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Nos conocimos cuando Gustavo, la pareja de mi madre debió ser internado de urgencia por un severo traumatismo producto de un accidente de tránsito, por tal motivo también asistió Sonia, la hija del señor.
Esos fueron los antecedentes previos, luego resolvimos quedarnos esos en la casa de mi madre, esa noche la cerveza y la atracción de sus portentosas tetas fueron los condicionantes que vencieron todas las prevenciones éticas, los “hermanitos” tuvimos un desahogo emocional, el eufemismo de ella para convencerme de que el sexo oral no sexo. Los orgasmos fueron realmente potentes y el párrafo que sigue fue el fin de esa tórrida noche y el inicio de la segunda parte de esta historia de sexo y amor prohibido.
Solo un “vamos a dormir” y cada quien se dirige a su cuarto, sin volver a mirarnos…
Las emociones vividas un momento me habían agotado por la contundencia del deseo emocional, aún sentía latir en mí la pasión del orgasmo derramado sobre sus tetas cuando se encendió la pantalla de mi celular… Era un whatsapp de Sonia, que me enviaba una selfie de ella desnuda y decía: “no puedo dormirme estoy latiendo por ti, vienes tu o voy yo? Necesito cogerte ya!”…
La sorpresiva foto y el revelador mensaje, estaba todo dicho, también en Sonia se había encendido la mecha del deseo, el juego oral y digital había exacerbado la necesidad de terminar con los eufemismos e ir directamente a los hechos, como suele decirse “a poner toda la carne en el asador”.
No esperó respuesta, entendió que la no respuesta equivalía aun sí!. Abrió la puerta de mi cuarto, se quedó un momento en el vano de la puerta, solo iluminada por la luz del pasillo, algo perfilada de modo tal que las sombras se proyectaban sobre el perfil, realzando el delirante encanto de sus opulentas mamas.
Encendí el velador, me encantaba verla en la plenitud de su desnudez, entró en la cama desde los pies, a cuatro patas, para lucir el bamboleo de sus tetas, está consciente que esa parte de su cuerpo es la bandera del erotismo que mejor luce.
Reptando llegó hasta mi boca para llenarlas de tetas, con sus manos ofreciendo el manjar único de ponerme el pezón en la boca, haciendo el gesto de exprimirla para darle el biberón al hombre que muere por llenarse la boca con esa deseable carne. Mamando con fruición y ganas, elevando la erección a niveles de escándalo. Mientras mami ofrece a su goloso hombre las delicias mamarias, me levantó la rodilla para poder ajustar los labios de la vagina y frotarse contra ella, simulando el vaivén del coito.
Casi podría jurar que ella misma estaba llegando bien cerca de lo que se parecía bastante a un orgasmo.
Cambio un pecho para darme la oportunidad de probar el otro.
Me acomodé subiendo para quedar colocar la almohada para tener más elevada la cabeza, necesitaba verla accionar cuando se acomodó sobre mi cuerpo, ensartándose la verga hasta el fondo de su vagina.
Me coloqué una almohada bajo las caderas para poder elevarme al máximo cuando ella se deje caer y poder entrarla con toda la potencia.
Despacio comenzó a moverse, ondulando su vientre y meneando las caderas para que todo el acho de la poronga se haga lugar en su sexo, poder y disfrutar el buen grosor del miembro que está “comiendo”
Tomada de la cintura ayudo a sus evoluciones, a subirla y sujetarla con firmeza cuando se deja caer sobre mi carne.
Me ofrece los pechos para una ligera mordida de pezones, se agita con prisa, silenciosa y los gestos crispados, son claros indicios que está transitando el sendero que la lleva al cercano orgasmo.
Una sonora y sorpresiva nalgada aplicada por su hombre sirvió para desviar la atención, necesito manipular sus sensaciones, demorar la magia del orgasmo, tengo experiencia en manejar estos momentos.
Prolongar la excitación es la forma de hacerla sentir que cuando llegue el momento del orgasmo sea algo para recordar como único. Nuevamente acompaño sus movimientos hasta llevarla al borde mismo del abismo pero sujetando en el instante del salto.
Me deleitaba mirándola apretarse las tetas con las manos, frotarlas y apretarlas, no podía contener la ansiedad interior, la boca reseca, respirando a bocanadas urgentes, hasta que por fin imploró que la deje llegar, que la suelte, que la deje liberarse de este momento delicioso pero que la angustia de estar tan cerca le genera una sensación que excede su control.
- Por favor, por favor hermanito, no me detengas, me estoy muriendo de ganas. Llévame a la cima del mundo, me tienes empotrada en esta vergota que me abre toda, sácame de este delicioso infierno de sensaciones, ya no aguanto, porfa…
Esta vez la puse a moverse, ambos sabíamos que ahora va por el trofeo mayor. Retoma la vehemencia del movimiento, ondula el vientre, agita las caderas en círculo, luego hacia adelante y atrás, pone en juego toda la experiencia y lo que aprende conmigo. Vuelve a apretarse las tetas, con más ganas, la mirada fija en su hombre, el gesto adusto y concentrado en sus sensaciones, ahora está moviéndose a todo dar, acercándose al borde mismo del abismo.
