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En el Abasto Hotel, Buenos Aires, Argentina
En octubre de 2015 te envié una solicitud de amistad en una página de encuentros en la que ambos teníamos un perfil y me aceptaste casi inmediatamente. Enseguida comenzamos a chatear por el canal de la página y hasta pudimos realizar algunos video chats. Tu perfil insinuaba que te gustaban mucho los hombres maduros, y en los chats siempre deseabas ver mi verga y observar como brotaba leche de ella cuando me masturbaba con las fotos de tu culo y tu boca sedienta de leche. En ese entonces tu tenías 30 años y yo 56 años.
Enseguida y gracias a la empatía creciente entre ambos, en pocas semanas ya habíamos intercambiamos nuestras direcciones de mails y números de celulares para poder estas conectados de diversas maneras, sobre todo por WhatsApp. Era lo más lógico teniendo en cuenta que tú vives en Ponta Grossa, estado de Paraná, Brasil, y yo en Buenos Aires, Argentina, distantes una ciudad de la otra aproximadamente 1.850 km. Los chats, los mails y los WhatsApp fueron despertando en cada uno las ganas de tener un encuentro con el otro para poder coger. Ambos sabíamos que no sería nada fácil concretarlo, pero cada vez teníamos más ganas el uno del otro. La calentura de ambos iba en aumento y con pocas posibilidades de que alguna vez pudiéramos estar juntos.
Pasó casi un año, y el primer jueves de octubre de 2016, me avisas por WhatsApp que desde hace un par de horas estás instalado en el Abasto Hotel de la zona céntrica de la ciudad de Buenos Aires. Rápidamente me comunico con mi superior jerárquico y le informo que tal vez al día siguiente me retrasé en mi llegada al trabajo debido a un asunto personal que me surgió de improviso. El viernes me levanté temprano como siempre. Mi esposa partió hacia su trabajo a las 7.00 hs., mi hijo vive solo en el conurbano y mi hija continuaba trabajando en otra provincia. Salgo de casa rumbo a tu hotel y a eso de las 9.00 hs. llego a la puerta del mismo. Me anuncio en la recepción para que te avisen que ya estoy listo para "nuestra reunión de trabajo". Me informan que puedo subir a tu pequeño departamento de dos ambientes y baño. Subo por el ascensor y golpeó en tu puerta.
Abriste la puerta y a ambos se nos detuvo el corazón, era la primera vez que estábamos uno frente al otro. Vos con una bata entreabierta que denotaba tu desnudez, yo con mi atuendo deportivo que utilizo en mis clases de Educación Física. Nos miramos y sin hablarnos me ofreciste tu mano. La acepte luego de cerrar la puerta del pequeño departamento. En un extraño silencio que parecía interminable nos "comíamos" uno al otro con la mirada pensando si verdaderamente era cierto que después de tanto tiempo pudiéramos estar juntos.
Tomé la iniciativa y entrelazando los dedos de nuestras manos te guíe hasta un largo sofá de tres cuerpos y nos sentamos. Rompiste el silencio con un “hola” y te cerré la boca con un enorme y dulce beso en tus labios. Fue el comienzo de una sesión de besos franceses con muchísima lengua que duro interminables minutos. Debido a la posición en que estabas sentado, se abrió tu bata y noté como tú pija crecía de a poco. Con una mano me apodere de ella y comencé a masajear todo el tronco y parte de las bolas hasta lograr que tu verga se descapulle. Fue entonces cuando con mi dedo pulgar comencé a jugar con tu glande desparramando sobre el mismo el líquido pre seminal que de tu uretra brotaba.
Sin dejar de besarnos y yo sin soltar tu verga, comenzaste una serie de movimientos con el fin de sacarme toda mi vestimenta de profesor de Educación Física. Comenzaste primero con mi remera, luego fuiste bajando mis pantalones, yo ayude quitándome las zapatillas y medias, y finalmente me quitaste el bóxer dejando al descubierto mí ya erguida pija. Aproveché para quitarte la bata, y ambos totalmente desnudos continuamos besándonos y brindando cada uno al otro una hermosa paja muy suave y muy lenta. Te hice girar para que quedes boca arriba sobre el sofá y recostado sobre ti comencé a frotar mi verga junto a la tuya al tiempo que nos besamos con desesperación.
