El carajo tenía una cara de no estarla pasando bien, estaba ensartando su perinola, yo me le acerqué para saludarlo, él me contestó sin mirarme y siguió jugando mientras yo intentaba dialogar con él. Le pregunté si había algo en lo que pudiera ayudarlo y me dijo que sí, jugar perinola con él. Eso no me cayó bien porque entendí que me estaba pidiendo la pepita, le dije que no fuera tan marica y me quité de ahí al mismo tiempo que lo oía decir, "se arrechó porque le pedí la perinola, ojalá no sea para mandarme a joder con el marido". Para ser sincera sí tenía un güevo bien presentable, no era tan mala la idea de que me ensartara la perinola, como así dice él para decir pepita. La vaina fue que lo dejé con su juguete para seguir atendiendo mis asuntos.
Esa tarde mi hija y la señora Dikia hicieron arroz con guiso de janco y trocitos de berenjena y aguacate, una cena muy poco común para mí, pero me parecía muy buena. Me presentaron al gran carajo que para ese momento ya no estaba jugando con su perinola. Me dijo mi hija, "mami, él es Govin Rusca, el administrador de la finca y por lo que me ha dicho parece que le gustas mucho". Por su lado Rusca me dijo, "me gustaría jugar perinola contigo Ingita, pienso que eso nos ayudaría mucho". Le contesté buscara otra más pendeja que él. Se sentó a mi lado y cada vez que yo me llevaba a la boca un poco de la comida me tocaba el muslo, así que me quité de su lado y me fui a comer sola al patio, mi anfitriona desplegó una sonrisa.
No sé por qué, pero después de la comida pensé mucho en él, cuando recordaba su mano sobre mi pierna sentía que se me apretaba la pepita. Al siguiente día era mi hija la que estaba ensartando la perinola y cuanto más rápido jugaba me daba algo, era como que unos dedos invisibles me estuvieran apretando con fuerza el clítoris. Le dije, "tienes que calmarte Curien, te lo estás tomando muy enserio". Ella detuvo el juego me miró unos minutos y después me contestó, "te veo extraña mami, me parece que alguien te cogió anoche tan duro que todavía te duele la cuca". De inmediato le dije, "es lo que piensas, pero no es así, ni cogí anoche ni me duele nada así que deja la jodedera". Dejó el juguete cerca de mí, lo tomé en mis manos, observando muy de cerca el bastoncito.
Pensé para mí misma, "así debe ser de bueno el güevo de Govin, pero ya yo tengo quien me meta verga". Mientras estaba pensando escuché claramente la voz de Curien desde uno de los dormitorios, "si me va a coger no me vaya a lastimar señor Rusca, que después mi novio se va a pelear conmigo". Con mucho cuidado fui hasta la puerta y observé detenidamente cómo el carajo desnudaba a mi hija y cómo le chupaba el coño. Aunque tenía ganas de entrar e impedir que se la cogiera ella estaba que se retorcía repetía "mmmaaasshhh, mmmaaassshhh, ahora métame toda su verga..." Me aparté por un momento para ensartar la perinola, pero no hacía más que intentos fallidos. Cuando el carajo metió su güevo en la cuca de Curien, también el bastoncito de la perinola entró en el orificio entonces me sentí tranquila.
–– Aaahhhjjj... señor Rusca que güevo tan bello tiene usted, métame todo su... aaayyy nojoda... ¡¡¡métame mmmaaasshhh... todo su güevo...!!!
–– Bella eres tú carajita, que me has dado tu perinola cuca... tienes ese coño tan suave que el pipe se me resbala solo hacia dentro y hacia fuera... ssshhhiii... sigue aaassshhhiiijjj...
–– No se canse de darme verga señor Rusca, ese güevo tan grueso me aprieta toda la pepita... mmmiiijjj... mi pepita esta con ganas de más güevo... ¡¡¡aaayyy verga!!! ¡¡¡quiero verga...!!!
–– Te tiembla la voz Curien, no te pongas miedosa porque me arrecho... mejor mueve bien tu coño suave y delicado que tienes... ooohhhjjj... qué pepita más bella...
–– No sea pendejo y deme verga, quiero toda esa verga para mí sola nojoda... métamela bien como todo un gran carajo.
–– Qué bella eres carajita, tu coño es algo muy bueno para mi pipe, gracias por dármelo.
Ellos estaban cogiendo allá adentro y yo estaba aquí afuera con mi perinola, a medida que ensartaba el bastoncito en el agujero, Curien y Govin hacían de todo, lo único que no hicieron fue coger por el culo. Decidí parar el juego por un momento para ir al riachuelo a hidratarme, justo cuando solté la perinola ellos salieron desnuditos y sudados. Curien me dijo, "mami ven con nosotros al río para pasar un rato juntos los tres". El sol nos brindaba su buen calor, me puse de pie para caminar con ellos y a Curien se le ocurrió que si me quitaba la ropa estaría en mejores condiciones. Me ayudó a desnudarme y los tres quedamos livianos para meternos en el agua. Nos zambullimos y con la misma Govin también zambulló su verga en mi coño, varios de nuestros compañeros de viaje también fueron.
Tenían que ver cómo Govin me cogía porque en más de una semana pidiéndome pepita yo lo único que le había contestado es que no fuera marica y que buscara a otra. La señora Dikia era una que decía muy alto, "así me gusta que me complazcas al muchado Ingita". El dedo medio de su mano derecha lo pasó entero dentro de mi culo, me besó en la boca para que yo no gritara. La señora Dikia estaba ensartando la perinola, yo la invité a venir al río y como no quiso la forcé a entrar así vestida. Una vez en el agua Curien y yo la desnudamos para que se divirtiera mejor con su perinola. La vaina es que Todavía Govin no había acabado de correrse, cuando lo hizo la leche cayó en las tetas de la señora Dikia, entonces ella se rió.
Nuevamente la señora Dikia y Curien volvieron a preparar la receta de arroz con janco, berenjena y aguacate. Curien y yo que todavía queríamos seguir con Govin para que nos volviera a coger, nos pusimos las bragas y los sujetadores, pero sin los suéteres ni las faldas o los pantalones. Fue Govin quien nos trajo los platos y se quitó el calzón de bañar para sentarse desnudo con mi hija y conmigo. Al momento de colocar los platos nos dijo, "no se me vayan a molestar, pero hoy les tenemos un arroz a la perinola". Esta vez Curien y yo separamos las piernas para que en vez de tocarnos los muslos nos tocara los coños. Y también esta vez nosotras le acariciamos el güevo apretándoselo para que no se le enfriara. La otra vaina fue que de regreso veníamos jugando perinola en el coche.
Todavía hoy pienso que en algún momento Govin nos va a venir a visitar a mi hija y a mí para volver a pasar un tiempo bien bello con su güervo ensartándonos las pepitas de la misma forma que una perinola.