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"Un joven universitario, en la gran ciudad , encuentra en una anciana desconocida una buena amante"
Cuando estudiaba en la capital, en una plaza, cerca de la pensión donde me alojaba, una mañana deambulando por ahí, me encontré bajo un escaño, una billetera grande, de una mujer. Tenía un par de billetes, algunas cuentas de luz, de agua, algunas tarjetas y su cedula de identidad. Era una abuela de 71 años por lo que deduje del carnet.
En principio, corto de dinero como cualquier estudiante, pensé en quedarme con los billetes, pero por el monto de la luz y agua muy bajo, más, un comprobante del pago de su pensión, también muy bajo, se notaba que no era de buena situación. Me dio peso de conciencia que la pobre abuelita necesitaría mas esos billetes que yo , decidí hacer una buena acción y devolver lo que me había encontrado. La dirección de la casa salía en las cuentas, quedaba cerca y como no tenía nada que hacer, hice mi buena obra del día y la fui a entregar a su legítima dueña.
Era un edificio antiguo, busque el departamento, toque y ella misma abrió la puerta, algo temerosa al ver a un desconocido en su puerta. Le comenté el motivo de mi visita y me agradeció enormemente mi acto, diciéndome que era lo que le quedaba de jubilación, una miseria, pero que para ella era mucho. Que no sabía cómo darme las gracias. Le dije que no se preocupara, pero ella insistía en agradecerme y al saber que yo arrendaba cerca, me invito que pasara en la tarde a tomar té, que haría un queque para retribuir mi atención.
Fue muy agradable y luego de pensarlo un poco, acepté su invitación. Si somos sinceros, fui sin ninguna mala intención, solo porque siempre andaba corto de dinero, pasaba hambre y una comida gratis no me venía mal, aparte que no conocía a nadie y no tenía nada que hacer. Llegué en la tarde a la hora que me indicó, conversamos harto rato, de su vida y de la mía. Ella vivía sola, viuda hace muchos años. Sus hijos vivían fuera de la ciudad y casi nunca la visitaban. Me preguntó que estaba estudiando, donde vivía, como era mi ciudad, donde estaba alojando etc. Contenta de tener compañía. La verdad fue una buena idea, el queque estaba delicioso y resulto ser una agradable compañía la veterana.
Cuando me preguntó si tenía novia, le dije que no, pero que no perdía las esperanzas de encontrar a alguien en la capital. Me alabo diciendo que era un chico muy guapo, que seguro encontraba etc. Yo en ese tiempo tenía 19 años, era muy delgado y aparte de pasar siempre con hambre, pasaba caliente todo el día, con casi ninguna experiencia, viviendo a puras pajas. A pesar de que la señora no era para nada llamativa, comencé a pensar que estaba sola como yo, teníamos lugar, nadie ahí me conocía y mal que mal, algo debía esconder bajo esa ropa que pudiese hacerme pasar un buen rato, entre una buena paja solo a tener donde meterlo, no había donde perderse, aparte que a una mujer de su edad, seguramente sin tener sexo hace mucho tiempo, un joven como yo, pensé que sería una fantasía para ella.
Mientras conversábamos de cualquier cosa, comencé a imaginarla como se vería desnuda y la imagen me calentó. Su rostro muy arrugado, cuerpo delgado, unos largos pechos caídos, piernas delgadas, casi sin culo. Una mujer anciana , para nada atrayente , pero para mi, una fantasía morbosa. Hice algunas insinuaciones tontas, pero ella nada, actuaba como si yo fuera un amigo de su nieto. Solo casi al final de la conversación noté un leve interés en mis insinuaciones, pero algo muy básico. Ya tenía que irme, tenía que hacer un trabajo para la universidad, le agradecí su invitación. Ella me dijo que había quedado encantada con mi visita, que le gustó mucho mi compañía, que pasaba sola y que encantada me recibiría otro día, para entretenernos.