Elevo la pelvis, para enterrarme más allá de lo posible, sujeto con fuerza acentuando la penetración cuan se deja caer sobre mí.
Es el momento que se detienen los sentidos, el instante de quietud que precede a la tormenta, dejó de respirar. Solo sentí el silencioso ronroneo de su pecho, gutural gemido casi inaudible, luego cerró fuertemente los ojos, empujé con fuerza hacia arriba mientras jalaba su cintura para incrustarme todo en ella, repetí dos o tres veces.
No hubo palabras, solo una tenue sonrisa dibujada en la crispación de los músculos era el signo evidente de que estaba en el trance supremo del orgasmo, el estruendo silencioso que precede a la quietud de los movimientos pero tan sólo para darle tiempo a degustar el sabor del orgasmo.
- Llegaste? Asintió con un gesto.
Lejos estaba de mi ánimo dejarla descansar, es la forma que tengo de llevarlas a repetirlo, incitarla, moverla para obligarla a “ir por más”, empujarme dentro de ella la vuelve a poner en acción, interrumpir esa meseta es el inicio de un nuevo capítulo, acelero y obligo a subirse al tren de ir en pos de otro orgasmo que nos encuentra con el fragor del metisaca en plena acción.
Se permite demostrarlo cuando el sabor del deseo alcanza el tope, el gemido es síntoma elocuente de que está viviendo la magia del orgasmo por segunda vez, los empellones a fondo en su sexo prolongan en cada estocada ese gemido revelador de su goce. Repetí la rutina hasta agotarla.
- Basta! Ya no puedo más, me matas de placer.
Gusta como tantas mujeres, quedarse totalmente ensartada, mirándome y platicando cuanto necesitaba disfrutar este momento, que desconocía que podía sentir más de un orgasmo. Siempre uno solo y últimamente algunas muchas fingido para que su marido terminara de una vez, ahora conmigo se había congraciado en su condición de mujer y de hembra, recobrado el valor de su autoestima, que el rosario de orgasmos era una condecoración que le había otorgado.
Se inclinó para comerme la boca, con un beso intenso, cargado de emoción y tan sentido que hasta parecía que me estaba entregando su alma envuelta en la saliva que me transmitía el sabor de la hembra satisfecha. En verdad casi puedo afirmar que disfruto tantísimo su orgasmo que bien podría obviar el mío.
- Ahora es tu tiempo hermanito, ahora vuelvo a entregarme toda para devolverte algo del placer me regalaste. Solo te pido que no te vengas dentro mío, no estoy protegida, y no tienes puesto el forro (condón) no puedo correr el riesgo de volverme cargada. No te vengas dentro, porfa…
Retomamos la cogida, con todo el deseo a pleno, ella moviéndose en círculos para hacerme sentir que mi pija la recorría en toda la extensión de la conchita.
Desmontó para darle una suculenta mamada, metiéndosela en la boca y haciendo sentir el roce de los dientes, lamiendo la cabezota y sorbiendo sus propios jugos que bañaban la pija. Entendió que me gusta sentir el frotamiento de la verga para que sienta bien intenso, el borde de la sábana sirvió para secar el exceso de jugos vaginales.
Montó sobre la verga, dándome la espalda, apoyada en mis rodillas se inclina hacia adelante para disfrutar verla entrar y salir de su cuca. Intuía que probaría la sensibilidad de su ano, el dedo ensalivado entrando en su culo para sentir como el esfínter se convierte en anillo de compromiso a desearlo con más intensidad que antes, sobre todo ahora que probé la presión del aro y el calorcito de su interior. Cuando intenté con dos dedos encontré la resistencia por acto reflejo, signo evidente de que está con poco uso.
Para evitar que “el marrón” me tentara de usarlo, se giró, sin salir del empalamiento, de frente con sus manos en mi pecho, las tetas frotándome, volvió a movilizarse para llevarme al cielo sin escalas.
- No me acabes dentro porfa.
- Tranqui, no lo haré, te aviso cuando esté cercano. Donde te acabo?
- Bueno… donde quieras. Bueno, no tanto el culito está si uso, y la tienes tan ancha que me da “cosa” de solo pensar que esta pija pueda entrarme. En las tetas… ya que te gustan tanto
Ni hablé, estaba concentrado en darle empellones elevándome, moviéndome a todo dar, ella colabora apretándola con sus labios, presionando cuanto puede para estrecharla entorno de la verga. Con los siguientes empujones fueron suficientes para sentir el cosquilleo de la esperma que comienza el camino hacia la libertad.
- Ya, ya, ya estoy próximo, desmonta ya.
Se arrodilla tomando la pija en sus manos, acercando las tetas hasta rozarla.
- Sacude, sacude más fuerte, más rápido, pero… dame tu boca, quiero tu boca. Déjame que yo termino de sacudirla, solo abre la boca y acércala.
