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Les contaré una historia, que he guardado durante años, y si por casualidad la leyera por ahí la persona referida, le juro que es primera vez que lo relato.
Hace 10 años, teniendo yo 28 años de edad, tuve que realizar un viaje de negocios, a un lugar situado aproximadamente a 800 Km. de mi ciudad de residencia.
Decidiendo hacer este viaje por carretera, decidí llevar conmigo a Lucía, quien además de ser secretaria de la empresa, era mi amante hacía tres años atrás.
Lucía era una belleza descomunal. Morena de 25 años de edad, muy guapa, con un cuerpo voluptuoso y con todo donde lo tenía que tener. Sus senos eran una poesía, duros, turgentes y de tamaño medio, coronados por un par de pezones negros, grandes, que respondían rápidamente a la mas leve caricia. Su cadera era amplia, con nalgas redondas, paradas, y de tamaño acorde a su precioso cuerpo. Su vagina era preciosa. Rodeada por abundantes vellos rizados muy negros, siempre limpia y cuidada. Sus piernas eran largas, torneadas, de un color moreno claro, que ella mostraba generosamente al vestir con minifaldas o con faldones abiertos por los costados. En pocas palabras se sabía bella y gustaba de coquetear, aunque era completamente fiel a quien fuera su amante en turno.
Aceptando mi invitación, ofreció hacer dicho viaje en un camper, que era de su propiedad, argumentando y con razón, que podíamos parar donde quisiéramos a pasar la noche y así tendría yo la facilidad de disfrutarla cada vez que quisiera, por lo que el día señalado, pase con mi auto a buscarla y enganchando al vehículo la casa rodante, partimos hacia nuestra aventura.
Ella vestía una camisa delgada, sin sujetador, la cual amarraba por debajo de los senos, de manera que su plano vientre quedaba al descubierto. Una falda larga del mismo color de la camisa, la cual le llegaba hasta los tobillos, pero tenía a cada uno de los lados, una gran abertura hasta la parte media de cada muslo, lo que permitía gozar visualmente de sus preciosas piernas.
A dos horas de camino, en plena carretera, y caliente por el precioso espectáculo que llevaba yo junto, paré el vehículo y la besé ardientemente en la boca, mientras mis manos acariciaban ambos muslos aterciopelados, pudiendo sentir, que cada abertura de la falda, llegaba hasta el nacimiento de un pequeñísimo bikini, el cual ni tardo ni perezoso hice bajar hasta los tobillos, sacándolo definitivamente de una de sus piernas.
Recorriéndole con mi lengua el cuello, caricia que yo sabía la enardecía, eché hacia atrás el asiento del coche y la monté sobre mi excitado miembro, quedando frente de mi, sintiendo como su vagina estaba húmeda y poco a poco de fue tragando el trozo de carne.
Dándonos lengua mutuamente, movió sus caderas frenéticamente hasta alcanzar un par de orgasmos, antes de que yo me derramara abundantemente dentro de ella, por lo que se pasó velozmente al camper trasero para asearse.
Después seguimos nuestro camino. Todo iba perfectamente normal hasta que ella decidió que paráramos a comprar unas cervezas. A mi esto no me parecía pues consideraba que era peligroso manejar bebiendo, pero después de una acalorada discusión, detuve el vehículo, no sin antes advertirle que entonces ella manejaría, situación que la molestó bastante.
Ya con Lucía al volante, y kilómetros adelante, yo bebía cerveza una tras otra y ella, bastante molesta por mi actitud, decidió finalmente no tomar. Apareció ante nosotros un coche detenido a la vera del camino, con el capirote abierto, señal inequívoca que se encontraba descompuesto, y un tipo, rubio, de cabello rizado parado junto a el, haciendo la clásica señal de pedir aventón.
Lucía disminuyó la velocidad del auto, y haciendo caso omiso a mis instrucciones de no detenerse, con el afán de llevarme la contra, se detuvo totalmente. El tipo se acercó hacia la ventana donde yo iba situado, y tras explicarnos que su carro se había recalentado y la urgencia de llegar a la ciudad más cercana, nos suplicó lo lleváramos con nosotros.
