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En los días siguientes al episodio en la cabaña, regresamos a la ciudad a mi piso, digo, al de La Señora y se comenzó a arreglar todo para que ella se hiciese cargo. Yo quedaba a su merced y la de El Amo. Tenía sentimientos encontrados, por un lado, me sentía feliz por no tener que pensar ni ocuparme personalmente de nada, y por otro lado me sentía mal por haber perdido mi voluntad, mi libertad y todo. Sólo por ser arrogante y estúpida. Esa primera noche en el piso, ya no había vuelta atrás, ella se había cambiado a la que era mi habitación y yo dormiría sobre unas mantas en el suelo delante de su cama completamente desnuda, solamente luciendo el collar. El Amo confiaba lo suficiente en ella como para dejarnos solas y además quiso regalarle esos días para que hiciera conmigo lo que quisiese. En cuanto estuvimos solas, me hizo que me masturbara delante de ella y que le bailara como una stripper. No se sintió satisfecha con el show que le hice y cogió uno de los que hasta ese día habían sido mis látigos, me amordazó y comenzó a pegarme, primero con diversión y luego con una furia que no había conocido en ella aún. Cuando ya me había propinado unos 50 azotes, paró y comenzó a tocarme el coño, a meterme los dedos, hasta que me metió el puño. Mi coño chorreaba de excitación y cuando estaba a punto de correrme, me sacó el puño y comenzó a azotarme de nuevo, con rabia a la vez que gritaba; ¡córrete perra! Ahí me di cuenta de lo sádica que era y cuanto disfrutaba con el dolor, porque el orgasmo fue brutal. Jamás me había corrido de esa manera. Pensé que era cierto lo que decía El Amo, que lo que le hacía a los demás era lo que quería que me hicieran a mí.
Cuando terminé de correrme, La Señora me tiró en la cama y se pegó de mi coño y me lo comió con hambre, provocando que me excitara de nuevo y siguiera mojándome. Me dio permiso para correrme todas las veces que quise y cuando se hartó de comerme el coño, subió a mi boca y me besó apasionadamente mientras retorcía mis pezones. Cuando la miré a la cara, le brillaban los ojos y comenzó a llorar.
-Pude haberte amado y podíamos haber hecho miles de cosas juntas, habernos comido todos los coños que quisiéramos, pero decidiste ser una zorra conmigo y por eso he buscado mi venganza. Ahora las dos serviremos a ese Señor que me creó junto contigo y le rendiremos honor al dios que nos acoge a todos. ¡Ave Satanás! Que tengas bien claro que una vez salgamos de aquí a vivir a la casa del Amo, no tendré piedad y sobrepasaré los límites de toda cordura porque sé que eso es lo que quieres y en resumidas cuentas yo te Amo, aunque seas una perra. Disfruta estos días y vívelos intensamente para que te sirvan de consuelo cuando me convierta en el engendro diabólico que tú y El Amo han creado. Adora conmigo; nos arrodillamos las dos frente al altar satánico que tenía en la casa.
In nomine dei nostri Satanás de Luciferi excelsi. Potemtum tuo mondi de inferno, et non potest Lucifer Imperor Rex Maximus, Dudponticius glorificamus et in modos copulum adoramus te Satan Ominipotens in nostri mondi.
Domini agimas Iesus nasareno rex ienoudorum. In nostri terra Satan imperum in vita Lucifer ominus fortibus Obsenum corporis dei nostri Satana prontem.
Reinus Glorius en in Terra eregius Luciferi Imperator omnipotens Salve Satanás, Salve Satanás, Salve Satanás.
