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Aventuras de sexo y accion

~~Este frío sudor me esta matando. Tengo que llegar de una puñetera vez a casa de McFlee o me va a dar algo. Creo que no controlo del todo estos malditos sentidos míos. La ultima raya de cielo azul debía estar adulterada por ese maldito cabron de Frank.
 Como me haya metido una mierda mala lo pienso matar.
 Intento pensar en otras cosas. De camino, reflexiono sobre todas las estupideces que le oído a mi querido padre esta mañana. Sin duda, hoy ha rizado el rizo dándonos una conferencia sobre lo difícil que es realizar un buen trabajo y, lo poco que lo valoran.
 El pobre bastardo, aun cree que podrá llegar a ser subdirector del negociado en el que trabaja. A veces me dan ganas de vomitar solo de verlo venir como un gilipollas sudoroso a casa, con la cara de un lameculos triunfador.
 Pero, si mi engendrador es lamentable, mi madre es aun más patética. Renuncio a la universidad para estar al lado de mi padre, para tenerme a mí y a mi hermano y para darnos un futuro y una estabilidad familiar Ya te digo, Imbécil total.
 Y más ahora, que se ha dado cuenta, de que ni familia feliz, ni matrimonio feliz, ni existencia feliz. Solo mierda feliz.
 Joder, como me duele la garganta, las orejas, las putas narices.
 A ver, llevo metiéndome como. unos dos años. Siempre he tenido la suficiente agilidad mental para no caer presas de maricones estafadores y vendedores de mierda mortal. Y en la puta fiesta de ayer, cuando me he quedado sin material con el que invitar a Susan, la cual sea dicho de paso, se esnifaría mierda de burro si le dijesen que es buena para las tetas, el hijo de puta de Frank me pasa algo pinchado, como un articulo de primera calidad.
 Fíjate, ni a follar pude llegar. Cuándo esa zorra me la estaba chupando, me vino a la boca toda un mezcla de pizza, canelones y cerveza y. . ¿Os hacéis una puta idea? Basta. Ya queda poco para llegar. Solo unas pocas manzanas y estaré allí. McFlee tiene todos los putos antídotos, todas las pócimas y los remedios que solo un alquimista del siglo 21 atesora a su disposición.
 Cinco minutos y me echare en su mullido sillón de color oxido, me tomare una de sus pastillas y echare a volar hacia el mundo de color rosa.
 PONG, PONG,PONG. Golpeo su puerta con énfasis. Es una llamada secreta que se ha inventado el McFlee para saber que uno de sus clientes esta al otro lado, y no la puta pasma.
 Y es que no es un simple golpear a una puerta o llamar con timidez. No, amigos; tengo que dotar a ese sonido de una musicalidad peculiar para que el gilipollas que esta al otro lado no me reciba con una recortada que esconde en el armario y esparza mis entrañas por todo el pasillo.
 Genial.
 Tras unos minutos, se oye unos apresurados pasos, y el correr de unos cerrojos precede a la apertura de la Bendita, Maravillosa, Magnifica PUERTA.
 Anthony, muchacho. ya lo sé. lo sé. es un puto maricon.
 El dueño de esa afeminada voz, tiene una estampa solo apta para tirados y drogatas de ultima generación. Como él menda.
 Hoy se ha puesto una abigarrada mezcla de colores que solo hacen que mi nublada mirada se convierta en una nebulosa roja, y potencie mis ansias destructoras.
 El hijoputa tiene 35 tacos. Lo sé con exactitud porque me enseño su cartera y su fecha de nacimiento, ya que a mí me parecía que era mayor.
 Total, unos setenta mas o menos.
 Pero que va, este genial pastillologo, con unos tremendos conocimientos de heroína, cocaína, speed, niebla de gusano, cielo azul y demás nomenclatura droguera, es tan solo 12 años mayor que yo.
 Cojones tiene.
 Me abre la puerta, lo suficiente para que al entrar, pueda rozarse con su miembro contra mi polla.
 Se lo tolero, aunque le dejo claro con los ojos que no estoy para juegos de mariconas gilipollas y hecha polvo como él Vamos, que le agarro del cuello, y le acerco a la cara mi estampa enajenada de tal forma que hasta un cretino como el se da cuenta de que no es momento para jugar.
