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Esto me ha pasado hace dos días. Lo cierto es que ha sido genial. El caso es que, en mi carrera, hay, como en todas, la típica "asignatura hueso". Y, como a la mayoría de los estudiantes, siempre la cateamos a la primera.
Mi profesor es bastante borde y gilipollas. Sin embargo, tengo una profesora en prácticas que está buenísima. Debe rondar los 35 ó 40 años. Es rubia con el pelo largo, rizado y muy frondoso (tipo sirena de la película "1, 2, 3 Splash!"). Sus ojos son de un azul intenso cubiertos por unas gafitas de montura muy fina, sus labios carnosos, su piel blanquita y, pese a su edad, bastante tersa. Debe medir 1,68m y rondará los 50Kg. Sus tetas son grandes y firmes. Su culo, respingón pero no gordo; es tieso (lo típico, ni caído, ni gordo...en su punto). Lo cierto es que, en sus clases, más de una vez se me ha trempado al ver cómo mueve su culo al ritmo que escribe.
Suele vestir pantalones de tela, o vaqueros, blusas o suéters de lana. Como ya he dicho, me pone bastante.
El caso es que hice el examen en Enero de este año 2004 y, hace una semana, salieron las notas: un cateo de 4,5. Tenía que ir a revisión a ver qué podía sacar. Fui el Viernes a las 20:00h y, como era de esperar, el individuo me dijo que "tralarí". Salí con un cabreo de aúpa. Cuando iba hacia las puertas de la Facultad para irme, me acordé de las prácticas y que, como había asistido a todas las clases, quizá podría conseguir algo; o, por lo menos, la vería a ella.
Me acerqué a sus despacho y, tras llamar a la puerta, oí que su voz me invitaba a pasar. Entré. Pude ver que estaba sola en el despacho. Llevaba una blusa de color blanco impoluto. Ella me miró con una sonrisa en su cara y me saludó. Me preguntó qué problema tenía.
-Estooo...hola! Verás, quería saber qué resultados tengo en las notas de prácticas...
-¡Ah! Las notas de prácticas...déjame ver- cogió el ratón de su ordenador y miró hacia la pantalla-. ¿Cuál era tu apellido...?...Ah! Sí, ya recuerdo...- increíble, se acordaba de mi apellido!-. Bueno, no está mal. Un 7,75.
- ¡Vaya!...Bueno, el caso es que he suspendido la asignatura, y quería saber si aún hay que hacer media y todo eso...
- En teoría, no, pues ya está hecha...
-¡Vaya!- Adopté una expresión de preocupación...-.
-¿Qué has sacado en la nota final?
-Un 4,5...
-¡Jo! ¡Qué mala suerte! Bueno, ya sabes a estudiar más para la próxima vez.
Parecía que me iba a despedir. Yo actué con presteza; la miré y le dije:
-Bueno, como la nota de prácticas no es tan baja, quizá, si me la pudieras subir un punto más o dos, quizá podría aprobar...
-No, no puedo...ya está todo puntuado.
Yo comenzaba a notar un calor tremendo en ese despacho (tenía la calefacción a toda castaña). Esto junto con el hecho de que la tenía delante de mí hizo que se me empezara a poner dura. Sin pensarlo, le dije:
-Bueno...si tú quieres, te puedo hacer un trabajo para subir nota...un trabajo o-sentí cómo la miraba de una forma sensual- lo que tú quieras o te apetezca...
Sus ojos se abrieron mucho, como si no diera crédito a lo que oía...¡un alumno se le estaba insinuando a cambio de una nota!
Humedeció sus labios al tiempo que trataba de recomponerse del "shock". Entonces, quedó callada y, tras unos segundos (que me parecieron años), me dijo:
-¡De acuerdo!...pero tendrás que acerlo ahora y delante de mí.
