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La relación con mi sobrina Florencia se hizo más profunda de lo que ambos lo habíamos imaginado. Poco a poco nos fuimos transformando en amantes. Debido a la relación familiar estábamos obligados a tomar todos los recaudos posibles para evitar ser descubiertos, de allí que nuestros encuentros no fueran tan frecuentes como ambos lo deseábamos. Teníamos nuestras escapadas semanales, y cada 12 o quince días nuestras noches de amor. A esas noches las llamábamos, matrimoniales.
En la última de estas ocasiones en su departamento, ella me esperaba preparando amorosamente una pizza para nuestra cena. Llevaba puesto un vestido muy corto, sin mangas, de un género traslucido muy pegado al cuerpo que resaltaba sus curvas y sus tetas que, empinadas, indicaban que no llevaba corpiño. Una verdadera belleza de mujer. Esa visión aumentó la pasión que yo traía. Con solo ver esa imagen mi verga se puso tiesa anticipando los tiempos.
Después de los besos de bienvenida, Florencia se marchó a la cocina para dar los últimos toques a la pizza. En eso estaba, cuando me acerqué por detrás, la abracé apretándome a su espalda y la tomé de sus pechos para sobarlos y pellizcar sus pezones, al tiempo que apoyaba mi erecto miembro en su cola. Sabiendo que detrás de sus orejas es uno de sus puntos erógenos, comencé a pasar mi lengua por ahí y morder sus lóbulos.
… Ay papito, no sigas que me derramo ya mismo, dijo con voz acezante.
… Lo que pasa es que verte así vestida me subió la presión. Estás más linda que nunca, susurré en su oído.
… No puedes esperar un poco? Si no te detienes nos quedamos sin cenar.
… Bueno, veo que no me queda más remedio que esperar el momento.
Ya terminábamos de cenar cuando me dijo
… Tengo que decirte algo. Hoy estuve leyendo un libro muy erótico, más bien porno. La protagonista era una viciosa del cunnilingus que con su pareja lo hacían todos los días y a cualquier hora. Me excitó mucho y todo el día estuve mojando mis tanguitas pensando que la mujer era yo y vos la pareja. Me encantaría que esta noche copiáramos lo del libro. Qué opinas mi amor?
… Bien sabes que tus deseos son órdenes para mí y mucho más si lo que propones es algo que yo disfruto mucho.
… Qué lindo que te guste. Lo vamos a pasar bien, no te parece?
… Claro que sí.
… Ahora, mientras yo levanto la mesa y lavo rápido las cosas, anda al dormitorio, prepará la cama y espérame.
Y allí marché con toda mi ilusión y mi verga que, con solo imaginar la sesión de sexo que tendríamos se empezó a empinar. En el baño, revolviendo la ropa sucia como es mi costumbre, encontré la tanga usada por Florencia ese día. Estaba verdaderamente húmeda de sus jugos y aproveché para embriagarme con su perfume vaginal repasándola varias veces en mi nariz.
Ya en el lecho, apareció mi sobrina luciendo un baby doll negro transparente sin ropa debajo y desparramando en el ambiente un perfume muy provocador. Perfume que ella sabía era de mi agrado.
… Te gusta mi baby doll? Lo compré para lucirlo contigo, verdad que es lindo?
… El baby doll es bonito pero lo que cubre es mucho mejor.
… Me gusta cuando me dices cosas lindas. Me predispone mejor para lo que viene. Estás preparado?
… Totalmente. Solo me falta un babero. Además ese perfume me excita mucho.
… Qué gracioso. A ver cómo te portas porque ese libro me dejó muy caliente.
No la dejé seguir hablando porque me pegué a ella y comencé a comerle la boca con besos que obviamente fueron correspondidos. Así comenzó aquella sesión en donde me jugaba la maestría en sexo oral.
Después de desnudarnos, le pedí que se pusiera boca abajo. Con las yemas de las manos empecé un largo y suave contacto con su suave piel, empezando por su cuello, espalda, brazos, zona renal, su cola, muslos, piernas y pies. La idea era hacer el viaje por todas las partes de su cuerpo. A mis caricias, el ronroneo de Florencia, me indicaba que la sesión iba por buen camino, porque estaba gozando. Le pedí que se volteara e hice el mismo recorrido para comenzar la sesión de lamidas y besos en donde traté de no dejar de lado ningún rincón. Mientras lo hacía, mi nariz disfrutaba del perfume que tanto me gustaba.
