estaba bien. Era un ático de esos que tienen la ventana en el techo porque son abuhardillados y tenía un salón, un dormitorio, cocina y un baño.

Antonio puso un poco de música y Andrea empezó a bailar con Sebas así que yo me puse a bailar con Antonio. Como la música era de las lentas me agarró por la cintura y yo agarré la suya y puse mi cara contra su pecho. Estaba realmente duro todo su cuerpo y al rozar mis tetas con él empecé a notarme algo excitada así que en cuanto se acabó la canción me separé, aunque creo que él se dio cuenta.

Miré a Andrea y decidí hablar con ella.

—Vamos al baño un momento.

—Mira Andrea, esta situación... —me pare un momento, la miré y decidí seguir —estar en una casa con dos tíos tan buenos y después de las conversaciones de la cena, no puede acabar bien.

—¿”Estos tíos tan buenos”? –me dijo arqueando las cejas —Estos son unos niñatos que siempre van vacilando de lo mucho que ligan por la escuela así que te propongo una cosa. Vamos a ponerlos súper cachondos para que aprendan que con las mujeres no se juega.

—Eso es jugar con fuego y lo sabes.

—No me vas a decir que no puedes controlarte un rato, cuando llegues a casa despiertas a tu marido y le das una alegría echando un súper polvo y a estos los dejamos empalmados y con dolor de huevos.

No sé si por las copas o por qué ese argumento me pareció de lo más acertado, incluso divertido

—Eres una brujilla, menuda alegría se va a llevar mi marido. Llevo un calentón que alucinas.

Salimos del baño y nos los encontramos riéndose, enseguida vinieron donde estábamos nosotras y Antonio dijo

—Hemos pensado que podíamos jugar a un juego, se hace girar una botella y a quien le toque tiene que hacer la prueba que le mande al que le tocó anteriormente —Esto sí que era increíble ¡querían jugar a la botella!, POR DIOS, teníamos más de treinta años y pensaban que con un juego de adolescentes nos iban a poner en celo.

Miré a Andrea que rápidamente contestó que, de acuerdo, —¿quién empieza? —y empezó Sebas. Hizo girar la botella y apuntó a Andrea.

—Tienes que hacer un baile sensual, provocando vamos.

En esto se levantó y comenzó a moverse muy lentamente llevando las caderas de lado a lado y puso sus manos sobre su cuerpo acariciándose sobre la ropa. Empezó por los hombros y fue bajando poco a poco hasta su cintura y sin parar de mover las caderas se acercó a Sebas y delante de él dio media vuelta y dobló su cintura de tal manera que ella podía verle a él y le dejaba un tremendo espectáculo ya que como su minifalda era muy corta él podía ver perfectamente toda su intimidad, entonces desde esa postura le dijo.

—Mírame a los ojos capullo –y todos nos echamos a reír porque desde luego en esa posición nadie la miraría a los ojos.

—Punto para nosotras –dije yo levantándome para chocar la mano que me extendía Andrea.

Andrea hizo girar la botella y apuntó a Antonio. Sí que estaba bueno el yogurín, metro ochenta, morenazo con ojos verdes y unos hombros que podrían aguantar encima todo Madrid.

—Nos vas a hacer un striptease, pero, por favor, no te quites los calzoncillos —Le dijo Andrea.

—No me importa quitármelos –Contestó Antonio sonriendo y guiñando un ojo.

—No, mejor no te los quites, no quiero que me defraude el tamaño –Y las dos nos reímos —Además nosotras no nos vamos a quitar las braguitas así que lo justo es que vosotros tampoco os quitéis los calzoncillos —Esto provocó una amarga queja en los chicos.

—Venga ya, si no vamos a conseguir desnudaros este juego es un rollo.

—¿Un rollo? ¿Pero de qué vas chaval? Si al final nos ganáis y conseguís quitarnos la ropa podréis ver a dos mamás que están buenísimas y a las que no las han visto así juntas ni sus propios maridos. ¿Es poco premio?

—Buenos, de acuerdo. No os quitaréis nada que no queráis. ¿Empiezo ya?

Comenzamos a tararear la canción de nueve semanas y media (You can leave your hat on) y él dio rienda suelta a su espíritu de stripper. Estaba realmente bueno, se levantó la camiseta y pude ver unos perfectos abdominales marcados como una tableta de chocolate, mientras bailaba se iba quitando la ropa con una mano, primero la parte de arriba y luego los pantalones. Llevaba uno de esos calzoncillos apretados y marcaba un paquete importante, la espalda era enorme y acababa en un buen culo respingón sobre dos piernas muy musculosas.

