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Categoría: Maduras

Cadena de Favores-la piscina

Lo que nos paso el año pasado y que ahora trato de recordar, lo que nos motivo a hacerlo, está todavía confuso en nuestras mentes. Mi mujer (Mónica), y yo (Gabriel) hemos hablado mucho de ello y todavía nos cuesta explicar nuestra reacción.



Habíamos terminado de instalarnos y empezábamos a relacionarnos con vecinos, adquiriendo nuevos contactos, amigos y compromisos, dentro de un entorno muy diferente al que estábamos acostumbrados. Nuestros vecinos Luis, Carmen, Pedro y Ana fueron nuestra puerta de entrada a este mundo. Podéis ver cómo surgió nuestra "amistad", leyendo nuestra aventura previa (CADENA DE FAVORES-EL TRASLADO) donde nació una relación, especie de pacto de conveniencia, en la que las dos partes estábamos, de alguna manera no escrita, de acuerdo en lo que compartíamos.



A ellos les gustaba tenernos como amigos, quizá por nuestra frescura y forma de ver la vida o por nuestra ingenuidad dentro de un mundo, donde el dinero no era la única moneda de pago. Yo creo que para ellos resultaba divertido ver como descubríamos día a día los entresijos de un modo de vida, lleno de intereses y ambiciones donde en ocasiones nos sentíamos fichas de un juego que pretendíamos ganar.



Después del traslado familiar, el siguiente paso era encontrar un buen local para la tienda de Mónica, y quedarme en manos de nuestros "amigos" me daba un poco de pánico. Pero el destino quiso que el local que nos gusto, en una de las calles principales, con unas características inmejorables, perteneciera a la familia de Carmen. El sitio estaba bastante demandado y Carmen lo tenía apalabrado con alguien más. Por lo que fuimos a hablar con ella para tratar de convencerla y que el alquiler cayera de nuestro lado. Después de una larga conversación en la que intentamos disuadirla fue ella la que se mostro más directa que nuestros anteriores amigos y antes de ayudarnos nos marco el precio de su favor:



Tengo a mi sobrino en casa. Tiene 19 años y es el típico chico estudioso y responsable. Termino los exámenes y se ha venido a pasar unos días con nosotros. Creo que le gustas, pues me ha preguntado por ti varias veces. Y el otro día le pille con el aparatito entre las manos cuando fuiste a casa. Había pensado si no te importaría un día pasarte a tomar el sol por casa, lucir palmito y estar un rato con él. Le alegraras el día y tendrá un motivo para encerrarse solo en su habitación.



Pero, no pienso acostarme con tu sobrino. No sé por quien me tomas, lo del otro día (ver Cadena de favores-el traslado) era distinto, surgió y ya está.



No, mujer, que dices, si con lo soso que es, con solo verte en bikini, le da algo. Usa el truco de ponerte crema solar en la espalda y se quedara contento. Necesito que me eches una mano, quiero que el chico quede contento de su estancia aquí. Siempre le ha costado mucho venir y me gusta tenerlo en casa.



Bueno.



¿Quedamos el martes? De paso, vienes tú también y firmamos el contrato. ¿ok? Dijo Carmen dirigiéndose a mí.



Entonces no nos dimos cuenta pero los planes de Carmen no solo incluían esa ridícula proposición. Pero, en ese momento, a punto de firmar el contrato de alquiler del local, y, ante una petición tan simple como esa, no creímos conveniente decir que no.



Aquel martes llegamos sobre las doce de la mañana, la propia Carmen nos abrió la puerta, llevaba puesto un precioso bikini de leopardo en el que resaltaban sus redondos pechos siliconados, y un pareo que separaba su liso vientre, trabajado en el gimnasio, de sus largas piernas, muy morenas, era una chica un tanto artificial pero atractiva, muy atractiva.



Nos acompaño a la piscina, donde había una pequeña casa anexa donde nos cambiamos, Mónica salió con un diminuto bikini de color azul celeste que apenas tapaba sus pezones rematado con una braga tanga. El bikini merecía la pena, sus grandes masas pectorales luchaban por salir de él, que apenas podía mantenerlas dentro, sus nalgas engullían el tanga de tal forma que desde atrás parecía que no llevaba nada puesto. Yo, me puse un bañador elástico muy ajustado y me coloque una camiseta para no evidenciar demasiado el paquete.



Enseguida nos sentamos a la mesa y Carmen nos trajo unos refrescos, Mónica se tumbo en una hamaca y yo me quede revisando el contrato de alquiler. No tardo en aparecer el sobrino en traje de baño con una toalla.



Fran, ven aquí, te voy a presentar a unos amigos. Este es Gabriel, es ingeniero, como tú quieres ser. Y esta es Mónica, su mujer.