Se levantó y, dándome la espalda, comenzó a buscar unos papeles en el armario. Entonces, pude ver que vestía una minifalda de color negro, bastante ceñida, a través de las cuales se le marcaban las bragas. ¡Dios, se me puso la polla durísima! Abrió un paquete de folios y me dijo que hiciera el ejercicio 1° de la lista y que, si lo hacía bien, me subiría dos puntos, con lo que la media me daría aprobada. Pude olerla mientras me explicaba todo esto, pues se había sentado sobre la mesa, a mi derecha. Entonces, mis ojos fueron a parar a sus piernas durante una décima de segundo (¡cómo me costó retirar la mirada!). Se apolló sobre su codo derecho para darme las últimas aclaraciones con el dedo índice de su mano izquierda sobre el papel del ejercicio. Mientras ella hablaba, yo miraba su escote que, ahora, era visible gracias a los botones superiores de su blusa que estaban abiertos. Pude ver su teta derecha apretada contra un sujetador blanco de puntillas. Cuando terminó de hablar, giró su cabeza del papel y la dejó ante la la mía. Nuestras bocas quedaron a unos 15cm. Yo mojé mis labios con la lengua y dejé ir un pequeño suspiro que, en efecto, ella detectó y contestó con una leve sonrisa que significaba algo así como(sabía que te pondría, niño).
Comencé a hacer el ejercicio (era largo, muy largo...). Seamos francos, aunque yo estaba muy cachondo, pretendía aprobar la asignatura y, por ello, me concentré en el ejercicio, pues era poco probable que me lo pudiera montar con ella. No sé si me entendéis.
-Voy un segundo fuera y, cuando vuelva, cerraré para que nadie te moleste-dijo mientras abría la puerta.
Acto seguido, se fue. Yo comencé a hacer el ejercicio que, como hacía relativamente poco que había hecho el examen, lo tenía todo fresco. Pasarían unos cinco minutos, cuando volvió a entrar y, acto seguido, cerró la puerta con pestillo. Se sentó en su silla frente a mí.
-¿Te importa que ponga las piernas sobre la mesa? Es que estoy muy cansada y esto me relaja- dijo mientras me mostraba sus firmes y blancas piernas, acabadas en unas botas de color negro, subidas, ahora, sobre la mesa.
-No, no...¡para nada!- dije mirando, atontado, las piernas de esa bella mujer.
Abrió el periódico y se puso a leer mientras éste le cubría la cara. Mientras, la falda se le había subido un poquito, pero era imposible ver nada...¡mierda!
Pasé mi mano a mi paquete y comencé a frotármelo por encima de mis vaqueros mientras miraba esas hermosas piernas y, sobre todo, allí donde se juntaban.
Cuando me disponía a volver a mi prueba, algo sorprendente pasó. Abrió ligeramente sus piernas de forma que pude ver lo que entre ellas había porque, para sorpresa mía, ¡no tenía puestas las bragas! Obviamente, esta tía estaba provocándome y se las había quitado mientras estaba fuera del despacho. Pude ver, con gran claridad, su coño; bien afeitado y con una pequeña mata de pellillos rubia en su pubis. Entonces, volvió a cerrar las piernas y, a los pocos segundos, retiró su periódico a un lado y me dijo:
-¿Cómo va?- con una sonrisa en su cara.
-¡Bueno...
Rió suavemente, y volvió a leer su periódico.
-¿Oye, cuántos años tienes?
-¡Pero oye! ¡Eso no se le pregunta a una mujer!
-¡Bueno- contesté yo- no a las mujeres que son mayores, pero tú eres bastante joven (sabía que funcionaría...a las mujeres les encanta que las alaguen).
-¡Vaya! ¿Y qué edad crees que tengo, entonces?
-Bueno...tú tendrás...unos 25 ó 27 años. No más- En realidad aparentaba lo que he comentado al principio, jejeje! Pero potentísima, claro.
Ella sonrió y se puso colorada.
-¡Venga ya! ¿Me tomas el pelo...?
-¡No!- dije muy serio-. Supongo que hace poco que acabaste la carrera, ¿no?
-¡Qué va! Tengo bastante más que 25 años.- dijo con un brillo en sus ojos y humedeciéndose el labio superior.
