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Categoría: Incestos

Carolina sigue

Continuando con lo que ocurrió con mi tía Carolina les cuento que después que acabamos ella me dijo: “Vení vamos a lavarnos que estas oliendo a mí y dentro de un rato vendrán tus padre y viéndote sin pañal y sintiéndote mi olor se van a dar cuenta de lo que pasó, y la verdad lo último que quiero es que se entere mi hermana” dicho lo cual saco mi verga, ya semidormida, de su concha y parándose me hizo parar y me llevó al baño en donde me empezó a lavar la cara para que se me vaya su olor y cuando llegó a mi verga, como esta estaba semiparada, mirándome a los ojos me dijo: “Tenés ganas de seguir y yo también pero hoy ya es tarde, mañana aprovecharemos todo el día” y dándome un beso en la punta de la verga, la lavo y luego me llevo a mi habitación, me acostó y me puso el pañal, pero antes de cerrarlo, tiró, dentro de él, el té que me había traído y que ya estaba frio, diciéndome que de esa forma mi madre, no se darían cuenta que estuve sin pañal.



Le dije que no era necesario pues era mi padre el que me lo cambiaba, pero me dijo que prevenir no costaba nada y cerrando el pañal se fue a bañar.



Cuando termino da hacerlo, ya vestida, se sentó en su cama y se puso a leer un libro mientras yo miraba la televisión.



Cuando mis padres llegaron establecimos el siguiente dialogo:



—¿Y cómo estás?



—Bien papá ¿Y vos?



—Bien, cansado, igual que tu madre pero bien.



—Sí hijo, hoy tuvimos mucho trabajo, entre los proveedores y las piezas que tuvimos que entregar, nos faltaron manos – Y dirigiéndose a su hermana le preguntó - ¿Y vos como estas?



—Cansada también, hoy estuve con las chicas de la secundaria y Andrea y María, no tuvieron con quien dejar a los chicos, los trajeron, eran cinco, el mayor tenía 6 años y no sabes cómo tuvimos que correrlos en la plaza. Quede como después de tener sexo con Alfredo.



—¿Qué decís?, Sos una desubicada ¿No ves que esta Carlitos?



—Ups perdón, no me di cuenta.



—No te preocupes tía yo ya sé sobre el tema pero mamá me sigue considerando un nene.



—¡Es que aún lo sos!



—Bueno, bueno, dejemos eso de lado y váyanse las dos a preparar la cena, que yo le cambiaré el panal a Carlos.



—Gracias papá por llamarme Carlos y no Carlitos como mamá. Ya hace tiempo de deje de ser un nene.



—¿Lo decís porque está tu tía? Siempre será un nene para mí.



—Tiene razón hermana, ¡Ya tiene 22 años!



—Vos lo decís porque no tenés hijos, pero cuando los tengas veras que siempre serán uno nene.



—Veré si tengo alguno, jajaja



—¿Por qué te reis?



—Porque te olvidas que soy estéril.



—No sé si lo sos, acordarte que Alfredo no quiso saber quién de los dos lo era.



—Sí, eso es cierto. Él dijo Dios proveerá, si tenemos que tener hijos estos vendrán y sino ¿Qué importa quién de los dos es el responsable?



—Che, hablen en la cocina así lo puedo cambiar a Carlos.



—Tenés razón mi amor – Y dirigiéndose a Carolina le dijo - , vamos o querés quedarte a ver cómo es su pito.



—No hace falta, me lo imagino por lo que lo llamaste “Carlitos”, Jaja jaja.



—Mejor ándate tía porque te vas a dar cuenta que papá tiene razón.



—No seas desubicado Carlitos y vos también Caro.



Y agarrándola de la mano le dijo: “¡Vamos a preparar la cena”, y se la llevó a la cocina.



Mi padre me sacó el pañal y viendo que estaba todo mojado me dijo: “Parece que hoy tomaste mucho líquido, ¡Cuanto orinaste!” y luego de lavarme con un paño húmedo me tapó y me dijo que me quedaría sin pañal hasta la hora de la cena pues así evitaríamos que me paspe.



Luego se fue a ayudar a mi madre y mi tía a preparar la comida.



Al rato volvió y me puso el pañal y me llevó a la mesa, en donde cenamos, después de lavarme los dientes y hacerme orinar me acostó y se acostó.



Cuando vino mi tía a acostarse ya tenía puesto como todas las noches, el camisón pero, a diferencia de las noches anteriores, cuando me di el beso de las buenas noches me dijo, al oído: “Sé que sos Carlos y me gustaría acostarme contigo y que cojamos toda la noche, pero debemos disimular, mañana nos desquitaremos” y se acostó en su cama.



Yo me quede recaliente, pero sabía que tenía razón, por lo que, como no podía pajearme, me di vuelta y me dormí.



Al otro día, mi papá me despierta, antes de irse con mamá a trabajar, y me llevó al baño, me cambia el pañal y me lleva a la mesa a desayunar. Después me lleva a la cama y me acuesta.