Masturbé los últimos tramos del polvo, agitando con la urgencia que es propia de esos momentos críticos, cuando siento que todos los músculos se agarrotan y la presión del semen comienza a dilatar el conducto por donde alcanzara la liberación. – la boca, la boca, la bo….ca
Con el último latido interior me mandé con la verga dentro de la boca, sus manos reemplazan a las mías que sostienen su cabeza para permitirme el movimiento del coito bucal en la descarga plena.
- Agita despacio, despacio, cuando estoy acabando hazlo despacio.
Terminé de vaciarme por completo dentro de su boca. Ella conservó ese momento durante un buen rato después de haber recibido toda la descarga de semen, tragando sin sacarme de su boca, reteniendo el miembro de su macho hasta que yo decidí salirme de su boca.
Limpió con sus dedos el resto de semen de sus labios, con su lengua recogió una última gotita que asomaba por el “ojito” de la poronga,
Se tendió a mi lado, luego nos quedamos abrazados “haciendo cucharita” y nos quedamos dormidos en el agotamiento de un encuentro de antología.
Entre sueños sentía la típica erección matinal, propia luego de una potente noche de sexo. Siento que mi cuerpo se agita, hasta la humedad recorriendo el miembro, es uno de esos sueños húmedos que no queremos despertar, pero… el sol de la mañana tamizado por las tablillas de la cortina me permiten ver que estoy en el delirio de un sueño erótico, sino que es Sonia instalada entre mis piernas que tiene secuestrada en su boca mi erección a pleno. Se toma el tiempo de seguir mamando con más fruición, mirándome llevar al espectáculo de verla como se engulle el más preciado de sus tesoros. – Buen día mi señor!!! El desayuno está a su gusto?
- Hmmm, sí. Y el tuyo?
- El mío lo estoy preparando, cuando quieras puedes regalarme tu leche tibiecita.
Volvió a su tarea, pajeando sin problemas por despertarme. Colaboro a darle su desayuno, elevando mi pelvis mientras sujeto su cabeza para aumentar la velocidad de la fricción.
El mañanero siempre suele ser más rápido, y con este recibimiento quien se puede resistir a sus habilidades de mamadora. Ni le di tiempo a hacer la pausa cuando se les acalambra la mandíbula, ni tuve tiempo de avisar, solo impulsarme como un animal herido y apretar su boca contra mi sexo…
El primer chorro salió con fuerza como para producirle una arcada, luego volvió colocar su boca para recibir el resto del semen, la palma de su mano hizo bandeja para que no se perdiera nada del fluido masculino cuando debió retirar la boca y toser. Agitando despacio el pene, terminó de vaciarme por completo, luego lamió los restos que había recogido en su mano. – Hmmm, está tibiecita… no se puede desperdiciar nada.
Lamió la mano y se relamió los labios para terminar de tragar el alimento esencial de su desayuno.
Quedé reposando, disfrutando del despertar de los dioses, recién me levanté cuando me avisó que el desayuno, el de verdad, estaba servido.
En la cocina con la taza de café en la mano y los cuerpos temblando de calentura sentían la tentación de comenzar un nuevo round de continuado erotismo, pero la cordura de Sonia puso las cosas en su lugar.
- Ahora no, tenemos obligaciones familiares que cumplir, guarda toda esa calentura, que cuando volvamos te voy a exprimir como a una naranja, te voy a dejar seco, voy a consumir toda tu leche.
Estas (tomando sus tetatzas en sus manos y bamboleándolas) van a necesitar todas tus ganas para que te la comas. Guárdame tu calentura y tu leche para dársela a “tu hermanita”…
Luego la ducha y nos fuimos al hospital para colaborar con mi madre que había quedado al cuidado de su padre. Las obligaciones establecían una impasse en nuestro romance?, o que significara esta tormentosa pasión despertada la tarde anterior y que se prolongó hasta este momento.
Las emociones eran tan fuertes que esta pausa venía bien para poner por un momento los pies fuera del escenario de las pasiones prohibidas.
Claro que no es tan fácil pensarlo como llevarlo a la práctica, por más fuerte que fueran las convicciones al momento de la proximidad de los cuerpos, la carne vuelve a ser débil y las tentaciones arrasan como la lava derramada desde el cráter del volcán. Ella tiene un cráter ardiente y sus jugos al momento de la calentura son lava ardiente que consumen todas mis reservas morales.
Le recuerdo al lector/a que este relato fue escrito entre Sonia y quien escribe como una forma de exorcizar este amor prohibido y tal vez alentar a otros poder hacer la catarsis de sus conflictos internos que no podemos dejar fluir. Este medio es el vehículo que nos facilitar contar nuestra historia prohibida y revivir esos momentos que nos han marcado y siguen jalonando momentos esenciales en nuestra vida.
Este es el final de la segunda parte, el día de mañana publicaremos la 3 y el siguiente la 4 y última, al menos hasta ahora.
Nazareno Cruz
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