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Baraja de Prendas con Angélica

No sé en qué momento el deseo se comenzó a apoderar de mí, lo único que sé es que no había día en que no me masturbara imaginado que la hacía mía, su nombre es Angélica Castro, una mujer de piel morena, con el cabello café, pero cubierto por un tinte pelirrojo, apenas pasa de los treinta y dos hijos entrando en la adolescencia, aun así, su cuerpo sigue siendo inspiración de lascivias y perversidades en la intimidad. No hay nada más delicioso que su culo, sus piernas y sus pequeños, pero ricos senos.
Todo comenzó cuando logré graduarme de la universidad, el dinero que ganaba en mi primer trabajo como becario de producciones audiovisuales me permitió independizarme de mis papás, así que comencé a rentar una casa en un fraccionamiento. La mayoría de los que allí viven son familias “funcionales” cierto modo, papá, mamá e hijos, yo, era de los únicos tres solteros de la calle, y para variar el más joven.
El día que conocí a Angélica fue en una fiesta de cumpleaños de uno de los hijos de mis vecinos, esa ocasión ella llevaba pesto u pantalón de mezclilla ajustado que dejaba resaltado sus piernas y los perfecta que son sus nalgas, eso sin mencionar los tacones que la hacían ver más sensual, esa vez recuerdo que después de la fiesta llegué a mi casa y no salí del baño como en una hora.
Con el paso del tiempo comencé a relacionarme más con mis vecinos, entre ellos Angélica. La noche que todo pasó, recuerdo que regresaba del trabajo y ya era casi las diez, esa ocasión se supone que iría con mis amigos a echar tragos, pero todo se canceló, así que regresé a mi casa con una botella que creí se quedaría guardada en el estante de mi cocina.
El llegar a mi casa encontré a mi vecina afuera, estaba sola, yo, como buen veino y educado mucho, la saludé:
-Buenas noches
-Hola ¿apenas del trabajo?
-Si
Comenzamos a platicar afuera de nuestras casas, de una a otra, le pregunté si estaba sola, a lo cual me explicó que sus hijo iban a quedarse con su abuela, y que al igual que yo, iba a salir con unas amigas pero al final le quedaron, yo, con el deseo de tomar y encontrar una posibilidad de coger con ella, la invite echar tragos a mi casa a lo cual respondió que sí.
Puse botana y las bebidas, comenzamos platicando de como quedamos viviendo en ese fraccionamiento, después de unos momentos, el alcohol comenzaba a hacernos efecto, yo guiado por el tequila en mi cuerpo, propuse jugar bajara de prenda, lo cual creí que sería un mala idea, pero Angélica aplico sin problemas, comenzamos a jugar, la primer ronda la gané yo. Mi vecina solo se quitó el listón que sujetaba su cabello sosteniendo que eso era un prenda y que si o que quería era verla desnuda eso iba a tardar un poco más.
Escucharla decir eso me prendió, sentí como mi palo comenzaba a levantarse bajo mi ropa de tan solo imaginar que ella se idealizaba lo que quería lograr con ella esa noche, la segunda ronda la volví a ganar yo, a lo cual Angélica se quitó los tenis, en la tercera partida la victoria fue mía de nuevo, y se quitó solo un calcetín. Para cuarta ella me quito el lujo de estar invicto, así que al igual que ella solo me quite los tenis.
La suerte volvió para mí, y le dijo adiós al otro calcetín, ahora solo quedaban las prendas fuertes, sim embargo, la partida que continuaba la ganaba ella, yo intentando quedar desnudo frente a ella o ella hacia mí lo más rápido, me despojé de los calcetines. A esto le sumábamos que cada vez que uno perdía no solo se quitaba una prenda, sino también que de daba un shot de tequila puro, para ese punto mi vecina estaba más entonada que yo.