Ambos sabíamos que no íbamos a durar mucho sin acabar en esa posición y entonces me invitaste a seguir haciendo lo mismo, pero en la cama de dos plazas de tu dormitorio. Recostados continuamos con el mismo juego, nuevamente tú debajo y yo arriba. El final estaba pronto y te propongo hacer un “69” hasta bebernos todas nuestras leches. Tu respuesta fue apoderarte con tu boca de mi pija y ofrecerme la tuya en mis labios. Ambos recostados de lado comenzamos a chuparnos mutuamente nuestras vergas sintiendo como las mismas crecían dentro de la boca del otro. Nuestras lenguas trabajaron muy bien ya que en pocos minutos ambos estallamos casi al mismo tiempo. Llene tu boca con tres lechazos potentes y tú la mía con cuatro convulsiones que ambos nos tomamos todo el tiempo necesario para poder beberlos y tragarlos casi sin desperdiciar nada.
Felizmente agotados y con nuestras pijas reposando, nos recostamos en la cama uno al lado del otro y nos besamos tratando que nuestras lenguas y bocas, con restos de leche del otro, se entremezclaran y bebernos ambos la miel de ese manjar que era tu leche, mi leche, tu saliva y mi saliva. Acariciándonos mutuamente para que las vergas volvieran a la vida, te comenté que podría quedarme hasta no mucho más allá de las 11.30 hs. Eran las 9.40 hs.
Nuestras pijas vuelven a cobrar vida luego de unos diez minutos. Metía mi lengua dentro de tu oreja y te susurraba al oído que quería que me cabalgaras. Me la chupaste durante cerca de 10 minutos para que se endurezca a su máxima expresión. Me acosté boca arriba y te acomodaste a horcajadas sobre mí. Nos volvimos a besar con muchísima lengua mientras nuestras vergas se frotaban entre sí. Finalmente te sentaste sobre la punta de mi pija y muy lentamente fue desapareciendo dentro de tu apretado y caliente culo. Cuando ambos estábamos cómodos me preguntaste si quería que comenzáramos con nuestra cogida, asentí con mi cabeza y empezaste un lento y profundo sube y baja a lo largo del tronco de mí verga, que duro más de quince minutos. A los diez minutos la presión de mi pija sobre tu próstata logró que te corrieras sobre mi pecho abundantemente, igual seguiste cabalgando tratando de hacerme acabar y que mi leche inunde tu vientre.
Embadurne mi mano con la leche que derramaste sobre mi pecho y comencé a pajearte para que tu verga volviera a la vida. Cinco hermosos minutos más y sentí como mi pija explotaba dentro de tu culo en un terrible lechazo, al tiempo que tú nuevamente acababas sobre mi pecho. Apretaste tu esfínter sobre mi verga para exprimirle un segundo y último lechazo mío. Te recostaste sobre mí pecho enlechado y nos besamos durante interminables minutos hasta que mi pija abandono tu húmedo culo. Nos quedamos abrazados y acariciándonos mutuamente y alrededor de las 10.30 hs. decidimos darnos una ducha los dos juntos. Con ambos cuerpos mojados nos dedicamos a enjabonarnos mutuamente haciendo un lavado mucho más minucioso en nuestras vergas, bolas, culos y pezones. Fue tal la calentura de ambos que estuvimos debajo de la ducha casi media hora. Nos besamos, nos chupamos, nos acariciamos. En definitiva, éramos dos amantes brindándonos mutuamente placer.
A las 11.00 hs. salimos de la ducha, me ayudaste a secarme y a vestirme, mientras vos te volvías a poner la bata. Nos chupamos las pijas nuevamente en el sofá en otro maravilloso “69”. Yo apenas pude brindarte un solo lechazo pequeño que devoraste con ansias, vos me disté dos hermosos tragos de leche que compartí contigo en un beso de lengua de despedida que duro hasta que ya no había rastros de leche en nuestras bocas.
Me contaste que habías venido por una semana a Buenos Aires para conocerla y además con la idea de encontrarnos en algún momento. Me agradeciste que mi presencia allí te hubiera permitido cumplir con parte de tus objetivos. Nos despedimos en la puerta de tu departamento con un beso enorme en los labios. Me hiciste una "escena de celos" porque el fin de semana estaría con mi esposa y el lunes trabajaría todo el día. Quedamos en volver a encontrarnos el martes próximo. Encuentro que lamentablemente no pudo ser por mis compromisos laborales. Volviste a tu país y desde entonces continuamos nuestra relación a través de las redes.
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