 ¿ Te ha agarrado fuerte, eh Anthony? El viejo mono es duro y malo. me dice, mientras me pasa un brazo por los hombros, simulando una camaradería tan falsa como sus pantalones de marca.
 Vamos tío, pienso, tranquilo. siempre es lo mismo. Siempre intenta tocarte, lo sabes, siempre intenta pasar un poco mas de la puta raya.
 Necesito uno de tus remedios. Fly. Lo necesito ahora.
 Le balbuceo al oído, y me jode, no creas, me jode estar tan jodido como para tener que decirle a este homosexual frustrado que necesito un remedio suyo como si fuese una de sus putitas.
 Me hace pasar al salón de su asqueroso cuchitril. Ya he estado otras veces. Y amigos, puedo deciros algo. ese tan cacareado y proclamado buen gusto y sensibilidad de los maricones. pues bueno. en casa del mosca. no existe.
 Ha trasladado su pésimo gusto en el vestir a una horrenda mezcla de estilos de decoración. Lo mejor de su puto piso es el sofá de color oxido De color mierda, vamos.
 Lo único nuevo y discordante es una joven belleza que esta sentada en MI sofá esnifando una raya de coca de un espejo pequeño.
 MI Sofá
 * Uhhhh. no esta mal. Y es lo que pienso cuando veo entrar a mi camello con un chaval que esta como un puto tren.
 Lleva una cazadora de cuero, y de cuero son también sus pantalones. Pelo negro largo y recogido en una coleta. Ojos. bueno algo turbios, pero bonitos.
 Esta tan colgado que ni se entera de cómo el Mosca le deposita en un viejo canapé mientras le susurra algo al oído.
 Me gusta como me mira. Me gustan los tipos guapos y malos.
 Es un rasgo que tengo. Me viene de familia. Heredado de mi mama.
 Las dos compartimos una necesidad; meter en nuestra vida a todo aquel que tenga el estigma de ser un completo hijo de puta.
 Le echo una de mis miradas seductoras y entonces el tío.
 * Reconozco que no sé controlarme. De alguna manera, me he levantado de esta mierda de sofá en que me ha puesto McFlee y he arrojado a la pequeña zorra al suelo con un fluido movimiento. Después me he sentado en mi Sillón.
 * ¡AUUUUU¡ (me duele el culo, jodido hijo de puta) Me levanto como buenamente puedo mientras la ira se me acumula en la cabeza y al girar la cabeza hacia ese energúmeno, veo que el muy cabron ha tornado su violencia en una extasiada tranquilidad.
 Ha cerrado los ojos y esta removiéndose en ese desvencijado sofá como si estuviese teniendo el mejor orgasmo de su vida.
 y yo pienso (que pedazo de polla) que bonito será ahora cuando le aplaste sus (preciosos) Huevos con mi pie.
 * Creo que podría correrme entero en este sillón. Nunca he encontrado un mueble tan hortera y al mismo tiempo tan cómodo. No sé de que material esta hecho, pero coño, es una sensación tan maravillosa que se le puede perdonar en el acto el ser más feo que la vagina de una gorda. Hasta el dolor de mi coco se atenúa y todo.
 Y mientras degusto esta sensación maravillosa dejo que mis ojos se abran y de pronto veo a la puta tipa con la pierna alzada y mirándome(¿a donde miras?) con una sonrisa angelical.
 * NIÑOS. A MERENDAR.
 * ¿Le habrán dejado de oír en todo el puto vecindario? El Mosca se piensa que es un tremendo gracioso y que puede tratarte con cierta intimidad, porque de cierta manera, él es como el propietario de la tienda de ultramarinos donde bajas a comprar el pan y la leche y que te suelta alguna jilipollez mientras intenta tener acceso a tu escote.
 Bueno, en su caso, a tu cartera.
 El tipo trae en las manos una bandeja con unas rayas de coca perfectamente delineadas. Hay que reconocerle que sabe presentar el producto Así, que cuando quiero volver a lo que estaba haciendo me encuentro con que el tipo se ha levantado y ya esta al lado del traficante.
 Y yo mientras, como una imbécil, con la pierna alzada.
 * Bien, bien, bien, bien. Hay un pequeño tubito al lado de esas maravillosas, hermosas y perfectas líneas de la vida.
 Al McFlee no le dejo siquiera que deposite sobre la mesa la bandeja. Me adelanto, y con un preciso movimiento de mis manos, ya estoy esnifando el elixir de los dioses.
