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Categoría: Confesiones

CASI SIN PALABRAS

Estaba tremendamente aburrido, considerándome estúpido por haberme dejado liar para acudir ese acto benéfico. La mayoría de las personas sobrepasaban los cincuenta años y las conversaciones en general eran de lo más de pijas y aburridas. Mientras pensaba en un buen pretexto que me hiciera poder escabullirme ante mis anfitriones de forma que resultara convincente, la vi. Allí estaba era ella, se reía rodeada de un grupo de moscones que la hacían corro como siempre. El tiempo la había respetado, estaba prácticamente igual que años atrás cuando la conocí. Me acerque hacia donde estaba lentamente, observándola: la misma sonrisa, la misma mirada picante, el mismo encanto, en esos momentos vestía un vestido corto de fiesta azul que dejaba entrever el principio de sus senos. Tardo un rato en verme, y en cuanto lo hizo me dirigió una mirada cómplice enarcándome las cejas, luego dirigiéndose lentamente hacia donde estaba apartando a sus admiradores, me agarro con el cuello y poniéndose de puntillas me planto dos besos, uno de ellos en la comisura de los labios. No nos dijimos ni una sola palabra. En ese momento vino nuestra anfitriona a indicar que pasaramos a la terraza que iban a servir la cena. Tras lo cual la respetable matrona se colgó de mi brazo, y comenzó hacerme algunas preguntas sobre mi trabajo que no vienen a cuento en esta historia.
Estábamos en la misma mesa, pero a distancia, ambos pasamos la cena oyendo distraídamente a las personas que teníamos al lado, y lanzándonos miradas cómplices de aburrimiento. Apenas habían acabado de servir el café y los licores, cuando comenzó la música, me quede sentado observando como alguna pareja se levantaba e iba a bailar a la pequeña pista improvisada en el salón contiguo, mientras me fumaba tranquilamente un Montecristo nº 5. Vi que ella seguía sentada charlando con dos señores mayores y un jovencito, que debían estar contando algo pretendidamente gracioso, ya que alguno se reía, mientras ella sonreía gentilmente. Al cabo de un buen rato, ella se levanto y se dirigió hacia a mí: “ Ya te vale, ¿no piensas sacarme a bailar en toda la noche?”. Sonreí, años sin vernos y lo primero que me salta es eso. Y le dije que pensaba hacerlo al acabar de fumar el puro. “Prefieres fumar el puro, a invitarme a bailar y salvarme de esos plastas, eso no es propio de un caballero”. Estaba enfadada, se le notaba en el temblor apenas perceptible de su boca, en el tono de voz, y en la forma en que se sentó a mi lado. “ ¿Y quien te ha dicho a ti, que yo sea un caballero?” le conteste mientras apagaba el puro en el cenicero, poniéndome de pie y cogiendola de la mano para ayudar a que se levantase. No cruzamos más palabras, y fuimos de la mano hasta la pista de baile, no sé que tocaban en ese momento era algo indefinible pero bailable, comenzamos a bailar, notaba el cosquilleo de su pelo, su olor penetraba cada uno de mis poros, aun seguía usando el mismo perfume, poco a poco en cada paso nos íbamos fundiendo como si nuestros cuerpos fueran dos imanes que se atraían mutuamente. No sé el tiempo que pudo pasar, bailamos dos o tres piezas, hasta que cambiaron el ritmo y pusieron algo parecido al bacalao, entonces nos separamos. Le pregunte: “¿nos sentamos?”. Y ella me contesto. “Eres insufrible”. La mire: y le dije: “¿nos vamos?”. “Espera que coja mi bolso”, esto ya me lo contesto con una sonrisa. Lance una mirada, había pequeños grupos, gente bailando, y los anfitriones despedían a unos cuantos invitados en la puerta, me dirigí hacia allí comprobando que ella venia en mi dirección, nos despedimos también de ellos con unas disculpas más bien banales pero que fueron debidamente aceptadas.
- ¿En tu coche o en el mío?. Le pregunte en las escaleras, mirándola a los ojos.
-Conduce tu, me has puesto nerviosa.