No dejándome contestar, Lucía de inmediato aceptó y yo pude adivinar en los ojos del rubio, una lasciva mirada hacia los bien torneados muslos femeninos, que por la posición lógica al manejar, se dejaban ver generosamente.
El tipo se sentó en el asiento trasero, exactamente a la mitad del mismo, de manera que bajo cualquier pretexto, se hacía hacia delante quedando situado entre Lucía y yo, lo que aprovechaba para comerse con la mirada las piernas y el turgente busto a través del generoso escote de mi mujer.
Tras platicar cosas triviales que honestamente me tenían totalmente fastidiado, el tipo se acercó de nuevo y me preguntó --¿Qué tal es en la cama?--- siguiendo con una carcajada ruidosa. Lucía y yo cruzamos la mirada. El volvió a acercarse y dijo----estoy seguro que es toda una perra en la cama--- al tiempo que con su mano acariciaba el lóbulo de la oido derecho de Lucy, mientras volvía a carcajearse como un verdadero loco.
Yo lo imité con la carcajada, al tiempo que acomodé el espejo retrovisor, de modo que sin voltear podía yo ver perfectamente su ubicación y aprovechado que en ese momento acercaba su asquerosa boca al lóbulo de Lucy, aseste un fuerte golpe con mi mano izquierda sobre su cara, gritándole a ella que detuviera el vehículo, lo cual hizo rápidamente.
Me bajé velozmente del auto, y jalándolo por la camisa hice que descendiera, golpeándolo de nuevo y haciendo que cayera en el piso. Mi ofuscación era tal, que me fui sobre el con intención de golpearlo de nuevo, pero el sacó una pistola de entre sus ropas, con la cual me propinó un fuerte golpe en la boca.
Lucía, al ver que el tipo se iba sobre de mí pistola en mano, se bajó y trató de golpearlo por detrás, sin que el notara su presencia. El tipo giró repentinamente y dio un golpazo a la pobre mujer la cual cayó bocarriba tendida cual larga es, visiblemente turbada.
La falda se abría totalmente por ambos costados, lo que permitía observar perfectamente los muslos. El tipo, sin dejar de apuntarme, se inclinó hacia ella y con la mano que tenía libre, acarició de arriba abajo las piernas de la mujer, hasta que subiendo totalmente la falda, apretó fuertemente el área vaginal de Lucy, haciéndola chillar de dolor, mientras gritaba que podía hacerla suya en ese instante si el quisiera y yo no podría hacer nada por evitarlo.
La incorporó violentamente, y tras obligarme a subir al auto, hizo lo mismo con ella, colocándonos en la misma posición en la que estábamos. Ella al volante, yo a su lado y el torvo sujeto detrás de nosotros deslizando la mano a través del escote de Lucía y masajeando descaradamente sus pechos.
Los pezones de Lucy, yo sabía que reaccionarían de inmediato aumentando su tamaño, lo que ocasiono en el tipo una reacción de risa, verdaderamente desquiciada, mientas los pellizcaba agresivamente.
Al empezar a ocultarse el sol, tras desviarnos del camino original de nuestra ruta, ordenó nos detuviéramos, ya que en ese lugar pasaríamos la noche.
Me hizo armar el toldo del camper, sacar e instalar la mesa de alimentación y después me ató fuertemente a una de las sillas de la misma.
El primero se sentó junto a mí, ordenando a la mujer fuera a preparar algo de comer, lo que ella acató rápidamente. Está de mas decir, que todo el trayecto de Lucía desde la mesa hasta el interior del camper, fue observado relamiéndose, por el desgraciado sujeto.
Tras esperar en silencio unos minutos, en los cuales observaba el vientre desnudo y los senos de ella a través de la ventana del camper, se sentó en el suelo a unos metros de la silla donde me tenía atado, y a gritos urgió a Lucía para que le llevara hasta ese lugar sus alimentos.
