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Ver “Carolina, el precio de la ambición”, parte 1.
Carolina se levantó sin necesidad del despertador. Seguiría en la empresa? Carlos le habrá contado a su mujer que era su empleada? Imaginaba a esa vieja riéndose, le dolía el orgullo. Encima Jorge le había contado que no lograba alcanzar la cuota de ventas, otro mes sin comisiones: "menos mal que empezaste vos a trabajar, sino habría que borrarse del club"
La opción de renunciar no era válida, tenía que conservar su trabajo. Mientras se bañaba recordó la charla del auto, llena de culpa y con una pizca de excitación también. Imaginó a Carlos oliendo su bombacha mientras se iba en la camioneta, se sentía deseada también. Muchos cambios, sensaciones, todos al mismo tiempo.
Llegó tempano la oficina, ya no necesitaba evadir a González, así que se dispuso a trabajar y cuando llegase ya no inventaría nada. Carlos llegó al rato, pasó a su lado, le dedicó media sonrisa que ella no devolvió y se metió a su despacho. Carolina vio que su supervisora se metía tras él, pensó que hablarían de ella, no sabía que esperar, y redobló sus esfuerzos en la atención telefónica.
Mientras en el despacho de González, Silvina repasaba la semana sólo vestida con lencería color negra, portaligas y una tanga, parada frente a la pizarra, describiendo resultados.
Carlos escuchaba, mientras se pajeaba lentamente: "La señora mejoró, se nota el cambio. Aunque mi recomendación es sacarla... es una buena imagen para el resto que verá que no se puede bajar la performance, por lo que sea. Además es nueva, nos sale barato sacarla", dijo ella.
Carlos miraba a Silvina pero pensaba en Carolina, recordando la escena del auto, lo puta que debía ser, se había tragado toda su leche y no dejaba de pensar en que también ella había acabado.
Se paró y fue hasta Silvina: "chupamelá y callate un poco, dejame a mí decidir sobre la señora"
"Carlos no estoy de acuerdo, yo soy su jefa", alcanzó a protestar ella.
No la dejó seguir hablando, la puso de rodillas y le metió violentamente la pija en su boca. Estaba muy caliente, Silvina estaba hecha una bomba, pero el rollo de Carolina lo podía más.
Silvina lo notaba más excitado que de costumbre, las venas de su pija palpitaban dentro de su boca. Quería también su ración de sexo así que dejó de chuparlo y le dijo: "hoy quiero que me dejes tu leche en mi colita".
Se apoyó en el escritorio, se ensalivó dos dedos y se los metió en el orto, solita
Carlos no dudó, apoyó su pedazo en la puerta de ese culo divino, y empujó fuerte, Silvina no pudo ahogar un pequeño grito. En ese mismo momento Carolina pasaba cerca de la puerta y detectó el sonido. "Será posible que..??? Están cogiendo?? No puede ser".
Intentó agudizar su oído pero no escuchó más nada. Adentro Silvina se tapó la boca y soportaba los embates de Carlos, que le daba con furia.
"Tapate putita, la querías en la colita?? Acá la tenés, te la voy a llenar toda"
S: "dame, dame, damelaaaaaaaaa". Carlos ya no aguantaba más, la cabeza que pensaba en Carolina, ese culito cerrado y...
"Ahhhhh, tomáaaaa, ahhhh" Carlos acabó en el culo de Silvina, que sabía que él aguantaba mucho más, había algo diferente, no sabía qué, y ya se ocuparía en averiguarlo.
"Vestite que quiero llamar a la señora, quiero hablar con ella", le dijo a Silvina.
"Pero Carlos conversemos antes", protestó ella. "Dejame a mí, quedate tranquila", acotó él
Ella se acomodó, aún sentía la leche en su culito, se había quedado con ganas de más... "Carolina venis por favor??", la llamó por el interno.
Carolina entró al despacho, notó la cara rozagante de ella, el pelo algo desordenado "habrá sido un gemido entonces??" pensó aunque descartó rápido. Era el momento de la verdad.