Al terminar la canción se acercó a nosotras que estábamos sentadas y se paró dejando su paquete a centímetros de nuestra cara, pude ver como se marcaba su polla en el calzoncillo e incluso sentir su olor, eso me puso bastante cachonda y creo que a Andrea también.

—Guau, no ha estado mal –Dije yo.

—Bueno, ahora vamos a ver a quien le toca –Giró la botella y me señaló a mí.

—Vaya, Almudenita –Dijo Sebas —Vas a tener que hacernos un striptease a ver si mejoras lo que acabas de ver.

—Te vas a quedar muerto, niño —Y me levanté.

Con la música sonando empecé a quitarme el sujetador por debajo de la camiseta y sacándolo por una manga se lo tiré a los chico y entonces comencé a subirme la camiseta pero sin llegar a enseñar mis pezones y bajándola a continuación una, dos y tres veces hasta que a la cuarta me puse de espaldas y me quité la camiseta y sin darme la vuelta me empecé a desabrochar el pantalón y cuando estaba desabrochado giré tapándome con las manos las tetas y luego abrí los brazos y dejé caer mi pantalón quedándome sólo con mi tanguita blanco que me había regalado mi marido por el que se me trasparentaban mis pelitos. Me bajé el pantalón y di una vuelta para que observaran mi culito sólo cubierto por el hilo del tanga y bailando me acerqué a ellos haciendo lo mismo y dejando mi cuerpo muy cerca de ellos que me miraban deseosos. Pude fijarme en la erección de Sebas y de alguna manera me sentí satisfecha de poder calentar a un semental al que sacaba más de 10 años.

Cuando me senté al lado de Andrea se me acercó al oído y me dijo.

—Los has puesto cardiacos

—Y sólo les he enseñado lo que muestro en la playa, creo que el honor de nuestros maridos queda a salvo.

—Eres increíble, ahora me toca rematarlos y dejarlos cachondos perdidos matándose a pajas en nuestro honor. –Y se levantó, se dirigió a los chicos y dijo.

—Bueno, ya vale de juegos de niños. Ahora vamos a decir nosotras lo que hay que hacer. –Giró la botella y señaló a Antonio.

—A ver, enséñanos cómo te masturbas.

—¿Quieres ver cómo me hago una paja?

—Sí, es tu turno.

—Pero si estoy vestido.

—Pues desnúdate –dicho y hecho el tío se quitó la ropa quedando en calzoncillos y se puso a tocarse por encima. Poco a poco vimos cómo se le iba poniendo dura y por su cara yo diría que lo estaba disfrutando, y yo también. Me daba mucho morbo ver a ese tiarrón tocándose delante de mí y yo no podía estar quieta me movía en el asiento notando como mi coño se ponía durito y la humedad me recorría. Miré a Andrea y estaba igual sobre su falda.

—Ahora te toca a ti enseñar cómo te haces un dedo –Dijo Sebas y Vi como Andrea se reclinaba en el sofá y sin dejar de mirar el paquete de Antonio se tocaba por encima de las braguitas. Su humedad ya era visible para todos y se veía que disfrutaba. Empecé a pensar que habíamos ido demasiado lejos, pero en esto dijo Sebas —Ahora los dos a ver como haríais el amor.

Antonio se acercó a Andrea y sobre sus braguitas empezó a frotarse, los dos estaban como idos, se frotaban y se miraban, en un momento el calzoncillo de Antonio se remango y dejo ver su polla que se frotaba sobre las braguitas de Andrea. Entonces le dijo:

—Vamos deja que me frote sobre tu coñito directamente —Andrea se mordía el labio y decía entre jadeos —vale, pero sólo frota que eso no es follar y no quiero follar contigo, nunca le he puesto los cuernos a Carlos.

—Sólo haremos lo que tu pidas.

Yo me puse de pie porque no me lo podía creer, esperaba que Andrea lo tuviera controlado porque yo estaba bastante cachonda y no tenía una polla sobre mi coñito como ella, porque en ese caso no sé qué hubiera hecho.

Antonio apartó las braguitas y puso su polla sobre el clítoris de Andrea que para entonces ya estaba muy grande y lo movió, luego lo bajó y lo subió acariciando sus labios y finalmente se paró a la entrada de su coño y la miró. Ella se mordió el labio inferior y le dijo:

—No te pares ahora.

