¡CARNE FRESCA! gritan ellos y se abalanzan como pacientes de un Hospital Psiquiátrico sobre su presa. A ella no le da tiempo correr hacia la luz ni gritar un fuerte: ¡Auxiliooo!, que llame la atención de algún ciudadano fanático a las películas de Hollywood que le guste hacer el papel de héroe.
Intenta defenderse con su imaginación. Trata de utilizar la fuerza sobrenatural que a veces da el deseo de seguir viviendo y nada. Está sola. Hasta sus conocimientos avanzados en Artes Marciales la abandonaron, no quieren ser violados.
Su otro yo despierta y...
--- ¡Metémela, metémelaaa!---ordena la supuesta víctima. Ellos le toman la palabra. Los penes atacan su peludo sensual objetivo con roña. Ella grita excitada. Le gusta como sabe ese sexo con antecedentes penales.
Los violadores se turnan como si tratara de un juego llamado: “Metámenla sin pena que mi vagina es de hierro”.
El orgasmo se acerca a su climax, los espermatozoides salen al exterior derrotando a la erección y... todo acaba.
---¡Metémela, maricón, meteméla!--- grita ella mientras araña con sus uñas de bruja recién afiladas a uno de los agresores. Una bala en la cabeza acompañada de la frase: ¡Cállate, puta!---es la respuesta.
Llegan al sitio escogido durante años para compartir las ganancias de sus fechorías. Violador uno tiembla de alegría al tocar la cadena de oro que le servirá para experimentar una borrachera de lujo junto al Señor Whisky. Violador Dos, está alejado de la realidad contando uno de los papeles más idolatrados del mundo: Dólares y... ¡Noooo! grita Violador tres y entrega a sus compañeros una tarjeta.
¡Nooo! también gritan ellos y comienzan a llorar.
Pero las lágrimas no destierran a los grandes problemas. Simplemente miran con odio la pequeña tarjeta verde que dice: Ángela de la Luz. Paciente: 0987. SANATORIO DEL SIDA.