La situación no dejaba de ser curiosa, hacia más de cinco años que no nos habíamos visto, y parecía que habíamos estado juntos el día anterior.
Ni siquiera le pregunte dónde quería ir, durante el trayecto estuvimos en silencio, notaba que me miraba, pero yo fingía mirar fijamente a la carretera y procure no mirarla ni una sola vez, pese a que su falda al sentarse se le había subido hasta más de medio muslo. Fue ella la que le rompió:
- Sigues tan insufrible como siempre.
- Por no perder las buenas costumbres, (señale riéndome)
En ese momento me metí por él desvió de la pequeña carretera que daba a los acantilados. Aparque el coche frente al mar, era de noche y no había ni un alma, la única luz al apagar los faros era el de las estrellas, me baje al poco de aparcar y ella me siguió, la noche era cálida y encendí un cigarro, aun no le había acabado cuando ella salió del coche y se acerco a mi lado y me dijo “me has traído para ver como te fumas un cigarro frente al mar”, “Naturalmente” le conteste mientras le tiraba. Entonces ella levanto la mano para darme una bofetada, pero la pare antes y bese su palma, seguidamente la apreté contra mí, y comencé a besarla, lentamente en los labios primero con suavidad luego con ansia, dejando que mi boca expresara todo el deseo que siempre había sentido por ella, su boca respondió a mi boca con ansiedad, los besos eran cada vez mas profundos y más voraces parecía que íbamos a devorarnos la boca el uno al otro. Era como si estuviéramos muertos de sed, y quisiéramos saciarnos el uno en la boca del otro. La senté mientras nos besábamos en el capo del coche, y luego lentamente, me zafe de su lengua y comencé acariciarla suavemente los muslos, mientras mis labios entreabiertos besaban la zona detrás de sus orejas y su cuello, tras mordisquearle el lóbulo de la oreja, fui bajando lentamente por la parte anterior del cuello y deslizándome con besos mas profundos hasta uno de sus pechos ( que por su escote era fácilmente accesible) empecé a lamerle el pezón y a succionárselo lentamente primero y con fuerza después. Ella jadeaba, y apretaba mi cabeza contra su pecho con una mano y con otra intentaba bajarme la cremallera del pantalón, pero yo no se lo permitía por la postura que adopte, mi mano izquierda seguía acariciando sus muslos y de allí paso por sus ingles al bajo vientre, saltándose la zona que ella por la postura que iba adoptando quería que tocase. Así me tire un buen rato, intentando incitarla, despertar su deseo con más y más fuerza cada vez, llegando hasta la vulva y volviendo al bajo vientre, tocándole el clítoris y bajando suavemente hasta la entrada de la vagina, y saliendo de nuevo a los muslos. Hasta que ella me dijo: por favor, no me tortures más, ven a mí. Entonces le quite el tanga, estaba totalmente mojada esperándome, hubiera deseado esperar más, hacer que aún me deseara con más fuerza, pero llevaba demasiado tiempo en erección y era demasiado el deseo que tenia de ella. Por lo que me baje los pantalones y allí mismo me introduje en ella, una vez dentro sintiendo que era mía, intente mantener el control alternando movimientos profundos pero no demasiado rápidos, con movimientos rápidos y sacándola y metiendola varias, cosa que notaba que la volvía loca, logre controlarme hasta note con claridad que ella tenia un orgasmo, entonces me deje llevar, y llevar por mi deseo de ella corriéndome a los pocos minutos. Aun seguimos un rato abrazados, después al separarnos nos miramos y nos echamos a reír, de la pinta que teníamos. Con el pelo y la ropa totalmente revuelta, como si acabásemos de revolcarnos por el suelo, (cosa que desde luego no habíamos hecho). Tras recomponernos la ropa, le di un largo beso en la boca, luego sin decir más palabras nos metimos al coche.
Le pregunte: ¿Te llevo a recoger el coche?. Me contesto: No, lo recogeré mañana llévame a mi apartamento me he quedado aun con hambre ¿Tu no?. Me dijo con voz maliciosa y una sonrisa picara. Sonreí......................pero esa ya es otra historia.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
  • Media: 5.1
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