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- Oh, amor, pobrecito... -dijo Ken suavemente para sí mismo con una sonrisa cuando miró a su novio. Habían pasado cinco minutos cuando su insaciable anhelo de fastidiar a Daisuke hacia el olvido había quedado satisfecho. Aun así, esa mirada aturdida y lejana en él rostro de este último permanecía como si aún no estuviera seguro de dónde estaba y de lo que acababa de sucederle.
Ken entonces miró hacia abajo a la polla de Daisuke, riéndose a sí mismo con el color carmesí profundo, la plenitud, la forma en que las primeras gotas de fino semen claro flotaba por toda su longitud. Aunque el palpitar era menos frenético y ya no apuntaba directamente hacia el techo, había hecho esto a su novio suficientes veces a lo largo de los años para saber lo que vendría por él a continuación... El dolor... el dolor agonizante, ineludible.
Con sus dedos suaves y labios húmedos ya no ofreciendo placeres dulces y sensuales para distraerlo de su frustración, Daisuke se quedó con nada más que el dolor cada vez mayor en sus bolas y la comprensión de que de hecho no estaría eyaculando en cualquier momento muy pronto
La postura en la que se encontraba era de esperar, se lo merecia, totalmente desnudo, sin ningún tipo de mordaza, cuerda o bolas chinas alrededor, solo su cuerpo que era lo más importante para Ken pero en una postura inusual, las piernas hacia arriba en el sofa y la cabeza en el suelo, su cabeza se volvía mas roja pero no queria ni podía quejarse,era su castigo y lo recibía en silencio y con todo el amor del mundo, el mismo amor que Ken le estaba dando con pequeñas punzadas de humillación.
Con cada minuto que pasaba podía sentir el semen que Ken había atrapado perversamente con sus manos para retroceder impotente hacia atrás en sus bolas.
Suaves y atormentados sonidos de frustración escaparon de sus labios, esa dolorosa sensación de sus pelotas cada vez más llenas, más pesadas haciéndole marearse y sentirse débil con necesidad.
Ken se arrodilló junto a su novio acariciando su cabello por un momento. Al ver cuán desesperado y vulnerable estaba, no pudo resistir la tentación de hacer que su dulce tormento se prolongara un poco más. Al quitarse las bragas húmedas y calientes, se las puso cuidadosamente sobre su rostro, asegurándose de que con cada respiración que tomaba se perdería en un mundo de su intoxicante aroma erótico.
Si había que jugar, jugarían con todas las consecuencias, era noche de disfraces y Ken se habia puesto sus mejores galas, unas bragas contrastadas perfectamente con su sensual cuerpo andrógino, eso mezclado con la habitación de color rojo que lo hacía todo mucho mas porno y erótico
-Vas a a estar bien amor, te lo prometo, simplemente permanece quieto... no muevas un músculo... sólo respira. Voy a ir a tomar una buena ducha caliente, entonces estaré de vuelta para revisarte y ni siquiera pienses en tocarte... Déjalo solo y deja que duela, mi amor -ronroneó con una voz suave y amorosa. Ken sonrió ante el sonido del débil gemido de su chico mientras se levantaba
Entonces, con una última muestra perversa del poder que tenía sobre su chico, Ken sonrió mientras se alejaba lentamente, desatando su mas erótica perversión... andar desnudo como una chica sin ningún tipo de tapujos, mostrándose libre ofreciendo a su novio desesperado una última mirada a sus seductoras curvas desnudas mientras desapareció de vista en el baño principal.
Daisuke, por amor, espero boca arriba, inmóvil, los minutos que Ken necesitaba mimar su cuerpo, 20 minutos de espera, por amor.
Porqué el se sentía suyo, se sentía de Ken, todo lo que él le daba, era bienvenido, porque su deseo era suyo tambien, el placer de Ken, era su placer, placer compartido, y cada fantasía creaba un vínculo en ellos irrompible
Aquella espera viendo el mundo desde otro angulo le hizo feliz, Ken se había liberado aquella noche un poco más y eso Daisuke lo agradecía.
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