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En la discoteca tuvimos una sesión prolongada de besos húmedos, roces, caricias por encima de la ropa...
Salimos desesperados por continuar acariciándonos. Ya fuera, nos metimos en un callejón a oscuras cercano a la disco. Te apreté contra la pared, y seguí acariciando por encima de aquel vestido marrón que me tenía loco. Fui bajando la mano despacio, acariciando aquel culo que tanto rocé con mi pene mientras bailábamos. Me tenías a mil.
En seguida noté como tu braguita estaba húmeda. Poco a poco la fui apartando para poder acariciar aquella vagina que tanto anhelaba. Despacio, fui rozando tus labios, empecé a introducir un dedo, despacio, se iba mojando de tus jugos. Empezabas a gemir. Y lo introduje entero. Lo fui sacando poco a poco. Para luego acariciar con suavidad tu clítoris. ¡Uf!
Estaba como una moto. No te quedaste quieta, fuiste directa a mi polla. Me la acariciaste por encima del pantalón, para ir luego bajando la cremallera de golpe. Y meter tu caliente mano dentro del bóxer.
―¡Madre mía! ¡Uf! ¡Juani!
Pasaba gente y yo estaba incomoda y algo descentrada, tú lo notaste y me propusiste ir a tu casa. Con el calentón que empezaba a tener acepté sin más comentarios...
Fuimos en tu moto, iba abrazada a ti y con una mano en tu duro paquete, me apetecía sacártela e irte masturbando en el viaje, pero me vinieron recuerdos de un viaje con un amigo al que le iba masturbando en el viaje en el que casi nos salimos de la carretera... entonces opté por esperarme a llegar...
Nada más entrar me abrazaste y empezamos a besarnos, acariciabas mi espalda bajando poco a poco hasta coger mis nalgas, yo te iba desabrochando el cinturón, botón y bragueta del pantalón... bajé tu bóxer y la cogí con las dos manos, me llevaste al suelo, sobre la alfombra... te empecé a masturbar acercando cada vez más mi boca. Tu cogías mi cabeza y la acercabas a tu polla... la empecé a chupar y lamer... estaba a reventar de dura... me puse junto a ti de tal forma que pudieses llegar a mi chichi... bajaste mis bragas y empezaste a acariciarme el pubis haciendo círculos con los pelillos... pronto con una mano metías tu dedo gordo en mi chichi y con la otra frotabas mi clítoris... sacabas tu dedo del chichi y lo metías en mi ano. Yo también metía un dedo en tu ano mientras masturbaba y comía tu polla. Estaba muy excitada y te pedí que me follaras...
Pero te hice sufrir un poco más. Acerqué mi boca a tu vagina. Te fui abriendo tus labios y acerqué mi boca para saborear tus jugos.
―Mmm, delicioso tu chichi.
Seguí lamiéndote y metiendo la lengua todo lo que pude, para después descubrir tu clítoris y rozarlo con la lengua, succionarlo, lamerlo. Le pasaba la lengua en un sentido y luego cambiaba en otra dirección.
―No pares, sigue, uf!! ―me decías, mientras apretabas tu pelvis contra mi boca y arqueabas la espalda levantándote del suelo.
Luego no pudiste decir nada ya que te volviste a meter mi polla en tu boca.
Y la lamiste despacio, muy despacio. Menudo 69 estábamos haciendo. Me tenías a cien.
―Para, para, por favor ―tuve que pedirte―, acabarás por hacerme correr, Juani.
Pero yo no paré, seguía acariciando tu clítoris con intensidad, sujetándote tu hermoso culo.
Luego cambiamos de posición. Te quedaste tumbada, esperándome, pidiéndome con la mirada que te follara, mordiéndote el labio.
―¡Métemela!
Y me acerqué a ti buscando tu boca. Nos besamos de forma brutal.
Cada vez la tenía más dura, joder, me estaba excitando una pasada, ¡uf!!
Metía mi lengua en tu boca enredándola con tu lengua.
Fui bajando luego hasta tus pechos para besarlos, amasarlos, me entretuve con tus pezones, que estaban muy duros. Me encanta besar los pezones, tirar de ellos con los labios y luego con los dientes, pasarles la lengua, y ver como se ponen tiesos y duros, y se contraen las aureolas.
¡Y por fin fui entrando dentro de ti, en tu vagina, tan mojada! Estaba caliente, podía sentir en mi polla tu calidez. Que pasada. Era súper excitante.
―¡Mmm! ¡Sii! ―dijiste
Y seguí entrando despacio, muy despacio. Hasta que me agarraste por el culo y apretaste hasta dentro, hasta el fondo.
Y volví a salir despacio, poco a poco, para entrar ahora de golpe, sin avisar.
―¡Siiii!, sigue.
Y seguí, ahora con un ritmo, que se veía que te gustaba, seguías gimiendo...
