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Categoría: Confesiones

Casi no le entra a la flaca

Sandra es una chica que trabaja en un negocio de venta de zapatos cerca al banco donde yo trabajo y va regularmente a realizar todo tipo de diligencias.

Mide 1.75 de cabello castaño y es bien flaca, sin embargo, sus pequeñas teticas y su culito se notan redondos y firmes.

Aquel día había pocos clientes, así que tuve la oportunidad de charlar un poco con ella y como no tenía planes para el fin de semana, se me ocurrió invitarla a viajar conmigo a un parador turístico a una hora de mi ciudad.

Ella titubeo un poco pero luego acepto y me dio su número de celular para que la llamara y concretar el viaje.

En la noche decidí probar el terreno y le envié una foto mía en traje de baño preguntándole que opinaba, ella contesto que el color azul resaltaba el tono de mi piel y me envió una foto de ella en traje de baño rosado lo cual asumí como una buena señal.

Con todo acordado, el fin de semana la recogí en su casa y nos dirigimos al parador. En el camino hablamos de todo un poco, me contó que tenía un hijo pequeño, que trabajaba en el almacén de día y estudiaba de noche, en fin, compartimos cosas elementales.

Llegamos al sitio, nos registramos y nos dirigimos a la habitación, dejamos nuestras cosas y bajamos al restaurante a almorzar. Luego subimos de nuevo a la habitación, nos colocamos los trajes de baño y bajamos a la piscina.

Estuvimos casi toda la tarde en la piscina, nos besamos y aprovechando la complicidad del agua nos hicimos algunos toques bastante sensuales, ella pasaba su mano por mi traje de baño apretando un poco mi verga, yo dejaba que uno de mis dedos se deslizara furtivo entre su traje de baño medio entrando a su coñito y así nos calentamos un buen rato.

Antes de la cena nos dirigimos nuevamente a la habitación para arreglarnos. Al llegar ella se metió a la ducha mientras yo alistaba todo, a los pocos minutos salió con una toalla envuelta y me dijo “tu turno, báñate”. Así que me dirigí a la ducha y me pegué un buen duchazo.

Me envolví una toalla en la cintura y salí a la habitación. Sandra estaba en la mitad de la cama, totalmente desnuda con una uva en su boca, “¿quieres uva?” me preguntó.

Yo de inmediato me arrodillé frente a ella en la cama y me acerqué a tomar la uva de su boca con la mía, mientras sus manos liberaban mi toalla y la lanzaba a un lado.

Al tiempo que mi boca se dirigía a la suya ella tomo mi pene y lo dirigió a su coño, quería que la penetrara de una, así que empujé un poco, pero sentí que mi pene se topaba con algo y tan solo alcanzaba a entrar la cabeza.

No le di mucha importancia, aproveché a bajar por sus teticas y su abdomen en el cual resaltaban las costillas, y llegué a su chochita que la comí con rapidez haciéndola gemir un poco.

Me arrodillé de nuevo frente a ella y busqué penetrarla, de nuevo mi pene entro un poco y se topó con algo que no permitía que entrara todo.

Lo saqué y jugué con él sobre su clítoris y luego lo introduje de nuevo con el mismo resultado.

Metí mis manos por debajo y levanté un poco su culo, en ese momento sucedió lo esperado, mi pene la penetro totalmente mientras ella dejaba escapar un pequeño gemido de placer.

Solté su culo, y saqué mis manos en ese momento noté una presión mayor en mi pene y realice que por ser ella tan delgada, sus huesos empujaban su cadera haciendo que se cerrara su chochita y por eso no podía penetrarla.

Así que de nuevo metí las manos por debajo y procedí a levantar y bajar su culo mientras mi pene entraba y salía, era una sensación deliciosa, sentía como apretaba y liberaba mi pene y ella sentía como cada vez le daba más y más duro.

Hubo un momento que la mantuve con el culo levantado así que estuve libre para penetrarla con mucha fuerza y rapidez, mis embates hacían que gimiera muy rico y eso cada vez me excitaba más y más.

Cambiamos de posición y yo me recosté en la cama, ella se subió encima mío y pasó lo mismo, al bajar mi pene se atrancaba. Ella cerró sus piernas y en ese momento se abrió más su chochita y ella cayo sentada sobre mi glorioso miembro, de nuevo abrió un poco las piernas para tener estabilidad y empezó a cabalgarme frenéticamente mientras yo sentía la presión en mi pene.

Luego de unos minutos, cuando ya estábamos sudando le avisé que me iba a venir, eso la enloqueció más. Me montó más salvajemente arriba abajo y de lado a lado hasta que sentí explotar dentro de ella. Ella se recostó sobre mi pecho, con mi pene aun adentro y me dijo me encanta sentir como se va reduciendo tu pene con pequeñas palpitaciones dentro de mí.

Sobra decir que, ya conociendo el truco, me la cogí como loco muchas veces más ese fin de semana y la sensación de presión en mi pene me fascinó.

A la semana llego una nueva chica y comentó que Sandra había renunciado al trabajo y se había mudado a otra ciudad. Bueno ese fin de semana fue su despedida, espero que lo haya disfrutado porque yo seguro que lo hice.
Datos del Relato
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