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Hola de nuevo, me recuerdan?
Para los que me leen por primera vez, soy Juan Felipe de 22 años, complexión media, 1,67 m de estatura, cabello corto, negro y rizado, ah y ojos cafés. Soy ingeniero y tengo este perfil, básicamente para contarles mis aventuras con una de mis jefas, Maria José. Créanme que me encanta contarles lo que hacemos, y sé que a ella le encanta que se los cuente, es más, pueden estar seguros que estos relatos los lee, y los re-lee poniéndose cachonda y húmeda cada que lo hace.
Incluso, una que otra vez será ella quien les cuente, desde este mismo perfil alguna aventurilla, Por qué no?
Hay muchas cosas para contar!
Y si se nos acaban, fácil!, crearemos más situaciones dignas de ser leidas por ustedes. En especial por una que otra persona. Si, tu que nos conoces, bien sea a ella o a mí, no saben cuánto nos gustan que estés ahí leyendo esto. No te puedes imaginar cuanto morbo me genera escribir esto para que sea leído por ti.
El relato que hoy les contaré, sucedió hace más o menos un mes.
La empresa tenía una auditoria programada, por lo que se creó un equipo de trabajo interdisciplinar para hacer una auditoria interna. Yo tuve la suerte, el honor, o como quieran llamarlo, de quedar en dicho equipo, con nada más y nada menos que Maria. El objetivo de dicho equipo era hacer una auditoria interna para subsanar las fallas que podríamos estar presentando en nuestras diferentes sedes, esto con el fin que todo estuviera en orden a la hora de tener la auditoria externa, que sería mucho más rigurosa.
Para dicha auditoria tendríamos que desplazarnos durante toda una semana a nuestras diferentes sedes de trabajo.
Todo sucedió en dos semanas.
Así que, empecemos.
Abrí los ojos para encontrarme tirado en una cama, recién duchado, cubierto solo de la cintura hacia abajo con una toalla a medio poner.
Maria estaba allí, en el borde de la cama gateando como una gata en celo hacia mí, hacia mi paquete. Era su momento de ducharse, pero antes me regaló una espectacular mamada, yo estaba feliz mirando desde todos los puntos de vista que podía, desde mi perspectiva normal, pero también desde todas las que me permitían los espejos ubicados en el cuarto. Ella aún estaba completamente vestida y cuando me tenía a punto de reventar, levantó su cabeza, me miró y dijo: “ya vengo mi amor, me iré a duchar, no me demoro”
Como llegamos allí?
Lunes, semana 1:
Estábamos en la empresa, después de conferencia con varios de los trabajadores de la empresa que duró hasta las 5:00 pm aproximadamente, guardábamos unas cosas que habíamos llevado a la conferencia y alguien dijo: que tal una cerveza?
Miré a Maria, su sonrisa denotaba un rotundo “si”. Eso me alegro. Así ella no fuera, yo iría, pero el hecho de que ella fuera, mejoraría considerablemente la noche, y vaya que así fue.
En total cinco personas, yo era el único hombre. Y con el paso de las copas, empezamos a hablar de lo que todos hablan después de unas copas. Típico, unos cuantos tragos y ya sólo se habla de sexo. Entre comentarios y risas, salían algunas cosas entre Maria y yo, diciéndolo abiertamente para todos, pero tanto ella como yo, sabíamos que nos lo estábamos diciendo el uno al otro.
Empecé hablando yo: “Me encanta comérsela a las mujeres cuando están sentadas sobre mí, verles el rostro de placer mientras toman de mi cabello, me encanta jugar con mi lengua en su clítoris y con mis dedos en sus pezones.” Maria se ríe igual que todas allí, pero alguien más dice: “A mi me encanta es que se masturben delante de mí, que se masturben mirándome, eso me prende demasiado”. En ese momento se me vino a la cabeza una imagen, Yo encima de Maria masturbándome para ella, justo antes de venirme en su boca, ella también me había dicho lo mucho que le gusta que me masturbe para ella, incluso en varias ocasiones ha tenido orgasmos masturbándose mientras me mira masturbarme, o mientras me masturbo sobre su clítoris, pero eso es otra historia que seguramente les contaré más adelante.