Sí, me he cruzado algunas veces con vosotros en el centro comercial. Me ha dicho mi tía qué vais a alquilar el local del abuelo.



Sí, eso hemos venido a hacer y de paso darnos un baño. Dije yo. Me ha dicho Carmen que estas estudiando en la universidad ¿en qué curso estás?



En primero, he terminado los exámenes y estoy pasando unos días de descanso con mis tíos, pero me volveré pronto a casa.



Gabriel, me pones crema, por favor. Dijo Mónica volviéndose de espaldas y desabrochándose el bikini para dejar libre su espalda.



Anda, Fran, pónsela tú que nosotros tenemos que ir a sacar copias del contrato al despacho. Dijo Carmen.



Si, pónsela bien, luego esta quejándose de que se quema, añadí yo; autorizando de esa manera a tocar a mi mujer.



Carmen y yo desaparecimos detrás de la puerta y fuimos a parar a una habitación con vistas a la piscina, donde divisábamos perfectamente los movimientos de Carmen y Fran.



¿Cómo has dicho que te llamas?



Fran



Usa el frasco rojo, y frótame la espalda. No pongas mucha, luego me queda la piel muy pringosa.



Fran tenía la pinta del típico empollón, de piel blanca, cara redonda, con granos, gafas, no muy alto y con unos andares bastante desgarbados.



El chico comenzó a frotar la espalda de Mónica suavemente, con extremo cuidado, sin poder apartar la vista de sus nalgas. Cuando hubo acabado, Mónica lo invito a que siguiera:



Continua más abajo, lo estás haciendo muy bien.



El chico continuo aplicando el fluido sobre los muslos, grandes y rollizos, hasta llegar a los pies.



Frótame un poco por el culete, lo tengo muy blanco y no quiero que se queme.



El muchacho se regodeo con los glúteos masajeándolos con fuerza, dedicando más tiempo del necesario, disfrutando de las masas de carne que el destino había puesto entre sus manos y le hacían incrementar el ritmo de su respiración.



Vale, ya está bien. Lo vas a marear.



Mónica se volvió con el brazo sobre sus tetas intentando ocultarlas, esto la hacía muy sexy, pues su prominente tamaño no las cubría al completo y mostraba gran parte de ellas, tan solo dejando cubiertos apenas sus pezones.



Pon un poco por la barriguita.



Inmediatamente, lo hizo, distribuyendo la crema por la barriga en círculos, intentando rozar con sus dedos en cada movimiento la parte baja de los pechos. Mónica se dio cuenta y no dijo nada y observó la gran erección bajo el bañador del chico. Se quito el brazo que cubría sus pechos dejando que estos cayeran, agarro las manos del jovencito y las puso encima de ellas. Él no se podía creer lo que le estaba pasando, puso una cara de sorpresa y empezó a tocarlas con ganas. Mónica metió la mano debajo de su tanga y comenzó a tocarse mientras con la otra acariciaba por encima del bañador, el pene erecto de Fran.



¿Te apetece chuparlas?



Sin decir ni si, ni no, se lanzo a ello. Tenía en su boca los pezones que habían sido el motivo de sus pajas desde que llego a casa de su tía y vio a mi mujer por primera vez. No podía dejar pasar la oportunidad que amablemente le estaban brindando; unas tetas enormes que magreaba con deseo mientras las lamia de una forma desordenada. Mónica le saco la polla, bien dura, como una roca y lo masturbo despacio acariciando su glande lubricado por el primer líquido seminal.



Ponla aquí, entre mis tetas.



Se sentó y agarrando sus pechos la metió en medio. Fran empezó a moverse. Frotando su polla con la energía de un adolescente, abriéndose paso entre las montañas como un duro estilete que llama a la puerta de un castillo. La crema existente en el canalillo hacia más fácil el movimiento y multiplicaba la expresión de placer de su cara.



Yo observaba todos los movimientos desde la casa, e inevitablemente me estaba poniendo cachondo, algo que debió notar Carmen que se acerco a mí y agarrándome por detrás el paquete, empezó a acariciármelo hasta sacar mi verga fuera del bañador.



Vaya instrumento, me lo pase muy bien la última vez que lo tuve dentro.



Todo puede repetirse.



Ella se quito el pareo y se desato la braga mientras yo con delicadeza le quite el nudo del bikini dejando al descubierto unos preciosos pechos con la redondez que da la silicona, morenos, de pezón oscuro y aunque no del tamaño de los que engullía el sobrino en ese momento, eran lo suficientemente grandes como para disfrutar jugando con ellos. Ella me recordaba mucho a la actriz Lucia Lapiedra.



