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"El paro y la necesidad me llevó a tomar decisiones drásticas en mi matrimonio.."
Hola a todos. Me gustaría contaros una historia ocurrida hace algunos años. Bueno, en realidad tampoco tantos. Hace alrededor de un par años, mi matrimonio sufrió un vuelco inesperado. Os diré que me llamo Marta, tengo 32 años y mi marido se llama Andrés y tiene dos más, 34. No diré que nos llevamos mal ni que discutimos pero hubo una fase durante aquellos meses que pudo haber acabado con nuestra relación.
Mi marido trabajaba de comercial por entonces y yo suplía durante largas temporadas a compañeras
en el hospital donde trabajé bastante tiempo. Él vendía coches y se le daba muy bien y yo de enfermera pues, la verdad, no me podía quejar. Obviaré la marca de vehículos pero ni que decir tiene que, como todas, comenzaron a realizar regulaciones de empleo, atrasos en los pagos y Andrés cada día que llegaba a casa, mencionaba algo sobre despidos referidos a compañeros suyos, de su concesionario o el de localidades vecinas. Hasta que le tocó a él. Yo, por mi parte, seguía trabajando de enfermera en el hospital. Creía que allí no faltaría nunca a quien sustituir pues siempre había compañeras embarazadas o de baja por cualquier motivo, sobretodo depresiones. Éstas me venían bien pues eran largas y garantizaban nuestra estabilidad. Pero, también llegó mi turno. Comenzaron a suplir los turnos entre las fijas y dieron puerta a las eventuales con tal de ahorrar sueldos y acabé con mis huesos en el paro.
Como todo al principio nos sirvió para estar juntos, salir más, divertirnos y debo reconocer que hasta lo pasaba en grande con Andrés. Estaba (y de hecho sigo estando) muy enamorada de él. Es un buen hombre, honrado, muy cuidadoso con las cosas que hacen referencia a mi y buen amante. Disfruto mucho en la cama con él. Fue mi primer hombre, no en lo referente a noviazgo pero sí en lo relativo al sexo. Toda esta nube y una hipoteca moderada, hacían que tuviéramos tiempo para nosotros y lo pasábamos genial.
Aún así, la situación empezó a ponerse muy cuesta arriba. Mi paro, al ser temporal, no duró mucho. Vendimos el coche pues no teníamos para viajar pero los gastos de la casa y su hipoteca se llevaban más de la mitad de su sueldo. Al no tener hijos ni cargas de otros tipos carecíamos de ayuda alguna y con el paso de las semanas nuestra relación (24 horas diarias) se tornaba cada día más difícil e irascible. Y empecé a pensar como acabar con aquella pesadilla..
Una noche, viendo la televisión, daban un programa de esos que visitan barrios y gentes de todo tipo y hacían especial mención al mundo de la prostitución. Andrés empezaba a dejarme en el sofá, se iba a dormir solo, dejó de tener interés por mi. No le culpaba y ambos estábamos bastante mal en casa. Esto hizo que empezase a sopesar la idea de prostituirme. Ofrecer sexo a cambio de dinero. Todo en mi cabeza encajaba. Veamos: Mi marido siempre decía lo buena que estaba y el magnífico culo que tengo; mis piernas bonitas y largas así como un escote generoso, siempre hicieron las delicias de compañeros de mi esposo que, ya fuese de visita o bien en cenas de su empresa (estuve con él un par de veces) no dejaban de repasarme literalmente. En otra ocasión, cenando en casa, un amigo suyo se levantó para ir al baño después de desnudarme con los ojos (muy obsceno) y pude apreciar un tremendo bulto en su entrepierna.. Por suerte, mi marido no apreció el detalle pero yo sí y debo reconocer que me halagó bastante y me excitó muchísimo..
Pues bien, ahora sólo faltaba la aprobación de mi consorte, labor que intuí harto complicada por saber como piensa. Hombre la verdad es que lo comprendo: No sé como piensan los demás pero contemplar a tu mujer sometida mientras ves como otro hombre se la beneficia no es plato de buen gusto alguien que quiera a su esposa. Pero debía intentarlo y puse manos (y boca) a la obra. Esa misma noche, mientras estábamos en la cama, me dediqué a jugar con su polla. La relamía, la sacaba y metía en mi boca, la masturbaba hasta que me pedía que parase, volvía a empezar sobre su glande y mi lengua subía y bajaba hasta lamer y chupar sus hinchados huevos.... Siempre me dijo que la mamaba muy bien y una de las veces que estuvo a punto de correrse le hice la pregunta de si pagaría por una mamada como la mía..Llevado por el trance contestó que sí.. Luego le solté que si, en alguna ocasión, se había imaginado a su mujer con otra polla en las manos haciendo lo mismo que hacía en ese momento con la suya..Volvió a contestar que sí, pero no dio tiempo a nada más y le ayudé con mi garganta a sacar toda su leche. Me llenó de semen la boca y me la tragué encantada, cosa que por cierto, me encanta hacer pues me gusta mucho el sabor de su semen y él se vuelve loco
mientras me mira.
