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Cecilia estaba angustiada, aunque había logrado aprobar casi todas las materias, miraba su calificación de geometría. Un 5 que no le daba opción al certificado de preparatoria. Ya fallado el año anterior, y el recursar no le molestaba. Pero su padre le advirtió, sin certificado. Adiós fiestas, adiós viajes, adiós tarjeta de crédito y adiós escuela. Tendría que buscar trabajo y un lugar donde vivir. Que para eso ya era mayor de edad.
Desde el inicio del ciclo, su profesor Pablo se ensañó con ella y su poca habilidad con los números.
—Pase al pizarrón señorita y resuelva este problema.
Sabía que Cecilia estaba negada a los números, aun así en cada clase era la misma tortura.
—Mínimo borre el pizarrón, ¿eso si puede hacerlo?
La espera hasta que el pizarrón quedaba limpio igual de eterna y vergonzosa era diaria.
—Lo peor señorita es que nos vamos a ver por acá el próximo año.
—No creo.
—Seguro necesitará un milagro, o abandonara el estudio.
Cada clase la misma cantaleta, para colmo de males siempre se topaba con él en las escaleras, que por ser tan angostas tenían que subir de a uno en uno.
—Después de usted señorita.
—Gracias.
La incomodidad de saber que ese profesor insoportable le venía mirando el culo la ponía furiosa, pero debía soportarlo. Ahora que sabía que no podría lograr graduarse, lo odiaba más. Pero debía de hablar con él, no podía reprobar. Así que tomó fuerza y fue hasta su oficina.
—Hola
—Hola señorita, ¿se perdió?
—No, vengo a verlo
—¿a mí? Vaya, ¿dígame para que soy bueno?
—Me reprobó y no alcanzó el promedio para terminar el curso.
—Su curso ya terminó, nos veremos de nuevo el próximo ciclo.
—No puedo reprobar.
La voz al borde del llanto conmovió por primera vez a su profesor.
—Dígame, ¿qué es exactamente lo que quiere? ¿Sobornarme?
—Pues… ¿cuánto me costaría?
—¿Dinero? No necesito
—¿le compró algo?
—No, no creo
—ENTONCES DÍGAME, HAGO LO QUE USTED ME PIDA!
—No creo que lo diga enserio
Se tiró al suelo llorando y con ambas manos buscó el cierre de su pantalón. Cuando apenas se asomaba su verga él la detuvo.
—¡espera espera! ¿Qué haces?
—Necesito pasar…
—¿Entonces… lo que sea?
—Si
Cecilia se secaba las lágrimas mientras su profesor se guardaba la verga.
—¿Ya tienes dieciocho verdad?
—Si
—La puedo invitar a salir y terminamos eso que usted quería empezar
—Sí, sí, lo que me pida
—Avise que llegará tarde o que se queda en casa de alguna amiga, quien sabe… puede que hasta saque un 10
—La veo a las 11:00 p.m. el sábado en el parque de aquí a dos cuadras, vestida bonita, ¿no queremos reprobar también en eso?
Cuando se acercó hasta donde estaba ella, ya salivaba. Lucia espectacular con esa minifalda extremadamente corta y medias. Definitivamente borraba la imagen de estudiante que tenía en su mente.
—¿A cuánto la hora mamacita?
—Pensé que no vendría
—No me lo perdería por nada, déjeme ver qué hay debajo de su falda.
Con pena y enojo levantó un poco su falda para dejarle ver las medias cortas a juego con su vestido y ligueros.
—Vaya, que bonito! Qué bonito señorita!
—¿Me va a llevar a un hotel?
—No, Yo tomó en cuenta las decisiones de mis alumnos… y usted dijo que lo que sea…
Se estacionaron cerca del centro de la ciudad y el valet parking lo saludo de manera fraternal, luego le abrió la puerta y mientras caminaban al antro le pellizco las nalgas, para que los del valet lo vieran y rieran a sus espaldas.
Cuando entraron, le pareció extraña tanta revisión. Hasta que escucho en las bocinas al anunciador.
“En la pista la bellísima Ashley”
—¿qué lugar es este?
—Es mi segunda casa
—Es un… table dance?
—Hola Pablo pásale, ya está tu mesa.
—Gracias, nos vas trayendo una de whisky
—Claro que si pásale, ponte cómodo.
Le parecía fascinante, un mar de chicas semidesnudas se paseaban por el salón, sin importarles que las vieran. Y en la pista se desnudaban por completo.
—¿Te gusta?
—No se
Pasaron las horas y solo veía a su profesor hablar con el gerente del lugar, movía la cabeza y negaba con la mano. Hasta que un fajo de billetes paso de mano a mano.
—¡Pero te esperas a las 3 que cerramos el acceso!
—Si, esperamos… ¿verdad?
—No se
—¿Solo sabes decir eso?
En cuanto el gerente le hizo la seña, Pablo fue al baño y regreso sonriendo.
—Es hora…
“Denle la bienvenida a Cecilia que nos va a deleitar con un baile”
El gerente le sonrió y le dio la mano.
—Es tu turno amiguita
—Yo…
La guiaron hasta una pequeña escalera para subir a la pista, el lugar estaba repleto, entre meseros, garroteemos, clientes y chicas eran unas doscientas personas. Chiflando y gritándole.
