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Carta de un amante amado

Sábado, 29 de julio de 2006

Para: Tangay, mi diosa.

Destino: “La densa jungla amazónica”

Amor de mis amores:

Te escribo esta carta, no para recordarte nuestro último encuentro porque sé que allá donde te encuentras lo estarás repasando como lo vivimos y lo que compartimos, estoy seguro que allá en el paraíso sentirás mis manos recorrer tu cuerpo palmo a palmo sin dejar nada de él conocido. Sentirás mi pico penetrar tu capullo y tratar de llegar a lo más profundo de él y beber tu néctar divino.

Siento que tu hogar íntimo me abre sus puertas para albergar a su único y permanente invitado. Sentiremos como él dejaba en tus interioridades sus abundantes fluidos de vida que se juntaban a los tuyos que raudos salían de nuestros cuerpos para formar un único río de amor.

Te escribo para hacerte caer en la cuenta que no me he olvidado todos esos gratos recuerdos y que yo también lo repaso como reviso y siento tus olores y sudores íntimos de mujer, de hembra cargada de lujuria eterna, cada noche recuerdo como tus manos me abarcaban completamente, tu boca golosa se apoderaba de mi ser, tu cuerpo de diosa se yuxtaponía al mío. Tú sexo lujurioso esperaba con avidez al mío.

Mi príapo se hincha de gozo de recuerdo y de nostalgia cuando el etéreo me hace recordar cómo me introduje en ti y tú me abarcaste todo.

Mi ser invoca tus interioridades y pide volver a incluirse para yacer en tus secretos íntimos. Desea volver a fusionarse como tantas ocasiones lo hizo.

¡Tangay!

Tu olor y sudor de diosa materializada recorren mi mente para hacerme recordar día a día noche a noche que lo nuestro se terminará cuando el infinito lo haga. Sé que lo tenemos vivo en nuestras mentes, el tuyo en el paraíso y el mío en la tierra.

Como no olvidar que cada día que transcurría, la parca se acercaba más estaba más próxima a ti. Desde el día que te arrebato de mis manos aprendí a amarla, a respetarla, a no temerla, a llamarla como lo hizo San Francisco: “Hermana muerte”, eres mi amiga íntima. Mi compañera de recorrido desde el día que nací hacía el fin de mi vida eres mi compañera de camino.

Tratábamos de vivir nuestros encuentros a diario, sin pasado peor futuro, éste para nosotros no existía, no debía existir. Cada día para nosotros era conocernos, encontrarnos, recorrernos, explorarnos, excitarnos, introducirnos, y tener orgasmos nuevamente que ellos se amen y tengan orgasmos de orgasmos. Creo que la hermana muerte nos estimulaba para yuxtaponernos con ardor.

Recuerdo que cada día pasaba tú lozanía y llegaba la debilidad. La plenitud era poco a poco reemplazada por la decadencia. La fertilidad ya había dado paso a la aridez. La carestía se estaba adentrando y salía la exuberancia; esa era tú vida. Tangay con rapidez se iba apagando la llama de tú vida y se acumulaba la ceniza de la muerte pero así te amé y te continuo amando.

Siempre amaste tu bello y exuberante cuerpo que lo lucias gallarda, luego ya decadente te avergonzabas de él y lo escondías. Me lo escondías pero buscaba siempre lo encontraba, lo frecuentaba y lo hacía mío. Te conocí decadente, eclipsada, disminuida y así te amé; perdón así te amo y te amare por siempre.

¡Tangay!, mi amor, mi ser olvidaste que te quedaba y te sobraba muchas otras cosas ahora ya no físicas sino espirituales como: honestidad, compresión, cariño, apretura, candor, espontaneidad, pureza, que bien sabes son imperecederas, eternas e indestructibles.

Amor mío, amor de mis amores. Te quedaba y sobraba mucho amor por tus hijos, mucho amor y deseo por mí tu príncipe azul como en más de una vez me lo dijiste y sobre todo los muchos orgasmos por lanzar al espacio como lo hicimos cada vez que nos compenetrábamos y como creo que lo harás cada ocasión que me recuerdes, allá en “La densa jungla amazónica”.

Amor mío, te quedaba vivir el resto de vida que tenías lo mejor posible vivido y lo hiciste muy bien conmigo, gracias Tangay por lo que me diste.