No volvimos a hablar del tema pero un par de días más tarde me preguntó sobre mis preguntas de la otra noche. Sin tapujos le expuse el problema y lo que había pensado. No aceptó de ninguna manera. Me decía que no soportaría la idea de verme follada por otro hombre y de nada sirvieron las explicaciones que le hice ver sobre el mal momento que pasábamos económica y sentimentalmente hablando. Me dediqué entonces a verlas venir en la vida, no quedaba otro remedio que esperar a que la fortuna se acordase de nosotros en forma de llamada laboral. Poco a poco nos comíamos lo poco ahorrado que teníamos y empezábamos a vender cosas de la casa que no utilizábamos, así como algún cuadro o arcón que sin duda tenían un gran valor para nosotros pero por los que no podíamos pedir mucho. No estábamos en situación de exigir.
Un par de meses más tarde, me confesó una noche su desesperación por la situación que teníamos. Intenté quitar hierro al asunto empezando a acariciarlo y besar su pecho, sus labios, pero no obtenía respuesta. Bajé hasta su entrepierna con mi boca y no conseguí una erección por su parte y eso que llevábamos semanas sin sexo. Comprendí que estaba muy mal, nunca vi así a mi marido en todos los años que nos conocíamos y no dejaba de llorar y se avergonzaba de lo sucedido. Verlo así me dolió muchísimo e intenté, después de calmarlo, retomar la idea que le propuse meses atrás. Me miró con otros ojos, con pena. No hizo falta decir nada. Lo besé todo lo fuerte que pude y le dije que pasara lo que pasara con otros hombres, aquello sólo sería para nuestro bienestar y mejorar nuestra economía. Y lo mejor, nunca dejaría de amarlo.
De mutuo acuerdo, acondicionamos una de las habitaciones amplias de la casa con una cama y un austero mobiliario donde recibiría a los clientes. Él, por su parte, en una de sus condiciones, instaló cámaras de vigilancia camufladas para cuidar de mi en el caso de que la actitud del cliente no fuese la correcta e intentase algo raro pues él lo estaría viendo mientras esperaba en nuestro cuarto. Otra de sus condiciones fue la de elegir entre los dos a los futuros clientes: No estábamos dispuestos a dejar entrar a alguien con drogas o malos rollos en nuestra casa. Así pues sólo faltaba poner un anuncio por internet y esperar respuestas..
Una semana más tarde, una docena de peticiones esperaban respuesta. Deshojando la margarita, aceptamos comunicarnos con un señor serio, bien vestido y con 37 años con el que mantuve contacto vía e-mail. Nos mandamos un par de fotos y cerramos el precio. Yo no cabía en mi de nervios. Mi coño se alteró en el preciso instante que cerré la comunicación. ¿Qué le haría?, ¿cómo me follaría o en qué postura le gustaría hacerlo?, estaba hecha un mar de dudas.. Pensé abortar la decisión pero, nuestra situación y las carencias que teníamos hicieron que tirase hacia adelante. Pero no sabía lo que me esperaba y lo que el destino me preparó..
Llegó el primer día. Mi mejor lencería, una bata discreta y sensual y el bar preparado para ofrecer una copa esperaban a mi primer cliente. Andrés había dado su ok y se dirigió a nuestro dormitorio para vigilarlo todo. Sonó el timbre y fui hacia la puerta. No sabía que tipo me iba a encontrar, qué le gustaría hacerme o qué buscaría en mi para saciar sus ganas de sexo. Por cierto, era la primera vez que otra polla estaría en mis manos... ¿Cómo sería?, ¿más grande?, ¿me gustaría su sabor, su olor? O por el contrario, ¿me encontraría con una de aquellos penes microscópicos que apenas llegan a poder penetrar a una mujer?... Me moría de incertidumbre, de nervios y por qué no decirlo: De morbo pues aquella situación me estaba excitando sobre manera y un gran calor aguardaba bajo mis braguitas e iba mojando mi excitado coño.