Quise decirle tantas cosas, quise decirle que en todas las mujeres con las que me acostaba, la buscaba a ella y que había mal interpretado todas las señales. Que me perdonara y que yo me entregaba a ella pero que no fuéramos a vivir a esa casa. Pero me quedé callada porque también sabía que eso era lo que ella quería y quería hacerla feliz, tanto como ella a mí. La Señora me permitió dormir a su lado en la cama y con ella acariciándome el pelo, me quedé dormida. Al día siguiente me desperté y Carlota estaba a mi lado mirándome fijamente. Me quedé un poco sorprendida y me acerqué a besarle los labios, ella contestó mi beso con ternura y me dijo: Sabes, estoy pensando en ir a la casa de Esteban y decirle a él y a Clara que ya no vamos a ser sus sumisas. Que me arrepiento de todo lo que te he hecho, de todo lo que he dicho de ti y quiero comenzar de cero contigo. Podemos venderlo todo e irnos a otro lugar y ser dos personas diferentes, ni siquiera madre e hija, presentarnos como pareja, a lo mejor. ¿Qué te parece mi idea, mami? -Me parece estupendo cariño, eso mismo estaba deseando que me dijeras anoche cuando me quedé dormida. Me arrepiento de todo lo que te hice pasar, y te pido perdón. -No tengo nada que perdonarte mami, eras una niña con una niña en brazos, no tenías referentes sanos, en fin. Ah, y por supuesto que te perdono. Al decir eso, me dio un beso en los labios y acercó su mano a mi coño y comenzó a tocarme con una delicadeza y una suavidad muy linda. Fue aumentando la intensidad y yo me fui calentando hasta que sus manos lograron de mi lo que tanto ansiaba, pidiendo permiso primero, me corrí largamente. Fue un orgasmo de alivio, ya que se acabaría la pesadilla y Carlota me había perdonado, nos libraríamos del demonio de su padre y comenzaríamos una vida nueva en otro lugar. No podía tener mejor pinta mi futuro, qué equivocada estaba. Los días que siguieron fueron deliciosos. Actuábamos como dos tortolitas enamoradas y fallábamos como dos posesas. Pero llegó el día de la verdad, el día en que le contábamos a Esteban lo enamoradas que estábamos y que ya no seríamos sus sumisas. Llegó el día en que conocí al verdadero demonio.
Tomás llegó a buscarnos a eso de las tres de la tarde. Yo aún no podía mirarle a la cara por la rabia que me causaba su traición. -Daros prisa que El Amo espera, nos dijo. Carlota le entregó unos paquetes y me puso la correa. Yo me resentí un poco porque entendía que ya eso no era necesario, pero ella al verlo, me llevó a la habitación y me explicó que era lo que teníamos que hacer para no levantar sospechas hasta que llegáramos ante la presencia de Esteban. Yo entendí a lo que se refería y le guiñé un ojo y le di un pico en labio, juguetona. Ella se quedó seria, y me dio la espina de que algo no andaba bien, pero me quedé callada. Salimos con Tomás, nos subimos al coche y llegamos a una casa majestuosa en las afueras de la ciudad. Nos bajamos del coche y Carlota de una manera muy severa me ordenó que me pusiese a cuatro patas para entrar ante la presencia del Amo, además de quitarme toda la ropa. Me dio un poco de vergüenza pues habían empleados trabajando en la propiedad y me vieron perfectamente y pude ver como sonreían maliciosamente.
Entramos en la casa y salieron a recibirnos Clara, María y Estela. Clara me miró con odio de arriba abajo, -hola putilla, bienvenida a tu nuevo hogar. Yo la miré desafiante y le dije, no lo creo, pronto me iré de aquí. Jajajajajaja, eso lo veremos bestia asquerosa, me contestó desafiante Clara. Las niñas también me miraban, pero como si fuera un payaso y les diera risa mi presencia. Carlota, también se quitó la ropa, se puso su collar y se postró delante de Clara y le besó los pies con devoción. Ya está bien niña, sé que tienes debilidad por mí, pero aquí está tu madre, no la hagas sentir mal por mí. En ese momento, Esteban entró al salón en donde estábamos todos y todas ellas se pusieron en posición de Espera, menos Clara. - ¿Has hecho lo que te dije Carlota? Sí, mi Señor. ¿Cómo ha reaccionado la perra? Tal y como esperábamos Señor, se lo ha creído todo. Esteban se dirigió a mí y me dijo; ¿Así que has venido a despedirte y a comenzar una vida de pareja con Carlota en otro lugar? Sí, eso es lo que queremos, contesté. Todos excepto yo, soltaron una sonora carcajada, no podían contener la risa y se mofaban de mí en mí propia cara, cuando la risa bajó un poco, en ese mismo momento, Esteban me asestó una bofetada que me tumbó del todo al suelo. Ahí Carlota tomó la palabra.