Al ponerse de espaldas, el camino recorrido fue más lento pues su cara y labios recibieron besos en gran cantidad. Luego el turno de sus senos. Recordarán que comenté que no eran muy grandes, aunque firmes y erectos con unos pezones que se ponen durísimos cuando ella está en estado, allí me detuve para besarlos, lamerlos y chuparlos durante un largo rato. Chupar y morder sus pezones es algo que a Flor más le calientan, así que le di el gusto. A todo esto, Flor estaba tomando temperatura y se oían sus gemidos cada vez más profundos.
Hago un paréntesis en el relato para tratar de describirles mi estado ante esa maravilla que tenía frente a mí. Para mis adentros pensaba que generoso era el destino que me había regalado ese bombón de mujer. Ese cuerpo juvenil con la piel suave como un pétalo de flor invitaba a pasearse por todo su extensión tocando y oliendo el suave perfume que enloquecía los sentidos. Me sentía en el paraíso, era el tipo más afortunado de la tierra.
Vuelvo a lo sucedido. Bajé muy lentamente hacia su ombligo, adonde jugué un rato con mi lengua, de allí salté hacia sus muslos porque quería dejar para lo último el vértice del placer. Lamí y besé todo el recorrido de sus largas piernas y al llegar a los pies, chupé uno por uno sus dedos. Mientras lo hacía escuchaba los profundos gemidos de Florencia indicándome que estaba gozando de mis caricias.
Llegó el momento más esperado por ella. Con lentitud y tratando de poner todo el amor que la situación requería, abrí suavemente sus piernas para dejar expuesta a mis caricias la vulva más hermosa que haya tenido ante mis ojos. Rodeada de un vello cuidadosamente cortado, mostraba los labios externos en forma de mariposa dándole marco a un interior rosado y totalmente mojado por los flujos que Florencia derramaba en su calentura. Empecé besando y lamiendo los canales de sus entrepiernas. Una y otra vez, sintiendo el aroma de su perfume vaginal que empezaba a volverme loco. Apoyé mi boca y nariz en la entrada del conducto vaginal, y bastó solo eso para que mi sobrina tensara su cuerpo, me tomara de las manos fuertemente y se derramara en un orgasmo brutal, al tiempo que repetía
… Que hermoso, que hermoso, Nacho. Me estás enloqueciendo con tus caricias. Dame más y por favor cómeme ya mi conchita.
… Ya mi amor, todo a su tiempo.
Ayudado por un par de dedos que abrieron sus labios, empecé a lamer repetidamente de arriba hacia abajo la brillante almeja. Mi nariz rozaba su clítoris dándole un toque mayor a las sensaciones que Flor recibía. Órgano curioso si lo hay, es la lengua. Pues la mía es muy curiosa y se entremetía por todos los rincones de la cavidad bulbar. Enrollada como una verga, mi lengua pretendía hacer las veces de un pene para meterse en la cavidad vaginal, yendo y viniendo muchas veces y arrancando grititos suaves de Florencia, que ya estaba por llegar a su segundo orgasmo.
Y ese orgasmo llegó cuando mis labios mordieron su clítoris y mi lengua lo rozaba una y otra vez. Mi cara se inundó de sus jugos y mi boca se deleitó sorbiendo el fruto de su entrega. Sin embargo no me detuve, esperé el tiempo necesario para que Flor gozara de su orgasmo, y volví a atacar. Ahora se trataba de lamer, besar y chupar todos los rincones de su vagina. Hasta el orificio de su uretra recibió la visita de mi curiosa lengua. Por un momento me aparté de la zona vaginal y dediqué mis caricias a su orificio anal. Ella no lo esperaba, tanto que fue solo apoyar la lengua allí para que diera un brinco. Volví a enrollar la lengua e intenté penetrar el esfínter, solo logré penetrar un breve trecho, que fue lo suficiente para que nuevamente Flor se volviera a derramar. Ella tiene su zona anal muy sensible y erógena y tanto es así que cualquier toque allí la descontrola. Aproveché esa condición e insistí varias veces con ello y también repasé su hoyo con lamidas y besos. Todo ese festín era festejado por mi amante sobrina con palabras de amor y de gozo.
La sesión no había terminado. Retiré mi cara de la zona para llenar mis pulmones de oxígeno, y volví a la carga. Ahora eran lamidas y chupones por todo el perineo. Desde su esfínter hasta su clítoris en un constante ida y vuelta. Florencia se revolvía de placer y me pedía más y más. Esa noche estaba insaciable. Así estuvimos varios minutos hasta que, con mi lengua a punto de acalambrarse decidí el ataque final a su clítoris. Me concentré en él con toda suerte de juegos. Chupones, lamidas y hasta pequeños mordiscos que la hicieron explotar en otro orgasmo total que se prolongó por un par de minutos.