Ella le obedeció, tratando de alejarse rápidamente pero el lo impidió agarrandola por uno de sus bien delineados tobillos. Pasando la mano por toda la pierna, se fue incorporando mientras gritaba que terminaría algo que ya había empezado. No tuve la menor duda que se refería a cogerse hasta el cansancio a Lucy.
Ella, sin quitar la mirada de la mía, sintió como el sujeto ya de pie junto a ella, subía el gran faldón hasta la cintura y se apoderaba de nuevo de su vagina, apretándola fuertemente, mientras que su lengua recorría desde su oreja hasta el hombro, haciendo descender con ello la blusa hacia un costado.
La desnudó rápidamente, y la tendió boca arriba sobre sus mismas ropas. Lucía no dejaba de mirarme, y yo entre las lágrimas que poblaban mis ojos, podía ver como temblaba, no se si de frío, si de miedo o simplemente de excitación.
El tipo recorrió lentamente con la boca las piernas de Lucy, hasta la cara interna de ambos muslos, mientras ella tenía los brazos cruzados sobre sus senos, en un reflejo inútil de protegerse del atacante.
Separó las preciosas piernas, y perdió su lengua en la cavidad vaginal, lo que acusó mayor estremecimiento en ella, y sus parpados comenzaron a hacerse pesados y su respiración a agitarse.
Después de lamerla por largo rato, lentamente subió los labios por su vientre plano, le separó con gran lentitud los brazos y se dio a la tarea de lamer los exquisitos y grandes pezones, primero lentamente y en círculos, y posteriormente, chapándolos agresivamente.
Arqueó ligeramente su cuerpo, y clavó su miembro en la vagina de Lucía, quien en ese momento dejó de mirarme, cerró los ojos y pasando ambos brazos detrás de la cabeza del rubio, enroscó ambas piernas en la cadera masculina y se entregó por completo a la verga que entraba y salía, haciéndola gemir de placer.
Ella se vino dos veces sin dejar de moverse al ritmo del tipo y el, cuando yo pensé que se derramaría dentro de ella, saco el miembro del canal vaginal y lo puso en la boca de la morena, la cual se abrió para recibirlo golosamente.
El obligaba a la hembra a mover la cabeza fuertemente hacia delante y hacia atrás, mientras con los dedos pellizcaba los negros y grandes pezones. Su chorreada fue tremenda. La leche escurría a través de las comisuras labiales, ya que ella no podía tragarse todo el semen que tiraba tremenda verga.
Cuándo hubo acabado todo, se sentó frente a mí con ella sentada en la pierna, ambos totalmente desnudos, y ahí, casi rozando mis piernas con las de Lucía, la echo para adelante y la penetró por el culo, haciendo que ella empezara a bramar frenéticamente, ya que el sexo anal era otra de las cosas que Lucy disfrutaba al máximo.
Clavó un dedo por la vagina, y lo bombeó al igual que el enorme pistón que entraba y salía de su ano y ordenó a Lucía que me sacara el miembro del pantalón y me mamara, lo cual ella totalmente fuera de control obedeció sin chistar, consiguiéndolo con solo estirar ambas manos. Así de cerca se encontraban de mí.
Ella se vino ruidosamente al tiempo que el rubio se deslechaba dentro de ella y muy a pesar, me vine tremendamente en la boca de Lucy.
El tipo se safó del culo de la mujer, pero no la soltó, sentándola de nuevo en su pierna y a gritos, interrumpidos por tremendas carcajadas, me decía que había tenido razón, que Lucía era una verdadera perra.
Fue lo ultimo que escuche pues el tipo tiró del gatillo, causándome un dolor tan intenso en el hombro que me hizo perder el sentido.
Cuando deperté, me encontraba yo en un hospital y Lucía, según me contaron al preguntar seguía desaparecida.
De esto hace ya 10 años, y de Lucy, solo tuve noticias por una hermana de ella, que me informó se encontraba viviendo en Estados Unidos, con un desconocido para la familia, pero que al parecer la hacía muy feliz.
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