Sonó el timbre y me dirigí hacia la puerta. Al abrir, mi corazón giró por completo 3 ó 4 veces dentro de mi pecho. Junto al contacto se presentó un amigo suyo y sin poder decir nada, los hice pasar al salón temiendo que Andrés, al ver la situación, saliese y se cargara la cita. Él observó mi cara de sorpresa y rápidamente accedió a darme una explicación. Se trataba de un amigo
que se vino con él a última hora y que vivía en nuestra ciudad desde hacía tres meses y que, al enterarse de sus planes para esa noche, le había pedido por favor acudir con él pues llevaba todo ese tiempo sin sexo. Ni que decir tiene que pagarían el doble de lo acordado pero que, en el caso de no acceder por mi parte, lo entenderían y volvería en solitario en otra ocasión.
¿Os imagináis mi cara?, no sólo iba a tener sexo por dinero sino que, además, mi primera experiencia sexual con alguien que no era mi marido sería realizar un trío... Mi coño palpitaba ahora sí, de nervios y excitación. Debo reconocer antes de que se me olvide que, la elección había sido todo un acierto. El primer cliente era un señor muy guapo y con una apariencia mejor aún que en foto y el amigo estaba tan bueno como el primer cliente con un morbo añadido para una mujer, pues se le notaba algo de raza negra en su piel, cabello y manos. Era guapísimo. Accedí de inmediato (pagaban el doble) y entonces asumí que mi marido había escuchado la cantidad y habría accedido de igual forma al no asomar ni decir nada..
Pasamos al bar y los invité a ponerse cómodos. Guardé sus chaquetas y su corbatas mientras se servían una copa. Volví esta vez con la bata un poquito “más” desabrochada, dejando ver mis piernas al caminar y como se marcaban mis pezones bajo la delicada tela. Mi cliente abrió los ojos un poco más y de seguida se acercó, rodeó mi cintura con su brazo derecho y estampó su boca en la mía llevando su lengua hasta mi garganta. El morreo duró pues no soltaba mis labios y yo parecía un coala agarrada a su cuello. El calor de mi coño aumentaba. Bajó su mano hasta mi culo y apretó contra su entrepierna notando su polla contra mi pubis cada vez más dura y que debía tener un tamaño importante. Su amigo soltó el vaso y se dirigió hacia mi y empezó a besar mi cuello, mis hombros y mi espalda de una forma suave y delicada. En uno de los vaivenes, mi culo fue hacia atrás y rocé (con toda la intención) la entrepierna del amigo mulato y llegué a la conclusión de que entre lo mojada que yo estaba y, a poco que follaran bien, me iba a llevar la mejor noche de sexo de toda mi vida. Y cobrando..
Apuraron sus copas y mi cliente pidió pasar a otro lugar más cómodo, y así lo hicimos. Pasamos a la habitación y me saqué la bata, quedando mi cuerpo protegido por un tanga muy ligero y unos zapatos de tacón, algo elevado, para dar más realce a mis piernas. Por otro lado, ambos fueron desnudándose y se quedaron con la ropa interior exclusivamente. Aquellos bultos empezaban a preocuparme y me tenían mojada perdida. Se vinieron los dos a por mi y empezaron a manosear mi cuerpo, tocando hasta el último rincón de mi piel, besaban mis pechos, mis pezones, mordían suavemente mis muslos, mis nalgas... Me separaron las piernas y mi cliente metió su cabeza entre mis piernas desde el suelo, haciéndome sentir toda mi raja llena de lengua, arriba y abajo, la metía dentro de mi vagina, hasta el ruido de su boca contra mis jugos llegaba a mis oídos, cosa que me ponía aún más caliente pues, además, el amigo me sujetaba la espalda y pellizcaba mis pezones con su dedos. Yo no sabía ya como respirar, como jadear, me estaban matando de placer, mi boca sólo articulaba gemidos y una maliciosa sonrisa afloraba en los labios de ambos hombres. Dándose cuenta de lo poco “puta” que yo era, insistieron en su caricias y me sacaron un par de orgasmos en los que recuerdo pedir entre gritos que no parasen, que quería más... Y sólo me estaban acariciando, aún no me estaban follando como posesos!!