Carlos entonces habló: "Carolina vemos que has levantado tu performance, y notamos que tampoco sos una chica. Debe ser importante el trabajo para vos. Sin embargo, las faltas han sido graves y estuvimos a punto de perder un cliente clave por tus errores. Te daré una oportunidad más, aunque deberás cambiar el turno y mantenerte durante los próximos 15 días en este grupo. Con Silvina seguiremos diariamente tu desempeño. Si no puedes cambiar, considérate despedida", cerró.
Silvina se sorprendió, lo del cliente era mentira, pero no emitió palabra.
Carolina dijo: "gracias por la oportunidad señor González, deberé acomodar las cosas en mi casa pero lo haré"
Carlos entonces cerró: "seguramente su marido la sabrá entender, no es momento de andar perdiendo trabajos. Ahora vaya y continúe en esta senda"
Carolina leyó la ironía, pero no podía decir nada.
Cuando estaba por irse recibió un mensaje de su esposo. "Cómo te fue en el trabajo amor?"
"Muy bien por suerte", contestó ella.
"Sabés quien nos invitó a cenar mañana? González, el viejo del club, dice que tiene algo bueno para proponerme" le dijo Jorge.
"Qué bueno, por supuesto que iremos", le puso ella.
Carlos estaba dispuesto a jugar con ella, y ella quizás también.
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Al día siguiente, Jorge y Carolina ya estaban en la entada del country donde vivía González. "Qué me ofrecerá el viejo este, lo único que sé es que tiene una empresita de mala muerte, pero mis ventas van de mal en peor, había que venir. Perdón amor...", le decía Jorge a Caro. "Quizás se dio cuenta que debe empezar a retirarse y quiere un líder de verdad"
Ella sonrió con ganas, estaba ansiosa y nerviosa. Sabía que no sería una noche más.
Les abrió la mujer de Carlos
"Pasen, les dije que no trajeran nada, no era necesario el helado", los recibió.
La casa era mucho más de lo que esperaban. "Parece que le va bien a la empresita", deslizó Jorge.
Allí apareció Carlos, muy elegante y se acercó a saludarlos.
"Gracias por venir, tenía muchas ganas de charlar con vos Jorgito, dejemos a las chicas que chusmeen un rato... Tomás whisky??", le ofreció a Jorge, mientas miró de reojo a Carolina, que estaba espléndida.
Ellas se fueron a la cocina
Sara, la mujer de Carlos, le preguntó: "te debes estar matando en el gym no?? Estás cada día mejor". Carolina agradeció y agregó: "estoy cada día más vaga y más vieja"
Carlos: "Vos pensarás para qué me invitó este viejo... A mí me gusta definirme hoy como una persona que busca el bienestar, mío y de mi entorno. La verdad es que a mis empresas les está yendo bien, en el club sólo saben de una, que es un Call Center, pero tengo varias más, y todas son exitosas. Mi última aventura es una empresa que creamos con mi mujer. De diseño de interiores, para venta aquí en el país y al exterior.
Lo que ella necesita hoy es un responsable comercial que la acompañe.
Alguna vez contaste tu experiencia en grandes empresas, el manejo de redes sociales, aún recuerdo que me dijiste que yo no sabía nada!! Y tenés razón, no lo sé, y ya no quiero aprender"
Jorge: "no lo decia en serio, se notaba tu experiencia en..."
Carlos: No intentes disculparte o congraciarte, era y es verdad. Me gustaría que puedas unirte a esta nuevo sueño".
En eso llegan las mujeres a la sala, y Sara se adelanta : "Ya le comentaste de la idea a Jorgito?"
Carlos: "sólo el proyecto en general. Recién empezábamos"
Jorge: "Carlos te agradezco de antemano, no sé si podría, hoy tengo un buen trabajo y..."
C: "necesitamos alguien que dirija comercialmente, quizás al principio con dedicarle algunas horas semanales, estaremos bien. Pensalo, las comisiones pueden ser muy interesantes"
Sara: "vos sos de confianza, yo busco alguien así..."
Carolina no emitía palabras, miraba a su marido conociéndolo. La propuesta le gustaba, siempre buscó verse importante, que lo halaguen. Pero era claro que la jugada de Carlos era más por ella que por su esposo.
"Mientras cenamos charlamos un poco más", dijo Carlos, y se dirigieron a la mesa.