Tangay, mi recordada Tangay, ¿qué me aferro a tú amor? me dicen. Sí respondo no sólo que me aferro también me agarro, sujeto, me marco con hierro candente para ti para que todos sepan que fui tuyo. ¿Cómo no hacerlo si fuiste mi único amor sincero, puro y honesto? Nadie mejor que tú, ahora cuando ya no estas junto a mí lo compruebo minuto a minuto. Varias mujeres he conocido desde tú partida pero nadie como tú. Todas buscan algo material que satisfaga sus mezquinos intereses, tú no amor, únicamente pedías al Señor un poco más de vida para compartirla junto a mí y tus hijos. Tangay eres insuperable. Nadie como tú.

Tangay mi ser, te aprisiono intangiblemente contra mí para que sientas todas mis partes y yo sentir las tuyas. Tú en el Edén y yo en la tierra. Ligados por el amor y deseo que YAHVEH nos dio. Todo te di todo me diste. Nos fundimos con fuego divino, lo atizamos con una cadena interminable, infinita de manipulaciones, de penetraciones, de culminaciones, de poluciones, de eyaculaciones, de orgasmos mutuos. Tuyos y míos, permanentes, perpetuos, infinitos, fusionados y entremezclados.

¡Tangay!

Recuerdo una tarde que llegamos a tú morada. Serían las seis de la tarde todo estaba en penumbra, nos habíamos sentado en el umbral de tu hogar primero silenciosos intercambiando miradas de amor que decían cuán felices éramos, luego habíamos conversado como fraternizamos, nos entendimos, nos compenetramos, intimamos e introdujimos en nuestras interioridades secretas descubiertas por el amor que nos teníamos. Como al final de tus días habías conocido, según tus propias palabras: el ser que te iluminó, encendió toda.

Recuerdo cuando me dijiste que el hombre que una mujer nunca olvida no es quien te quita la virginidad sino quien te hizo la mujer que siempre buscaste ser, ese fui yo. Urawan.

Recuerdo que me decías que fui el príncipe azul que toda mujer busca y llorabas con rabia preguntando a Yahvé: ¿Por qué aparezco ahora y no antes cuando tenías una vida plena? Yo te decía que no llores porque llegue a ti y hay otras mujeres que nunca lo conocen...

Recuerdo cuando nos íbamos calentando poco a poco pero constantemente, nos abrazamos, nos palmamos con ardor y nos besamos con pasión, con mucha pasión, así es nuestro amor, total, inacabable.

Deslizaste tu mano y llegaste a lo que más te gustaba, a lo que te atraía, tus manos, tu boca y tus profundidades, todo cuerpo estaban cautivados por él.

Él no tardó en reaccionar y te dijo: ¡aquí estoy! ¡Tómame! soy tuyo, sé que te gusto, sé que tienes una boca golosa que me desea. Hazme de ti y lo hiciste con mucho gusto. Tú eres toda golosa, te gusta que me adentre en ti por todas tus cavidades por donde quiero y me introduje en ti por donde quise y me lo permitiste. En más de una ocasión tu capullo y tu rosa mística fueron míos. Y tú aceptaste con ansias ansiosas de ser introducida toda. Todo mi ser introduje en todas tus cavidades que fueron mías, dejando mis fluidos que tu gustosa aceptabas.

Te aproximaste a él y comenzaste ha embeberlo poco a poco desde su extremidad hasta su base dándote todo el tiempo del mundo, lo embebías todo, luego te lo introdujiste en tú golosa boca, lo devoraste, no dejaste ni un resquicio de él visible y lo lamiste, te atiborraste, lo manipulaste rítmica, lenta y constantemente…

Tangay, buscabas su esencia querías toda y la tuviste las veces que deseaste. ¡Vida!

¿Me das tu esencia? ¿Me das tu vida?

-Tómala toda, bébela toda, es únicamente tuya.

-¡Que rica es!

-Te gusta, gata golosa y celosa, apasionada y ardorosa.

-¡No! Me priva, me aloca, me cautiva, me ata, me mojo toda, me baño toda, me embebo toda de mis jugos íntimos cuando se agranda y se hincha así. Sabes bien que me enloquece y que pierdo mi ecuanimidad que siempre tuve desde cuando soy mujer. Tu masculinidad me priva, me enloquece me hace perder lo ecuanimidad que siempre tuve desde cuando me inicie en la lujuria erótica, no entiendo porque haces que ,e comporte de ese modo. Siempre me pregunte cuando partías y recobraba mi equilibrio normal en mí: ¿Por qué soy tan fácil para ti? ¿Por qué no puedo decirte “no” a tus deseos locos de más y más? Muchas veces te pregunte qué haces porque me comporte como una mujer disoluta, libertina, desordenada y lujuriosa completamente opuesta a lo que soy. Nada especial-te respondí- sino con mi actitud honesta. Supe sacar de tus adentros todo el AMOR que nunca manifestaste y añadí -Continua, continúa Tangay no pares. Más así me gusta, continua, no pares… Y no parabas hasta sacarme toda mi energía masculina. Y no paraste y continuaste tu acción sabiendo bien lo que hacías por algo te adentraste en mí. Me marcaste por siempre. Supiste compartir mis necesidades como su fuesen las tuyas. Ese es el AMOR perfecto. Ese fue tú triunfo. Nadie como tú. Eres la mejor de las mujeres que he conocido y he amado. Nadie te supera. Eres la expresión misma de la mujer perfecta.