Todas dijeron algo que les gustaba, Cata, una de las chicas dijo algo que me calentó demasiado. Le gustaba que la azotaran, literalmente. “Me gusta que me den cachetadas, que me halen duro del cabello, que me digan que soy una zorra, una perra, una puta, y que me traten como tal, a mi lo que más me gusta es que me duela!”
Y justo después la flaca dijo algo que casi hace que mi pantalón disparara su botón:
“A mi lo que me gusta es que me pongan a mamar y no me dejen ni respirar siquiera, que me cojan del cabello y se masturben con mi boca.”
Mientras decía esto bajo la mesa tocaba mis piernas y subía hasta mi bolsillo, donde tenía un regalo para ella, y no precisamente mi celular. Ella lo sabía y era bastante feliz tocándolo. Cualquier oportunidad que tuviera, la aprovechaba al máximo para palparme por todas partes, cuando íbamos en auto, en la oficina, en el restaurante mientras almorzábamos, donde fuera. Ella es toda una pervertida, una completa ninfómana y eso me fascina. Y lo que más me gustó… en medio de todo dice: “Pero que me gusta muchísimo? No les ha pasado que están durmiendo y las despiertan con el adentro?” “Jajaja” fue inevitable reírme. Sabía a lo que se refería, y si ustedes leyeron “Conociendo a fondo a mi nueva Jefa” también saben a lo que se refería.
Yo respondí, mientras diisfrutaba bajo la mesa, con una mano directamente en su entrepierna, por debajo de un bolso que traía sobre sí. “Ahh pero es que hay días, o mejor noches, que uno se despierta con ganas de meterlo rápido, sin mente! Jaja. A mí eso me ha pasado, y es algo como involuntario, uno se despierta porque lo tiene despierto y desubicado, y ustedes tienen un buen lugar para él, entonces hay que meterlo lo más rápido posible.”
Mientras decía eso pensaba en su cara, esa cara que hace cuando la despierto a las tres o cuatro de la madrugada, pero la despierto, así como dice ella, “con él adentro” primero es una cara como: “hijo de puta, déjame dormir” pero dos segundos más tarde es una como de “Hay que rico, dale, dale!”
Entre más nos reíamos y hablábamos, mayor era mi calentura…
Así que tomé mi celular y le escribí, sin dar vueltas ni contextualizar ni nada. “Nos vamos a volar ahorita, cierto?”
Su celular tiene un tono que diferencia cuando soy yo. Al escucharlo su cara cambio, se puso feliz, su sonrisa de oreja a oreja se mostró al saber que su subalterno quería trabajar horas extra!
Sin embargo la desgraciada sólo dijo: “No sé, vamos a ver”
Yo entiendo la situación, dado que según las circunstancias de nuestra (llamémoslo así) relación, no siempre vamos a poder hacer lo que queramos, por obvias razones, su novio, mi novia, el trabajo, los chicos y chicas de la oficina y de la empresa no se deben enterar de esto. Sin contar su padre! El cual me despellejaría, profesionalmente hablando, claro. O bueno, espero que sólo profesionalmente.
Como les contaba, yo entiendo la situación pero en este caso era más que obvio que si se podía, pero ella es así! Le gusta jugar conmigo, además, yo como buen subalterno…. Sólo sigo ordenes!
En fin, el caso es que si, si salimos.
A una hora un poco tarde, teniendo en cuenta que al otro día debíamos madrugar a trabajar, y algo pasados de tragos, nos despedimos todos. Cada cual tomó su propio camino, y claro, el de ella y el mío no se separaron por más tiempo que el necesario para despistar a los demás.
Tomamos un taxi y directo al motel más cercano.
Este encuentro no es plato fuerte de este relato así que no les daré muchos detalles, sólo les diré que al día siguiente moríamos de sueño. Ya se imaginaran que lo que hicimos aquella noche no fue dormir!