—¿Quieres que te la meta un poco? –No me lo podía creer, todo estaba fuera de control y el tío parecía que disfrutaba teniendo a una mamá a su merced, esperando a que el deseo la conquistara y fuera ella misma la que, ardiendo, pidiera ser penetrada.

—Fóllame cabrón, fóllame de una vez –y rodeo a Antonio con su pierna empujándolo hacia ella y entonces vi como la polla de Antonio desaparecía en el coño de mi amiga. A mi alrededor Sebas estaba detrás de mí y acercándose a mi oído me dijo

—Vaya, como folla tu amiga —y deslizó su mano hasta dejarla sobre la goma superior de mi tanga la introdujo un poco y jugó con mis pelitos.

—¿Te pone cachona?

—Claro que sí –contesté y el bajo un poco más su mano acariciando el comienzo de mi coño.

Mientras tanto Andrea gemía mientras el chico entraba y salía de ella sobre el sofá. Verla así me ponía totalmente a cien y Sebas lo sabía. Comenzó a masajear mi clítoris mientras me besaba el cuello y con la otra mano acariciaba mis pechos, poco a poco se acercó a mis pezones que ya estaban muy duros y comenzó a pellizcarlos. Yo no podía más de gusto y a la vez me invadía una sensación de preocupación por las consecuencias de lo que estábamos haciendo, entonces noté como Antonio introdujo un dedo en mi coño y en ese momento sentí que todo me daba igual, ya no era una fiel esposa si no una mujer deseosa de ser follada por aquel chulo.

Estaba totalmente abandonada a mi placer, era increíble la sensación de ver follar a mi amiga mientras un semi desconocido me hacía un dedazo, así que me corrí regando con mis flujos la mano de Sebas.

Me di la vuelta y vi su polla súper tiesa así que me arrodillé y empecé a chupársela sin parar a pensar en nada. Me encantaba notar como el chico cada vez resoplaba más y yo seguía con la mamada hasta que noté que se iba a correr y la saqué de la boca para que se corriera en mis tetas.

Al acabar me puse de pie y vi como Andrea estaba a cuatro patas y desde detrás iba recibiendo empujones, Sebas me puso enfrente de ellos y puso su polla en mi coño y me penetró, Díos como me gustaba esa polla, que ganas tenía de que me follaran y miraba a Andrea y me ponía más cachonda. Allí estábamos dos mamás a cuatro patas siendo folladas por dos niñatos que sólo lo hacían para contarlo luego a sus amigas.

En esto se pararon los dos y Andrea y yo nos acercamos, entonces Antonio vino hacia mí y me sentó en el sofá me abrió de piernas, apoyó sus brazos en el sofá por delante de mis corvas y me dejó a su merced, pasó su polla por mi clítoris mientras me miraba, yo sentía un placer inmenso y unas tremendas ganas de sentir esa polla dentro de mí. La puso en la entrada de mi coño y fue empujando suavemente hasta clavármela entera entonces comenzó a sacarla y meterla muy lentamente mientras con una mano me acariciaba el clítoris yo llevé mis manos a mis pezones y comencé a acariciarlos miré al lado y vi a Andrea haciendo lo mismo con Sebas. Nos habían intercambiado y nosotras no decíamos nada, sólo queríamos que nos follaran como unas putas.

Andrea y yo ya sólo gritábamos y gemíamos hasta que me volví a correr y ella también entonces ellos aceleraron y Antonio me dijo

—Me voy a correr dentro de ti para que lleves mi semen a tu marido y sepa lo puta que eres.

—Al decir esto se corrió dentro de mí y sentí toda su leche dentro y un tremendo orgasmo me vino dejándome completamente exhausta.

Mire a Andrea que estaba con la falda subida, las bragas rotas y las tetas por fuera del sujetador moviéndose como una guarra hasta que en un movimiento más intenso Sebas descargó dentro de ella y los dos acabaron a la vez en medio de gritos. Pude ver como del coño de Andrea salía una gran cantidad de líquido que empapó todo el suelo, ¡Menuda corrida!

Recogimos las cosas, nos vestimos casi sin mirar de la vergüenza y les dijimos adiós. Sin hablarnos nos fuimos al coche, al andar pensaba en mi marido mientras notaba como me salía el semen de Antonio mezclado con mis jugos.

Datos del Relato
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