Visitando sorpresivamente a Carlota en su casa, sin llamarle ni informarle previamente, recibiéndome con mucho gusto y la gentileza que siempre me demuestra por educación y por cortesía brindándome un vaso de agua con hielo, conversando un poco de todo le pregunto qué está haciendo. Me contesta Carlota terminando de guardar la ropa que recién lavó y planchando los uniformes de trabajo. Le digo que me gustaría hacer el sexo y sonriéndome se para dejame refrescarme y ponerme un atuendo más cómodo como sexy y te aviso, para que entres a mi recamara, tirándole un beso como menearle sus contornos anatómicos femeninos volátiles ese día.
Tomando más agua que me sirvo directamente de la refrigerado me llama por la puerta de su recamara, que exactamente está comunicada con la misma cocina. Entro, la cierra al sentarme en el borde de la cama vestida con falda y saco del atuendo del uniforme de ejecutiva universitaria, cargando debajo por supuesto liguero con botas y un levanta senos, metida entre mis brazos y pegado a mí la tengo acariciada, sobada, manoseada, besándola, lamiéndola, mordiéndola, nalgueándola, pelliscándola, rozándole mi celular en su culo. Finalmente hurgándole con mi dedo su culo con todo y falda puesta a la mismísima Carlota. Comenzamos a follar abrazados y pegados deleitándonos como disfrutando del momento de quietud reinante en su casa, solamente escuchando brevemente los pajaritos cantando. Me acuesta al acomodarse y montarse arriba de mi al subirse y a remendarse a la cintura la misma falda del atuendo de ejecutiva universitaria, que engalana siempre Carlota al decirme métemelo más al profundizarlo y dándole con todas mis fuerzas aguerridas dándole su buenísima penetración por su ano, y en postura de jinete hípica al doblarse para mayor concentración y penetración. Elevando un poco más mi cintura, alcanzando hasta su mero punto G, en que la tengo revolucionada como concentradísima hasta dándole unos orgasmos sensacionales como fascinantes, también excitándola a manos llenas a pedir de boca.
Tomando ahora el mando del barco de rodillas, doblada con la cara puesta en la misma almohada, valiéndome del dominio que tengo sobre ella al cogerla férreamente con todo el impulso con las dos manos puestas y sujetándola, como apoyándome en los muslos y caderas. Empujando mi palote en su rabo al cerrarse como estrecharse un poco el conducto vaginal, al complacerla escuchando como gime y jadea con mucha pasión y locura despampanante, como inundándola completamente en su ser. Agarrándose del marco de la ventana para aferrarse, dándole por espacio de minutos al obtener lo idolatrado al venirme colosal y en grandes cantidades industrializadas de mucho polvo espeso blanco, en que dejo inflado como muy colgado el condón en que volteándose y mirándomelo exhortad sima Carlota, muy sudada pero feliz. Me hace el favor de quitármelo para limpiármelo, al meterse en el medio de las piernas para chupármelo como mamármelo para saborearlo y tragarlo lo ultimo del polvo que queda en mi canal urinario y mientras yo le mamo como beso hasta le lamo sus tetas que están en su punto de exquisitez culinaria, como gratinadas a pedir de boca a manos llenas en vivo a todo color aquél domingo que llegue sorpresivamente a visitarla en su casa y nos ligamos al terminar acostados en su cama, haciendo el merecido sexo que nos gusta sin mayor compromiso ni consecuencia y con la debida protección de esta manera reafirmando como fortaleciendo su relación más allá de ser colegas universitarios y los mejores amigos de este mundo…