~~Todo empezó un día caluroso en la playa. Estaba , como siempre, tomando el sol, tumbado en la arena. Sin que me diese cuenta, cerca de mi se encontraba una auténtica belleza. Pelo rojizo, un culo como nunca había visto, piel tostada por el sol. Llevaba un bikini pequeño, de los de tiras atadas a los lados de la cadera, que siempre me han resultado muy morbosos. Allí estaba, tumbada en la arena como yo, a unos metros de distancia.
Yo la había mirado un par de veces. En un momento sus ojos y los míos coincidieron y me esbozo una sonrisa pícara. Había pasado como una media hora de eso, cuando me di cuenta de que me miraba con mayor intensidad.
Suavemente se pasó la punta de su lengua por los labios, en un gesto que me pareció insinuante y muy lascivo. Contemplé como sus largos dedos se movían sensualmente a lo largo de su cuerpo, como si no se diese cuenta, pero con una clara intención, porque sabía que la estaba mirando. Me di cuenta de que mi polla respondía a sus insinuaciones. Creo que llegué a ponerme colorado, por si alguien de alrededor se daba cuenta de lo que pasaba. Pero no podía apartar mi mirada de ella, de los movimientos de sus dedos, de su mano que había llegado a la braguita del bikini.
Suavemente, como si estuviese acostumbrada, separó ligeramente la entrepierna y dejó ante mi vista el coño más bien formado que podía haber imaginado. Inclinada sobre uno de sus codos, pasó un dedo por su rajita y repitió la operación un par de veces. Luego, volvió a tapar su agujerito y se llevó el dedo a la boca, lo rechupeteó, como si quisiese paladear y disfrutar del sabor de su propio jugo. Yo ya no podía más, tenían una erección y estaba tumbado boca abajo en la arena, mirando y mirando. Me lanzó un beso desde sus labios grandes y carnosos. Y volvió a bajar la mano hasta el coño. Esta vez no apartó la braguita, pero se frotó con más intensidad. Sus caderas comenzaron a moverse hasta al mismo ritmo que su mano, y me miraba con unos ojos profundos y llenos de deseo. Creo que se corrió allí, sobre la arena, y yo no podía moverme porque mi polla estaba enorme. Cuando paró me volvió a mirar: sus ojos decían, ¿te ha gustado?
Yo no podía dar crédito, y tampoco podía mover mi posición boca abajo en la arena so pena de quedar en evidencia ante ella primero y ante el resto de la playa después. Ví cómo se empezaba a vestir para marcharse y yo seguí atónito sin poder apartar mis ojos de ese cuerpo que había gozado delante de mi. Cuando recogió su toalla, pasó delante de donde estaba yo y me susurró: ¿Te ha gustado?, pues ahora cáscate una buena paja recordándolo y mañana, más . Se fue, con mis ojos clavados en su culo. Cuando había bajado mi erección me fui al agua. Estaba fresquita, y pese a ello, sólo de recordar lo que había visto, se puso dura otra vez. No podía aguantar más, y empecé a meneármela allí en el agua, mirando al horizonte sin verlo porque solo tenía ante mis ojos aquella sonrisa sensual y aquel movimiento de coño. Me corrí como hacía tiempo y casi ni aun así me bajo la erección. Por la noche, en mi cama, pensaba en el momento de volver a la playa al día siguiente, y tuve que volver a masturbarme.
Por la mañana volví a la playa. Pero no estaba. Esperé casi dos horas, y apareció aún más radiante que el día anterior. Llevaba el mismo bikini, pero esta vez no se puso la parte de arriba. Eso me excitó. Antes de tumbarse en la arena, me insinuó un buenos días y yo le respondí con una sonrisa. Se acostó a tomar el sol boca arriba. Sus pezones erectos, su braguita apenas tapaba nada. Cada poco rato me miraba, creo que para comprobar que yo también la contemplaba. Y cada vez que me veía, movía su cuerpo insinuantemente, con la cintura arriba y abajo y pasaba sus brazos por encima de su cabeza, de la forma más sexy posible, lo que hacía que se moviesen sus tetas arriba y abajo. Tras lanzar una nueva mirada llena de intención, se dio la vuelta boca abajo y recogió su braga de tal forma que sólo quedaba tapada una mínima parte de la rajita de su culo. Entonces fue cuando empezó a mirarme y a lanzarme besos, a pasarse la lengua por los labios y me dijo muy bajito: Fóllame .
No podía más y me levanté para meterme en el agua y refrescarme. Lo conseguí un poco, pero cuando más distraído estaba noté una manos en mi espalda, que me recorrieron hasta mi culo y me bajaron el bañador. Al darme la vuelta ví que ella estaba pegada a mi, restregando sus tetas contra mi espalda mientras sus manos avanzaron hasta mi polla que estaba ya durísima.
La cogió y empezó a frotarla con sus manos mientas sus tetas seguían pegadas a mi y me susurraba al oído: Ahora si que te voy a follar yo, te voy a descapullar con mis labios . Metió su cabeza debajo del agua y noté cómo su boca caliente entraba en mi polla y empezaba a chuparla. Sentí escalofríos de gozo y noté cómo la dureza iba a más y a más. Emergió y su boca ase acopló a la mia mientras su lengua exploraba todo mi interior. Sus manos seguían en mi polla y me di cuenta de que se había apartado la braguita hacia un lado y me la introdujo en el coño. Empezó a moverse como una posesa, cada embestida de sus caderas me provocaba una auténtica explosión de placer. Se arqueaba adelante y atrás, haciendo juegos malabares con mi capullo, que pedía mas cada vez. Así hasta que me dijo que quería ver debajo del agua cómo me corría. Volvió a tomarla en sus manos y la frotó de tal forma que mi leche se derramó mientras ella sumergía de nuevo su cabeza para no perder detalle. En cuanto terminé salió del agua. Me voy , me dijo. Otro día te haré llegar al paraíso. Y se marchó sin que siquiera conociese su nombre. Pero mi polla había disfrutado y esperaba con ansiedad el próximo encuentro.