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Mi compañera de trabajo me había dicho que ya no quería continuar con nuestra aventura, eso me había descolocado completamente, colocándome en un estado taciturno, ¿debía hablarle? Hasta donde tenía entendido solo éramos amantes y que ella ya no quisiera continuar con nuestra aventura estaba normal, pero su perfume aun me había sentir en las nubes, su piel aun reaccionaba a la mía y por sobre todo, aun se notaba que quería besarme.
-¿Puedes acompañarme a la sala del archivo? -Le pregunté mientras llevaba una pesada carga de libros de contabilidad obsoletos de hace una década, que nunca fueron utilizados y que solo estorbaban, ella inmediatamente entendió que solo era un escusa y suspiro.
-Claro, no hay problema. -Dijo con una mueca de poco ánimo, pero decidida a continuar con lo que fuera que me proponía.
Una vez dentro dejé los libros a un lado y le pregunté porqué había terminado lo nuestro, que entendía que ambos teníamos pareja, pero que aun así, porqué había tenido que terminarlo tan de golpe.
-Ya lo has dicho, estoy casada y tengo una hija que ya tiene la edad legal para ser tu novia. -Dijo ella mientras se cruzaba de brazos, o tal vez, se consolaba.
-¿Y eso que tiene que ver? Quiero estar contigo, no con tu hija. -Dije con una voz muy calmada.
-Tiene que ver todo Cesar ¡Todo! Es verdad tú también me gustas, pero lo que hacemos está mal y es hora de terminarlo -dijo mientras se dirigía a la puerta.
La tome del brazo y la atraje hacia mi.
-Aún no hemos terminado -y busqué su boca y ella correspondió, sus manos me alejaban pero su lengua se aferraba a la mía.
-No te dejaré ir -dije mientras le desabotonaba el pantalón e introducía mi mano en su ropa interior que ya estaba húmeda.
Su lengua buscaba la mía, sus manos mi espalda. Tire los libros a un lado y la subí a la mesa, le quite el pantalón y fui directamente a lamer su intimidad, ella solo se mordió la boca para no gemir alto y su mano apretando mi cabello me empujaba contra su vagina. Jugaba con su botón, chupaba, lamia, rozaba, ella se controlaba y pedía más en susurro a la vez que se apretaba los senos bajo su blusa.
La tomé del cabello y la besé, en este punto ya no le importaba si tenía sus jugos en mi boca, me sacó la polla a tirones y después de darle una rápida lamida la coloco en la entrada de su vagina.
-Mierda, no traje condones -ella me miró con odio y antes de decir algo movió su cadera y se metió mi pene lentamente, era una sensación tan... agradable, se notaba que tenía tiempo sin tener sexo, ya que estaba muy apretada.
-Esto está mal -volvió a decir y recobro el sentido por un segundo, yo me le quede viendo con mi pene latiendo dentro de ella, son moverme, sin decir nada. Quería que ella escogiera esto, quería que me escogiera a mi.
Me abrazó y movió sus caderas lentamente, esa fue la señal que esperaba, empecé a mover mi cintura, lenta y progresivamente hasta que ya la podía meter toda dentro mordió mi hombro, ya no me importaba si mi pareja me descubría o como disimularía la mordida, en mi mente solo estaba ella, empecé a moverme más rápido, la tomé de las piernas y se las junte, para torturarla un poco, tenía todo mi pene empapado, por sus jugos.
-Más rápido, más rápido, quiero correrme en ti -me empecé a mover rápido, muy rápido y ella se corrió con un gemido poco disimulado e intenso.
-Maldita sea Cesar, Maldito, maldito niño que arruina mi vida con sus juegos -dijo entre lágrimas y me besó.
Fue un beso largo e intenso, mi pene latió dentro de ella y noté como su energía cambió a una calentura al 100% de nuevo.
-Me ensuciaste, no podré colocarme las bragas así.
Se colocó en cuclillas y me pidió que le limpiará todo el desastre que había quedado, lamí esas nalgas con pasión y posterior a eso, ella me fue empujando con su trasero hasta el piso y comenzó a chupármela mientras yo la lamia a ella, hasta que me corrí, empujó todas sus nalgas en mi cara y sentí como sorbía hasta la última gota de semen.
-Maldito niño -me abrazó- Maldito hombre -suspiró.
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