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Categoría: Confesiones

Ardientes

La reunión estaba por empezar, Natalia entró a la sala de juntas tomado asiento; al notarlo; Andrés sacudió la cabeza, dejando de bostezar. La miraba de reojo mientras ella cruzaba la pierna, tragando saliva, desnudándola con la mirada. 

Quince minutos más tarde, Andrés se desconectó por completo de la reunión zambulléndose en sus pensamientos, acordándose de la tremenda mamada que le había dado Natalia hace un par de semanas en el baño de la oficina. En ese momento, empezó a sentir como su verga reaccionaba, obligándolo a cambiar disimuladamente de posición para acomodarse la entrepierna. Por fin la reunión terminó y todos empezaron a volver a sus puestos de trabajo. Natalia le guiñó el ojo con una sonrisa pícara dirigiéndose a su cubículo; Andrés le devolvió la sonrisa entre muecas en un intento de disimular su morbo hacía ella.

La monotonía de la jornada empezó a culminar, pero ese día Andrés se quedó por más tiempo en la oficina para organizar la cantidad de nuevo trabajo que le había llegado. Un poco más tarde, se percató de las altas horas de la noche que eran y de lo sola que estaba la oficina por lo que decidió que era momento de partir, Cuándo se dio cuenta que Natalia lo estaba mirando sentada con las piernas abiertas, sin ropa interior, con su falda corta de oficina y sus tacones negros sobre la mesa de la sala de juntas, se le erizó la piel; dejó de hacer su papeleo y sin titubear se dirigió hacia donde ella estaba, comiéndosela con la mirada. Natalia le sonrió pícaramente mordiéndose el labio al tiempo que movía sus muslos apoyados sobre la mesa; Andrés se lanzó sobre ella, besándola morbosamente; le empezó a acariciar los muslos y a introducirle los dedos en su coño provocando que ella jadeara un poco; le chupaba la oreja y el cuello; ella le fue desabrochando la camisa, acariciando su pecho y zafándole el pantalón; en ese instante; él la acostó sobre la mesa y empezó a besarle el abdomen, subiendo hacia sus pezones, acariciándolos con su lengua y chupándoselos, ella lo disfrutaba, gemía suavemente; él volvió a descender por su abdomen, la sujeto de los muslos y empezó a chuparle el coño haciendo que ella gimiera más duro. Estuvo allí por varios minutos, dejando su coño completamente empapado y resbaladizo; ella levantó su cuerpo ligeramente, apoyándose en sus manos con las piernas abiertas; él se sacó la verga, dura como un sable y la penetró; ambos exhalaron; soltando un “ahh” que los encendió. El coño de ella estaba tan resbaladizo, que hacía que la verga de él se corriera exquisitamente dentro de ella; Andrés la penetraba duro, con fuerza; ella gemía; se comían los labios; se follaban ferozmente. Entonces, él la bajó de la mesa y la volteó, ella se dejó caer de frente apoyándose en sus manos y en esa posición la hizo poner de rodillas sobre la mesa quedando en cuatro completamente abierta para él, volviendo así a sumergirse en su jugoso coño, introducía su lengua en él y le chupaba el clítoris; ella no paraba de gemir, la lamía de arriba abajo, le mordía y chupaba las nalgas, mientras seguía perdiéndose en sus fluidos. La volvió a penetrar, se aferraba a sus nalgas, grandes y jugosas, ella empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás al tiempo que decía “Ahhh…Ahhh…Ahhh”, Andrés estaba desenfrenado al escucharla gemir de esa manera, se la metía con furor, reventándola en cada entrada. Se detuvo un momento y se sentó en una de las sillas que había en la sala; Natalia se sentó de espalda sobre él, clavando por completo su verga en su mojado coño, haciendo sensuales movimientos de arriba abajo; ambos gemían con la misma cadencia. Entonces, ella apoyo sus manos en el borde delantero de la silla y meneándose más intensamente empezó a gemir de forma desmedida, él la tomó de las caderas y empezó a gemir con ella. Estaban llegando al clímax, era extraordinario, ella arqueó su cabeza gimiendo y él se acercó a ella gimiendo también; entonces; se fueron moviendo más despacio hasta terminar exhalando agitados. Se quedaron así por un par de minutos mientras tomaban aliento para salir del lugar, sabiendo que al día siguiente debían regresar fingiendo que nada de esto había sucedido.
Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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