Le costó recuperar la normalidad de su respiración porque había llegado al extremo del éxtasis y sus fuerzas la abandonaron. Quedó inerme en la cama mirándome con una cara angelical que expresaba toda la paz que el goce le había traído. Me tomó de la mano y alcanzó a decir
… Gracias mi amor, estuviste genial.
… Tranquila mujer, cálmate. Esto era lo que querías, verdad?
… Si papito…dijo en un suspiro
Saciados de amor sexual nos quedamos tendidos tomados de la mano después de un largo beso esperando recuperar fuerzas. El trajín había sido intenso y los cuerpos necesitaban unos minutos de descanso.
Cuando nos repusimos luego del reposo, noté que mi verga seguía dura y mis testículos necesitando descargarse. Le susurré al oído
… Mi amor, ya estás en condiciones de retribuirme las atenciones?
… Si Nacho, ya volví a la tierra.
… Tengo muchas ganas de cogerte. Mirá como tengo mi pene
… Parece que tiene muchas ganas de recibir atención. Vení que lo quiero tener en mi boca un rato.
Lo tomó entre sus manos y empezó por acariciarlo como lo si lo estuviera viendo por primera vez. Lo besó en repetidas oportunidades mientras murmuraba palabras indicando que le gustaba. Con una mano empezó a deslizarla haciéndome una suave paja mientras su lengua lamía el glande una y otra vez.
… Sabes una cosa Nacho? Cada vez me gusta más. Si hasta me parece que ha crecido en tamaño y grosor. Me encanta llevármelo a la boca y chupar ese líquido que asoma en la punta. A veces me dan ganas de tenerlo en mi boca todo el tiempo.
Decía eso y algunas cosas más mientras seguía chupando y llevándome a las nubes de placer. Tan ensimismada estaba en su felación que le propuse hacer un sesenta y nueve. La verdad es que quería follármela pero viendo el placer que manifestaba decidí el placer mutuo.
Se puso sobre mi cuerpo sin dejar de mamar mi verga. Yo hacía muchos esfuerzos para prolongar mi corrida aunque mi calentura era brutal. Cuando me puso la concha sobre mi boca, me olvidé por un rato de mi corrida y me dediqué a volver a comer esa almeja que tanto me gustaba. Ambos nos dedicamos con total entrega a la tarea. Florencia lamía y chupaba como una poseída y por mi parte con mi boca y lengua repasaba una y otra vez el surco de su vulva y el interior de su vagina, para terminar atacando su excitado clítoris. No duramos mucho tiempo y nos corrimos, yo primero y luego ella. Florencia recibió mi descarga que tragó luego de degustarla en su boca. Yo recibí sus jugos en mi boca y también los bebí tratando de no perder ni una gota.
La noche matrimonial estaba en su punto de máximo placer sexual. Ambos nos sentíamos reconfortados por lo vivido, aunque yo todavía tenía ganas de echarme un polvo. Como la veía exhausta a Florencia no me animaba a pedir nada, así que pacientemente esperé un rato para ver si se dormía o seguía en acción. Como seguíamos tomados de la mano yo no perdía mis esperanzas, y fue así que a los diez minutos me dijo en un susurro
… Nachito, vos no que querías echarme un polvo?
… Si mi vida, pero como te vi tan cansada no me animaba a sugerírtelo.
… Lo que pasa mi amor es que después de tantos orgasmos que me sacaste estoy medio rendida, pero la idea me encanta, así terminamos esta noche de lujuria y me duermo con tu semen en mi vagina.
… Florencia, sos un amor de mujer. Mirá, con solo escucharte mi verga se está poniendo tiesa otra vez. Te voy a llenar con mi leche así duermes tranquila.
Se puso de espaldas y abriendo sus piernas las colgó de mis hombros ofreciéndome su almeja. Tomé mi aparato y comencé a pasárselo por toda la vulva repetidas veces para llevarla al éxtasis, cosa que logré porque empezó
… Métemela por favor que la necesito. Quiero tu verga adentro, no me hagas esperar.
… Lo que pasa es que tu concha está tan jugosa que es un placer deslizar mi pija por ahí.
… Si, lo sé, pero quiero que me la metas. No seas malo.
… Bueno ahí va.
Y me introduje en su vagina lentamente para prolongar el placer de la penetración. Que delicia! Estaba en la gloria. Florencia apretaba sus labios y tensaba nuevamente su cuerpo alcanzando su enésimo orgasmo de la noche. No aguanté más y me descargué vaciando mis testículos para luego dejarme caer sobre ella y besarla con pasión.
El esfuerzo físico había sido muy grande. Habíamos vivido una noche matrimonial excepcional y ambos, rendidos totalmente, nos disponíamos a dormir cuando Florencia susurrando, dijo
… La verdad es que creo que superaste al del libro. Gracias mi amor. Y se quedó profundamente dormida
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