El resto de la semana pasó sin mucho que decir, además de las fotos y los comentarios indecentes por texto en el celular, ahh y claro está, una que otra indirecta, comentarios de doble sentido, risas picaras y miradas intimidadoras delante de todos. Y tocaditas por allá y por acá cada que se daba la posibilidad.
Se llegó el sábado, y de aquí en adelante empezaron los momentos realmente interesantes.
Salimos de la oficina y teníamos cosas que hacer ambos, separados pero con caminos parecidos. Así que la acompañé a su casa por un momento, lastimosamente no podíamos hacer nada, yo era sólo un compañero de trabajo, así me presentó y bueno, la realidad es que sólo eso soy (para todos, menos ella), sin embargo apenas hubo posibilidad, nuestras lenguas danzaron al ritmo que sus manos y mis manos pasaban por todos nuestros cuerpos, acariciando cada cm donde se pudiera tocar para elevar la temperatura del momento.
Ella tenía un vestido blanco, no les puedo dar más descripciones que esta: ese culo se le veía!!
Uffff como para levantarle ese vestidito y hacerla gemir hasta que quede sin voz.
Sé que tenía un estampado en el pecho, pero cuando se le notan los pezones sobre la camisa, es difícil intentar mirar o percatarse de alguna otra cosa.
Subimos a un autobús, a ambos nos servía la ruta que tenía, mientras hablábamos, sentados, ella hacia la ventana y yo al pasillo, toqué sus piernas y subí mi mano un poco por debajo de su falda, como me lo esperaba sonrió pero lo que me sorprendió fue que abrió un poco las piernas, mostrándome el camino que quería que yo tomara, así que obedecí. Puso un abrigo sobre sus piernas y luego su bolso, encubriendo así la presencia de mi mano bajo su vestido. Estuvimos hablando todo el viaje, la verdad no recuerdo de qué, y siendo sincero, no le prestaba atención a que me decía o a que le decía yo. Yo estaba ahí para hacerla feliz, le dí un beso y mi mano llegó a su adorado tesoro, húmedo ya.
Moví hacia un lado sus tanguitas y me dedique a acariciarle de arriba abajo sus labios, adentrando un poco en ella, pero haciendo énfasis en su clítoris, su cara de placer no me dejaba pensar en nada más, ni siquiera podía pensar que en el autobús habían más pasajeros. Algunos de los cuales estaban suficientemente cerca como para enterarse de lo que sucedía, pero a ninguno de los dos nos importaba. Uno que otro gemido salían de su boca, aun cuando ella intentaba reprimirlos, mi mano estaba totalmente bañada en sus líquidos, que rico hubiera sido poder arrancárselos con mi lengua. Y en cuanto a sus tangas, ni hablar! Podría escurrirlas. Estaba tan excitado como ella y en mi pantalón una fiesta a punto de estallar. Por poco y se pasa de su destino, si por mi fuera no la hubiera dejado bajar del bus. Lastimosamente logró reprimir sus orgasmos por miedo a ser demasiado obvia. Pero su cara no mentía, eso fue genial, se bajó y yo me quede antojado. Ansioso quedé, pero estaba seguro que más temprano que tarde ella me iba a quitar las ganas.
Martes, Semana dos
Llegamos muy temprano a la sede principal, empacamos y nos fuimos de viaje, volviendo, en la noche veníamos en el asiento trasero del carro de la persona que estuvo guiando nuestra visita, 5 personas en total, yo en medio de dos chicas, Maria y Leidy. Leidy no sabe nada y nunca lo sabrá, igual que el resto de personas de la empresa…. Pero allí estaba yo, en medio de ellas dos, con un abrigo en mis piernas, de repente, en mi pierna izquierda sentí una mano, claro, no podía ser otra cosa que Maria, intentando arrancarme el pantalón. Le dí gusto y hasta le ayudé. Con cuidado de que pasara desapercibido por los demás, desabroche mi pantalón, y solté el cinturón, No traía ropa interior así que las cosas fueron más sencillas para ambos, en especial para ella. Aprovechando la oscuridad del Auto y tomé mi celular y empecé a… a tenerlo encendido sobre el abrigo, no recuerdo que estaba haciendo, quizá jugando alguna tontería, lo único que quería era mantener la pantalla brillando, así sería casi imposible ver más allá del brillo, por el fenómeno de apantallamiento…. En fin, yo estaba a punto de reventar mientras hablábamos los cinco de cómo nos había ido, mientras tanto ella estaba bastante entretenida masturbándome… Me tocó respirar profundo más de una vez para no venirme. Eso sí que hubiese sido un desastre!
