Comentarios: La siguiente historia que relataré es real, es acerca de cómo perdí mi virginad. No soy buena para escribir pero trataré de contar todo con lujo de detalles. Las expresiones cambian porque no soy española.

Era un viernes por la noche y me encontraba aburrida en mi casa cuando llegaron unas amigas para invitarme a salir a cenar. Yo estaba desarreglada, llevaba puestos unos jeans, y una t-shirt café muy pegada y mi pelo estaba recogido. Fue entonces cuando empezamos a beber y ya como a la media noche las copas se me habían subido a la cabeza. Decidimos ir a una discoteca que estaba cerca cuando, al entrar en ella, encontré a Pablo, un viejo amigo que, cada vez que me veía en una discoteca, me llevaba a casa y siempre acabábamos besándonos y tocándonos. Pero esa noche fue diferente.

Yo seguí bebiendo con Pablo. Él es un muchacho muy guapo, alto, pelo negro, ojos de color café y con un cuerpo difícil de resistir. Se ofreció a llevarme a casa y, al llegar, nos paramos en la puerta, comenzamos a besarnos, él introdujo su lengua con mucha fuerza en mi boca, yo me estremecía, desfajó mi camisa y metió sus manos en mis tetas, mis pezones estaban ya muy endurecidos, con su dedo indice y con el pulgar el cogia un pezon y lo giraba y yo gemía de placer. Después agachó su cabeza hasta llegar a mis tetas mientras las mordía con gran suavidad.

Yo ya no podía más. Comenzó a meter su mano entre mis jeans y dentro de mis bragas, hasta acariciar mi coño ya húmedo. A mi me urgía que me chupara y que me metiera un dedo, pero cómo iba yo a insinuarselo. No tuve que decir nada. Pablo me dijo que me deseaba y que fuéramos a un hotel. Yo contesté que no pero no hice nada por bajarme del coche. Era virgen y no pretendía perder mi virginidad, más que nada por el temor a un embrazo. Camino del hotel, él acercó mi cabeza a su polla, se desabrochó el pantalón y sacó su miembro. Yo no podía más de placer al ver ese palo endurecido gritando que se lo chupara. Comencé a chupar la punta y a darle sueves mordiscos. Pablo se movía hacia adelante y hacia atrás mientras gemía. Yo no quería que se corriera tan rápido así que me incorporé de nuevo y pude oír que gemía de dolor y me pedía a gritos que siguiera.

Pablo conducía muy rápido y por fin llegamos al hotel. Me subió cargando hasta el cuarto. Yo estaba tan mojada que quería orinar. Entré al baño y al salir él estaba ya esperándome desnudo. Me tomó de la cintura, bajó mis pantalones y mis bragas, yo me quité la camisa y él arrancó mi sostén, me sentó en el lavabo y me chupó mis tetas. Ahí tuve mi primer orgasmo. Yo no quería que me penetrara, sólo quería jugar hasta llorar de placer, pero mi vientre cosquilleaba más fuerte. Estaba tan mojada...

La posición en la que estábamos era un poco difícil para que me penetrara. Trató de hacerlo pero yo me echaba para atrás. Me cargó hasta la cama y separó mis piernas. Mi coño estaba ya muy húmedo y mi vagina gritaba de dolor porque necesitaba que me metieran algo. Comenzó a besar mi vientre hasta llegar al coño. Cuando descubrió mi clítoris empezó a morderlo suavemente. Ahí tuve mi segundo orgasmo. Después me besó, se acomodó encima de mí y, sin pensarlo más, me penetró. Me dolía muchísimo pero no podía separarme de él. Mis caderas se movían de arriba a abajo, me salí una vez y ví que su pene estaba cubierto de sangre. Me asusté pero era tal mi excitación que dejé que me penetrara de nuevo. Mi clítoris gritaba de dolor pero también de placer. Él se movía y yo también. Lo saqué cuatro veces de mí y Pablo lloraba, no aguantaba más, me pedia con gemidos que lo dejara correrse dentro de mí. Volvió a penetrarme hasta que sucedió: yo sentía cómo su semen se derramaba en mi interior. Ese ha sido el orgasmo más intenso que he tenido.