La forma como me lo dijo me causó algo de curiosidad, dejaba ver algo tras esa frase, pero nada en concreto. Luego en la puerta me volvió a decir lo mismo, invitándome que la fuese a visitar cuando yo quisiera y yo en una frase coloque nuevamente la palabra, “entretenernos” y me dijo que “eso esperaba”, notando algo distinto en su mirada. Rápidamente concertamos una cita para el viernes, despidiéndome de ella con un beso en la mejilla, recalcándome que no fuera a faltar.
Recién ahí me di cuenta que la abuelita estaba pensando lo mismo que yo y que podía salir un buen polvo gratis y claro, no rechazaría esa oportunidad.
Día viernes, a la hora acordada, llegue a su departamento. Justo cuando me abrió la puerta, pasó una vecina que la saludo. Me estaba esperando con la mesa puesta y un olor a queque recién hecho exquisito. Tomamos once y se rió diciendo que esa vecina era muy copuchenta y que de seguro le preguntaría quien era yo y no sabría que decirle. Le dije que dijera que era su amante, se rio a carcajadas, diciéndome que le daría un ataque a su vecina y se moriría de celos, al verla con un hombre tan joven y guapo como yo, y como broma dijo , que ojala fuese verdad.
Vi a través de sus lentes el deseo de recordar sus tiempos de antaño, ya mas seguro que la viejita pensaba en lo mismo que yo y pidiéndole permiso para hacerle una pregunta indiscreta, le pregunté que hace cuanto que no tenía un amante. Se rió y me dijo que ya ni se acordaba, que hace muchos, pero muchos años que no estaba con algún hombre, que eso lamentablemente ya había quedado en el pasado. Luego le pregunté qué pasaría si se le presentara la oportunidad y ya, algo más nerviosa, dándose cuenta de mis intenciones, dudando en responderme, nuevamente refiriéndose a su edad, me dice que quien se fijaría en ella, que a su edad eso eran solo fantasías. Insistí nuevamente en mi pregunta, que pasaría si se le presentara la oportunidad de estar con un hombre. Luego de mucho pensarlo, me dijo que no estaba segura, que dependería de la persona que se lo propusiera.
Yo ya la miraba como un pedazo de carne, se me había puesto duro solo de imaginar donde podía terminar la conversación, sentía mucho interés de su parte, estaba casi seguro que ella también lo quería y me las jugué el todo por el todo, total, ella no me conocía, no sabía donde vivía, ni quién era. Me alenté yo solo en mi mente a hacer la última jugada. Si decía que no, nada perdía, solo le pediría perdón y me iría tranquilamente. Ahora si se escandalizaba, si se enojaba, o reaccionaba mal, rápidamente saldría arrancando por la puerta y nunca más nos volveríamos a ver.
Pero si reaccionaba bien … mmmm … tendríamos una interesante velada.
Me levanté y me puse a su lado, ella aun sentada, algo perturbada. Tomándole los hombros, acariciándolos, le pregunté que le parecía si llevábamos nuestra amistad a otro nivel. Estaba muy nerviosa, no me contestaba pero esbozó una leve sonrisa. Le dije que no tuviera miedo, que yo no era un mal tipo, que era algo que solo los dos sabríamos, nuestro secreto. Ella solo sonreía escuchándome y luego me dice que no creía que le estuviese pasando eso a ella. Le acaricie sus canos cabellos, ella me miraba con sus ojos algo llorosos a través de unos gruesos lentes, preguntándome si estaba seguro. Ya de ahí me la jugué el todo por el todo, listo a salir arrancando en caso que se espantara. Detrás de ella , acariciándole los hombros , le dije que me encantaría conocerla mejor, baje ambas manos y le toqué sus viejos pechos. Un gran suspiro de su parte, me advierte que le había gustado y lo volví hacer. – “Que agradable” me dijo con voz suave, volviendo a repetir mi movimiento dos veces más, repitiendo mi pregunta si le gustaría que nos conociéramos mejor y me dice que sí.