 En tan solo diez segundos, me he metido tres.
 Suben hacia mi cerebro como un cohete de la puta Nasa.
 Siento como (lalalalalalalalalalala) explota y deposita su contenido de estrellas en mis neuronas.
 AHHH. que bueno. Que dulce.
 Dejo que mis sentidos me lleven a esa concha de amor que es mi sillón. Floto. Como floto, coño.
 * De todos modos, no he tenido que moverme. Ya ha vuelto, totalmente ido, con una expresión en la cara que, dado el escaso publico con el que cuenta, no dará que hablar en ningún reality show.
 Sin embargo, aquí estoy yo para que la cara que vea el Mosca en estos instantes sea recordada con deleite por el resto de su cojonera vida.
 Eso pienso, mientras le hundo el tacón de mi zapatito en su entrepierna encuerada.
 Salgo de mis sueños, donde una vigilante de la playa me esta succionando el miembro con frenesí, cagandome en su puta madre, cuando su boca se vuelve afilada y siento un dolor impresionante revolviéndome él estomago y dejándome sin respiración.
 Los ojos me ruedan por mis órbitas, y el efecto de la coca se disuelve en un universo de dolor reconcentrado donde lo más importante para mí, es saber si sigo teniendo entre las piernas mi hermoso badajo, o si por el contrario, debo plantearme para un futuro cercano, convertirme en un culito de primera.
 De mi boca salen palabras tan obvias y llenas de significado; HOSTIAS, JODER VOY A MATAR A DIOSSSSSS, ME MUERO JODEEEERRRRR. .. Esta claro que estoy hecho un autentico sibarita de la pronunciación.
 Y ante mis ojos, esta la puta perra que ha causado mi dolor, ese coño sucio que ahora esta delante de mí, escojonada de la risa, mientras el Mosca nos mira con cara de alucinado y con el bigotito lleno de tiza hasta reventar.
 No pierdo la calma. No la pierdo, entre otras cosas, porque no puedo ni hacer un movimiento con las manos, ya que las energías de mi cuerpo se concentran en mis testículos, doloridos e inflamados como una puta rueda de Michelin.
 Mientras, la zorra gilipollas termina de carcajearse, y me deja atónito lanzándome una miradita cargada de deseo.
 Esta claro que el Mosca tiene entre su selecta clientela a descerebradas sadomasoquistas que espero evitar en el futuro.
 * El chalado encuerado ha recibido el justo premio a su exacerbada actuación de Jhon Travolta hortera y medio mierda. Ha sido muy agradable oír su voz de pito, exhalada en un grito afeminado cuando he hundido mi tacón en su entrepierna flotante. Aspiro las dos rayas sobrantes de la bandeja de la estatua horrorosa e inmóvil que nos observa con el peluquín descolocado y sacando la cartera deposito en la mesa dos hermosos billetes de doscientos euros con lo que queda sobradamente pagado el cóctel y el espectáculo que se me ha proporcionado.
 Mientras me dirijo hasta la puerta de entrada, oigo como el guaperas intenta levantarse y digo que lo oigo, porque la ropa de cuero, se le ha debido quedar pegada a esa mierda de sillón y el ruido que produce es sencillamente. penoso.
 * Me levanto del sillón intentando no parecerme al líder de los Bee Gees en su más famosa canción pero no puedo evitar que un sonido de autentica maricona surja de mis labios. En un momento tengo al Mosca intentando ayudarme al lado, bueno, ayudarme es un eufemismo, mas bien meterme mano en el culo y, babearme hasta el infinito en el cuello. Como no tengo fuerzas ni para levantar en la mano una cagarruta de paloma, permito que el gilipollas este me conduzca hasta su cuarto de baño, donde asisto horrorizado a una nueva sucesión de imágenes dantescas, en las que terribles imágenes llenas de colores abigarrados consiguen lo que no ha conseguido la puta rompehuevos.
 Echo la pota como una niñata.
 * Me dirijo hasta el maravilloso coche nuevo que me ha comprado popo, un precioso Volga de color amarillo, como mis mejores bragas.
 Ni se me pasa por la cabeza el estúpido muchacho al que he perforado los huevos con mi tacón de Elena Herrera.