Jueves, Semana dos
Seguíamos haciendo la auditoría interna, esta vez sólo 4 personas íbamos en auto, el auto era tipo coupe y ella iba en el asiento del copiloto. Pensé que no iba a pasar nada, pero nuevamente esa suspicacia que me ha venido sorprendiendo de su parte para el tema sexual, surgió. En medio del viaje de vuelta nos bajamos todos del auto a comer algo, al subir, ella subió rápidamente a la parte de atrás del auto. Yo sabía lo que se tramaba, o por lo menos me lo suponía, pero claro, ella no lo iba a dejar ver obvio, ni siquiera dejó que los demás se imaginaran algo.
Dijo: “Ay, yo me voy a ir atrás para poder dormir tranquilamente, en especial porque ustedes no hacen sino decirme que yo soy muy mala copiloto. Entonces mejor que el copiloto sea otro y así yo puedo dormir tranquila”. Mientras lo decía me apretaba una de las piernas, me miraba y sonreía con cara de “te voy a comer”. Esa cara me encanta.
Esta vez, como casi todas las veces, ella decide que hacer, así que soltó el botón de su Jean y bajó la cremallera. Obviamente yo entendí el mensaje.
La acosté sobre la totalidad del asiento trasero y le quité el Jean por completo, busqué la manera de chupársela, de lamerle cada minúscula superficie de piel que pudiera darle placer, mi lengua se movía rápidamente sobre su clítoris, y ella agarrándome del cabello me obligaba en una que otra ocasión a penetrarla con mi lengua, y en ocasiones mi nariz quedaba un poco involucrada. Sus gritos fueron incontrolables, alcanzó el orgasmo unas tres o cuatro veces. Yo me sentía a reventar. Y claro, todo esto pasó, pero sólo en mi cabeza, si supieran las ganas que tenía de comérmela ahí, en ese preciso instante. Sin embargo, si acaricie su vagina de arriba abajo, de seguro no podrían imaginar lo mojada que estaba. Lastimosamente, el miedo de forma reiterada la cohibió para llegar al orgasmo y hasta para gemir, pero en este caso eran más que obvias las razones.
Ese fin de semana queríamos perdernos, pero su novio no dejó!
Y bueno, en estas relaciones es así, en algunos casos hay que mirar para otro lado y olvidar la calentura, en ocasiones las cosas no salen como uno espera. Era la primera vez que su novio nos dañaba un polvo, pero el tonto ese (por no llamarlo de otra forma, que la verdad no me ha hecho nada malo, además de dallarme los polvos….) lo está cogiendo de vicio, hay varios que nos ha interrumpido, pero hay varios los cuales, gracias a él, o mejor, por culpa de él, no los pudimos tener, pero hubo dos veces en especial, en las que que nos queríamos revolcar con ímpetu, pero él y sus ideas no lo han permitido. Pero bueno, no podemos hacer nada, más que posponer nuestros encuentros.
En fin, llegó el lunes de mi partida. Debía volver a mi sede, pero aún faltaba una por visitar.
Este día hizo que valiera la pena cualquier cosa, en esta oportunidad sólo íbamos tres personas en el auto. Lo que más morbo me podía dar es que era el auto de su padre, y yo iba manejándolo. Y en cada oportunidad, ella o yo manoseaban descaradamente al otro.
Cuando estuvimos solos sólo hablábamos de lo rico que sería comernos en ese auto. Uffff imagínense que morbo!
