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Estábamos a finales del año escolar, a fines de Noviembre cuando el calor ya arrecia gran parte del día, y con mi mejor compañera, amiga del alma e intima confidente, siempre hacíamos juegos y/o apuestas de tipo privado en que solo nosotras sabíamos de que se trataba y siempre nos andábamos riendo solas sin que los demás supieran de qué.
Para este año ya estábamos más grandes y con nuestra pubertad casi consumada, ya a un par de años de nuestra primera menstruación y con nuestra femineidad totalmente asumida. Habíamos partido por ir sin sostenes (sujetador) y fijarnos en la traslucidez de nuestros pezones en la tela de nuestras blusas escolares y a modo de broma nos poníamos la una frente a la otra rebotando sobre nuestros talones evidenciando la falta de soporte en nuestros juveniles senos, los rebotaban como gelatinas hasta que volvían a su posición natural o movíamos los hombros para adelante y para atrás causando un efecto en horizontal.
En esta ocasión se nos ocurrió la singular idea de ir sin calzones a la escuela, sin llevarlos en la mochila ni en los bolsillos la idea era pasar toda la jornada sin la prenda íntima inferior. Nos juntamos en la mañana cerciorándonos que la una y la otra cumplía con lo acordado procediendo a entrar a clases. No faltaba que nos sentábamos frente a frente y separando levemente las piernas por lo corto de nuestras falditas del uniforme, nos mostrábamos las partes íntimas rompiendo en carcajadas.
Obviamente lo hacíamos con el correspondiente cuidado para que ninguno de nuestros compañeros se enterara ni menos el profesor de turno, ese día durante la estadía en la escuela lo pasamos demasiado bien, haciéndonos distintos tipos de bromas, pero a la salida mi amiga me pidió que la acompañara a pasar a un ciber (Internet) porque tenía que hacer algo urgente.
Estuvimos ahí como diez minutos cada una en un PC distinto, cada cual en módulo privado, casi al terminar el tiempo me fue a buscar mi amiga y me dijo cierra ahí ven a ver una cosita, y abriendo una página de videos pinchó uno que al empezar a correr mostraba a una colegiala por detrás que iba llegando a unas escaleras para subirlas y al iniciar el ascenso la toma se pone desde un ángulo inferior enfocando por debajo de su faldita………………., era yo que se me veía todo el trasero y la entrepierna durante todo el trayecto peldaño a peldaño. Ella me había gravado con su celular sin que yo me diera cuenta.
¡Estúpida!, como se te ocurre (le dije) – (y ella me respondió) pero mira si ahí termina y en ningún momento se te ve el rostro, nadie puede saber que eres tú. – Y aunque a fin de cuentas tenía cierta razón igual se lo hice borrar de la web, sin saber y teniendo siempre la duda si es que alguien lo podría haber copiado o no. Yo le había sacado unas fotos con mi celular cuando se abría de piernas en frente mío, pero nunca se las mostré a nadie no pensé en hacerlo ni menos subirlo a la web como ella lo había hecho.
Teníamos un pacto de no pagarnos nunca con la misma moneda cuando alguna broma nos fuera muy molesta y quisiéramos desquitarnos. Así que mi mente de inmediato se puso a trabajar en aquella venganza, por lo que ella estaría a la defensiva en los próximos días, pero justo ese día teníamos que hacer un trabajo e íbamos rumbo a mi casa. Mis padres ambos trabajan y por las tardes quedo sola hasta que llegan ellos en la noche, y con mi amiga por lo general hacemos algunas locuras cuando nos toca estar en mi casa. Pero le conversaba normalmente de las anécdotas del día para no levantar sospechas del maquinamiento de mi pronta revancha.