Carolina estaba radiante. Vestido ajustado negro, escote amplio, su pelo caía sobre sus hombros. Su marido prácticamente no la había mirado, pero sabía que no pasaba desapercibida para Carlos.
Sara le llevaba no menos de 15 años, más baja que ella también, y se notaba que debe haber levantado suspiros en el pasado. No usaba ropa ajustada ya, pero tenía buenas piernas y por lo menos 105 de tetas.
Jorge era más el yuppie de los 90. recién entrando en los 40´s, flaco, cuidado, prepotente y canchero, de buen porte.
Carlos en gesto de caballerosidad invitó a sentar a Carolina corriéndole la silla
"Muy amable", le dijo ella con una sonrisa, y él aprovechó para rozarle los hombros. El detalle a ella le dejó una electricidad por su cuerpo. Nadie notó nada...
Cenaron y Jorge no dejaba de hablar de lo bien que podría moverse en la nueva empresa, Sara lo miraba y acotaba. Carlos lo dejaba, mientras trataba de cruzar miradas con Carolina, que se había empezado a poner nerviosa, evitándolo.
Temía por Jorge, pero él navegaba en su propio ego.
Carlos avanzó: "Sara, por qué no le muestras a Jorge en la sala los diseños tuyos, y una breve introducción de la empresa?? En la máquina que tenemos allí lo pueden ver tranquilos. Mientras me ocupo de los postres y de hacer un café con Carolina, qué les parece??"
J: "Me gusta, seguramente ya pueda empezar a aportar nuevas cosas"
S: "Me encanta!! Caro en la cocina encontrarás todo, movete con confianza, Carlos te puede ayudar"
Cuando entraron a la cocina, Carolina dijo "qué es todo esto??, ofrecerle trabajo a mi marido?? qué estás buscando??"
C: "yo lo veo muy contento, una entrada más no les va a venir nada mal. Mi mujer también está contenta. No veo nada raro", le dijo mientras se le acercaba lentamente.
Caro: "qué haces??" dijo ella con poca vehemencia. Él la tomó suave y firme de la nuca y la besó. Ella no se negó, al mismo tiempo que sintió cómo la apoyaba.
Carlos: "No podía dejar de mirarte", le dijo al oído, besándole luego el cuello, las manos empezaban a ir y venir x su cuerpo, ella lo abrazaba.
A lo lejos, se escuchaba la voz de Jorge, opinando...
Carlos le subió el vestido hasta la cintura, ella llevaba una tanga de encaje. Carolina disfrutaba, la escena nuevamente con el marido al lado, el morbo y Jorge que cada vez le prestaba menos atención. Se sentía mujer, plena, lo dejó hacer.
Carlos: "mmm, qué linda bombachita, y está húmeda", le tocó la concha por sobre la tela, ella ahogó el jadeo, mordiéndose los labios.
"Esta también me la voy a quedar", le dijo mientras se la sacaba y la ponía en su bolsillo. Empezó a chuparle la concha, suavemente, con experiencia, rápidamente ubicó su clítoris, se lo mordía, mientras que con la mano le metió un dedo que entró con facilidad a su concha.
Carolina le tomó los pelos con fuerza y lo empujaba contra sí misma.
"Siiii, chupamela toda, ahhhhh"
Carlos movía su lengua con habilidad, mientras escuchaba a lo lejos las risas de su señora.
Se paró, y acomodó a Caro sobre la mesada de la cocina, la sentó frente a él, le abrió las piernas y sacó su pija.
"Hoy te voy a dejar la leche en tu conchita", le dijo
Y se la puso de un solo golpe, con el empujón se cayó una copa, y se rompió
Sara: "están bien??"
Carlos: "Si amor, no te preocupes, se me resbaló una copa, en unos minutos estamos por allí"
Le bajó la parte de adelante y mientras se la ponía, le mordía los pezones, carolina volaba de calentura.
Carlos sabía coger muy bien, ¡cuánto hacía que no tenía la sensación de un buen orgasmo!!
Ella ya lo sentía, Carlos aceleraba su ritmo, mientras masajeaba sus tetas. "Sos divina Caro, te la vas a llevar toda"
Caro: "Damela, damela hasta el fondo, damela, te acaboooooo ahhhhh"
Carlos tampoco aguantó y le descargó tres fuertes chorros como hacia tempo no tenía. "Ahhhhhh tomaaaa..."