Entonces, ella se levantó y se sentó ,de nuevo sobre la mesa. Yo agaché la cabeza y volví a mi tarea. De reojo, miré hacia sus piernas y vi que las había vuelto a abrir. Entonces, mire a su coño y pude ver un brillo entre sus labios exteriores...¡se estaba poniendo cachonda! Parecía que esperaba a que yo diera el paso primero. Y así lo hice.
Me levanté de la silla y la empujé suavemente, pero con firmeza, poniendo su espalda contra la mesa, dejando sus piernas colgando. Levanté su falda y su coño quedó frente a mí; dispuesto a lo que yo deseara hacerle. Separé sus piernas y ella las flexionó de forma que sus pies se apollaron sobre la mesa.
El espectáculo era cojonudo. Una mujer rubia de pelo largo, vistiendo una blusa blanca con los botones superiores desabrochados, una minifalda negra subida y arrugada en su cintura, con unas botas de piel negras y tomando una posición de sumisión total; abierta de patas con sus ojos cerrados, sosteniendo su espalda contra la mesa y con sus brazos abiertos sujetándose fuertemente a los extremos de la mesa. Su coño, bien afeitado y con unos pocos pelillos rubios decorando su Monte de Venus, estaba abierto a mi y, a cada momento que pasaba, le chorreaba más flujo y éste se perdía por la raja de su culo; poco visible por la posición que había adoptado. Supongo que os imaginaréis que esa imagen pondría cachondo al más santo pero, si además, tenemos en cuenta que era mi profesora; una profesora que me había puesto la polla dura en más de una ocasión, el morbo, entonces, se disparaba a límites insopechados.
Me incliné sobre ella y, del primer lametazo que pasé por su raja, mi nariz y mi barbilla quedaron impregnadas de sus flujos; cálidos y sabrosos. Ella gimió fuertemente. Volví a usar mi lengua de nuevo. Esta vez, le introduje la lengua en el interior de su chocho; abriendo con fuerza sus labios vaginales. Entonces, sin sacar la lengua, comencé a moverla dentro y, al mismo tiempo, a succionar. Lo único que oía era mi respiración y sus gemidos; que aumentaban, por segundo, su intensidad. Parecía que no le habían comido el coño en años.
Tras unos minutos, separé mi boca para respirar aire y saborear, con calma, el flujo que el coño de mi profesora había dejado en mi garganta.
-¡Sí...cómeme más el coño...lo haces genial! ¡COME! ¡COME! ¡COME!- Estaba gritando de una forma bestial mientras movía su coño adelante y atrás; sin embargo, no me importó que pudieran oírnos (en realidad rondarían las 21:15h y, para entonces, pocos profesores quedaban o, incluso, por lo que pude ver, ninguno).
Yo me volví a inclinar y continué saboreando su flujo. Entonces, la giré sobre la mesa de forma que su culo quedó levantado. Entonces, vi su ojete; de un color rosado que contrastaba con la blanca piel de las cachas de su culo desnudo (¡joder, sólo con recordarlo ya me pongo...qué culo!). Sin dudarlo, comencé a chupárselo. Primero, se lo mojé con mi saliba. Después, poco a poco, le fui introduciendo mi lengua en él. Mientras tanto, ella gemía y gritaba sin parar. Chupé mi dedo pulgar y lentamente, se lo introduje en su ojete. Ella se inclinó hacia atras muy levemente y dejó escapar un fuerte "¡Ohhhhhh!...". Entonces, con mis dedos medio y anular, me metí, también, en su coño. La tía no sabía cómo mover el culo ya. No hacía más que agitarlo.