Pensaba y pensaba en que podría hacer que estuviera relacionado con la ausencia de sus calzones en mi casa, y no se me venía nada a la mente hasta que recordé que nuestro perro tiene la extraña afición de robarse las toallas higiénicas del baño para comerles los restos de menstruación, también tiene el hábito de olfatearles la vagina o el trasero a cada mujer que sale al patio trasero, y por último les contaré que en una ocasión se robó unos calzones míos del tiesto de la ropa sucia y les comió toda la entrepierna que estaba manchada con flujos de mi vulva producto de una masturbación.
Ya tenía la base para mi desquite, pero no la forma de hacerlo…………., estábamos a pasos de mi casa y entre tanta conversa y carcajadas no podía idear un plan. Pensaba en amarrarla y acercarle al perro para que fuera a husmear a su entrepierna, pero tendría que engañarla para que se dejara atar, hacerlo por la fuerza sería algo muy violento y ella tiene más fuerza que yo. Entramos, pusimos a calentar la comida para el almuerzo, salí al patio con la excusa de darle su alimento y agua al perro, y como me seguía hablando salió junto conmigo al patio trasero donde está él, y al más pequeño descuido entré corriendo en la casa cerrándole la puerta con pestillo.
Pero que te pasa?, me pregunto, y yo le respondí desde el otro lado, “No me gustó mucho tu bromita amiga, así que ahora te vas a quedar ahí encerrada por lo menos un par de horas y sin almuerzo, mira que voy a salir a dar una vuelta a la plaza de la esquina y cuando vuelva veré si te dejo entrar”. Me estas bromeando? Con voz afligida consultó, y yo me quedé en silencio como si ya me hubiese ido. Empujó un par de veces la puerta para ver si estaba bien cerrada y se resignó a esperar.
Mientras yo la espiaba por una rendija, y antes que se volteara de estar de frente a la puerta, el perro le metió su nariz por el trasero, y al parecer estaba helada pues le hizo pegar un salto junto con un grito inalado ¡¡Hhhjiiiy!!, y lo espantó reprendiéndolo. Pero a cada rato que se descuidaba mientras miraba las plantas o daba vueltas por ahí intruseando una que otra cosa, el perro le volvía a meter su hocico bajo la faldita del uniforme de la escuela.
Ya en la quinta ocasión entró a desesperarse no sacándole los ojos de encima al animal, se sentó en un banquito que apoyó contra una muralla y sus manos cruzadas se las puso entre las piernas aplastándose la falda contra la entrepierna, con lo que él ya no pudo pillarla descuidada. Pero pasó el tiempo y parece que le estaba dando sueño el no hacer nada, pues sus ojos se caían en conjunto con su cabeza cada vez con más frecuencia, hasta que al cabo de una media hora se quedó dormida.
Obviamente el relajamiento le hizo caer los brazos a los costados y se le separaron las piernas dejando la faldita libre colgando levemente ondeada, lo que él aprovechó para ir sigilosamente levantando su prenda con el hocico y poniéndose a lamer suavemente, lo que pudo hacer más o menos durante medio minuto antes que se despertara y lo volviera espantar. Pero esta vez no se cubrió sino que ella misma siguió masajeando sus labios y clítoris, era obvio que antes no le había alcanzado a hacer nada, pues ahora parecía que a ella le había gustado, y cuando él fue nuevamente acercándose no lo espantó, dejándolo llegar hasta ahí mismo y ayudándolo separando sus labios para que pudiera lamer más profundo.
Se veía extasiada y muy concentrada en lo que estaba sintiendo, se notaba que estaba gozando tanto de aquello que me daba envidia. Él no se despegaba de su sexo y ella no paraba de retorcer su cuello, masajearse los senos y hasta se desabotonó la parte superior de su blusa para sacárselos del sostén y pellizcar sus pezones. Era una escena increíble, jamás pensé que pasaría eso, yo solo quería que él la hostigara hasta el cansancio y terminara llorando o con ataque de histeria.
