Querido amigo:
Este viernes me he acordado mucho de ti, mientras veía canal +, a esas horas donde está la línea del cansancio y la sensualidad, como es normal en su programación, empezaron a emitir una película X, estábamos cada uno en un sillón, como ya sabes, a mi no me gustan ese tipo de películas porque generalmente son bastante grotescas, pero esta me pareció un tanto particular, empezaba de una manera muy original con mezclas de dibujos surrealistas tratados por ordenador. Para mi sorpresa no era como las demás, los cuerpos eran normales, sin operaciones ni siliconas, ellos igual, marcados pero no exagerados, sin sexos descomunales, todo muy normal –eso me gusta- y empecé a poner atención, cada vez me excitaba más.
Mi compañero me miraba de reojo, empecé a quitarme la poca ropa que tenía (camiseta y braguitas como siempre) pero sin decirle nada, sin solicitar nada. Él tampoco hizo ningún comentario, sólo se oían los primeros gemidos de aquellos cuerpos que se besaban apasionadamente en la pantalla, nosotros atentos... por un momento me sentí muy húmeda, apreté fuertemente mis muslos, cerré los ojos y sin darme cuenta entreabrí los labios, respiraba entrecortadamente, me estaba dejando llevar por el placer que me producía imaginarme en el lugar de aquella mujer, siendo penetrada y mordida, avasallada, poseída casi brutalmente, babeante de gustosas sensaciones.
Inesperadamente, antes de abrir nuevamente los ojos, noté unos labios jugueteando por encima del pubis, paseándose de un lado a otro de mis caderas, estaba de rodillas a mi lado, pero no me interrumpía la visión, estaba claro que no quería que parara de mirar, me estremecí... siguió recorriendo mi abdomen con sus labios mientras yo observaba aquella pareja cada vez indagando más en sus cuerpos, ahora lentamente, de las misma manera que estaban trabajando mi cuerpo electrizado por lascivia y lujuria.
Era incapaz de corresponderle, de mirarle, me excitaba cada vez más la incertidumbre que me producía imaginar el siguiente paso.
La luz parpadeante de la pantalla iluminaba mi cuerpo y su cabeza juguetona que ahora se recreaba en mis pechos, sólo con sus labios, siempre con sus labios (deliciosa tortura). Notaba mi sexo extremadamente hinchado, era como si no aguantara aquella situación de placer y desespero, creo que me lo notó y, bajó con su lengua, me separó las piernas, una de ellas me la colocó en el respaldo del sillón y la otra se la pasó por encima de su cabeza para que la apoyara en su espalda; me separó los labios inferiores muy delicadamente y empezó a lamerme despacio, primero con largos lengüetazos de arriba abajo, se paraba en la boca de mi jugosa entrepierna y la introducía moviéndola circularmente.
Yo quería que me devorara el clítoris, que me lo mordiera, que me lo chupara...pero su astucia quería hundirme aún más en el desespero, cogí su cabeza que intentaba subir, y él se resistía, empezaba a hacerme daño en la boca para aguantar, hincaba fuertemente mis paletas en mi protuberante labio, un fino hilo de sangre corrió bajando por mi barbilla hasta aterrizar cálido en mi pecho. Por fin se detuvo allí donde yo deseaba, con movimientos rápidos de su lengua, mordisqueaba y me daba un placer infinito, ahora no me importaba nada de lo que estaba viendo sólo quería llegar al éxtasis... Mi salón se llenó de sonidos, un único son, el gemido de placer de dos mujeres que amaban de la misma forma, inquietas y desesperadas por el placer que se les provocaba... sentí que todo mi cuerpo se electrizaba con un calor-frío indescriptible, todo en mí era gozo, llegué a ese orgasmo intensamente.
Apenas empezaba a bajar de esa cúspide, me introdujo en la boca un chupete (de kojak, esos rojos con chicle) sonreí, me pareció gracioso, pensé que era el momento de complacerle, aquello podía ser una insinuación al felatio, acto que estaba deseosa de realizar, lamer su sublime redondez, tiesa y dura a reventar; pero no me dejó, apenas hice un gesto para elevarme y besarle me inclinó nuevamente con una mano y con la otra extrajo el chupa-chuss de la boca, empezó a saborearlo sin mediar palabra, luego volvió a separarme las piernas, ahora ligeramente y me lo metió, yo aún estaba excitadísima, pero no pude pararle, me pidió que me tocara, él movía aquella golosina de una manera singular, la introducía sólo al principio y tiraba de ella lentamente mientras la rotaba, notaba como al hacer esos movimientos tiraba de mis pliegues interiores, enseguida vino el segundo orgasmo, no podía creérmelo, hasta me avergoncé, no tardaría ni siquiera un minuto.