A la media hora, más o menos, que mis padres se fueron, mi tía se levantó y se fue al baño para volver, totalmente en pelotas, y acostarse a mi lado.



Al darse cuenta de mi pañal, me dijo, mientras me lo sacaba: “Me olvidé que tenías pañal. Eso debe ser porque aun te meas encima, jijiji”, a lo que le respondí: “Sabes que no me meo” y ella, mientras me lo acariciaba y antes de comenzar a chuparlo me dijo: “Sé que no te meas y como sé que tenés mucha leche, y que esta verga tiró mucha pensando en mí, quiero que ahora la descargues dentro mío” y sin agregar nada más comenzó a chupármela.



Su cabeza subía y bajaba al tiempo que se ensartaba o sacaba mi pene de su boca.



Él entraba hasta su garganta, pues sentía como su campanilla tocaba su cabeza.



Ella parecía disfrutar de cada centímetro de mi pene como nunca disfrutó de ninguno, Bah eso pensaba yo, pues era la sensación que experimentaba viendo lo satisfecha y feliz que estaba.



Lamentablemente no podía utilizar mis manos por lo cual le dije: “Date vuelta así hacemos un 69”.



Ella sin esperar a que se lo repita lo hizo, por lo que comencé a besar su conchita, hundiéndole mi lengua hasta el fondo de su vagina.



Ella pasó entonces a recorrer mi pene con su lengua, pero no contenta con ello o tal vez para darme más placer, no se detenía cuando llegaba a mis bolos sino que las recorría también a ellas, mi pirineo y luego mi ano, para luego hacer el camino inverso.



Dado que me gustaba sentir lo que hacía, hice yo lo mismo y recorría con mi lengua todo el trecho que iba desde su clítoris hasta su ano y luego realizaba el camino inverso. Aparentemente le agradó porque después de unos 10 minutos mojó totalmente mi cara y saliendo de arriba mío me pidió que se la metiese.



Yo no me hice repetir el pedido, pero ante mi dificultad para darme vuelta con rapidez le pedí que se sentase sobre mí, cosa que hizo y que agradeció pues así ella podía controlar hasta donde se la metía, cosa que me hizo dudar si no la tenía corta pues en todo momento se dejó caer sobre ella, haciendo que la misma se ensartase hasta que su labios chocaban contra mis pelotas, pero no le di importancia y me mantuve quieto, disfrutando del momento y pensando en toda la leche que había gastado imaginando que le hacía lo que en ese momento estaba pasando.



Ella encadenó un par de orgasmos más antes de que yo llegara inundando su concha con mi semen.



Cuando eso ocurrió, ella se la sacó casi inmediatamente y yo pensé que era porque no quería mi leche en su interior, pero no era por eso sino porque deseaba saborear mi semen mezclado con sus flujos pues colocándose nuevamente en posición de 69 me la chupó hasta sacarme la última gota.



Yo no pude besarle la vagina porque me dio asco sentir la leche que salía de ella, aunque fuese mía por lo que mi lengua solo se ensarto en se culo y jugó con su clítoris; no obstante mi leche terminó mojando mi cara, me llegó desde la frente hasta el mentón.



Después de dejar limpio mi porongo, y haber mojado nuevamente con el flujo de un nuevo orgasmo, mi cara, ella volvió a darse vuelta y, viendo mi cara llena de su flujo y mi semen, me la lengüeteó dejándomela limpia para luego acostarse a mi lado y decirme “Gracias por hacerme disfrutar como hacía mucho que no disfrutaba”. Le pregunté entonces como era eso si ella me había dicho que no dejo títere con cabeza y me dijo que era porque solo con mi tío y conmigo disfrutó del sexo sin miedo, haciéndolo sin protección, mientras que con los otros siempre utilizó preservativo y no disfrutó de sentir como el semen resbalaba por su vagina.



Eso me puso feliz pues me comparaba con mi tío.



Cosa extrañas ocurren, ¡Dos hermanas se casan con dos hermanos!



Luego de estar un rato acurrucada a mi lado me lleva al baño. Ahí me sacó las vendas, me lavó, se lavó y luego de secarme y curarme las manos me llevó hasta una de las reposeras que tenemos al costado de la pileta y dejándome en ella se fue a preparar algo para almorzar.



Almorzamos al costado de la pileta y luego volvimos a hacer el amor, luego me colocó nuevamente un pañal, repitiendo lo del té de la tarde anterior y se fue a la casa de una amiga, de forma tal que cuando mis padres regresaron ella no estaba.



Esto lo repetimos durante las tres semanas restantes, aunque solo durante la última pude sentir como mis manos tocaban su cuerpo.



Fueron 22 días en los que disfruté del cuerpo de mi tía. 22 días durante los cuales cogimos varias veces por día. 22 días durante los cuales, mi leche cubrió cada centímetro de su cuerpo. 22 días durante los cuales de mi pene salió más semen por ella que el que durante años salió por mis masturbaciones pensando en ella, y no porque no me masturbase mucho pensándola.



Finalmente llegó el día en que debió volver a España, porque se le habían terminado las vacaciones.