Tomé su mano y la lleve a mi bulto. Apenas lo tocó y retiro su mano, sonriendo temerosa. Le dije que teníamos que tener confianza y cuando se la volví a colocar ahí, no la retiró. Me toco muy suavemente, diciéndome que no sabía si era un sueño o era realidad, pero que le encantaba. De ahí bajé el cierre de mi pantalón, ella se llevó la mano a la boca sorprendida de mi desinhibido actuar, pidiéndole que la metiera ahí, lo dudo y metió solo uno de sus dedos .Ya que no se atrevía a tomar la iniciativa , me saque yo la verga ante sus expectantes ojos, dejándosela a escasos centímetros de su cara.
Con la boca abierta, más grandes se le veían los ojos a través de sus gruesos lentes, no perdiendo detalle de lo que tenía delante de ella. Estaba agitada, muy nerviosa, no sabía qué hacer. Le pedí que me tocara, lo pensó unos segundos y sonriendo se animó a mover su mano solo un poco, pero se arrepintió. Le tome la mano y se la coloque sobre mi verga, un pequeño gemido escapó de su boca al hacer contacto con mi piel. Tímidamente comenzó a acariciármela, diciéndome que era muy bonita. Poco a poco fue relajándose, acariciándomela con más confianza, usando ambas , manos u cuando le pregunté si le gustaba , me contestó que era un sueño. Me bajé un poco más los pantalones, me acarició las bolas sin desprender la mirada de lo que tenía en sus manos. Le pedí que me la besara, se rió, pero tomando valor, por primera sus labios rozaron mi verga. Muy suavemente me la besó con mucha dedicación, pequeños y suaves besos que realmente se sentían exquisitos, hasta que abrió un poco más la boca y metió solo la punta de mi verga en la boca.
La abuelita siguió suavemente chupándome solo la punta, a veces sacándola para besarla por los costados, completamente concentrada. Me animé a estirar yo las manos y buscar una de sus tetas, por dentro de la ropa, la que encontré casi llegando a su vientre. Le gustó cuando mi mano hizo contacto con su pecho, lo demostró en los sonidos que empezó hacer. Le dije que nos fuéramos a su cuarto, me preguntó si estaba seguro, que creía que no sería capaz de satisfacerme y yo animándola a que todo a su tiempo, sin brusquedades, sin apuro. Se levantó sonriendo y comenzó a caminar por el pasillo seguida por mí. Ya en el cuarto, la abrace por detrás, le besé el cuello, se estremecía por completa, llegaba a tiritar, mas aun cuando le volví agarrar las tetas por sobre la ropa, me tomo de las manos, pero no para corrérmelas. Termine de desabrochar su blusa, se la saqué, luego una camiseta blanca delgada, que saque por su cabeza y finalmente su brasier cayó al piso, dejándola desnuda de la cintura hacia arriba.
Me senté en la cama, se dio vuelta tapándose las tetas, avergonzada. La tome de la cintura y la di vuelta hacia mí. Le corrí las manos, dejando dos tetas muy largas, caídas, de pezones oscuros que comencé a chupárselas suavemente. Se estremeció al sentir mis labios en contacto con sus pezones, estaba muy nerviosa, pero al poco rato disfrutaba de mis besos en sus pechos, acariciándome los cabellos diciéndome lo mucho que le gustaba sentir mi boca ahí. Le bajé el cierre del vestido y cayó al piso, dejándola con unos panties . También se los bajé, dejándola solo en calzones, unos enormes calzones de vieja , para nada sexy. Dejándola solo en calzones, con sus delgadas piernas expuestas y un vientre algo suelto. Me levanté y me desnude por completo, ante su atenta mirada. Cuando me vio por completo desnudo, tomando ya valor, se bajaba su última prenda de vestir, quedando completamente desnuda, mostrando una concha con unos pocos pelos largos y canos.