Prácticamente sin calentamiento decidimos entrar a la acción, la agarre por el culo y la levante para que su rajita quedara en línea con mi polla que casi entro sin darme cuenta. Ella no pesaba mucho lo que me facilito dirigir los movimientos de entrada y salida.



Los dos gemíamos de placer, me encantaba ver su pecho bailar y que en cada envestida rozara mi cuerpo.



Ella paro e intento bajarse.



Rómpeme el culo como lo hiciste con Ana el otro día.



Ponte aquí. Le dije indicándole la ventana de forma que nos permitiera ver a mi mujer y al sobrino entretenidos con sus juegos.



Eso nos excito aun más. Se apoyo en el cristal y me presento su culo, escupí sobre su ano y le di un suave masaje, para después con poco preámbulo introducirle mi verga. Su culo era pequeño, pero al igual que todo su cuerpo muy moreno, su largas piernas permitían que mantuviera una cómoda posición de copula, de forma que podía dirigir mis movimientos



Mira se la va a follar. Dijo Carmen entre gemidos.



Pero no estaba en lo cierto, mi mujer no se había sacado el tanga, solo, se había levantado y se había apoyado en una de las farolas mostrándole el culo al sobrino. Las tetas ligeramente colgadas, al descubierto describían unas preciosas redondeces con los pezones mirando al frente.



¿Te gusta esta postura? ¿quieres ver las cosas desde detrás? Ponla entre mis muslos.



Decía Mónica mientras curvaba su cuerpo para hacer más evidente su culo.



Al ver ese redondo espectáculo, Fran se acerco y coloco su roja y erecta polla entre los hermosos muslos de ella.



Mónica no tiene unas piernas finas, (para haceros una idea su cuerpo es muy parecido al de la modelo polaca Aneta Buena) al comienzo de sus muslos en su entrepierna, tiene unas mollitas, que sobresalen y le rozan cuando anda, por eso nunca le gusta llevar faldas. Entre ellas fue a rozarse el miembro del joven. Al notar la fuerte verga allí colocada, ella comenzó a mover el culo para adelante y para atrás, mientras le agarraba con la mano el trozo de polla que le sobresalía por delante. Fran al llegar a esta posición le cogió las tetas que habían comenzado a botarle.



El chico no tardo en derramarse y la leche emergió como en una fuente.



Lo siento. Dijo el joven al ver a Mónica manchada con su leche en la entrepierna.



No te preocupes. Pero tienes que acabar lo que has empezado.



Mónica estaba caliente, se tumbo de nuevo en la hamaca, se bajo el tanga, dejando al aire su sexo abrió sus piernas, las doblo en forma de "V" e hizo que el chico pusiera la cabeza entre ellas y le comiera el coño mientras ella le acariciaba la cabeza. El muchacho tuvo que esforzarse hasta que Mónica encontró el orgasmo, pero con su voluntad y los consejos de ella pudo completar la acción.



Lo has hecho muy bien. Seguro que cuando tengas novia, ella estará contenta si le haces esto.



Mónica se levanto y se lanzo desnuda a la piscina y nado ante la impenetrable mirada de su joven amante que comenzó a masturbarse mirándola. Ella se sintió importante y continuó provocándolo, saliendo y entrando al agua, en cada movimiento que salía sus grandes tetas botaban y dejaban escurrir el agua. En una de sus salidas, se volvió y miro hacia donde estábamos nosotros, pudimos cruzar las miradas en el momento que yo sacaba mi polla después de vaciarme en culo de Carmen. Totalmente desnuda se acerco al chico que continuaba trabajando su herramienta, le aparto las manos y antes de metérsela en la boca le dijo:



Deja que te acabe, cariño. Vas a ver lo que es disfrutar.



Y comenzó a chupársela como una posesa, moviendo su cabeza arriba y abajo con rapidez, el muchacho no podía creérselo que una mujer estuviera entregada de esa manera a él (si alguna vez conoce todorelatos.com estoy seguro que contara su historia) No paso mucho tiempo cuando ella noto que el joven iba a correrse y aparto la cabeza para evitar tragarse el semen, pero continuó con la mano para verlo brotar como un surtidor. El sobrino suspiraba de alivio y ella terminaba de limpiarle la verga entre sus ya mencionados grandes melones.



En eso aparecimos nosotros, el chico corrió a esconderse a la casa próxima a la piscina y Mónica se volvió a zambullir en el agua.



¿Habéis terminado con el contrato? Dijo ella mientras salía del agua.



Si todo en orden. ¿y por aquí?



Sin problemas. Todos hemos quedado contentos.



¿Qué le has hecho al pobre chico?



Nada que tú no le hubieras hecho a mi marido.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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