¿De verdad has creído toda la milonga que te he contado? Te superas a ti misma, eres más estúpida de lo que yo nunca creí. Todo eso que te dije, y mientras hablaba se levantaba y se ponía de pie a mi lado. Todo eso que te dije, putilla sucia, te lo dije para que te relajaras y me cumplieras la semana que El Amo me había regalado por ser muy buena esclava. El Amo, mi padre, me prometió dejarme una semana a solas para disfrutarte tranquila y sin reglas y me lo cumplió. Yo te detesto y lo único que deseo de ti es humillarte, esclavizarte, emputecerte más de lo que ya eres y deshumanizarte. Eso por supuesto bajo las ordenes de mi padre y mi madre. Porque tú para mí, sólo eres el canal por el cual vine al mundo. Pero mi verdadera madre es Clara, que me ha tratado como a sus propias hijas y me ha dado en menos de un año, lo que tú no pudiste en toda mi vida. Me invadió una desolación, una desesperanza, porque veía que todo lo que había soñado era falso y que nunca iba a poder salir de esa situación. Mejor era que me fuera haciendo a la idea para que pudiese disfrutar en algo la vida que me esperaba. Carlota se arrodilló delante de mí y puso su cara al nivel de la mía. -Me das asco zorra inmunda, y dicho eso me escupió en la cara.
-Bueno, se acabaron las explicaciones, dijo La Señora Clara en ese momento. -Ahora quiero comprobar, qué tan perra eres, dijo mirándome. Se acuclilló detrás de mí y extendió su mano hasta tocarme el coño. - ¡Pero si está empapada! ¡Te acaban de humillar y te mojas! Me parece a mí que con esta tendremos que intensificar las putadas Esteban, dijo mirándole.
Ahí Esteban tomó la palabra, Bueno, eso no es problema mi querida Clara. En cuanto a ti, mientras no te bauticemos con tu nombre de esclava, te llamaremos cerda. Así se les llama aquí a las nuevas. Olvídate de usar ropa, saldrás de aquí solo los viernes en la noche para ir a la misa negra y para eso no necesitas vestirte, con tu collar estás más que vestida. Te referirás a mi como Señor o Amo y lo mismo con Clara. Para las chicas será Señorita o Amita y para Carlota, será mi Amita o mi Señorita. Con todas las demás personas que viven en esta casa, no mediarás palabra y sólo contestarás preguntas sencillas y lo que no sepas, les referirás a mi o a la Señora. A Tomás no le hablarás, a menos que el pregunte algo y tendrás que contestarle. A nadie más que a nosotros, le darás trato de Señor, Señora, etc. Tus tareas serán diversas y cada día irán cambiando. En la mañana, te levantarás cuando suene tu alarma y te pondrás en posición de espera al lado de la puerta, para que el primero que pase te de un paseo por la finca para que hagas tus necesidades fisiológicas. Si en algún otro momento tienes que hacer tus necesidades, en cuatro patas y estirando la pierna derecha y el brazo izquierdo indicarás con esa postura, que quieres ir al baño. No tienes derecho a pedir nada y no esperes tratos de deferencia, ni premios ni nada. Aquí tú eres la última puta y todo y todos los que habitamos este espacio somos mejores y estamos primero que tú, algunos mucho más y otros menos según su categoría. Básicamente eres la mascota de la casa y así te comportarás. Puede ser mucho peor, pero en principio así se irán dando las cosas. Ah, se me olvidaba. Dormirás en una cama de perro en el suelo de la habitación de Carlota mientras tu contador esté a cero. Cuando comiencen tus faltas, que las habrá…hay miles de lugares mucho peores donde dormir en esta casa, si es que la falta que cometas te permite el sublime derecho de dormir.
Bueno, esta reunión está terminada, ahora ven y cómeme la polla…
Continuará…
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