Acostados en su cama, la veterana volvió a mastúrbame muy suavemente, diciéndome que ni en sueños hubiese pensado en volver a estar así con un hombre y menos con uno tan joven. Me deje querer, se acomodó entre mis piernas, me la chupaba suavemente, se la pasaba por el rostro, me besaba el vientre las piernas, todo muy calmadamente. Deje que hiciera lo que quisiera, una larga sesión de cariños a mi sexo, notando en su rostro el placer que eso la hacía sentir.
Ahora fui yo el que la tocó a ella, me di vuelta, la deje de espaldas, miraba su delgado y viejo cuerpo , sus tetas largas cayendo hacia los lados, su sexo con pelos canos y dos largos labios vaginales oscuros , ella con los ojos cerrados, disfrutando mis caricias , me excitaba , continué besando una de sus tetas y con la otra mano llevándola a su entrepierna, acariciando esos pliegues largos , sintiendo su excitación y nerviosismo.
Estaba seca, se lo acaricie suavemente consiguiendo solo un poco de lubricación. Bajé con mi cabeza a besar su sexo, quiso detenerme, yo creo que por vergüenza, pero cuando sintió mi lengua ahí, comenzó a disfrutar poco a poco. Ya luego de un rato estaba bien mojadita, respiraba agitadamente quejándose con su boca completamente abierta disfrutando de mi lengua en su intimidad.
Apoyándome sobre mis brazos, para no cargar mi cuerpo sobre ella, coloqué mi verga en la entrada de su vieja vagina, ejerciendo un poco de presión. Ella lo tomó con sus manos, pidiéndome que me aguantara hasta que ella me dijera cuando pudiese meterlo, esperé un poco, se lo restregaba contra su sexo, hasta que lo ubicó en el lugar preciso, me dijo que ya , pero que lo hiciera despacio. Ejerciendo un poco de presión, la penetre lentamente. Poco a poco, muy lentamente para no causarle dolor mi verga se fue metiendo entre sus viejas carnes, hasta que al poco rato ambos disfrutábamos de una lenta, pero exquisita cogida. Prefirió colocarse arriba, cambiamos posición y ya riéndose, me dijo que años que no cogía, que tenía que tenerle paciencia. Se montó sobre mí, me agarro la verga con sus delgadas y arrugadas manos y se la acomodó en su sexo, bajando solo un poco. Me sentía todo un hombre, me decía que la tenía enorme, algo que me encantaba, aunque la realidad era el promedio nada más.
Con algo de dolor, y tomándose su tiempo, la veterana termino por metérselo todo. Arriba mío, con la boca completamente abierta, sus ojos cerrados, comenzó a disfrutar, moviéndose solo ella, mientras yo estiraba las manos jugando con sus tetas. Al rato después, la abuela solo disfrutaba, ya no sentía dolor, al contrario, solo placer. A cada rato me decía que yo era rico, que era todo un hombre, que no sabía el gozo que la hacía sentir. Rodamos por la cama, la coloque de lado, yo detrás de ella, sin dejar de metérselo, agarrándole las tetas. Luego me metí entre sus piernas, las tomé de sus tobillos y los puse sobre mis hombros, dejándola completamente expuesta , con sus delgadas piernas levantadas , su sexo a mi merced siendo penetrada muy suavemente. No estaba cómoda así, por lo que al poco rato , me pidió que cambiáramos posición.
Le hice ponerse en cuatro patas sobre la cama, con algo de vergüenza por la pose que adoptaría, lentamente lo hizo, me coloco su delgado culo ante mí y apuntando en el lugar correcto , la volví a penetrar. Claro está que siempre me preocupaba de no hacerlo muy fuerte, pero ella cooperaba, tiraba el culo hacia atrás, viendo en el espejo de su cómoda , sus largas tetas flacas colgando, chocando entre sí.