Caro no podía creer lo que le había pasado, la pija de Carlos que aún chorreaba dentro de su concha, su marido, sexo en la cocina…
Se acomodó rápido, le dio un terrible chupón, y se puso a hacer el café. "En 5 minutos estamos"
Mientras en la sala, Jorge y Sara estaban enfrascados en su charla. Sentados frente al monitor, un par de veces ella se inclinó a mostrarle algunos diseños en la pantalla apoyándole las tetas en su brazo, casi sin querer
Fueron 2 o tres veces con el mismo movimiento, Jorge sentía la suavidad de Sara, y su pene comenzó a reaccionar, de manera instintiva. Fue él entonces que propició otro roce, mostrando hacia el otro lado de la pantalla, poniendo su brazo por sobre la tela de su pezón izquierdo, lo dejó un rato en dicha posición, notó como a cara de Sara se sonrojaba, un pequeño cambio en la respiración.
Se le paró más, se dio cuenta de un breve consentimiento, pero no sabía si era real o no, o fue más su propia fantasía.
Se incorporó entonces, como buscando un whisky. Y a su vuelta, ya parado, le apoyó su pija sobre el brazo de ella, que no atinó a moverse.
Sara siempre había estado atraída por Jorge en el club. Casi como que fue un regalo la propuesta de su marido para sumarlo a su pequeña empresa. Le resultó extraña pero no se quejó. Quizás, tal vez, su imaginación había volado...
Y ahora . ¿sin querer? lo había tocado con sus tetas, y cuando él hizo lo mismo, no había podido evitar ese jadeo inconsciente de hace unos instantes. Carlos no la tocaba hace mucho, y justo Jorge era el que le buscaba sus tetas??
Mejor se sintió cuando éste la apoyó, esa sensación de pija parada, joven, refregándose en su cuerpo, sentía un escalofrió, un breve palpitar en su concha. Entonces...
"Cómo van esos próximos socios??", entró Carlos con el café, Jorge se separó de Sara, y se sentó rápidamente para disimular su erección.
"Avanzamos muchísimo", le dijo ella. "Más de lo que imaginaba...", cerró
Jorge miró a Caro, que estaba espléndida, renovada. "Tardamos un poco porque no encontraba el café", dijo ella
"No había apuro", dijo Sara mientras miraba a Jorge y sonreía
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A la mañana siguiente, luego de levarntarse y mientras desayunaban, Jorge le dijo a su mujer: “Caro, aceptaré la propuesta de Gonzalez, nos puede venir bien, y quizás pronto no necesites trabajar. Puedo dar vuelta esa empresa, creo que ellos no saben nada”
Caro sabía que su marido aceptaría, la movida de González había resultado perfecta
“Ya salis para el Call Center??”, agregó- “Siii, me olvidé contarte que debo seguir 15 días más por la tarde, me pidieron una ayuda, no me podía negar”, le dijo ella. “Y les dijiste que si?? Te están explotando!!”, se ofuscó Jorge. “No me pasaría si vos vendieras un poco más”, retrucó ella
“De a poco, vamos a volver. Voy a aprovechar entonces para juntarme con Sara, e ir cerrando detalles”, finalizó Jorge. Terminó su café y se fue.
Carolina estaba ansiosa por volver a la oficina. Sabía claramente que ya no echarían. Y ella se volvió a sentir mirada, deseada. Salió a correr y tras ello, se tomó un tiempo de relax para ducharse y perfumarse. Eligió ropa formal aunque ajustada al cuerpo, camisa semi abierta, que dejaba insinuar algo de su lencería roja, marcando bien sus pechos. Fue cazada primero, ahora ella estaba preparada para cazar.
Carlos llegó un poco más temprano que de costumbre, pasó a su lado y le encantó lo que vio. Carolina se veía muy sexy. Se detuvo en su box, le expresó en voz alta: “serán 15 días en este turno Carolina, no quiero errores, deberás rendir al máximo”. Desde ese punto de vista, él parado, ella sentada, le veía las hermosas tetas, el corpiño rojo furioso… Ella acató, “sí señor González, no los defraudaré”.
