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El reencuentro familiar se haría como todos los años. Los dos hermanos se reunirían con sus cuatro hijos adolescentes, salvo Jessica, la mayor de 23 años y única mujer.
Las hormonas de los chicos estaban haciendo su trabajo y el pasar tres días con su hermosa prima (de dos de ellos y la hermana de otro de los chicos), de cuerpo esbelto, ligeramente alta, piel ligeramente tostada con ojos grandes azules, grandes tetas y culo, sumado a que por el calor usaba un short ajustado y dos colas pequeñas en su cabello rubio. Uno de los chicos había viajado al Amazonas donde había conseguido una bebida afrodisiaca llamada Yombina.
Por la noche los chicos habían planeado verter somnífero en las bebidas de cada uno de sus padres, mientras que en la bebida de Jessica se aplicó Yombina. La noche era fresca y Jessica portaba un vestido ceñido Alrededor de 20 minutos los padres cayeron en un sueño profundo, mientras que a ella la habían drogado con una substancia que hacía que cada caricia se convirtiera en una descarga eléctrica.
Al final Jessica terminó siendo cogida en una orgia brutal. Algo sentía en su interior. El calor en la habitación parecía aumentar con cada segundo que pasaba, su piel se estaba poniendo muy, muy sensible, y hasta el roce de su vestido contra su cuerpo enviaba señales de placer a su cerebro…
Los chicos tomaron los costados de su vestido deslizándolo hacia abajo por sus piernas, después hicieron lo mismo con su bra y tanguita blanca. Muerta de pena, trató de cubrír su intimidad con las manos, aunque también vio con mucha impotencia que su cuerpo seguía acelerándose por la maldita pastilla: pezoncitos rosados muy firmes y paraditos, respiración ligeramente agitada, piel brillando con un poco de sudor…y la humedad en su entrepierna aumentaba por minutos.
—N-no, Dios mío, d-debo controlarme, esto es sólo por la pastilla, debo controlarme… -Pensó Jessica
Los chicos empezaron a acariciar todo su cuerpo. Jessica se mordía los labios con resignación y sin apenas resistencia.
Los muchachos se desnudaron, su hermano se la clavaba con la boca, mientras uno de sus primos le hacía una cubana y otro se la clavaba en la vagina. El latigazo de calor en el cuerpo de Jessica fue brutal. Su temperatura aumentó hasta casi volverse febril, su respiración se volvió un suave jadeo, y sus instintos sexuales comenzaron a ganar la batalla.
—N-no, Dios mío, no, no puedo sentirme así, ¡no puedo! –pensaba ella
Hicieron que Jessica se pusiera de pie y cada uno se posó tanto detrás como delante de ella. Uno de sus primos, comenzó a masajearle las tetas con morbo, mientras que otro comenzó a tocar su delicioso culo con su mano, apretándoselas y pellizcándolas a su antojo, mientras le decía.
—Las tienes muy ricas y carnosas, prima, te las voy chupar hasta que grites de placer.
Su hermano estaba ocupado con las tetas de su hermana y había comenzado a coger los pezones dándoles vueltitas, estos se pusieron totalmente duros y salidos, dándole toda la impresión de que estaba excitándose con sus juegos al mismo tiempo que de su coño había comenzado a soltar una cantidad de espesa baba.
Jessica se fue arrodillando lentamente frente a su hermano, hasta quedar con su imponente miembro casi en la cara, viendo fascinada que estaba completamente erecto y rebosante de venas, las cuales palpitaban poderosamente mientras su gruesa cabeza morada apuntaba justo hacia sus labios. Su vagina rezumaba de jugos por lo que a otro de sus primos no le costó nada clavársela. Jessica devoró su verga con voracidad, sintiendo como cada vena se deslizaba ásperamente por mis delicados labios, hasta que finalmente la gruesa cabeza pegó contra su garganta, su hermano la cogía de los cachitos para asegurarse que dejara de mamar. Mientras que con una de sus manos pajeaba de a su primo que le acariciaba y pellizcaba los pezones.
— "T-tómatelo, TODO." –dijo su hermano.
Su lengua nadaba en aquel mar de leche mientras su boca tragaba sin parar la semilla de su hermano, hasta que lo dejó seco. Gruesos hilos blancos colgando entre sus labios y la punta. Roja de vergüenza, usó sus dedos para limpiar sus labios, aunque sus pensamientos eran un caos.
—Dios, no, ¿Qué he hecho? Ay, no… ¿Qué he hecho?
El hambre sexual de Jessica era tan voraz que guiaba las manos de sus primos por su cuerpo, como si fuera una perra en celo.
Jessica guio la punta del miembro de su primo hacia su coño. Las caderas de su primo comenzaron a moverse hacia adelante para penetrarla, ensanchando sus labios vaginales. Se estaba volviendo loca de placer, ya que cada movimiento suyo restregaba sus pechos contra su cuerpo y electrizaba su piel clavando sus uñas en su espalda.
Los chicos se turnaron para disfrutar ese apretado coño rosado con vellos rubios. Jessica gritaba, retorciéndose en éxtasis debajo de su hermano, abriendo la boca a sus primos, en mil poses lujuriosas y sin poder controlarse.
Luego de tantas corridas, los agujeros de ella chorreaban semen y fluidos. Descansaron un rato y procedieron a lavar su cuerpo con paños. A la mañana siguiente, ninguno de los que fueron drogados recordaría lo que pasó.
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