“Sabrrrrosa”
El rostro juvenil, combinado con aquejas piernas esbeltas y su culo redondo la hacían aún más atractiva ante los ojos de todos. A media canción subió una de las bailarinas y le puso una venda en los ojos, ella estaba desconcertada. El volumen de la música y el ruido en el lugar más el alcohol la tenían confundida, hasta que sintió que algo tocaba sus labios. Y la gritería explotaba.
—Es hora de terminar lo que empezó Cecilia
—¿que?
Bastó que abriera un poco los labios para que la verga entrara, la bailarina le sujetaba la nuca y solo le quedaba recibir aquella verga una y otra vez.
Aquello era una locura, gritaban, chiflaban y se tomaban la cabeza incrédulos. Mientras sentía que otro par de mano le quitaban la blusa y otro par le levantaban la minifalda. Luego la levantaron y la cargaron.
—Agárrate de mi nuca!
—Pero… ¿por qué aquí?
—Para que todos vean cómo te esfuerzas por lograr tus metas
—Haa! Haaa! Quítame la venda!
Ya rebotaba sobre su profesor, cuando le quitaron la venda. Alrededor de la pista estaban todos amontonados, babeando y gritando como locos. La chica que le sujetaba la nuca y que ahora la sujetaba, aprovechaba para meter un dedo en su culito.
—Trae una mesa
Le grito a su mesero, y de inmediato la mesa llegó para recostarla encima. La abrazo y la miro a los ojos.
—Por mi quédese diez años más en preparatoria
—Pensé que me odiaba
—Sabes qué pasó la mitad de la clase mirándote el culo, y la mitad del día esperando a que subas las escaleras.
—Haaa!
Hundió su verga y la gritería le recordó que estaba en una pista a un metro de altura siendo penetrada por su profesor. Se sentía sucia, tenía vergüenza, pero extrañamente estaba disfrutando.
Ahora eran dos bailarinas las que la manoseaban sin parar, mientras su profesor seguía penetrándola.
—Ven, date vuelta.
Obedeció al instante, si falda subió hasta su espalda y su tanga se movió a un lado para darle paso a aquella verga. Ahora veía de frente como la mayoría de los hombres alrededor de la pista se sobaban por encima del pantalón. Y la mirada lujuriosa de cada persona ahí la calentaba, además sentía como su profesor chocaba contra sus nalgas.
—Que rico te están cogiendo nena!
—siii rico! Deme duro profe! Castígueme por no hacer la tarea,
—Eso putita disfrútalo!
—Por cada vez que no resolví el problema en el pizarrón cogeme Pablo
—Se te movía bien rico el culo mientras borrabas cabrona!
—Cógeme cógeme siii así siii!
Ya era insoportable el ruido, estaban todos a punto de venirse, pero su profesor aún no terminaba. Se acostó en la pista y ella se montó sobre él.
“Quítale la falda”
“Queremos ver sus nalgas”
Prácticamente le arrancó la minifalda y sus nalgas con el juego de lencería se veían espectaculares, rebotaba sobre su profesor y gemía mientras se apretaba los pezones.
—Levántate, te voy a dar por tu culito
—Si, que rico!
Sola fue a recargarse en la mesa y con ambas manos abrió sus nalgas para que su profesor metiera su verga en ella.
—Haaa! Haaa! Que rica vergota tiene profe!
—Te gusta que te vean.
—Siii me gusta sentirme puta! Haaa!
—Que rica cola puta madre! Debimos coger desde principio de curso!
—Haaaahaaaahaaaa!
Su profesor no podía más, por más que trataba no se podía contener.
—Haaa que rico que rico!
—Siii en mi culito! Llénelo de leche haaa!
El semen de su profesor lleno la colita de su joven alumna, y todos aplaudieron y chiflaron festejando.
"500 por aventárselos en las nalgas”
De pronto una fila enorme esperaba turno, Cecilia seguía empinada y su profesor está ahora metiendo su verga en la boca, podía saborear los restos de semen mientras los primeros chorros calientes caían en sus nalgas, y otro llegaba apresurado. Todos con su billete de 500 en la mano. Apenas iban unos diez y ya no se veían sus nalgas, el semen le escurría por las piernas, muchos usaban su tanga para limpiar los restos de semen.
—¿Resultó que es una puta señorita?
—Se siente bien rica toda esa leche!
—Siga mamándomela que faltan muchos
—Que rico chomp! Chomp!
Después de casi media hora, el semen escurría por sus nalgas hacía las piernas y a su espalda, muchísimo semen. Todos aplaudían y su profesor volvió a terminar, ahora en su boca. Después de limpiarse un poco, salieron del lugar y el gerente los alcanzó.
—Disculpe señorita, estos 76,500 son suyos
—¿cuanto?
—solo tome un poco para propinas, pero esto es suyo.
Cuando llegaron a su casa, aún tenía las piernas pegajosas, entró directo a su cuarto y se tocó el culo, todavía estaba húmedo por el semen de Pablo. Sabía que se graduaría, pero también sabía que volvería cada vez que pudiera.
Un mensaje entró en su teléfono.
“No te pregunte”
“¿Qué cosa?”
"¿Eres mi puta?”
No respondió, pero la respuesta paseaba en su mente mientras se mordía el labio.
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