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Categoría: Fetichismo

Auxilio! Una sandalia roja en problemas

Mi pasión por las sandalias femeninas es realmente muy grande y para satisfaces mis deseos y necesidades he tenido que someterme a toda clase de aventuras.



Mis tendencias fetichistas hacia los pies y particularmente hacia las sandalias de tipo "de dedo" o "havaianas",



comenzaron cuando yo era aun muy pequeño.



Mi inmadurez me obligo muchas veces, a cometer toda clase de imprudencias; desde robar sandalias de casas ajenas, hasta ofrecer dinero a prostitutas peligrosas a cambio de un par de sandalias molidas y desgastadas por el uso.



Siempre me ha excitado mucho ver los rastros y las secuelas de los pies dibujados y expresados en una sandalia o un zapato femenino.



El aspectos sugerente y reprimido de una chancleta encierra refleja toda una historia encerrada entre su suela y sus correas, que nos hace meditar sobre la vida emocionante que han llevado al cargar fielmente los pies de su ama.



 



No hay cosa mas bella que un par de pies jóvenes, viejos, blancos, morenos, enormes o diminutos...., calzando sus "havaianas""thohgs" o "sandalias de dedo".



Siempre me atrajo el sonido que estas chanclas producen al caminar y el olor del material en que están hechas revuelto con el de los pies cansados que las manejan,



La sensación al ver las huellas y las sombras del pie impresas en sus plantillas y la gracia con la que sus cintas entornan la parte superior.



La sensualidad con la que su cordón se mete entre los dedos para sujetar el pie y darle fijeza,



La audacia con la que dejan gran parte del pie desnudo y nos permiten apreciar su ternura.



Lo excitante que es deleitar nuestra vista con los diferentes modelos sencillos y simples, sinónimos del trabajo y de la humildad de nuestras mujeres.



No son estas suficientes razones para enamorarse locamente de unas sandalias que son el complemento perfecto de los pies?



Mi amor por las chancletas, caites, alpargatas, zapatillas y toda clase de calzados marco predominantemente mi niñez.



El sector en donde crecí era habitado principalmente por familias jóvenes, en la mayoría de las casas se acostumbraba tener sirvientas ya que por lo general las parejas trabajaban todo el día y necesitaban los servicios de "una muchacha" para los quehaceres domésticos incluyendo el cuido de sus hijos.



 



Frente a mis ojos desafiaron toda clase de sirvientas; muchachas jóvenes y cándidas que debido al calor que impera a lo largo de todo año en este país centroamericano, calzaban siempre sus sandalias veraneras y cómodas.



Ellas usaban diversos tipos de chancletas, muchas de estas deterioradas por el uso incansable de sus amas, otras muy viejas y desteñidas por el tiempo y algunas con olores tan intensos que era posible olfatearlos a metros de distancia.



 



Como lo he confesado en otros relatos yo solía hacer el amor con las sandalias usadas de las distintas empleadas domesticas que trabajaron a lo largo de muchos años en mi casa en mi casa.



Sin embargo, había un modelo en particular, que nunca había tenido la oportunidad de tener a mi alcance ya que curiosamente, ninguna de mis sirvientas tubo este estilo de chancla a pesar de ser distribuido por las tiendas "Par2", muy populares en El Salvador.



 



Estas chanclas par2, estaban hechas de un plástico muy oloroso y el sonido que producían al caminar era hueco y delicado y llamativo.



Su forma permitía captar con mucha precisión los rasgos del pie que las cabalgaba y su particular diseño dejaba al descubierto el pie casi por completo



cubriéndolo exclusivamente por un fino y delicado cordón que atravesaba su parte superior.



Mi deseo por tener una relación sexual con tan increíbles sandalias se había convertido en una necesidad, pero tuve que esperar muchos meses



antes de poder poner mis manos sobre una de ellas.



 



Al lado de mi casa pasaba un pequeño río que a menudo arrastraba objetos que desprendía de la gente que retaba su cause, o que simplemente, de manera inescrupulosa lanzaba sobre el.



 



Un día, los intensos temporales habían provocado que el nivel del riachuelo aumentara considerablemente.



Yo, desde mi ventana, permanecía muy pendiente ya que en días como este, habían muchas posibilidades que la corriente trajera consigo sandalias u otras cosas.



 



Fue así como logre detectar la presencia de una sandalia amiga que nadaba sin rumbo definido por las aguas transparentes y salvajes.



Corrí rápidamente para verla mas de cerca, y pude percatarme en seguida, que se trataba de una de las codiciadas sandalias



Par2 de color rojo. Era exactamente el modelo de sandalia que yo había añorado con tanta pasión, el que se ahogaba sin remedio y necesitaba desesperadamente de mi ayuda.