No tardaron. Se despojaron de su ropa interior y uno se tumbó en la cama (el amigo negro) dejando ante mi una polla preciosa, grande y gruesa, con un capullo realmente marcado por estar operado (fimosis) y me hizo el gesto de que se la mamase. Me metí entre sus piernas y comencé a tragar lo que podía, acariciando arriba y abajo su polla, dejando saliva para resbalar mejor mis manos sobre ella...Las manos del otro no paraban y levantó mi culo hacia arriba, dejando expuesto todo mi coño a lo que dispusiera hacer con mi culo y piernas completamente abiertas a sus deseos. Noté su lengua nuevamente realizar virguerías dentro de mi dilatado coño mientras subía y bajaba mi cabeza a lo largo de aquella polla que me daba tanto placer en mi boca. Sabía muy bien y estaba deliciosa, con un ligero toque salado de su semen que subía goteando a mi boca. El cliente repasó su verga alrededor de mi coño e inspiré mientras notaba como entraba su caliente y dura polla dentro de mi. Un pequeño grito hizo que agarrase mi culo y comenzase a bombear de forma rítmica y cadenciosa, yo me estaba volviendo loca, no paraba de gemir, de agarrar la polla que tenía delante, de lamer su capullo... Me metió la polla en la boca al iniciar el otro una follada más dura, más salvaje, notaba como golpeaba el interior de mi coño con sus embestidas que ahora sí, buscaban romperme en dos. Me ahogaba en orgasmos que se continuaban mientras era follada sin cesar mientras el amigo tenía mi cabeza levemente “obligada” hacia abajo, no quería soltar mi boca y un par de empujones de su culo anunciaron su inminente corrida. Su mano impidió subir mi cara, mi cuerpo estaba ensartado por mi coño y agarrado por mi cintura y empecé a notar mi boca llenarse de esperma que tragué con mucho placer.
Lo del tiempo sin sexo era cierto y su corrida fue espectacular pero había un problema: No dejó de estar a tope. Seguía empalmado mientras yo exprimía hasta la última gota entre mis labios cuando empecé a notar la corrida del cliente en mi coño por detrás. Esperó que acabara el amigo y me subió sobre su pelvis, clavándome su polla hasta los cojones empapados de saliva y esperma. Me empecé a mover sobre aquella polla maravillosa y ahora estaba llena, felizmente llena de carne y más me llené cuando el cliente se adelantó y me puso su verga delante de mi cara y volví a mamar mientras me follaban, para que limpiase su polla. Sabía dulce y deliciosa, mis jugos eran muy dulces y combinados con el sabor de su semen hacían una combinación grata al paladar. Yo, saltaba sobre aquel pollón que ahora sí me deseaba como nunca y entre gemidos, me volvía a correr como una loca, pidiendo más fuerte... Se fue hacia atrás y empezó a poner líquido sobre mi ano. Un inciso. He practicado el sexo anal con mi marido, pero aquella situación era distinta pues las pollas que pretendían entrar en mi culo eran bastante más grandes que la de mi esposo. No me quedó más remedio que aceptar y callarme. Lo único que pedí fue que lo hicieran despacio. Y lo hizo. Cuando quise darme cuenta, estaba sentada sobre un par de pollas que me tenían martirizada. Con una cadencia estupenda noté entrar y salir de cuerpo aquel par de vergas y me corrí otra vez, para después notar una nueva corrida en mi culo y por último lugar, como se llenaba de semen caliente mi coño..
Me liberaron, me besaron entre los dos, me sentía una mujer harta de placer, me dolía la boca de mamar y mis piernas temblaban de placer, mi coño no dejaba de manar flujo y esperma (sus corridas habían sido de campeonato), mis pechos eran besados y pellizcados por sus labios. El cliente me pidió que lo masturbara y lo hice con sumo placer, se puso de pié y acaricié su polla con mi boca, dejando que entrase hasta mi garganta. Esta vez era yo la que quería comer verga y no le di tiempo para respirar hasta que soltó todo su dolor en mi boca, tragando toda su leche...
Se fueron y dejaron una propina adicional “por las molestias”. Yo adiviné que fue más bien “por los placeres” que les proporcioné. Mi marido salió nada más quedarnos solos. No lo miré, tan sólo fui al baño a ducharme y quedarme presentable. No abrió la boca después de aquella noche y de todas las que vinieron. Aprendí que hay amor y sexo indistintamente. Quiero a mi marido pero disfruto cuando me follan como aquel primer día. Es distinto. Sin hacerlo muy asiduamente, entra más dinero en casa. Él encontró trabajo como vendedor y nuestra vida y convivencia han mejorado mucho. Asumimos nuestra vida y nos queremos. Es todo y ya me diréis si os ha gustado. Besos
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