Silvina lo siguió a su oficina y repitió la rutina diaria. Apenas entraron se abalanzó sobre él y comenzó a desvertirse. Ya solo con la tanga, le buscó la pija y.. “Dejame Sil, hoy solo serás vos, te debo una y estoy cansado”, le dijo. La sentó en su sillón, y se dedicó a chuparle la concha. A ella le pareció extraño, pero tampoco se quejó. “Chupamela toda Carlos, así asi….”
Él se estaba guardando para Carolina, estaba muy excitado pero se aguantó. Se concentró en el clítoris de Silvana, y de su cajón sacó un pequeño anal intruder, que lubricó en su concha y fue metiendo poco en el orto de la supervisora.
“Siiiii, metemelo todo y segui chupando, ahhhh, ahhhhhh, hacia mucho que no me dabas tanto placer”. El juguetito ya estaba totalmente adentro de orto, Carlos movía su lengua con mayor velocidad sobre su clítoris, ella se pellizcaba los pezones. La escena era muy excitante, pero Carlos se mantuvo estoico
“Te acabo, te acaboooo, ahhh, Carlos qué hermoso polvo me estás dando ahhhhhh “, se desplomó sobre el sillón Silvina. Ya más calmos, se pusieron a trabajar.
A media tarde, Carolina se cruzó con Carlos en la cocina, mientras se estaba preparando un té. No fue casual, él tenia en su escritorio un monitor con las cámaras internas, y cuando la vio levantarse, se aprestó a seguirla. La arrinconó contra la heladera, y le comió la boca, apasionadamente. Ella se sorprendió pero devolvió el beso con la misma pasión. “te espero en 15 minutos en el archivo”, le dijo él, y se fue.
El archivo era un sucucho pequeño donde se guardaba el historial de cada cliente, un espacio de 2 x 2, al fondo de la oficina, fuera de la vista del plantel comercial.
Caro preparó una capeta con papeles, a la hora determinada, encaró para el cuartito, Carlos ya estaba, cerró la puerta y enseguida se besaron.
“Lo buena que te viniste putita, cómo te está gustando este juego eh”, le decía él al oído mientras le sacaba la camisa casi rompiéndosela. Ella le atacó enseguida la pija sobre el pantalón, la sobaba, acertó el cierre de la bragueta y se lo bajó. Se arrodilló, le bajó pantalón y slip, y se la empezó a chupar, se pasaba la pija x la cara, la lamía y se lo volvía a meter hasta el fondo.
Mientras en el salón de ventas, el teléfono de Caro sonaba, y nadie lo atendía…
Carlos no quería acabarle, ella chupaba la pija con maestría. La levantó y la dio vuelta, ella quedó mirando a los archivos, le bajó la pollera y repitió su fetiche. “La tanga roja me la quedo”, le susurró. Buscó su concha con la pija, y se la metió de a poco, suave al principio, disfrutando de esa hembra, Ella respiraba, jadeaba, el cuarto era alejado, y aprovechó a liberarse un poco más. Él se la empezó a meter con mayor velocidad, le agarraba las tetas desde atrás, con furia.
Carlos: “Te gusta la pija del viejo no??”
Caro: “Siiii, ponemela toda, más, más. Estuve todo el fin de semana pensando en este momento, dámela todo Carlos, Ahhhhh”
El monitor de control y mostraba 5 llamadas perdidas en la extensión de Caro. Silvina ya lo notó “dónde se metió la señora ésta??”, pensaba.
Caro estaba gozando como nunca, estaba otra vez por acabar. Carlos sabía coger, era un profesional, y le encantaba tenerlo adentro, dejarse llevar, buscarlo…
“Ahhhh, Carlos dame más, dámela hasta el fondo, que estoy por llegar, dameeee”, le decía.
“Vas a ser mi putita estos 15 días, te voy a coger y vas a hacer todo lo que te diga”, le susurraba en la oreja. Ella no aguantó más, él tampoco. “Ahhh toma puta hermosa, tomaaaa”, y a ella también llegó casi gritando.
Se vistieron, Caro salió primera, se cruzó con Silvina: “dónde estabas Carolina??”. “creo que me cayó mal el té, discúlpame”, le dijo ella y volvió a sentarse.