Fuimos a entregar el auto y luego a recoger unas cosas a su casa, claro, yo estaba lejos de cualquier moro. Al fin en el taxi hacia el motel, nos besamos y mientras hablábamos guarradas el taxista se reía, no se imaginan lo que nos ha pasado, y las cosas que le han tocado a los taxistas que nos han llevado a alguna parte. Esta relación es la mejor aventura que se podría tener, llevamos comiéndonos unos 2 meses y hemos pasado…… Uyyy que rico!
Bueno bueno, me estoy saliendo del tema.
Ya en el motel, pedimos una habitación sencilla, con las ganas que llevábamos de comernos no necesitábamos nada más que una ducha y una cama, sin embargo en la habitación había una silla tántrica. La verdad yo nunca la había usado, pero con ella cualquier cosa que se use, es una delicia.
Empezó como siempre nuestro ritual, uno de los dos se desviste y se va a duchar, el otro llama a su pareja a despedirse.
En esta ocasión fue ella quien se quedó despidiéndose mientras yo me duchaba.
Me duche, salí, llamé y me despedí de mi novia. Maria seguía revoloteando por el cuarto con todas sus cosas, ustedes saben cómo son las mujeres...
“Mi amor, estas muy cansado?” – Me dijo al ver que me estaba quedando dormido.
“Si flaca, que día más largo, mientras usted se ducha yo me voy a echar un sueñito”- respondí.
Me miró, sonrió y dijo: “Dale mi amor, relájate un rato”
Si me quedé dormido, pero tan solo unos tres o cinco minutos. Pero me desperté un poco desorientado.
Abrí los ojos para encontrarme tirado en una cama, recién duchado, cubierto solo de la cintura hacia abajo con una toalla a medio poner.
Maria estaba allí, en el borde de la cama gateando como una gata en celo hacia mí, hacia mi paquete. Era su momento de ducharse, pero antes me regaló una espectacular mamada, yo estaba feliz mirando desde todos los puntos de vista que podía, desde mi perspectiva normal, pero también desde todas las que me permitían los espejos ubicados en el cuarto. Ella aún estaba completamente vestida y cuando me tenía a punto de reventar, levantó su cabeza, me miró y dijo: “ya vengo mi amor, me iré a duchar, no me demoro”
Con la calentura que traía, salí tras ella. No quería dejarla llegar al baño siquiera. Giró y me dijo con tono imponente “Me voy a duchar!”
Como un perrito regañado atendí, sin embargo después de ver que no puso seguro a la puerta, entre a sorprenderla, para encontrarme con un regaño aun peor.
Bueno, dos regaños, eso era suficiente para devolverme a la cama. Miré lo que nos ofrecía el motel, habían algunas cosas interesantes, pero bahhh… Lo que yo quería ya lo tenía, estaba en el baño preparándose para mí.
Y la espera al fin terminaba, Maria salió del baño. Volvió hacia mi y nuevamente me lo estaba mamando, hasta que me dio por abrir la bocota.
- Flaca, sobre la nevera hay una puerta llena de cositas, quieres algo?
- Ayy si, vamos a ver que hay.
- Vida perra, pensé, en que momento me dio por abrir la boca…. Justo cuando ella la tenía llena.
Se paró y se fue a ver que había, yo quede como atontado viendo esas caderas meneándose delante de mi.
Ella tiene un habito y es que cuando se agacha, no dobla las rodillas, entonces deja ese culote en pomba. Cuando ví ese culito paradito frente a mí. Me levante como hipnotizado, mientras ella miraba que había empezó a decir: “Ay amor que rico, sii, que riiico, cómeme toda” Yo estaba de rodillas detrás de ella comiéndome toda esa almejita y una que otra vez pasando mi lengua por su culito, que rico se siente, cuando esta toda mojadita.
No pude aguantar más y la empotré frente a la puerta del baño, así, de pie, sin preguntar y sin piedad. Empezó a gemir como sólo ella sabe hacerlo: “Ahhhh Ayy Ahhhh Ayyy ayyy ayy” como si la respiración le faltara. Gira me mira, sonríe, se muerde un labio y sigue gimiendo.