Para no hacerla larga, gane tres paridas continuas más, en las cuales Angelica se quitó el suéter que llevaba, su blusa y los jeans, esa noche los dioses del sexo estaban de mi lado, cuando logré dejarla n pura lencería, mi pene estaba completamente erecto y podía dejar de verla con morbo.
-¿Te gusto?- dijo ella
No dije nada, solo barajee de nuevo las cartas y procure que fuera yo el que quedara desnudo o por lo menos en ropa interior. Me deje perder las tres partidas siguientes, así me deshice de mi sudadera, pantalón y camisa, al igual que mi vecina quedando en puros paños menores.
-¿Qué es eso de allí?- dijo mi vecina al ver el bulto que había bajo mi bóxer- ¿Te estoy excitando?
-Eres todo un culo.- Respondí.- La pregunta es quién no se excitaría contigo
Realmente es un culo, sin embargo, esa pancita que salía de más arruinaba un poco la vista, pero quienes somos para quejarnos de lo que uno se come. Continuamos con el juego, ella fue la primera en quedar desnuda, primero se quitó el brasear, mientras lo hacía, masajeaba mi verga por debajo de la mesa, ella sabiendo lo que pensaba constantemente se sobaba los senos durante el juego, en la segunda ronda le dije adiós a esas pantis con encaje de color azul, y finalmente deje perder mi juego para quedar desnudo frente a ella, una vez uno delante del otro nos mirarnos por unos momentos, yo le propuse tragos de ombligo a lo cual de nuevo volvió a decir que sí, se recostó n mi sillón, le coloque un limón en la boca y en su abdomen lo cubrí con algo de sal, tomé el limón con mis labios y rosé los suyos, deslice mi lengua por su abdomen, y al final, el lugar de beber el tequila, me seguí de filo a su sexo comencé a degustarlo con mi lengua.
Ella decía que eso estaba mal, sim embargo, sus gemidos de placer y sus espasmos sobre el sofá me decían que le gustaba, me clave es su entrepierna y ella envolvió mi nuca con sus piernas haciendo que mi rostro se restregara contra su vagina, después de un rato de proporcionarle sexo oral, coloque mi pene en sus labios vaginales y comencé a tallarlo contra ellos, mientras lo hacía, angélica entre gemidos, decía:
-Si ya sabía que querías esto verdad cabroncito, desde la otra vez vi como me mirabas el culo, métemela ya, te quiero dentro de mí!!
No esperé más y comencé a penetrarla, iba con tras ella una y otra vez, tome lugar en el sillón y deje que ahora ella se dejara caer sobre mi palo, lo cual a la verdad se sentía muy bien, veía rebotar sus nalgas en mi miembro, lo cual era una imagen que siempre había querido ver hecha realidad, la sujetaba de la cintura en señal de que no se detuviera, ya que para mí, eso era de los placentero. Después de unos momentos, se giró para quedar frente a mí y continuo montándome un rato, la besaba de cuando en cuando y lamia sus pezones o los masajeaba con mis manos.
Tras un rato de montadas, se puso en cuatro, no espere nada para dejarme ir contra ella, veía como la embestía y eso me excitaba, no siendo suficiente para mí, la nalgueaba solo por el morbo de ver como sus nalgas se movían aún más, saque mi miembro cuando sentí que estaba a punto de venirme y deje que todo cayera sobre esas algas que siempre me habían inspirado a mastúrbame, al terminar, me dejé car en el sillón y solo vi como Angélica se metía mi pito en la boca para limpiar lo que quedaba de semen, duro así unos minutos y después se incorporó conmigo en el sofá.
-No creas que hay algo entre nosotros- Dijo.- Es solo sexo, vale.
-Por mí no hay problema. Contesté.
Permanecimos un rato sentado en el sofá desnudos, ella me masturba y yo intentaba hacer lo mismo, pero el placer que sus manos me provocaba apenas y dejaba que pudiera concentrarme, me vine por segunda ocasión, con ello Angélica me beso cachondamente, se vistió y se regresó a su casa.

Datos del Relato
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