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Cartas eróticas

~~Ya te dije un día que Luis escribe un diario, que intenta que yo no pueda leer, y lo oculta entre sus cosas donde yo no pueda encontrarlo. Y eso que cuando limpio intento encontrarlo, no sólo por curiosidad sino por saber sus pensamientos, sobre todo los que no me cuenta. Y ayer lo encontré entre sus papeles, me dio un poco de reparo leerlo, pero lo abrí por las últimas páginas, y yo me esperaba pensamientos, hechos que nos pasan, pero te transcribo lo que encontré, ya me dirás:
 El próximo viernes llegaré temprano, y me encontraré a Ana durmiendo la siesta como acostumbra, aprovecharé para aplicarle un poco de éter y que esté dormida más tiempo. La desnudaré para vestirla con aquel conjunto crema que le regalé de sujetador sin tirantes y tanga, le vestiré con el top crema, que deja sus hermosos hombros al descubierto, la falda roja esa que sabe que me gusta tanto, y los tacones de la boda de Laura. La peinaré y adornaré con el collar que le regalé, la pulsera de nuestro noviazgo y el anillo de pedida. Cogeré también una maletita con otra muda (la negra) y otra falda y top y otras prendas, pues estaremos fuera el fin de semana.
 Dormida como está la bajaré al garaje y en el coche la sentaré en el asiento del acompañante, le ataré las manos a la espalda, los tobillos entre si, le vendaré los ojos y le pondré una mordaza. Conduciré al chalet de Pedro, que me ha dejado para este fin de semana y que Ana no conoce, para pasarlo bien en nuestro aniversario, y haré realidad alguna de las fantasías que se que ella tiene.
 En algún momento del camino despertará, aturdida no sabrá que le ha pasado, murmurará, se moverá para desatarse, pero yo no abriré la boca para guardar la sorpresa. Cuando lleguemos volveré a cogerla en volandas, y seguro que se moverá para no dejarme, tendré que emplearme a fondo para dominarla, entrar en la casa con ella y llevarla hasta la cama. La dejaré un rato a solas, para que se serene, pero dejando el equipo de música funcionando, para que se de cuenta que no voy a hacerle daño, sino a que lo pase muy bien, pues se que una de sus fantasías que me ha contado cuando se le suelta la lengua con el ron, que le gustaría ser secuestrada y que la hicieran gozar. Y eso haré.
 Tras un rato, en el que prepararé algo para cenar, entraré en el dormitorio, la encontraré tumbada boca arriba, en cuanto me oiga se moverá e intentará hablar, no podrá, pero yo aprovecharé que está dominada para besarla por todo el cuerpo, deteniéndome especialmente en su cuello, las piernas, los hombros. Subiré la falda para descubrir el tanga, puerta para el primer placer que le voy a dar.
 No tengo claro toda la secuencia pero si que la mantendré todo el fin de semana con las manos atadas y la venda puesta, quizá le quite las ligaduras de los tobillos para dejarla andar un rato, ir al servicio siempre acompañada, bajar a la playa a pasear. Aunque quizá en vez de desatarla le dejaré suficiente cuerda para que pueda dar algún pasito y no trate de escapar, pese a que seguramente desde la primera vez se someterá para su placer. Por supuesto que tendré que quitarle la mordaza para que coma y para nuestros juegos sexuales.
 Uno de los juegos que tengo pensado es llevármela a la playa por la noche, los pies desnudos para pisar la arena fría, el biquini puesto, las manos atadas y la venda puesta. Un largo paseo, la tumbo en la arena, ya hace tiempo que no intenta hablar, yo no lo hago pero se que sabe que está retenida por su marido, para su placer. Tumbada en la arena, clavaré un par de estacas para atarle las piernas, manteniéndolas abiertas, allí cerca de la orilla, para que la penetre muy dulcemente, y la noche nos oiga. Después dejaré que las olas la alcancen, llegando a mojar su sexo descubierto, lamer sus senos y mojar su cuerpo, que después me la llevaré a la casa envuelta en la toalla, arrecida pero seguro que contenta, y la calentaré con una ducha caliente, para después acostarnos.
 El domingo a la noche, volveré a dormirla con éter, volveremos a casa como fuimos, pero esta vez ella irá totalmente dormida. Al llegar a casa la desnudaré, le volveré a poner el camisón que tenía y la acostaré en nuestra cama, allí donde dormía el viernes, por supuesto desatada. Me aseguraré que siga durmiendo por la mañana cuando me vaya al trabajo. Ya le preguntaré por la tarde cuando vuelva del trabajo, haciéndome el tonto, por el fin de semana
 Te juro, Laura, que tuve un par de orgasmos mientras leía lo que Luis ha escrito.
 Ya te contaré
 Tu amante que te quiere

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