A partir de ese día nos hablamos todos los días por Skipe, y viéndonos nos masturbábamos, hasta que un día tuvimos la siguiente conversación:



— Me parece que estoy embarazada.



—¿Qué decís?



—Que no me ha bajado la menstruación.



—Pero vos me dijiste que no había problema porque eras estéril.



—Sí, eso pensé porque con tu tío Alfredo, durante años lo intentamos y no quedé embarazada.



—¿Y no vieron por causa de quien no quedabas embarazada?



—¡No! Tu tío no quería saber. Él dijo que si teníamos que tener hijos los tendríamos.



—Pero no podemos tener un hijo.



—¿Por qué no?



—Porque sos mi tía.



—Nadie tiene que saber que vos sos el padre.



—Pero yo lo sabré.



—¿Y no querés tener un hijo conmigo?



—No es eso, es que aun soy chico para tenerlo.



—Mi hermana tenía razón entonces cuando decía que eras un bebe.



—¡No lo soy!



—Yo diría que sí.



—No decías eso cuando garchabamos.



—¡Es que no lo sos! ¡Pero te comportas como uno!



—¿Por qué no quiero tener un chico?



—¡No!



—¿Y entonces?



—Porque queres que no lo tenga.



Ahí me cortó la comunicación y durante 17 días no pude hablar con ella, hasta que una noche, mientras cenábamos, mi madre dice:



—¿Saben que Carolina esta embarazad?



—¿Tiene novio? – Preguntó mi padre mientras yo quería morirme.



—No – Respondió mi madre.



—¿Y entonces?, no me vas a decir que es del Espíritu Santo.



—No, no te lo voy a decir. Sabes que desde que se fue a España, después de la muerte de tu hermano, no dejó títere con cabeza.



—Sí, lo sé. Lo que no entiendo es como está embarazada.



—Dice que fue una equivocación. Que se acostó con un flaco y como creía que era estéril y sabía que no tenía H.I.V. no le importó hacerlo sin preservativo.



—¡Que boluda!



—¡Sí! ¡Muy boluda!



—Y el que la embarazó ¿Lo sabe?



—Sí, pero no quiere hacerse cargo.



—¡Qué hijo de puta! – Y mirándome, me dice que aprenda que eso era algo que no debía hacer, que debía hacerme responsable del hijo que había engendrado.



—Así es – Agregó mi madre -, no es cuestión de estar cogiendo y después no hacerse responsable de los hijos que eso puede ocasionar.



—Sí – Añadió mi viejo -, es muy lindo coger pero hay que ser responsable.



Yo no dije nada pero al acabar la cena traté de volver a comunicarme con Carolina y tampoco lo logré, pero cuando entré a Facebook y la vi conectada, traté de hablar con ella y cuando me contestó, tuvimos la siguiente conversación:



—Gracias por no decirle a mi madre que yo era el padre.



—No tenés que agradecer nada. Si lo hice fue porque no quería ue me matase a los dos, jajaja



—Tenés razón de haberlo sabido nos mataba a ambos.



—¿Pero no tenés miedo de que se dé cuenta? No es una boluda y en base a cuando nazca se dará cuenta que quedaste embarazada mientras estuviste acá.



—Ya lo pensé, le voy a decir que nació sietemesino.



—Me gustaría estar a tu lado para cuando nazca.



—Ahí si se daría cuenta



—Pero es que quiero verlo. Lo quiero reconocer.



—¿Cambiaste de opinión?



—¡Sí!, me di cuenta que estaba mal lo que había dicho.



—Lo tendrías que haber pensado antes.



—¡Sí, es cierto!, pero es lo que me salió en ese momento y luego vos no aceptaste hablar conmigo hasta hoy.



—Es que estaba muy molesta.



—Lo entiendo. ¡Perdóname!



—Bueno te perdono.



—¿Y cómo haré para estar a tu lado?



—Estarás hasta que vaya al hospital viéndome por Skipe y luego cuando vuelva también.



—Pero quiero estar ahí.



—No podrás venir sin que tu madre sospeche.



—¡Qué sospeche si quiere! ¡Es mi hijo!



—Mirá, vos este año te recibís de Licenciado en Ciencias Políticas ¿No?



—SÍ.



—Bueno, entonces le diré a mi hermana que te pago un viaje hasta aquí como regalo de fin de estudios.



—Pero vos ya lo habrás tenido.



—Sí, y vos lo conocerás, podrás darle el nombre y nadie sabrá nada.



— Salvo nosotros.



—Obvio.



A partir de esta charla volvimos a comunicarnos todos los días y pude ver como crecía su panza. Me enteré que sería un niño y que lo llamaría Carlos Alfredo y lo ví cuando regresaron del hospital.



Mi madre estaba chocha por ser tía.



Cuando me comentó que la tía Carolina me pagaba un viaje hasta su casa como regalo de fin de carrera me dijo: “Yo también iré así conozco a mi sobrinito” y agregó: “Cuando le agradezcas no le digas nada que quiero que sea una sorpresa”.



Vaya que SÍ se lo diría, pues realmente era una extraordinaria sorpresa.



Continuará.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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