―¡Ahhhhh! ―gritaste porque te había hecho daño, estaba tan excitada que pellizqué y arañe tu espalda, eso hizo que me empezaras a follar más rápido y algo agresivo, no me disgustaba porque estaba excitadísima... me diste la vuelta, me agarraste por el culo y me pusiste a cuatro patas. Cogí unos cojines del sofá para las rodillas, ya que me encanta follar en el suelo.
Me agarraste por las caderas y seguiste penetrándome, azotabas mis nalgas, me gustaba... llevaste un dedo a mi ano y me masajeabas mientras seguías follándome. Notaba que al follarme y palpar mi ano te había aumentado la excitación.
―Dime cosas cielo... ―me respondías―, folla amor folla, así, muy bien Julio... folla amor, mmm...
―¡Joder, Juani, que bien follas!
―Me tienes a tope, súper excitado. ―Mientras te sujetaba por las caderas, y seguía penetrándote. Te cogí del pelo y tiré un poco hacia mí para que te arquearas, y poder cogerte de los pechos. Los apreté fuerte. Pellizqué tus pezones. Y seguía penetrándote más y más.
Te dejé caer sobre los cojines boca abajo. Y saque mi polla del coño. No podía más. Si seguí así iba a correrme y quería que durara y hacerte disfrutar, que temblaras de gusto. Fue entonces cuando me dediqué a acariciar tu ano. Te eché crema en él para ir dilatándolo. Empecé metiendo un dedo primero, despacio, despacio, dejando que entrara poco a poco con la crema, y enseguida lo aceptaste. Fui entrando y saliendo, para luego untar un segundo dedo y probar a entrar despacio, y te retorcías de gusto, no parabas de moverte. Con la otra mano por debajo empecé a acariciarte el clítoris.
―Umm, ¡oh! ¡Sii! Bestial.
Y seguí así acariciando tu ano sin parar y a la vez el clítoris, hasta que mordiste un cojín y apretaste tus muslos contra mi mano y se te escapó un gemido brutal, un gemido consecuencia de un orgasmo tremendo que te hizo convulsionar y gritar
―¡Sí Julio, siiii!
... la sacabas de mi culete y la metías en el chichi, te notaba que bajabas el ritmo y eso era síntoma de que te quedaba poco. Me preguntaste que donde quería que acabaras y te dije por detrás. Te corriste y mantuviste tu polla un rato dentro hasta que empezó a relajarse... La sacaste y al poco noté que salía el semen y se deslizaba mojando en el camino mis labios del chichi.
Fuiste al baño y trajiste una toalla para limpiarme, me decías que todavía tenías pelos entre los dientes, yo me reía...
Me preguntaste por qué no me lo afeitaba o por lo menos recortármelo...
―Nunca te lo has depilado entero?
―Pues no porque debe picar luego ―contesté yo.
―Podías probar comentaste.
―Pues vale ―te dije.
―La próxima vez que quedemos lo traeré depilado.
―Me podías dejar depilártelo, me pone mucho... jajajajaja…
―Vale, depílamelo ―conteste.
―Uffff, ya me estas volviendo a poner, cielo... ¿Te lo depilo entonces?
―Si ―contesté.
Extendiste la toalla sobre el suelo del salón y sobre un cojín, puse el culete encima, abrí las piernas y las doble... estaba abierta de patas totalmente. Fuiste al baño y trajiste espuma de afeitar, unas tijeras y tu maquinilla de afeitar. Te excitaba el juego y tu polla volvió a crecer...
―¿Mmmm?
―Ya verás.
―¿Preparada?
Empecé a darte espuma por los pelitos de tu chichi.
Fui deslizando la cuchilla con mucho cuidado por tu pubis. Me mirabas con unos ojos llenos de deseo. Paré para besarte. Un largo beso, profundo, húmedo. Y seguí afeitándote, despacio, con calma. A intervalos, acariciando de nuevo tu clítoris.
―Quieta, Juani, no te muevas.
―No puedo evitarlo, me estas excitando…
―Enseguida acabo.
Cuando te tuve afeitada, te pasé una toalla mojada y retiré todos los restos de espuma. Quedó ante mí un espléndido coñito, dispuesto para recibir mi polla, que ya estaba otra vez dura.
Lo primero que hice fue volver a devorarte ese brillante coño. Nada más pasar mi lengua por tu clítoris pegaste un respingo, y seguidamente apreté mi lengua contra tu botón moviéndola de lado a lado. Tú apretabas mi cabeza contra ti sin dejarme casi respirar. A la vez volví a meter mis dedos en tu chichi moviéndolos muy deprisa, hasta que otra vez te moviste al ritmo que te marcaba y llegaste a chillar consiguiendo de nuevo otro brutal orgasmo.
―¡¡¡Siii!!! ¡¡¡Amor, Siii, fóllame así!!
―Me encanta masturbarte y verte poner esa cara de felicidad cuando llegas al orgasmo y las aureolas de tus pezones se te contraen por el placer recibido.
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