 Arranco, pasando de 0 a 120 en pocos segundos, y arrancando mas de una sonrisa y palabras de aliento de los otros conductores que esperan a que realice mi maniobra.
 HIJA LA GRAN PUTAAAAAA. .
 Me dirijo a la agencia en la que trabajo. Por si nadie se ha percatado, pertenezco al generoso pero mal pagado gremio de las hijas de popo enchufadas en la empresa de un amigo, con un despacho desde el cual hablar diariamente con mis mejores amigas, y desde el que, periódicamente, debo enviar un informe a la Dirección sobre el estado de opinión de la calle sobre productos de consumo fabricados por la susodicha que me proporciona pasta para gastos menores.
 Recibo en la entrada los saludos venenosos de la recepcionista, una niñata de unos dieciocho años, que yo sé positivamente, que ha conseguido su trabajo por chuparle la polla a diario a uno de los ejecutivos de la casa. La muy imbécil, me envidia y supone erróneamente, que yo, que estoy muchos escalones por encima de esa subnormal, he conseguido mi trabajo ejerciendo las mismas funciones orales que ella.
 La pobre, una humilde rata de cloaca, es tan atontada, que no sabe nada de eso de la diferencia de clases.
 Buenos días, Sta. González. me dice con tono disciplente.
 Yo la hago un gesto con la mano, que lo mismo parece un saludo, que un vete a tomar por culo, pedorra, y continuo mi camino en dirección a los ascensores.
 Mientras espero, hago un minucioso examen de mi persona, empezando por mis uñas, perfectamente pintadas y largas, como las de una zorra de película x, hasta mi indumentaria, la cual observo con meticulosidad, buscando algún rastro blanco que se me haya podido pasar. Me doy a mi misma el visto bueno, y mi sonrisa profiden se agrieta al comprobar que el baboso del gerente me sonríe desde el interior del ascensor.
 ¿Sube, Sta. González?. me suelta él gañan enano de esmerada indumentaria y aliento a huevos podridos.
 Claro, Alberto. le digo con una gran sonrisa, mientras las puertas se cierran y me pregunto a mi misma si lograre batir mi propia marca de aguantar la respiración o caeré fulminada en el ascensor a merced del depravado taponcete que tengo a la espalda, seguramente babeándome el culo.
 Mientras el ascensor sube, le pido a Dios clemencia, y siento como empiezo a quedarme sin aire.
 Le cierro las puertas en las narices al Mosca, ya que al dolor de huevos se ha añadido una terrible jaqueca producida sin duda por los gritos horrorizados del maricon cuando una mezcla de bilis y vomito ha manchado una mierda de alfombra de tela pardusca que cubre por entero el suelo del cuarto de baño.
 AAAAAAAAHHHHHHH. Joder como grita el cabron. Mi alfombra de Cristian Guichie, Capullo gilipollas.
 Me siento en la taza y procedo a meter mi cabeza entre mis piernas con la maldita suerte de que me rozo los huevos con las coderas, e interpreto de nuevo un rap de innovadora creación.
 AY MIS HUEVOS, JODER, MIS HUEVOS, JODER, MI POLLA, AY, AY, AY. La intensa quemazón que siento en la entrepierna me anima a bajarme los pantalones y comprobar el estado en que ha quedado mi lastimosa entrepierna. Mientras lo hago, observo un movimiento del pomo de la puerta y horrorizado por que posiblemente el Mosca me pille con la verga al aire me lanzo con un movimiento fluido para intentar correr el pasador y mantener el castillo a buen recaudo.
 Lamentablemente, mis pantalones a la altura de las rodillas, me hacen tropezar y caigo de cara en la pota aun caliente, mientras la puerta se abre cautelosamente.
 * Por fin las puertas del ascensor se abren a la altura del décimo piso. Salgo casi desmayada mientras mis pulmones intentan aspirar aire fresco con la misma descollante necesidad con la que una experta del sexo oral succiona pollas a diario.
 Por desgracia, el enano gilipollas pasa a mi lado, ajeno a su mortal aliento, letal a corta distancia y se despide de mi en mi cara, mientras intento aspirar el ansiado aire.
 Que tenga usted un buen día Sta. González. me sube a la garganta una arcada que controlo admirablemente, haciéndola pasar por un carraspeo, mientras me despido del apestoso, deseándole por dentro que cuando vaya a orinar, salga una culebra pitón y le devore el cogollo que debe tener por miembro.