Como pude me metí a las violentas aguas y con la ayuda de un palo, como un gran salvavidas logre rescatar aquella sandalia izquierda que se encontraba ya en un estado ligeramente deteriorado, no tanto debido a la fuerza del temporal, sino mas bien, por el uso desmesurado de los pies de su dueña.



En seguida la tome entre mis brazos y corrí con ella hasta mi cuarto en donde la examinaría y le daría sus primeros auxilios.



 



Inmediatamente pude determinar que no hacia mucho tiempo que la cruel corriente la había despojado de su noble pie, ya que un ligero calor y olor a su patrón (el pie izquierdo de alguna chica) se podía sentir en su planta.



Aquella indefensa sandalia roja era como un pan recién salido del horno y a pesar de haber sido hurtada y separada de su propietaria, conservaba fielmente el sumo y la calidez de su pie.



 



El tiempo y el uso habían azotado en ciertas partes de la pequeña chancla y yo me dedique a curar todas y cada una de sus heridas.



 



Tome una candela y con la ayuda de su llama y de una aguja enhebrada con hilo rojo, procedí a la delicada operación.



Cuidadosamente fui cosiendo las partes se habían despegado y poco a poco fui reconstruyendo y reviviendo la pobre y frágil chancla.



 



Este tipo de chancla era muy modesto y el mercado potencial estaba compuesto principalmente por jóvenes sirvientas, que evidentemente eran de escasos recursos y necesitaban de un calzado barato y practico que adaptara a sus diligentes pies.



No obstante su carácter económico, su confección era fina e ingeniosa.



Reflejando una belleza llana e ingenua que se paseaba inconsciente y campante, alejada de cualquier malicia.



 



Por condiciones seguramente financieras, estas sandalias par2 estaban hechas en tres tallas únicamente: S=small, M=medium y L=large, lo que obligaba a nuestras laboriosas muchachas a comprarlas en tamaños que no correspondían precisamente al los de sus pies.



Dando así, un toque agraciado y original a los pies que sin remedio se veían sometidos a calzar sandalias extremadamente ajustadas, y a recibir una presión severa en su parte superior.



 



Claro, también existían las chicas que optaban por comprar una talla grande para dejar sus pies con mas libertad y evitar las marcas que inhabitablemente dejaban las sandalias apretadas.



El usar tamaños superiores, hacia que al caminar, el pie tendiera a deslizarse hacia adentro y por consiguiente las huellas del talón se marcaban a un lado de la plantilla de la chancla.



 



Mi sandalia roja por su parte era una hermosa "S", que correspondía seguramente a alguna chica que calzaba entre 5 o 6.



Por el estado de la chancla, se notaba que la chica había caminado mucho con ellas y a pesar de que se trataba del modelo



mas reducido de las par2 y que el pie impreso en la plantilla se mostraba suficientemente largo para ella, el talón se planteaba ligeramente tirado hacia adentro.



Esto indicaba que el pie de la chica era extremamente delgado y fino.



 



Toda la sensualidad y ternura de aquella desconocida descalza paso por mi mente aquella noche en que por primera vez dormí con su ex-sandalia. Durante su convalecencia me resistí a hacerle el amor y me limitaba a verla detenidamente y a imaginarme todas las actividades en las que fielmente había acompañado a su propietaria.



 



Según mis cálculos, la señorita debía tener no mas de 20 años y basándome en la perfecta horma de sus sandalias, debía tener unos pies lindos, refrescantes, dulces, inocentes y alegres.



 



Cuantas veces aquellos preciosos pies habían pisado la sandalia?



Cuanto habrían sudado sobre ella?



Si tan solo la chancla hubiese podido hablarme de su ama!



Que lugares habrían visitado juntas?



Cual seria el destino de la sandalia gemela, la destinada al pie derecho? Habrá sobrevivido a la corriente?



 



Pobre muchacha! Tendrá otro par de repuesto?



Lo que era seguro es que se trataría de una chica muy bonita y delicada.



Para tener unos pies con tanta clase, debía ser una joven agradable, elegante por naturaleza y hasta cierto punto provocativa sin esfuerzo.



 



 



Pero mis esperanzas de encontrar a la verdadera dueña de la sandalia eran casi nulas, mi mente infantil y soñadora



no perdía las esperanza que el azar me hiciera encontrarme con tan hermosa chica.



 



Por cosas del destino y en contra de toda racionalidad, dos días bastaron para descubrir la identidad de aquella incógnita criatura.