Pero ella estaba gozando a concho de ese improvisado sexo oral, hasta un gran orgasmo la hizo sacudirse y mover su pelvis como si estuviera montando. Ambas éramos vírgenes y aunque algunas veces nos habíamos masturbado juntas nunca nos tocamos la una a la otra nuestras partes íntimas, ni nada de actos lésbicos. Era evidente lo exhausta que estaba, jamás la vi así después de una buena masturbada, y él apoyó el mentón en su boca del estómago poniendo sus patas delanteras a cada costado de ella en lo que sobraba del banquito para los lados, posición en que pude apreciar el pene de él que se asomaba un par de centímetros saliendo fuera de su funda.
Ella lo abrazó por el cuello en señal de agradecimiento y él pasó sus patas por detrás de su espalda, rodeándola y tomándola por la parte alta de sus nalgas, haciendo movimiento de coito y alertando a mi amiga de sus intenciones, tras lo cual ella miró por un costado cerciorándose que la cosa iba en serio. Se lo sacó de encima, – para tratar de arrancar pensé yo – pero giró el banquito poniéndolo atravesado bajo sus piernas y se recostó a lo largo dejando su trasero colgando de un extremo.
Ahora la escena más que increíble me parecía grotesca. Mi amiga con la mascota de mi casa a punto de hacer el amor o aparearse, realmente no se como decirlo. Él como intuyendo lo que tenía que hacer se le subió encima, pero sin poder agarrarla porque la tabla de la banca se lo impedía e incomodaba enormemente, bajándose reiteradamente y sin estar cerca de penetrarla, solo bombeaba en el aire apenas logrando desenfundar su cosa unos cuatro o cinco centímetros. Y la muy perra, se giró cayendo en cuatro patas al piso apoyada en sus codos y rodillas. Lo que mi can aprovecho para montarla en forma más cómoda y hacerla suya en cuestión de segundos.
Debo reconocer que lo de grotesca y muy perra, lo digo de pura envidia pues estaba claro y a la vista lo bien que lo estaba pasando, la expresión de su rostro y actitud corporal así lo demostraban. Él la penetraba frenética y violentamente, manteniéndola con la boca abierta y la respiración agitada, al pasar los segundos se apegaba más a su pelvis como queriendo atravesarla con su cosa que estaba totalmente perdida en ella, todo el pellejo que la cubría estaba arremangado al borde de sus testículos, sacando la cuenta desde la punta de su capullo hasta sus huevos, debe haber tenido unos 15 ó 17 centímetros de pene canino dentro, toda la extensión que se puedan imaginar en ese recorrido de el miembro de un perro mediano tendiendo a grande, se quedó quieto con sus patas traseras colgando a los costados de los muslos de mi amiga y fue ahí donde comenzaron los sollozos y gemidos de placer.
Pensé que mi perro lo estaba pasando bien, pero ella lo superaba, caía baba desde su boca estaba como en trance. No me di ni cuenta en que momento me empecé a masturbar, pero ya un par de mis dedos estaban entrando y saliendo de mi vagina. Era un espectáculo que no podía creer y quería ser partícipe de él, pero en el momento menos esperado él se bajó para un costado sin sacar su cosa de mi amiga, lo que la hizo abrir sus ojos y mirar para atrás, pasó una pata por sobre el trasero de ella quedando trasero con trasero.
Él se volvió a quedar tranquilo y ella convulsionaba su vientre, pensé que le había hecho daño al girarse tan inesperadamente, pero volvieron los sollozos de placer a su boca siendo interrumpidos con los ocasionales tirones que daba mi perro, entendiendo yo que al parecer eran molestos para mi amiga pero en pocos segundos retomaba su trance de placer, hasta que después de un rato en uno de aquellos jalones con un sonoro “SSSCHOAFFTSSS” se liberó la deformada herramienta de mi can desde la ahora ahuecada vagina de mi amiga.
