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Categoría: Incestos

Carolina y sus grandes tetas dan de mamar a su suegro

Todo empezó a las 10 de la noche.



Carolina, era una joven de 20 años, alta, morena y delgada. Llevaba puesto un pijama de seda blanco. Estaba sentada en un sillón de la sala de estar de su casa, dándole el pecho a su bebé. Llegó Antonio, su suegro, un cincuentón, moreno y espigado. Miró para las grandes tetas de Carolina, y para la leche que caía de las comisuras de los labios del bebé, y exclamó:



-¡Qué suerte tienen algunos!



Carolina, lo reprendió.



-¡Papá!



Antonio, se sentó al lado de Carolina. No paraba de mirarle para las tetas. Carolina, sabía que la esposa de Antonio, había muerto dos años atrás, y que su suegro, llevaba más de dos años sin follar, ya que no pagaba por sexo. Pero él no era así. Su mal comportamiento tenía que ser por lo que había bebido.



-¿Me estás mirando las tetas, papá?



-No. Las tienes preciosas, pero estoy mirando para mi nieto.



-¡Encima sarcasmo!



-Joder, hija. ¿Qué culpa tengo yo de que tengas unas tetas tan grandes y apetitosas?



-¿Cuánto has bebido?



-Media docena de wiskies.



-Se nota, se nota.



Antonio, parecía arrepentido de lo que había dicho.



-¿Crees que me pasé siete pueblos?



-Siete, no, catorce.



Antonio, se levantó y le dijo a su nuera:



-Debieron ser los wiskies los que hablaron por mí. ¿Me perdonas?



-Perdonado.



-Me voy a mi habitación a ver una película.



-¿Qué película vas a ver?



-La última que me dieron pirateada. Kong, Skull Island.



-Kong, la Isla Calavera. Debe estar bien.



-Eso es lo que me dijeron. ¿Quieres verla conmigo?



-¡¿Después de lo que me has dicho?!



-Ya te pedí perdón.



-Sí, pero...



-¿Cuántas veces hemos visto tú y yo películas pirateadas en mi habitación?



-Muchas.



Antonio, se acordó de su hijo.



-Por cierto. ¿Te llamó Miguel?



-Sí, y me dijo, entre otras cosas, que la plataforma petrolífera en la que está ahora no era tan peligrosa como decían.



-Me alegro. ¿Te espero para ver la película?



-Espera. Le acabo de dar de comer al niño, y voy.



Carolina, le acabó de dar de comer al bebé. Lo llevó a su habitación, y dormido, lo metió en la cuna.



Fue a la habitación de Antonio. Estaba echado en la cama, con su torso peludo al descubierto y con el pantalón del pijama puesto. Carolina, llevaba más de dos meses sin catar una polla, y al ver a su suegro, que con sus 52 años tenía su puntito, ganas le dieron de volver a su habitación con su hijo, pero su cabeza le decía una cosa y su chocho, otra. Se echó en la cama, a unos diez centímetros de su suegro.



Antonio, apagó la luz y puso el video de Kong. Un par de minutos más tarde, Carolina, vio un bulto bajo el pijama de Antonio. Su perfume, y porque no decirlo, el olor a la leche de sus tetas, debieron ser la mezcla explosiva que lo pusieron palote.



Carolina, se empezó a poner cachonda. Se acurrucó a su lado, sin decir nada. Antonio, con un dedo, acarició su cabello, y le dijo:



-Eres hermosa como una diosa.



-¡Papá! Que estamos solos en casa, en una cama. Llevo más de dos meses sin nada y me hace falta poca cosa para excitarme.



-¡A mí me lo vas a decir! Llevo más de dos años a pan y agua.



-¿También te excitas con poco?



-¿Con poco? Ayer me excité viendo copular a dos moscas.



Las palabras de Antonio, hicieron reír a Carolina,



-Sí que te excitas con poco, sí.



Carolina, con descaro, miró para el bulto del pijama de Antonio. Él, la vio, y eso lo animó para decir:



-¿Si te hago una pregunta picante no te vas a enfadar?



-No. Dispara.



-¿Me dejas probar la leche de tus tetas?



Carolina, sonriendo, le respondió con otra pregunta:



-¿Le quieres robar la leche a tu nieto?



-Tienes leche de sobras.



Carolina, se quedó pensativa, y después le dijo:



-Vale, pruébala.



Carolina, se quitó la chaqueta del pijama. Sus grandes tetas, con grandes areolas y grandes pezones, quedaron al descubierto. Antonio, comenzó a mamarlas, su boca se iba llenando de leche dulce y calentita, que golosamente saboreaba. Carolina, estaba muy mojada. Con su mano sacó del pijama los 18 centímetros de polla de su suegro y comenzó a masturbarlo. Antonio, dejó de mamarle las tetas, y caliente como un perro, con una mano, llevó hasta su polla la cabeza de Carolina. Carolina, metió la polla en la boca y la chupó con lujuria. Antonio, metió una mano dentro de las bragas de Carolina. La pringó de flujo vaginal, y exclamó:



-¡¡Cómo estás, hija!!



-Estoy con unas ganas locas de correrme.



-Quiero comerte el chochito.



Carolina, sacó el pantalón del pijama y las bragas, mientras, Antonio, le comía la boca y le acariciaba las tetas. Después, volvió a beber la leche de sus tetas, y al final, bajó al higo. Antonio, era un experto haciendo cunnilingus. Poco después, Carolina, sintió que se iba a correr. Aferró con las dos manos los barrotes de la cabecera de la cama. Subió y bajó la pelvis. La lengua de Antonio, subía y bajaba con ella, sin dejar de lamer su clítoris. Al final, sintió el latigazo y se corrió entre dulces gemidos. Cuando acabó de correrse, le dijo Antonio:



-Ahora sé a qué sabía el néctar de los dioses.



-¡Me encanta que seas un goloso, papá!



Después de unos largos besos con lengua. Antonio, subió encima de su nuera. Carolina, recibió su polla en el chocho mojado con agrado. Antonio, besaba de maravilla y follaba mejor. En menos de cinco minutos ya la tenía a punto. Los gemidos de Carolina, lo alertaron.



-¿Te vas a correr, hija?



-Sí, ya me va a venir, papá, ¿y a ti?



-Cuando te corras, me corro.



-¿Me dejas subir?



-Sube, cariño, sube.



Carolina, se quitó la polla del chocho, despacito, y aun así, casi se corre. Subió encima de su suegro. La polla le volvió a entrar con facilidad. De los pezones de Carolina, sin tocarle las tetas, salía abundante leche. Antonio, mientras su nuera lo follaba, le chupó las tetas y le bebió la leche. Llegó el momento en que Carolina, no pudo aguantar más.



-¡¡Me corro, papa!!



-¡Y yo, hija, y yo!



Carolina, al empezar a correrse, sintió dentro de su chocho los latidos de la polla de su suegro y su leche calentita. Se corrió entre espasmos y gemidos, gemidos que al llegar el placer a sus picos más altos, se convirtieron en un alarido.



El alarido despertó al bebé, y esa noche ya no se dieron más placer.



Espero que os gustara mi nuevo relato. Se agradecen comentarios, buenos y malos.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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1 comentarios. Página 1 de 1
Ramon
invitado-Ramon 25-06-2018 12:48:40

Muy bueno el relato

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