Entonces, me arrodillé sobre la mesa y, con mi mano izquierda comencé a sobarle las tetas metiendo mi mano por debajo de su blusa y de su sujetador. Después, busqué su boca con la mía y comencé a lamer su lengua; a lo cuál ella contestó con un sugerente meneo de labios a mi lengua (¡sí!...¡No pude evitar imaginarme cómo me la chuparía esta tía!). Así, aceleré el moviemiento de mi mano derecha en su coño y ojete con el deseo de que se corriera. Tras 2 ó 3 minutos de intenso meneo, comenzó a tener unos espasmos y, al poco, levantó su espalda y, con su brazo izquierdo, empujó mi mano fuera de sus agujeros. Respiró como recuperándose. Me miró, se acercó a mí, rápidamente, y me bajó los pantalones y calzoncillos. Mi polla se levantó hacia ella como un resorte. En un abrir y cerrar de ojos, se había metido mi picha en su boca y comenzaba a succionar con fuerza mientras que su lengua hacía círculos en torno a mi glande. Me acomodé sobre la mesa tumbándome para que esa mujer, que estaba, ahora, de rodillas con su cabeza entre mis piernas, me chupara la polla como la zorra que es. Tenía muchísimas ganas de correrme, pero quise aguantar para disfrutar de la mamada que mi profesora me estaba haciendo. Sujeté su cabeza con mis dos manos y la empujé hacia mi polla; hasta el fondo. Noté cómo le llegaba a la garganta y, entonces, ella hizo fuerza hacia atrás para sacársela de la boca, cosa que hizo. Comenzó a toser un poco.
De una forma espectacularmente rápida, me quité los pantalones y salté al suelo. Mientras ella tosía, Sujeté la camisa por sus hombros, desde su espalda, y se la abrí rajándosela sin miramientos. Ella giró su mirada hacia mí con una expresión de sorpresa. Sin dudarlo, sujeté su falda, levantada, y se la bajé, tras unos pocos tirones para quitársela. Con la bajada de falda, la había puesto boca arriba. Entonces, me eché sobre ella y le rompí el sujetador blanco que tan cachondo me había puesto antes dejando a la luz un par de tetas que ya quisieran muchas chicas de 20 años. Eran redondas y firmes y ligeramente más grandes de lo que yo me hubiera imaginado. Estaban coronadas por unos pequeños pezones de color rosa oscuro y que, en ese momento, estaban duros y firmes como rocas.
Imagináos. Una mujer preciosa espatarrada sobre la mesa, sin más ropa que un par de botas altas, mirándome con una cara de sorpresa a la expectación de lo que yo le iba a hacer en ese momento.
Sujeté sus piernas por los tobillos y la giré para recolocarla boca abajo. Ella dejó ir un "¡Ahhh!". Quedó con sus pies apoyados en el suelo, de forma que su culo quedaba en pompa. Me agaché y, de forma rápida pero directa, pasé mi lengua por su ojete y se la metí dentro. Ella gemía muy levemente. Me levanté y le dije al oído desde su espalda:
-¡Te voy a follar por el ojete! ¡Voy a hacer que ese culo que tantas veces he deseado se te quede más abierto que la puerta de una iglesia, zorra! ¡Te lo voy a dejar como un bebedero de patos!
-¡No, tú sólo fóllame el coño!-dijo con voz entrecortada.
-¡Y una mierda, puta! ¡Te follaré como yo quiera!
Entonces, me mojé la punta de la polla con saliva y, tras extenderla a lo largo de mi rabo, se la colé por el ojete sin, prácticamente, ningún miramiento. Ella comenzó, entonces a gritar y a gemir como una loca; lo cual hacía que yo, lejos de desistir, se la introdujera más, y más, al fondo. Cuando ya la tenía metida por completo, mientras mi huevos tocaban con su coño abierto y mojado, le dije:
-¿Ves como no te ha dolido, guarra? Además, ha entrado con mucha facilidad, ¡ya te lo habían follado?- Mi sensación era de total poder sobre ella.
-¡Sí...sí...-dijo entrecortada-...a mi marido se le antojó hace poco follarme por detrás y yo acepté, pero no me gustó na...nada!
-¿Ah, sí? ¡Pues, ahora, te follaré yo el culo y no te la sacaré hasta que te haya llenado de mi leche, puta!- las palabras soeces no paraban de salir de mi boca; estaba como drogado al ver que me estaba follando a esa bella mujer.
Entonces, tiré hacia atrás y, tras sacarla por completo, se la volví a meter de golpe y le peté el culo. Ella gritó como un cerdo en el matadero y trataba de salvarse de mí.
