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Categoría: Maduras

Así cogemos nosotros...

Un marido enamorado de su mujercita nos cuenta cómo son las noches sexuales de la pareja. ideal para recién casadas.



Todo comienza cuando nos encontramos por las noches, luego de nuestras diarias obligaciones laborales. y es una agradable, excitante rutina que puede tener un final abierto, ya que por lo general buscamos no repetir nuestros juegos eroticos, agregando toques, matices distintos, para que nuestra relación marido-mujer siga asi, como hasta ahora, firme, y acrecentada por el amor que nos dispensamos mutuamente.



El acto sexual-amoroso, entre mi gorda y yo tiene siempre ribetes de poesía, de encuentro fortuito, de locura pasional, y de final no previsto...



Si llego primero, luego de darme una ducha y tirarme encima unas gotas de Vetiver de Puig -mi colonia favorita-preparo un refrigerio para después. El deseo satisfecho de ambos, nos despierta el apetito.



Enciendo un sahumerio en nuestro dormitorio, ambiento a media luz, por si acaso, coloco un DVD porno en el reproductor, y ahora siento el ruido que hace la llave de la puerta de entrada al ser girada. Es mi gorda, (como la he llamado desde siempre), es ella, mi amor de toda la vida, la mujer con la cual me siento realizado, en todos los órdenes, la hembra que me llena de gozo, que colma todas mis urgencias sexuales, la compañera de juegos lúbricos, la partenaire perfecta, la puta que todo hombre desea y que pocos tienen la fortuna de conseguir.



Nos saludamos con un suave beso en los labios, ella comienza a relatarme sus novedades, mientras le preparo el baño nocturno.



Como siempre, me quedo mirando -atento a sus movimientos ágiles y femeninos con los cuales se va despojando de sus ropas. estamos en invierno, afuera, frio intenso; dentro, cálido ambiente calefaccionado. primero, se quita el abrigo de lana, lo cuelgo en la percha valet, sigue ahora con su jersey de lana angora, que le marca perfectamente el soberbio busto de 120 centímetros de perímetro, busto que siempre me ha fascinado. con felino movimiento intenta despojarse de su falda. la detengo, ella sabe que antes, me gusta levantar despaciosamente la tela que cubre su figura amada, observo sus piernas estilizadas, dos columnas dóricas que sostienen esta estatua de diosa pagana. Lleva medias negras de seda, altas hasta el muslo, sujetas por portaligas de encaje. La hago girar para tener una vista total de su divino culo; ese culo que me trasporta a límites increibles de lujuria cuando lo abrazo y lo acaricio, cuando hundo mi rostro dentro de él...ahora, la vuelvo a girar, le quito la falda. el primer rito de la ceremonia ya está realizado. veo con creciente deseo, su vientre perfecto, diviso su monte de venus poblado por espesa pelambre negra, adivinosus labios externos gruesos, de un rosado armonioso. me iergo, meto mi mano bajo su jersey; la calidez de su cuerpo me invade...ella se deja hacer, sabe que luego vendrá el gozo y el deleite supremo. A ciegas, mis manos buscan despaciosamente sus pechos, los rozo a través del sostén, me entusiasmo como si fuera la primera vez que los hubiera tenido en mis manos. como al descuido me detengo sobre los pezones, noto que ya comienzan a pugnar por ergirse desafiantes, trémulos, ante el contacto de mis dedos. Ella me aparta suavemente y se dirige a la ducha. me coloco a un costado y presencio cómo se quita toda la ropa, con calma, mientras mi me mira y me dice -"ya...ya, amor, es que no puedes esperar un poco?"...



asiento con un movimiento de cabeza. ya está ahora bajo el agua,



Enjabona su cuerpo despaciosamente, y con un movimiento lujurioso, mientras fija su mirada en mí, se abre de piernas dejando que la esponja lave sus parte íntimas. sale del agua, se seca con un toallón de color negro, perfecta combinación con sus carnes blancas.



Mi pene ya excitado pega un respingo y sale por el boxer, me acerco, la beso, le quito el toallón, ella se coloca delante mio dándome la espalda, apoyo mi tenso pene contra su culo inmenso, abro sus nalgas, el glande ya está pegado a su ano, siento -siente- el calor que irradia, percibo que clama ser profanado nuevamente -como todos los dias- por mi verga. Tomo sus pechos ahora, libremente, sin la atadura del sostén.



Los palpo, los masajeo, aprieto y retuerzo los pezones color café casi negros, casi gruesos, la doy vuelta, estamos frente a frente, beso las aureolas grandes, quizas demasiado grandes, pero que a mí me fascinan. trato de unir ambos pezones e introducirlos en mi boca. inútil tarea, los pechos son demasiado grandes. entonces uno por uno y alternativamente los lamo con deleite de lactante, los beso, los pinto con saliva, una mano se dirige hasta su ombligo introduzco un dedo en él, esa mano se corre luego hasta su divina cueva de placer, noto como ya los primeros jugos resbalan por su entrada, abro los labios, rozo el clitoris, que cuando se excita, alcanza el tamaño de un pulsador de timbre. ella toma mi verga, la comienza a explorar, palpa el glande, sube y baja la piel, me está masturbando quedamente, sin apuro.



La beso en la boca, su lengua llega hasta el fondo de mi garganta, su otra mano intenta explorar mi ano, aunque la retiro suavemente, ya que no me agrada esa caricia. nuevamente la giro y así, conmigo a sus espaldas, nos vamos hacia la cama. la deposito muy cuidadosamente casi al borde de ella. se extiende sobre las sábanas -también de color negro- abre sus piernas, alza sus brazos, me arrodillo sobre la mullida alfombra, hundo mi rostro en su vagina y comienzo a darle placer, unos cuantos lengüetazos sobre su botón rosado, luego recorro la cavidad vaginal tratando de meter mi lengua en su interior, ella se agita, murmura palabras ininteligibles, empuja con su pubis sobre mi cara, sigo ya con ritmo desenfrenado mi tarea, hasta que un espasmo, un grito y un gemido, me avisan que ha tenido su primer orgasmo clitoriano.



Es entonces que -sin dejarla reponer- me encaramo y coloco mi verga dentro de su vagina, empapada por completo, encharcada de jugos, la penetro fácilmente, ella exhala un suspiro de satisfacción. Se siente plena, llena, ahita de verga, comienza el juego de entrar y salir de esa concha maravillosa, sabia, experta, siento que me engulle, que desearía hacerme desaparecer dentro de ella y ya no aguanto más. un maravilloso orgasmo explota en mi cuerpo y en mi mente, mi leche colma su vagina, fluye por su exterior, cae en la sábanas, ella -golosa- trata afanosamente de tomar algo de esa savia, lo logra, y lleva sus dedos hasta su boca, paladea mi descarga, se aparta de mí, introduce mi verga en sus labios y la limpia por completo, mientras yo, ya calmo, la contemplo arrobado...ella es mi mujer, mi esposa, mi gorda puta, mi... puta personal e intrasferible.



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Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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