~~Aún recuerdo con gran excitación lo ocurrido en la fiesta de Año Nuevo: Nos quedamos solos mi hermano y yo en el departamento, yo había llegado temprano de mi trabajo y la verdad es que no tenía ningún panorama para esa noche, al llegar encontré a mi hermano, que se había duchado y se estaba arreglando para salir, cuando me dice:
¿Tienes algo que hacer esta noche para el año nuevo?
A lo que yo respondí que no, me dijo: Vamos a la casa de la Sandra (su novia), allá van a hacer una buena comida y va a ir harta gente y habrá buen carrete.
¿cómo sabes si te pescas una mina buena? Yo que ando sin novia desde Agosto (aprovecho cada oportunidad si de mujeres se trata), más que rápido me arreglé y estábamos saliendo al rato, hacia la casa de Sandra.
Llegamos allá y había un ambiente muy festivo, bastante trago: cervezas, vino, pisco sour, ponche, whisky y champaña. Me presentaron a varias primas de Sandra, que estaban bien ricas, y andaban vestidas muy sugerentemente, yo las miraba desde arriba hacia abajo y al llegar a sus pies observaba que andaban con zapatos o sandalias, que mostraban pies muy apetecibles, pero por cosas de afinidad o qué sé yo, hasta ahí llegaba la conversación con ellas.
Ya dieron las 12 de la noche, ¡Feliz Año Nuevo! Los abrazos empezaron y mi excitación también al estrecharme con minas tan ricas, pero yo estaba esperando algo más, ya que ellas no me llamaban tanto la atención porque no tenían las uñas de los pies pintadas, y estaba decidido a golear, de pronto mi hermano me dijo que vendría Laureen, otra amiga suya (ya nos conocíamos y tuvimos bastante afinidad, mientras que las ganas de comérmela no me faltaban, dado que el día que la conocí ella llevaba un vestido muy corto y unas altas sandalias de tiritas y llevaba pintadas las uñas de los pies con un color perlado, que me calienta cada vez que la recuerdo). Yo estaba pendiente por si Laureen llegaba, pero nada, al final llamó por celular avisando que no vendría, mientras yo sentía que mejor me iba a correr una paja al baño, llegó el primer bombón que me comería para este nuevo año.
Llegó Carolina saludando a todos, yo ni siquiera la conocía, pero al ver cómo venía vestida pensé lo que traía para mi: traía puesto un vestido negro muy escotado que mostraba un gigantesco par de tetas, un par de sandalias negras con tiritas y a medio taco, pero me puse a delirar cuando vi que traía puesta una cadenita en el tobillo derecho, un anillo en el dedo índice del pie izquierdo y como el postre, tenía las uñas de los pies pintadas de un color claro muy bonito, se notaba que cuida mucho sus pies, pues se veían suaves y perfectos y para mi eso era muy apetitosos, después de saludar, Carolina se puso a conversar con otros tipos, cuando le pregunté a mi hermano quién era esta mina tan rica, éste la llamó, nos presentó y luego se fue con Sandra, yo estaba decidido a comerme a Carolina, pues apenas la vi, se me paró la verga y la mantuve muy en alto mientras conversábamos, tuve que disimular un poco metiéndomela mano al bolsillo de mi pantalón de tela.
Carolina me conversó de su vida, de su trabajo, compartimos varias carcajadas y muchos tragos amenizando la conversación, y a cada rato yo bajaba la mirada y veía sus hermosos pies con mucho apetito, Carolina se daba cuenta de esto y me pareció que le gustaba que admiraran sus pies, pasamos así tal vez una hora y seguíamos conversando y tomando harto, para que no se nos secara la boca y brindando por esto y por lo otro también, cuando le dije:
Salud por los pies más lindos que he visto hasta ahora, que son los tuyos. Al oir esto, Carolina se sonrió y me cerró un ojo. ya estamos listos, pensé yo.
De pronto, Carolina se sentó en la mesa y se sacó la sandalia izquierda y dice:
Me duele tanto el tobillo, me lo debo haber torcido caminando.
Oh! Pobrecita, decía yo, si quieres te puedo hacer un masaje en tu pie para que te sientas mejor.
¿En serio los harías?
Pero claro, dame tu pie (a estas alturas ya nos habíamos olvidado de toda la gente que andaba en la fiesta y éramos solo los dos, parecíamos estar en otra).