Mientras tanto, Sara le había pedido a Jorge encontrarse a las 4 de la tarde, nuevamente en su casa. Claro que quería avanzar con la nueva empresa, pero más le intrigaba si aquel roce con Jorge había sido casual o fue por lo que habían tomado aquella noche. No sabía qué ponerse, quería provocar el encuentro sin ser muy obvia. Si fue una confusión tampoco pretendía perder la oportunidad de relanzar su empresa, Y notó que Jorge estaba enganchado. Se produjo con una camisa suelta, buscó un corpiño una talla menor para destaca sus senos, un pantalón negro ajustado. Puso unas cervezas en la heladera, y preparó el living como para trabajar. Jorge llegó 15 minutos tarde, ensayó disculpas, entró con un paquete de masas en la mano, y dibujó una sonrisa. “Lo importante no es llegar primero, lo importante es ser el último en irse”, le dijo, sobrador. También repiqueteaba en su cabeza la situación del fin de semana con ella. ¿Habrá sentido ella su calentura o no lo expuso porque quería que trabajara con él? Tampoco quería perder su oportunidad, no podía pisar en falso. Y al parecer, González tenía más poder del que imaginaba, tenía que quedarse cerca, no podía nublarse por una calentura.
Jorge la besó en la mejilla, Sara era una muy interesante mujer, a pesar de su edad. Y lo hacía sentir importante, a pesar de sus bravuconadas, estaba perdiendo el autoestima, y hasta empezó a sentir que Caro también lo estaba bajando del pedestal. Pero Sara parecía escucharlo. Sara tomó las masitas y le dijo “qué rico esto, andá acomodándote en el living, trabajaremos allí. Enseguida voy, dejá tu abrigo en el perchero”, le dijo.
“Qué bien que huele… “, pensó ella. Le sería difícil concentrarse, tomó las cervezas directamente y lo alcanzó en el living. “Las puse temprano en el freezer tenemos que estar relajados, las ideas fluirán mejor”, le dijo, y brindaron. “Por un relanzamiento y una gran relación que está por comenzar”, dijo Jorge, y dieron un sorbo largo. Él comenzó a desplegar sus ideas, ella lo escuchaba atentamente, estaba aportando cambios interesantes. La cosa pintaba bien, desde el punto de vista laboral claro. Y se empezaban a sentir cómodos, había química entre ellos. Sara se levantó dos veces más a buscar cervezas, se hacían las 7 de la tarde. Sonó el celular de Sara, atendió. “Ahh, okok, no te hagas problemas, estamos trabajando con Jorge, tenemos un rato más, te espero para la cena”, dijo ella y cortó,
Sara: Carlos va a venir un poco más tarde, sólo eso.
Ahora fue Jorge que recibió un mensaje que decía “amor, me quedo un rato más, revisión de trabajo con mi jefa, llego para cenar”. Él contestó: “estoy en lo de Sara, pidamos unas pizzas y comemos algo rápido. Aprovecho para seguir con ella un poco más”.
Jorge: Mas tiempo para nosotros, Caro me acaba de avisar que también se retrasó
Sara se le escapó un muy bueno, qué rápidamente aclaró, “así seguimos avanzando”
Sentados uno al lado del otro, Jorge no perdía oportunidad de mirarle las tetas. Entendía que lo hacía con disimulo, pero Sara lo había notado. Disimuladamente, desabrochó un botón más. Era hora de jugar.
Jorge comenzó a excitarse, intentaba desviar la mirada, pero sus ojos se le iban al escote de ella. Para colmo, llevaba pantalones ceñidos al cuerpo, su erección era indisimulable, Esperaba que se le bajara, pero el cuerpo pudo más. Las cervezas hacían su efecto, debía ir al baño. Se paró rápido intentando que ella no vea su erección, pero ella la notó claramente. El terreno estaba preparado, sólo debía avanzar.
Jorge se quedó más tiempo en el baño, quería que se le pasara la calentura, entonces ella se acercó. “Te sentís bien Jorge?”, dijo desde afuera.
“Si si, solo un poco de descompostura, deben haber sido las masas. O los nervios.. “ dijo él y salió.
“Dejame que te practique algo de Reiki, te vas a sentir perfecto”, ella había encontrado la manera.