Estaba claro que era una noche para aprovechar. Me quedé sentada en el sillón, le obligué a ponerse de pie, estaba muy erecto, me gusta verle así, observaba esa curva que me excita tanto y empecé a recorrerla con mi lengua, ahora era mi sabroso chupete, lo chupaba y lamía sin descanso, ahora me tocaba torturar a mí. Cuando le veía más a punto, paraba, la sujetaba con la mano y la masturbaba con suaves movimientos, lentos, sólo para que se mantuviera como a mi me gusta, pasaba a sus testículos y me los metía en la boca, absorbiéndolos y soltándolos delicadamente, parecía gustarle mucho, luego volvía a introducirla en mi boca hasta que estaba muy a punto, esta vez, lo incliné en el sofá y empecé a tocarle y lamerle nuevamente, pero de distinta manera, seguí la curva exterior de su pene hasta el final, hasta que no pude seguir más, ahí en ese punto, por detrás de sus testículos presioné al mismo tiempo que masajeaba la zona, empujando su próstata. Sus muslos se pusieron duros y firmes, su miembro más erecto aún si era posible, gemía, me sujetaba del pelo haciéndome un poco de daño, aunque juraría que no se estaba enterando de lo que hacía, seguía gimiendo como poseído, incontrolado, sus músculos se marcaban fuertemente en piernas y brazos, su abdomen se contraía, no controlaba nada, sólo quería disfrutar, metido de lleno en lo que estaba sintiendo.
Me levantó con fuerza, me dio la vuelta, me puso de rodillas en el filo del sofá, inclinándome hacia delante, yo intenté sujetarme como pude a los cojines para no darme con la pared... me penetró sin piedad, agresivamente, pero he de confesarte que me gustaba verle así de excitado, casi sin control. Yo más húmeda no podía estar después de dos orgasmos y sus baños de saliva... cada envestida era un rayo de placer, como me ponía oír aquel hombre exaltando sonidos de disfrute, me gustaban muchísimo sus movimientos, se sujetaba a mis pechos con fuerza intentando aguantar lo más posible para esperarme, no creí que pudiera, pero lo hizo, me volvió a llevar a ese punto máximo y mientras notaba como me dejaba ir, se apresuró en sus movimientos para acabar derrotado sobre mi espalda.
Seguimos sin intercambiar ni siquiera una palabra, me tomó de la mano, me besó en los labios y me guió hasta la cama, era el momento de descansar. No hemos comentado nada, pero me apetecía hablar de ello y porqué no a ti, a mi amante incondicional, compartir nuestros deseos y satisfacciones han sido siempre nuestro lema y me gusta hacerte sentir lo que yo siento. La próxima semana nos veremos en el mismo andén de siempre, tú esperarás a que baje del tren y me besarás en la mejilla, para entonces ya habrás leído esta carta y no sabré como reaccionarás. Deseo encontrarte allí como cada fin de mes para poder amarnos mejor que la última vez, para compartir estos sentimientos tan fuertes que nos unen, porque aunque disfrutemos 29 días al mes de otros cuerpos podemos entregarnos toda la vida con sólo el roce de nuestras lenguas.
Te quiero amor mío, pero no como el que desea un objeto caprichoso e inalcanzable, te amo porque eres puro y me das la oportunidad de disfrutar de tu ser y alimentarme para seguir en esta vida de caminos sin razón y demostrarme que al menos por una única persona vale la pena estar.
Hasta el viernes. Besos llenos de deseo.
En vista de que no me ha sido dable la comunicación con los ejecutivos y/o editores de este portal, como tampoco me enviaron el código de que se habla, reitero que este relato fue escrito por Carmen Exposito Perez, Chajaira, de manera que si no hay manera de borrarlo, los méritos, si los tiene, corresponden única y exclusivamente a ella. Lo envié, como dije anteriormente, por error. Expero obtener las excusas de lugar de mis lectores.