 



En una de mis visitas al mercado, que dicho sea de paso era uno de mis lugares favoritos ya que ahí se aglomeraban todas las sirvientas, pude milagrosamente conocer a la dama y señora de la pequeña sandalia roja.



 



Casualmente me detuve en un puesto en donde vendían jugos y mientras esperaba que me sirvieran mi bebida



observaba los pies que pasaban desperdigados y a lo loco. Entre otros pies, podía deleitarme con los de una sirvienta joven que platicaba con una dama



aparentemente mayor, de la cual solamente podía ver su espalda.



 



La mas joven comentaba acerca de lo dura que habían estado los temporales:



 



- Que fuerte estuvo lloviendo ante-ayer verdad!



 



- Si, que barbaridad!, para colmo a mi me agarro la tormenta en la casa de una amiga, dijo la mas vieja



 



- Pero se quedo ahí esperando que pasara?



 



- No, lo peor es que tenia que regresarme a mi casa porque mi marido no tardaba en llegar,



y de tonta, decidí irme corriendo debajo de la lluvia.



 



- Y era muy largo el camino?



 



- No tanto, pero me toco atravesar el rio.



 



En ese momento pare mis orejas y puse mas atención a la conversación entre estas dos mujeres,



 



- Y como hizo para pasar?



 



- Me metí caminando y casi me lleva la corriente! Si hasta se me zafo una de mis chancletas!!



 



- Y no la pudo alcanzar?



 



- No si iba bien fuerte la correntada!



 



- Y eran nuevas sus ginas?



 



- No eran bien viejitas, pero a mi me gustaban mucho porque estaba tan acostumbrada a ellas... ya las tenia bien amaestradas!



 



- Y de cuales eran?



 



- Eran de esas Par2 de dedo (thongs), me habían salido buenas, porque hacia mas de 2 años que las tenia



 



 



Yo estaba casi seguro que se trataba de la ex dueña, de la sandalita roja que yo cariñosamente había adoptado y aunque no pretendía desprenderme de ella por ningún motivo, me atraía la idea de poder conocer a su antigua propietaria.



 



Me desplace del lugar en donde estaba, para poder apreciar a aquella mujer de la cual solo había podido ver su espalda.



Camine un poco hacia adelante y me di la vuelta como Luis Miguel, de manera a enfocarla de frente y captar no solo sus detalles físicos, sino también para corroborar la calidad de sus pies y de las sandalias que usurpaban el puesto que por tanto tiempo las par2 habían ocupado en el corazón de sus pies.



 



Fue así como pude verla por completo, tal y como temeroso había presentido por el sonido de su voz y por lo anticuado de su peinado, se trataba de una



mujer mayor, de aproximadamente unos 46 años. Su piel y su cara un tanto descuidada y con un semblante ordinario recio.



No obstante, no cabia ninguna duda que se trataba de la ex dueña de las par2 rojas, ya que sus pies eran tan diminutos y flacos como las huellas marcadas en la plantilla.



Aquellos pies eran menudos y delgados, pero estaban extremadamente arrugados prietos y viejos.



 



Había fracasado completamente en mis predicciones!



Que desilusion!



No era una linda chica, sino una vieja negra que carecía de toda elegancia.



 



Sin embargo, me había acercado tanto de aquella mujer que hasta podía sentir un poco del aroma que emergía de sus dedos fruncidos.



Y a decir verdad no era un olor desagradable, de hecho lo sentía familiar porque era exactamente el mismo que había recolectado de la par2 izquierda.



 



Otra confirmación que esta era la real y única jefa de la sandalia roja, responsable de todas aquellas marcas afrodisiacas y tentadoras.



 



Al final de al cabo aquel par de pies no debían ser tan malos... si habían sido capases de hacer tantas cosas maravillas con las par2.



 



Que mas daba!



 



Fue así como di la bienvenida a mi repertorio de modelos de pies a la categoría de pies veteranos y ancianos.



 



 



La moraleja de este cuento es que las apariencias engañan y nuestras ilusiones pueden verse truncadas fácilmente por una sorpresiva realidad.



Pero las malas sorpresas no son mas que nuevas apariencias que pueden también a su turno transformarse en agradables resultados.



Así como no todo lo que brilla es oro, no todo lo que es oro brilla.



Debemos mostrarnos abiertos ante todas las posibilidades disponibles y adaptarnos a las posibilidades que se van descubriendo a nuestro paso.



Los cambios y las nuevas situaciones aunque no sean lo que esperamos, son cambios al fin y no por ser diferentes a lo planeado, dejan de plantearnos nuevos desafíos y aventuras por descubrir.



 



 



Gracias por leer mis relatos



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Balcop


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