-¡Sácala hijo de puta! ¡Me duele, cabrón! ¡Mamón, te voy a arrancar la polla!-Estaba fuera de sí.
Yo no hice caso y, sujetando fuertemente su cintura, se la saqué y se la volví a meter. Ahora, en vez de un grito, gimió fuertemente. Entonces, supe que esto empezaba a gustarle y, de esta forma, comencé un mete y saca en el ojete de mi profesora. Cuando sacaba mi polla, la veía manchada de sangre; sin duda, debió dolerle. Sin embargo, ahora tenía el ojete totalmente dilatado y mi polla entraba y salía con una facilidad tremenda. Dejé ir su cintura y, pasando mis manos por debajo de sus brazos, le agarr´sus tetas. Comencé a sobárselas y, mientras, a pasarle la lengua por su espalda. Así, pasaron unos diez o quince minutos-lo sé por el reloj de su despacho-. parecía mentira que aún no me hubiera corrido. Ella bajó su mano a su entrepierna y comenzó a acariciarse el clítoris con la palma de su mano mientras que, con sus dedos, se separaba los labios de su mojado coño. Cada vez que se la clavaba, mis huevos rozaban sus dedos.
Entonces, me excitó mucho la idea de follarle el coño. Así que, dicho y hecho. Se la saqué del culo y, tras recrear mi vista en su ojete abierto de par en par (es una imagen que me encanta, ver cómo se va cerrando poco a poco), se la metí por el coño. Ella gimió y me dijo:
-¡Sí! Fóllame el coño, lo estaba esperando, mamón! Vamos...sí...sí...
Entonces, volví al mete-saca pero, en esta ocasión, en su coño. Así, tras unos pocos minutos, me dijo:
-Sigue así...no pares ahora...me esto...y co...rien....DOOOOOOOOOO!!!!
-¡Sí! ¡Córrete, zorra! Seguro que esto no te lo da tu cornudo marido, ¿eh, puta?
Así, al ver que su orgasmo estaba terminando, le dije que, ahora, me tocaba a mí.
-¡Imbécil, no te corras en mi coño...que no tomo nada! ¡Sácala de ahí!
Esto me puso más. Así, sujeté su cintura con fuerza y evité que se escapara. Comencé a correrme dentro de su coño como nunca antes lo había hecho...¡joder! ¡Qué cantidad de leche! Sentía cómo toda mi sangre bajaba a mi polla y descargaba dentro de mi profesora.
Al terminar de correrme, liberé a mi profesora que, de una forma rápida y decidida, se agachó para meterse la polla en su boca y limpiármela de semen y,también, de la sangre que su ojete había dejado en ella.
Tras esto, se levantó, me miró y me dijo:
-¡Es la mejor forma en que me han follado nunca!- Puso su mano en mis huevos y me besó en la boca introduciendo su lengua.
Entonces, miró al rededor y, al fijarse en su blusa rota, dijo:
-Menos mal que tengo el abrigo. No has tenido miramientos, ¿eh?
-Lo siento-dije yo- pero tenía demasiadas ganas de follarte.
-Bueno-dijo mientras cogía el papel de mi ejercicio, que había quedado sobre la mesa, y lo rompía-. No te preocupes por la asignatura; la tienes aprobada. De eso me encargo yo. Sin embargo, espero verte alguna vez por aquí, quizá pueda volver a ayudarte...o tú a mí.
Entonces me vestí y, literalmente, me echó de su despacho (qué tontería, ni que alguien no supiera lo que había hecho después de haber gritado lo que gritó). Sin embargo, ya no quedaba nadie por los despachos a la hora que era. Así, bajé del edificio, cogí mi coche y me fui.
Esta historia es completamente verídica. Me gustaría que profesoras de Universidad, Instituto, etc, me escribieran,pues no es la primera vez que me lo monto con una profesora (aunque nunca antes tan a saco), para decirme si es muy normal que esto suceda. También agradecería comentarios de cualquier otra persona, faltaría más.
Gracias y un saludo. Espero vuestros comentarios.
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