“Llegó la hora de irnos a la cama” dije.
“Pero que ni se te ocurra sacártelo, camina hasta la cama con el adentro” añadí, tomándola del cabello y haciéndola caminar unos 8 pasos hasta la cama, mientras seguía con mi pene dentro suyo. Antes de llegar a la cama, la empujé para que sus manos quedaran sobre la cama, pero sus piernas no…. Así le di en cuatro un ratico y luego en esa pose que tanto nos gusta. La empujé desde adentro contra la cama hasta que cayó en ella y empezó a gemir mientras yo sobre ella, la llevaba al cielo.
A ella le encanta chupármelo, y ese día más que cualquier otro, lo demostró, aun gimiendo de placer y con la respiración a mil, me dijo: “Ven para acá que te lo voy a chupar”. Yo encantado obedecí. Pero cuando se levantó, dijo: “no, no, mejor ven para acá” señalando la silla.
Me pare y fui hacia donde mi jefa ordenaba que fuera y vaya que ser obediente tiene sus recompensas. De las mejores mamadas y la más larga, me la dio allí mismo. Luego de un brinco ya estaba encima mío, acomodando mi pene para penetrarse a sí misma con él. Empezó a moverlo sobre su clítoris, y lentamente fue sentándose, metiéndoselo muy despacio. Ufff yo estaba en…. No sé dónde, pero estaba alcanzando el nirvana. Unos 5 o 6 orgasmos tuvo en esa misma posición y yo además de que disfrutaba sintiendo, disfrutaba viendo. El juego de espejos que tenía el cuarto me permitía ver desde todos los ángulos.
Tras unos 40 minutos en la silla paramos y nos fuimos a duchar nuevamente, esta vez juntos. Y claro, no podría faltar una culiaita en el baño, mientras el chorro de agua caliente caía sobre nosotros. Salimos del baño directamente a la cama, yo quería comérsela toda. Y eso hice, mientras mi lengua pasaba lento por su clítoris, la mordía fuertemente, eso la pone a mil. Luego le chupe las tetas y la puse en cuatro, es imposible no querer ver ese culo rebotando delante de mi mientras la tomo por el cabello y le muerdo los hombros. En un momento se gira, se ríe, gime, no sabe ni que decir, me tenía súper caliente, viene y me dice: “Hazte debajo de mí, quiero que te vengas ya, quiero tu leche”.
Y Que he escuchado yo? Si hay algo que me calienta es que me digan guarradas en medio de gemidos.
Me hice debajo de ella, tome una nalga con cada una de mis manos y le arranque unos cuantos orgasmos, hasta que ya no aguante más, le dije que me iba a venir y ella se levantó para chupármelo y terminar en su boca, cosa que le encanta que haga. Contando con tan mala suerte que no aguanté y antes de que selo metiera a la boca yo ya me había venido.
Pero lo que les voy a contar, jamás me había pasado, es más ni siquiera sabía que eso podía pasar. Y créanme que me gusta mucho educarme sexualmente. Y vaya que he visto porno en mi vida. Sin embargo eso me dejo descrestado.
Cuando estaba eyaculando, ella se lo llevó a la boca y empezó a mamármelo como si su vida dependiera de ello. Yo tuve el orgasmo más largo de mi vida. Desde segundos antes de eyacular empecé a levitar, por así decirlo. Lo que me sorprendió fue que un orgasmo normalmente me dura hasta momento después de eyacular, pero esta vez sería diferente. Como les decía empezó a mamármelo con ímpetu indescriptible y justo cuando estaba falleciendo mi orgasmo, como un fénix resucitó y ahí si me llevo más allá del abismo. Unos 40 segundos después de mi primera eyaculación y sin perder la erección, eyacule nuevamente, “me vine otra vez… no pareeees” grite! No podía creer lo que estaba pasando. Y ella al escucharme sólo mejoró su mamada, me vine en su boca, la segunda vez en menos de un minuto!!!
El mejor polvo de mi vida!
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