Empecé a sobar su tobillo con delicadeza y le hice un grato masaje, recorriendo su pie hasta la planta, luego empecé a juguetear con el anillo que tenía puesto en su dedo índice, que era muy bonito y se lo hice notar, Carolina se sentía muy halagada y ya se le notaba la cara de satisfacción y de calentura al tener su pie en mis manos. Cuando ya se le notaba bien caliente, se quiso volver a poner su sandalia, como respuesta se la quité y le dije:
¿La quieres recuperar?
Sí
Mmmmmmmmmmmm, pero algo deberás hacer para recuperarla ¿y porqué, si tus pies están muy lindos así?
Yo no, ¡tú tendrás que pagar por recuperarla! Me dijo insistente.
¿Y qué puedo hacer? Le dije.
¡Tendrás que chuparme los pies, hace rato me di cuenta de que no le quitas los ojos de encima y que te llegas a saborear! Esto me pareció la mejor orden que me hayan dado en toda mi vida.
Vamos al baño, me ordenó.
Entramos al baño, se sentó en el retrete y se sacó las sandalias y me dijo:
Ya esclavo, aprovecha y chúpame los pies!!!!!!!!!!
Me agaché y obedientemente empecé, primero tocándole ambos pies, oliéndolos, tenían un perfume muy rico que me iba calentando a cada rato más y más y empecé a chuparle los dedos del pie izquierdo uno por uno, metiendo la lengua entre sus dedos, le chupaba la planta del pie, Carolina se retorcía de la calentura y luego le chupaba el otro pie, mientras se dio cuenta del bulto que ya tenía por reventar dentro de mi pantalón.
¿Y esto? Dijo, hay alguien más que quiere jugar y me sobó la verga.
Uy! Qué rico lo que tienes ahí. . ..chúpame las patitas y yo te chupo el pico ah???
Apenas dijo esto me bajó el cierre del pantalón, saltó mi verga buscando sus labios, la tomó con sus manos y se la echó a la boca, que también parecía estarse saboreando hace rato y me la empezó a chupar con tal maestría, que el que se retorcía de caliente ahora era yo, mientras se tragaba mi verga, me acariciaba los cocos, de pronto me vino un espasmo, parecía que la verga me iba a reventar y fue cuando le inundé la boca con semen, le saqué la verga de la boca para que se tragara el semen.
Está rico, decía una y otra vez, salud por el pico más rico del año nuevo.
A los segundos empezó a chuparme de nuevo la verga, dejándomela sin restos seminales, me dio un beso en el glande y después de esto se puso de pie y me dio un grotesco beso con lengua. . su lengua parecía una culebra que recorría toda mi boca y se enredaba en mi lengua, le metí la mano entre su vestido y acaricié su vagina, que ya estaba derretida por estar enferma de caliente y chorreaba a mil.
¿Así que te gustaron mis pies? Mira huevón baboso todo lo que provocaste, ya llevo dos orgasmos, me decía mientras se sacaba el vestido y calzones.
Me tienes mojada entera, y ahora te toca a ti, dijo, me dio un beso en la boca y luego en el glande, que hizo que se me parara enérgicamente la verga, puso su precioso trasero delante mío y presionó certeramente en mi verga, que empezó a abrirse paso en su rico culito y empezamos a bombear, mientras le metía por atrás, le recorría la concha y acaricié su clítoris, con lo que me regaló otro orgasmo, al sentir esto yo me corrí dentro de su culo, le saqué la verga, Carolina se agachó y me la volvió a chupar, ahora se sentó en el lavamanos y abrió sus piernas invitándome a culear.
Le metí la verga una y otra vez, Carolina se movía como una diosa, y chupaba. . . Tuvimos un nuevo orgasmo, nos besamos y nos separamos, cuando se sentó en el retrete y con sus pies me empezó a acariciar la verga, que ya no demoré nada en volver a eyacular, dejándole sus preciosos pies bañados en semen, Carolina ya parecía una loca y empezó a chupar sus propios pies con semen, hasta que los dejó limpiecitos.
Terminando este acto de salvajismo, nos duchamos ahí mismo, luego nos volvimos a vestir, nos dimos otro beso, me contó que al 1º de Enero un amigo la había invitado para ir a la playa, pero que estaba indecisa, yo le aconsejé que no fuera, que cómo iba a ser tan cruel de irse a la playa con otro, mientras uno se iba a quedar solo en casa.
Dame tu teléfono, te llamo por cualquier cosa.
Llámame, pero no vayas a la playa, te vas ir a aburrir, le dije yo.
Intercambiamos nuestros números de teléfono, nos despedimos con un inocente besito, prometiéndonos estar en contacto. Lo que pasó al día siguiente, se los contaré en otro relato.