Continuaste y continuaste la acción hasta que él eructó su esencia divida y llenó tú boca habida de sus fluidos portentosos. Tangay proseguiste con tú labor de hembra golosa. Succionaste y succionaste hasta captar la última gota de él. Deglutiste toda su esencia. Tú rostro demostraba absoluta alegría, tus ojos de gata en permanente celo, brillaron más de lo común y se bañaron de la vida que te había dado.

Sé que un poco más de vida te había dado y estaba feliz por ello pese a que sabía que lo nuestro tenía un fin determinado por Yaveh mismo.

Un poco de mi vida con erotismo lo recibiste y estabas feliz por ello.

Me besaste y dijiste:

-Me excitas mucho, te veo y me excito. ¿Por qué Urawan? ¿Por qué me excitas de ese modo? ¿Qué haces para tenerme así? ¿Por qué me has hecho una mujer fácil? Creo que me has embrujado ¿qué me has dado?

-Embrujo de AMOR. Nada de especial amor mío, únicamente me presento a ti como soy y te ofrezco todo el amor sincero que te tengo. Claro, limpio, sincero y eterno. Sé que te gusto como tú me gustas. Tú también me tienes como yo te tengo. Eso es todo yo ta,bien sufro cuando te dejo, me voy pleno de pena por no poder compartir la poca vida que tienes conmigo.

¡Tangay!

Ahora que me has dejado por las noches en mi lecho siento a mi lado tu cuerpo, tu calor, tus olores íntimos, tus fluidos profundos penetrar todo mi ser. Siento mi cuerpo bañado por tus ríos de líquido orgásmico. Veo el fin de tú pozo lleno de éxtasis, lo deseo, busco adentrarme en él y no lo encuentro. Te busco para hacerte mía y no te encuentro, mis manos se aferran a mi príapo que erguido y lujurioso busca a su consorte para unirse y no encuentra nada, nada.

Vació de vacíos. Vació total.

Insisto en amarte cada día y vivir de sus recuerdos a diario, noche a noche, no cederé, para que ceder si estoy contento con tenerte aunque sea intangiblemente junto a mí. Amor mío, cariño exacerbado eres irremplazable, insustituible. Eres lo que anduve buscando toda mi vida.

Antes de ti cualquiera, luego nadie. Te seré fiel hasta el fin de tiempo, hasta el fin del infinito”

Tangay, amorcito mío, te amo con amor de amante escondido, con frecuencia negado pero encontrado en el momento preciso. Te amo con amor del primer y del último amante en ocasiones manifestado.

Recuerdo que te amé con amor de padre, y quise protegerte, con amor de hijo te amé, me adulaste maternalmente. Recibí toda la leche inmaterial que tus senos me dieron, con amor de macho te amé y te di todo mi falo y cuanto tú pedías, con amor de hembra te amé y me sometí a tu pasión, a tu ardor y fogosidad. Te amo con amor total.

El amor, el deseo, la pasión y el sexo fundido, nuestros fluidos fundidos, nuestras intimidades fundidas, nuestros orgasmos fundidos, la eternidad y actualidad eternamente fundidas. El paraíso y la tierra fundidos. El todo y la nada fundidos. Lo finito e infinito fundidos. Mi cuerpo y el tuyo unificados. Nuestras intimidades unificadas. Nuestros orgasmos juntados, ensamblados, soldados que expeditos salían de su fuente para formar un río de culminaciones que transitarán por la vía eterna que Yahvé creó para nosotros.

Tangay y Urawan fundidos. Tú y yo unificados en un solo ente: El amor. Nuestros seres corporales y espirituales fundidos, unificados en uno solo como lo dijo Yahveh:

C’est pourquoi l’homme quitte son père et s’atteche à sa femme, et ils deviennent une seule chair” Gen. 2:24

Tangay, te amo y te amaré hasta el fin del infinito.

Antes de ti cualquiera, luego nadie.

P. D,

Han transcurrido 10 años y la amo como si ayer mismo se huviese ido de mi vida para vivir con Yaveh

Urawan

Datos del Relato
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