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~Hola gente de Todo Relatos, qué tal, cómo están??? Espero que muy bien. Desde Argentina, y más precisamente Mar del Plata les saluda un habitual visitante de la página.
Hace mucho tiempo que no escribía nada, y por eso ahora me encuentro frente a la compu para narrar alguna entretenida historia.
La historia que les voy a contar bien podría ir en la sección Masturbación, pero me decidí a que fuera en Sexo telefónico. Creo que es lo más acertado.
Por acá por Argentina hay unas líneas de teléfono en las que se puede charlar con gente de diferentes lugares. Habitualmente entro en busca de un poco de SEXO ya que soy bastante caliente. De hecho, mi rutina diaria es de dos masturbaciones diarias. Una por la mañana al despertarme, las mujeres con experiencia sabrán que los hombres por la mañana estamos muy encendidos; y otra por la noche antes de dormirme.
Una de esas noches que andaba por esa línea me encontré con una de las mujeres más calientes de la línea que jamas había conocido. Ella se llama Beatriz y es de La Plata (un problema porque estamos un poco lejos). La primera vez que charlamos hablamos de muchas cosas, pero lentamente fui derivando la conversación hacía el terreno sexual. Ella, mucho más grande que yo comenzó a contarme algunas de sus experiencias.
Recuerdo como la más excitante la vez en la que me contó que había estado con un hombre que la había atado a su cama. La ató de pies y manos a las esquinas de la cama. Y ahí, cuando la tuvo inmovilizada comenzó a recorrer su cuerpo con besos, lengüetazos y chupones. Ya una vez que Beatriz estuvo bien caliente y mojada se dirigió hacia su vagina y ano.
Ella lo contaba casi como si estuviera reviviendo esa situación. El hombre que estaba con ella comenzó a chuparle su húmeda vagina al tiempo que sus inquietos dedos jugaban entre su vagina y ano. Cuando logró lubricar bien la zona con los mismos jugos de Beatriz se dispuso a introducirle sus dedos en la vagina. No se olviden que ella estaba atada, por lo tanto estaba a merced de lo que el hombre hubiese querido hacer con ella.
Los masajes iban de la vagina chorreante de jugos a su enjugado ano con esas mismas esencias. A todo esto yo estaba ya totalmente desnudo escuchando su relato y masturbándome cuasi desesperadamente. Cuando éste hombre encontró oportuno fue introduciendo un dedo tras otro en la vagina de mi caliente Beatriz. Al cabo de momento Beatriz ya tenía una mano completamente enterrada en su sexo. Y no me lo van a creer, pero ella lo disfrutaba prácticamente extasiada.
Se imaginan ese situación??? Pues a mi me hubiera encantado ser ese hombre. Obviamente ella mientras me contaba eso ya sabía que yo estaba al palo masturbándome desenfrenadamente.
El caso es que, aunque yo ya imaginaba que no podía sorprenderme más, Beatriz me cuenta que lo siguiente fue que con la misma mano que la habían penetrado vaginalmente, ahora esa misma mano la iba a penetrar analmente. De loco, yo ya estaba que no podía creer lo que esta madura mujer me decía.
Y es que luego de sacar la mano de su dilatadísima vagina, Beatriz levantó sus caderas al pedido de su amante para que la penetrara la mano de aquel, pero esta vez por el ano.
Ante semejante declaración mi pregunta fue: tanto podés dilatar tu ano como para que te entre una mano??? Y ella respondió que si como si tal cosa.
Lo anecdótico del caso fue que mientras ella contaba esa excitante y extrema historia de sexo ambos nos habíamos estado masturbando. Con lo cual, al cabo de un rato de ella contar eso, y yo escuchar, los dos empezamos a gemir profundamente. Indudablemente ambos, cada uno en su lugar, estabamos por acabar.
Ella comenzó a dar fuertes gemidos al tiempo que chupaba el tubo del teléfono, mientras que yo con una mano en el teléfono, y la otra en mi pene comencé a sentir como el semen empezaba a fluir desde lo más profundo de mi ser hasta que alcanzaba la punta de mi glande por donde escapaba a borbotones.
Luego de unos dos minutos de gemidos y obscenas palabras terminamos lo que habíamos comenzado. Ella desnuda en su cama me contaba que sus sábanas eran un enchastre de sus mismos jugos, jugos que hubiese matado por degustar, mientras que yo en la mía tenía una río de leche que se escurría por mi abdomen hacía mi pecho.
Con el tiempo no encontramos más seguido en la línea. Y luego de conocernos bien, en una ocasión me contó cómo le gustaría hacerme al amor a mi. En fin… una experiencia increíble. Pero eso será tema de otro relato que pronto podrán leer.
Comentarios, sugerencias u opiniones pueden escribir a mi dirección de mail. Saludos y hasta pronto.
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