Su pene tenía una tremenda protuberancia cerca de su base, la que nunca vi entrar, pero ahora mantenía arremangada la piel de su funda sin dejarla bajar, permitiéndole lamerse a sus anchas esa gran cosa roja, mientras a ella el tremendo orificio de su vulva se le contraía rítmicamente botando a borbotones el exceso de fluidos de su interior. Se puso en cuclillas así como orinando y apretándose el bajo vientre, con lo que al parecer logro botar casi todo el resto del semen de mi perro, pues cuando se puso de pie no se le veía escurrir nada por entre las piernas.
Me fui a masturbar un rato al baño y luego de unos 15 minutos volví a la puerta trasera metiendo bulla para que creyera que venía llegando, obviamente no sin antes pegar una ojeada por la misma rendija y viendo que nuevamente se estaba dejando lamer la vagina por mi perro, pero al escucharme lo espantó prontamente reprendiéndolo y no dejando que se le acercara, lo que el pobre animal no entendió para nada.
Le pregunté que como había estado, y la muy cínica me respondió que mal porque el desgraciado de mi perro no la había dejado tranquila tratando de olerle el trasero, que por estar ella sin calzones ya la tenía enferma de los nervios, que si hubiera tenido una pistola a mano lo habría matado. A lo que yo sabiendo que no era cierto, también cínicamente le respondí que ya estaba bueno y era suficiente el castigo, que ya no nos hiciéramos bromas tan pesadas pidiéndole disculpas si mi perro la había incomodado mucho.
Entramos a la casa e inmediato pasó al baño, luego salió sin hablar mucho y nos pusimos a hacer el trabajo para la escuela, terminándolo en menos del tiempo esperado tomo sus cosas y se despidió para marcharse a su casa, sin aceptarme que la acompañara hasta la mitad del camino.
Quedándome sola en casa y recordando las imágenes de aquel sexo animal presenciado, no pude evitar el salir al patio sin aún haberme puesto mi ropa interior. Es más, antes que mi perro se me acercase ya me estaba levantando mi faldita del colegio, dejándolo lamer a sus anchas y en pocos instantes bajándome a posición de perrita dejándolo que me hiciera suya al igual que mi amiga, constatando que ella realmente lo había pasado bien y viviendo a fondo en carne propia esa experiencia.
Al ya saber que iba a quedar abotonada, no me tomó por sorpresa y mi ansiedad de ser penetrada por él, me hizo gozar aún más realizándolo dos veces más hasta que por suerte el quedó exhausto, de lo contrario me habrían sorprendido mis padres que llegaron a los pocos minutos de haber terminado el último coito, pues alcancé a bañarme y justo cuando salí de la ducha a comer algo llegaron ellos.
Cada vez que quiero repito esas exquisitas cesiones de sexo animal, llegando a adquirir una elasticidad en mi vagina que me permite controlar el abotonamiento a voluntad, pudiendo gozar tranquilamente sabiendo que puedo interrumpir el acoplamiento en caso de emergencia. Hasta incluso lo hemos hecho en conjunto con mi amiga, pues terminamos confesándonos mutuamente nuestra desviación sexual, pero no muchas veces pues al compartirlo igual quedaba con ganas de más.
Mi amiga tiene un perrito faldero que duerme en su habitación y también lo hace cuando quiere con él, eso sí solo por las noches porque su madre no trabaja y esta todo el día en casa. Pero según ella es mejor así en su cama, pues por su altura le basta con metérselo entre las piernas estando acostada, de otra manera se le hace imposible que la penetre. Su pene es considerablemente más pequeño que el de mi perro, pero ella argumenta que así no le quedará su vagina agrandada y podrá hacer gozar al hombre de sus sueños cuando le llegue. Yo creo que lo dice de pura embustera, pues de pensarlo realmente de ese modo no pasaría pidiéndome prestado mi perro, con lo que casi siempre terminamos compartiéndolo juntas, pues no soporto el no ir a verla y termino excitándome, han sido pocas las veces que la he dejado estar a solas toda una tarde con mi amante. No me importa si la vagina me queda desbocada, con él no necesito más.
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