Lo sentó en una banqueta, y desde atrás, comenzó a aplicarle las manos por sobre la cabeza, presionando suavemente sobre su nuca, y sus sienes. Jorge disfrutaba de los masajes, pero al mismo tiempo, se excitaba. Respiraba suave y profundo, la pija otra vez se le marcaba en el pantalón, ella lo notaba.
Acercó la boca a su oído “te vas sintiendo mejor??”, le dijo. Un sí suave salió de la boca de Jorge, que sintió no solo su aliento en el oído, también la suavidad de sus tetas contra su espalda.
Date vuelta, ponete de frente a mí ahora. Le impuso sus manos sobre las de él, fue subiendo lentamente hasta sus hombros. El masaje era sexy y suave al mismo tiempo. Sus respiraciones empezaron a ser más entrecortadas. Ella le desabrochó la camisa, tocaba suavemente su cuerpo, sus pectorales marcados.
“ahora relájate un poco más”, le dijo, y le tomó la cabeza. La comenzó a mover suavemente de lado a lado, y aprovechaba para acercarle su cara cada vez más a sus tetas.
“Cómo te sentís Jorge”, casi jadeo ella. Él ya no llegó a responder, se internó en las tetas de Sara. Sacó su camisa, arrancó su corpiño, y se las empezó a chupar.
“ahhh, chupamela Jorgito, te gustan las tetas de la señora”, le decía. A él no le alcanzaban las manos y la boca, se las chupaba y le mordía los pezones, desesperadamente. Luego se dieron un beso largo, luego de tanto deseo mutuo contenido.
Jorge se quitó el pantalón y el slip. Y la acomodó a ella ahora en la banqueta. “Chupala Sara, chupala”, ella abrió su boca y comenzó a lamerla, no podía creer que lo había logrado.
Sara era una artista de la fellatio, abría la boca, la besaba, se pasaba la pija por su cara, lo pajeaba suavemente, se la comía entera. “Jorgito, quiero que me cojas toda”, le decía mientras lo chupaba.
“te quiero coger, pero en mi habitación, mi marido no me coge más, se lo quiero dedicar a él”, le dijo. Sólo el comentario casi lo hace acabar a Jorge.
Subieron, y fue Jorge el que tomó la iniciativa, le sacó el pantalón, y la bombacha, y a puso en 4.
En esa posición, le empezó a chupar la concha, que estaba perfectamente rasurada, y cada tanto también jugaba con la cola de Sara. En esa posición, la cola de Sara se veía hermosa, generosa, era grande pero armónica. Jorge se perdió entre sus cachetes, jugaba con su lengua. Sara gritaba: “chúpame toda Jorgito haceme lo que vos quieras, segui x favor, me estas matandooooo”.
Jorge ahora chupaba, y además, empezó a meter un dedo en ese orto hermoso, y luego el segundo, su lengua era hábil. “Segui que te acabo, seguiiiii, “, Jorge coló un tercer dedo, fu mucho para ella. “Ahhhhh, seeeee, tomaaaa”, acabó a los gritos, cayó desplomada.
Jorge se incorporó, le puso la pija en la boca, la agarró del pelo, ella respondió. Querias esto, no?? Ahora es el momento de tu lechita… “dijo Jorge.
Sra lo agarró de su culo, se la empezó a tragar toda, Jorge estaba en el paraíso. Sara lo sorprendió, cuando más excitado estaba, le metió un dedo en su orto. Jorge explotó, empezó a acabar como un loco, sara se tragó los primeros chorros, y la sacó porque quería el resto en su cuerpo. Jorge era un torrente de leche, mucho quedó en sus tetas, y otro lechazo fue a parar a al mueble de la cómoda, justo sobre la foto de la feliz pareja, cerca de la sonrisa de Carlitos.
Se vistieron, y cuando Jorge se estaba yendo, entraba González. “Ya te vas Jorgito?? Quédate a tomar un whisky”, le dijo
Es que me espera Carolina, gracias Carlos.
Y Sara acotó, nos vemos el miércoles Jorgito, juntá fuerzas.
Trabajaron mucho? dijo Carlos. “Si avanzamos mucho hoy, estamos muy bien”, cerró sara
Continuara
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