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Categoría: Incestos

Año nuevo y otra forma de amanecer

Pues ya estábamos en 2017. Efectivamente había salido bien de un año y, a corto plazo, había entrado mejor en el siguiente. Lo que últimamente me daba mi cuñada me gustaba pero tenía miedo. Tal frialdad... yo no me atrevía casi ni a hablar y ella charlando tranquilamente con su hermana, como si nada hubiese ocurrido y organizando un día juntas de compras, me parecía que no tenía conciencia y que ya no recordaba qué solo 15 minutos antes yo estaba preso entre sus piernas.

La noche avanzaba un tanto extraña... Rober "mamao", yo pensando "en la luna de Valencia", Rosa con la segunda copa ya estaba mimosa, y mi cuñada desde los brazos de su marido nos miraba con lascivia. A eso de las 06:00 decidimos retirarnos pero de camino a casa mi cuñada convenció a Rosa de que ya era tarde, que nos tomábamos un chocolate y nos íbamos todos a dormir a su casa, y así lo hicimos.

Ya en la cama, Rosa pasó de mimosa a melosa, y yo que no se decir que no a una mujer semidesnuda, entre al trapo pero al empezar con los besitos escuchamos a mi cuñada gemir de placer. Rober se estaba empleando a fondo porque la hacía chillar más que con migo y la cama no paraba de golpear a la pared. Rosa dijo que así no podía y se durmió dejándome caliente.

A eso de las 12:00 me desperté y vi que Rosa dormía abrazaba a mi, también vi la puerta a medio abrir y estaba seguro de haberla cerrado, pero no le di importancia. Llevaba un par de minutos pensando en como levantarme sin despertar a Rosa cuando mi cuñada pasó por delante de la puerta y al verme despierto se detuvo y me miro a los ojos con su ya típica mirada pícara. Llevaba un camisón blanco, corto y transparente que sólo estaba cerrado con un lacito entre las tetas y contrastaban unas bragas negras muy pequeñas, casi seguro que no eran de su talla. A mi se me levantó y al ver que la sabana se abultaba le entró la risa tonta y se fue tapándose la boca. Rosa debió oírla y se despertó, me dio un beso y los buenos días pero al percatarse ella también del bulto bajo las sábanas me la agarro diciendo:

- parece que si empieza bien el día.

Después de darme una buena tanda de besos y meneármela un poco se tapó completamente y busco hasta encontrar "algo que llevarse a la boca", yo deslice mi mano por su espalda hasta llegar a su culo y después de dar un par de vueltas por allí, mi dedo corazón busco un sitio caliente para meterse. Estábamos los dos disfrutando cuando mi cuñada apareció de nuevo por allí, esta vez, sólo con una toalla que sin llegar a cubrir la mitad de sus pezones no alcanzaba a tapar su entrepierna, puse la mano sobre la cabeza de Rosa por miedo a que saliera de entre las sábanas pero mi cuñada se fue, apareciendo al instante solo su mano con la toalla colgando y cuando escuché un beso qué se perdía en el aire "revente" en la boca de Rosa, quien salió tosiendo y atragantada. Luego se puso encima de mi y, al haberla dejado mi dedo el chocho chorreando, con un suave movimiento se la metí hasta el fondo, ella exhaló hasta la última gota de aire que había en sus pulmones y tras abrir de nuevo los ojos dijo:

-llevas una semana sin atenderme, hoy te lo cobro con intereses.

Y empezó a moverse suave... disfrutando del momento... gimiendo lo mas flojo que podía pero enlazando un gemido con otro mientras sus ojos permanecían cerrados. Yo recordaba la tarde anterior, cuando su hermana me cabalgaba de forma parecida, y de nuevo me agarré al culo que tenía a mano acercándome a ella y llenando mi boca con sus tetas. Suerte que a Rosa le daba por cerrar los ojos cuando gozaba, porque allí volvió su hermana, ahora ya vestida con una camisona que con un cinturón parecía un vestido. Tuve que retirarme un poco de Rosa para ver cómo su hermana se desabrochaba y me enseñaba un sujetador de encaje y unas bragas a juego y todo conjuntaba con unas medias negras que le subían casi hasta la ingle y resaltaban de unas botas blancas que terminaban por la mitad del muslo. Yo estaba indeciso, no sabía si mirar a Rosa con las tetas arriba y abajo mientras gemía con los ojos cerrados o mirar a su hermana que no paraba quieta la mano dentro de sus bragas y nos miraba mordiéndose el labio. Sin previo aviso Rosa me empujó contra la almohada y, entrelazadas sus manos con las mías, gimió fuerte y dio unos últimos golpes de caderas fuertes y espaciados, luego se tumbó apoyando su cabeza en mi pecho pero sin dejar aun de moverse. Su hermana, que se había retirado, apareció de nuevo ante la puerta y mostrando sus dedos goteantes y los lamio consiguiendo que yo abrazase a Rosa y con sólo un par de empujones "reventase" de nuevo en su interior mientras la veía marchar sonriente y con la camisona aun desabrochada.

Mientras nos vestíamos apareció Rober sonriente y dijo:

-buenos días, y no podéis negarlo.

Rosa se dio la vuelta y dijo:

-lo que para unos son buenos días, para otros fueron buenas noches.

Rober, que sólo miraba a Rosa porque estaba en ropa interior, se rio a carcajadas y se fue con una sonrisa en la boca y una mano en el paquete.

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