 La puerta de mi despacho se encuentra a pocos metros y hasta ella me dirijo, vacilante y mirando a ambos lados, pues allí hay despachos donde con la puerta entreabierta, trabajan varios compañeros, pero de los que trabajan, digo, no de los que se tocan la pepita, como la niña.
 Al entrar me recibe la maravillosa fragancia a rosas salvajes que inunda mi despacho. Un cubiculo que yo misma he arreglado con el gusto que me caracteriza. Una pintura de un artista de new age que parece un africano pidiendo limosna en la calle, aunque el pintor la haya titulado Amanecer en la cama de un proxeneta y que ha despertado sentimientos contradictorios entre mis compañeros, que la consideran una maravilla, o una puta basura, según quien opine. En la mesa hay varios ceniceros de diferentes tamaños y todos menos uno están surtidos de caramelos, golosinas y cigarrillos. Dos hermosas lamparas de pie de diseño proporcionan una iluminación bastante decente, cuando la luz del día mengua y deja de bañar mi despacho.
 Un ordenador IBM de ultima generación conectado a Internet con tarifa plana y sin restricciones me permite pasar las tardes chateando y también observando todo tipo de material.
 Cuando por fin mi respiración empieza a normalizarse, y después de una visita al cuarto de baño para aliviar la carga de mi vejiga, cuando vuelvo, recompuesta y dueña de mi misma, observo como una lucecita titila en el teléfono.
 Compruebo con satisfacción que pertenece al terminal de mi compañero José Luis, al que me une una gran amistad desde el día en que empece a trabajar aquí.
 Cerdita. joder, tía, ¿ es que no ibas a venir a trabajar hoy?. la suave voz de mi amigo, y su apelativo cariñoso, que me puso el primer día que me encontró masturbándome con un paraguas en el cuarto de baño de los hombres, obran maravillas en mi animo, y le respondo con el mismo tono cariñoso.
 Hijo de puta, ya sabes que los miércoles llego mas tarde. durante unos cinco minutos intercambiamos lindezas como las descritas mas arriba, y después nos ponemos a trabajar. Bueno, el se pone a trabajar y yo me pongo a mirar en Internet una selección de fotografías de hombres introduciéndose bolas chinas en las fosas nasales que me dejo impresionada cuando lo encontré.
 * Me levanto del suelo con la cara rebozada en mi vomito, y las nauseas me atacan sin que pueda evitar que nuevos chorros caigan expulsados al suelo, como si de Grandes y pestosos Hermanos se tratasen.
 El mosca entra y me observa con cara de asco, una cara genuina con la que nunca pense que McFlee me mirase. Carga en la mano derecha con una fregona y un cubo del que sale un olor a limón que atufa mas que mi vomito. Tras dejarlo en el suelo, sale tapándose la nariz, sin dirigir ni una sola mirada a mi entrepierna cubierta por un exiguo slip.
 Mientras ese momento de gran solemnidad pasa sin pena ni gloria, abro los grifos y me limpio lo mejor que puedo de la inmundicia de la que estoy impregnado.
 Mis maravillosos pantalones se han salvado gracias a Dios, pero en cambio tengo la pechera echada a perder y la camisa exuda un olor repugnante.
 Decido darme una ducha, y después de utilizar la fregona para recoger toda la materia sobrante que no he esparcido por mi anatomía, y de cerrar la puerta aplicando una silla al pomo, me desnudo y me abandono al agua caliente que sale de la pera con forma de falo de la ducha del mosca.
 Salgo con energías renovadas, y compruebo que nada es eterno, y que mis huevos empiezan a recuperar sus formas originales. Además, el dolor ha menguado, y aunque todavía experimento una pulsación discordante, es tan solo una molestia no comparable en modo alguno a que podía haberme convertido en un joven Castrato.
 Lavo la cazadora de cuero en el baño y le aplico un champú con olor neutro que tiene el McFlee y que parece el único no amariconado que posee en su repertorio de mejunjes espantosos.
 La camisa la meto en un barreño de color sepia que el mosca debe usar para lavarse los golondrinos de los calzones y le echo una buena mezcla de diferentes jabones de hierbas para limpiar ropa.
 Silbo una canción de una famosa serie de televisión mientras salgo del otrora limpio y colorido cuarto de baño del mosca.

Datos del Relato
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