Tenía un culo pequeño, pero rico. Se dejo follar por largo rato, luego cuando la solté , termino riéndose , diciéndome que estaba algo acalambrada de tantas formas como yo la colocaba , que le diera unos minutos de respiro. Nos acostamos desnudos sobre la cama, ella se quejaba de algo de dolor, que sentía que lo tenía todo irritado, alabándome el tiempo que había durado.
Le dije que no me podía ir cortado, hasta hacerla acabar a ella, se rió diciéndome que hace rato que lo había hecho, apenas se montó sobre mí había alcanzado su orgasmo. Que había seguido solo para hacerme disfrutar a mí, pero que veía que era algo muy difícil, que era muy duro de acabar.
Considerando su edad, sabiendo que ya le estaba doliendo, le ofrecí que me hiciera acabar con su mano. Le encantó la idea, se acomodo mirando hacia los pies y suavemente me comenzó a masturbar, hasta que se le cansaron las mano. Me pedía disculpas, que estaba vieja ya para esos trotes y le dije que no tenía problema con eso, pero que me dejara acabar en sus tetas. Nuevamente me dijo que si, se sentó en la cama, me la chupo un poco y termine masturbándome yo mismo, lanzando mi semen en sus pechos.
Quedo muy contenta, me dio las gracias por tan bonito encuentro, que hacía muchos años que no cogía y que pensaba que ya nunca más lo haría. Me dijo que la volviera a visitar para entretenernos, que trataría de hacerlo mejor. Le dije que encantado, que había disfrutado mucho y que seguro volvería. Concertamos una nueva cita y me marché.
La segunda vez fue mucho mejor. Ella estaba más preparada, disfrutó más que la primera, se comportó más desinhibida, tomando más confianza. Su viejo cuerpo fue mío por completo ya teniendo un sexo un poco más fuerte. Gozábamos desnudos, ocultos tras esas cuatro paredes, probando cada vez cosas distintas. Coger en sí, no era lo favorito para ella, pero igual lo hacía y lo hacía bien , se calentaba muy rapido y era muy morbosa. Lo de ella era hacerme sexo oral. Podía pasar mucho rato tocándomelo, chupándomelo, no desprendía su mano de mi verga. Le encantaba hacerme acabar con su mano, jugando después con mi semen, que después aprendió a degustar. Me decía que era amargo, pero que le gustaba. Ya después lo recibía en la boca sin ningún problema, incluso ella misma me lo pedía.
Los encuentros con la veterana continuaron por mucho tiempo. Una o dos veces a la semana, la visitaba en su departamento donde pasábamos horas desnudos tocándonos y cogiendo. Cada vez que quería coger, ella encantada me recibía, nunca me dijo que no. Incluso a veces me daba paja salir con el frio y me quedaba en su departamento , acostado con ella, hasta que viendo la necesidad de ambos, a la económica me refiero, me fui a vivir con ella, ahorraba dinero y tenía una puta en casa, la que nunca decía que no a la hora de coger o mamar. Con lo que me ahorraba en pensión, comprábamos víveres en el supermercado, me cocinaba , me lavaba , era mi Geicha. Vivimos juntos casi toda mi enseñanza universitaria. Tuve mujeres en ese tiempo, incluso ella lo sabía, pero no se oponía en absoluto, ese fue el trato. Más de alguna llego a buscarme al departamento, hablaban con ella y ninguna se imagino lo que pasaba con ella , para todas era la abuelita que me arrendaba solo un cuarto para dormir.
Hoy estoy casado, mi mujer es muy atractiva, pero mala para la cama. Le pido que me la chupe y lo hace 2 minutos y mucho, mientras mi abuela querida , podía pasar largo rato con la verga en la boca, mientras yo veía televisión , dejándome acabar en su boca , le encantaba mi leche , a mi mujer le da asco.
Una vez andaba cerca de ese barrio y recordándola con cariño, pasé a visitarla. Me abre la puerta otra persona y me entero que había fallecido hace unos años.
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