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Que onda, que tal de nuevo, he decidido subir mi relato hoy pues me sucedió apenas hace unos días, fue realmente inesperado y hasta me resulta algo gracioso todavía.
En fin, para no hacer el cuento largo, casi todos los años, paso los cumpleaños de la madre de mi mejor amigo con la familia de ellos, pues su madre es una mujer muy buena onda, que no para de invitarme a todos los lugares como si yo fuera de la propia familia, y mi relación con todos es muy buena.
Ésta vez, su cumpleaños se festejaría en casa de mi amigo, Manuel, quién desde la semana anterior me había comentado que la fiesta sería algo tranquilo y discreto, que no tenían dinero para hacerlo en grande, y era de esperarse, pues con todas las fiestas de fin de año, habían terminado más que gastados. Le dije que iría a la fiesta por supuesto, y por suerte ya había estado pensando en un buen regalo.
El día llegó, fui de los primeros en acudir para ayudarle a Manuel a arreglar la casa, colocar sillas, mesas y los adornos, mientras su madre hacia aperitivos. Así fue hasta que se hizo la hora de la reunión, y comenzaron a llegar tíos de Manuel, primos, familiares cercanos y conocidos de doña Sofía, la madre de Manuel.
Y ahí estábamos Manuel y yo, charlando de como nos había ido en la universidad, riéndonos y comiendo algo de comida que había preparado su madre. Cuando de pronto vi llegar a una mujer realmente espectacular, de unos 40 años quizá, con unas tetas bien buenas y un culo exquisito, su figura estaba bien delimitada por lo que pude darme cuenta que hacia algo de ejercicio. Piel blanca, cabello negro largo y suelto, ondulado y con una sonrisa de encanto.
- ¿Y ella quien es? - Le pregunté a Manuel quién estaba casi igual de embobado como yo con semejante culo.
- Es una amiga de mi madre, se llama Blanca - Me respondió Manuel.
- Ella también asiste al gym como tu, pero ¿sabes? está obsesionada con su figura - Dijo entre risas.
Nunca la había visto antes, en ninguna de las anteriores fiestas ni en reuniones casuales, pero de verdad de solo verla me había cautivado. Era mi fantasía de mujer mayor hecha realidad.
- Manuel, deberías presentarme más seguido a la amigas de tu madre - Le dije riendo.
Así que la fiesta comenzó a amenizar y la vibra de Blanca me alcanzó pronto, pues me miraba muy seguido y me sonreía, yo le respondía de la misma manera. Necesitaba acercarme un poco más, así que decidí dejar mi lugar donde me encontraba sentado, a Manuel no le importaría, ya estaba algo ebrio, tanto que me dijo que si se presentaba la ocasión de algo con Blanca me prestaría su habitación sin reparo.
Me acerqué a Blanca cuando se quedó sola en su asiento y comenzamos a platicar.
- Que tal muñeco, ¿como te llamas? - Me saludó afectivamente y con confianza, tendió su mano estrechándola con la mía.
- Hola, muy buenas, me llamo Ellioth y ¿usted?
- Blanca, amor, me llamo Blanca - Respondió coqueta.
Era un sueño, Blanca estaba actuando como una 20 añera que disfrutaba de la buena vida y de los placeres de la misma.
- ¿Qué edad tienes? Eres muy guapo - Me preguntó susurrándome
- Yo tengo 23 años - Respondí evitando ruborizarme por el último cumplido mientras le sonreía.
- Usted es muy guapa, Blanca, seguro le pega duro al gimnasio - Dije para responder el cumplido y entablar un tema de conversación que tuviéramos más en común.
Platicamos un rato, nos conocimos mejor, ahí me enteré que era divorciada, que nunca tuvo hijos y que vivía sola, así que trataba de distraerse en las fiestas familiares. Dijo estar algo sorprendida que yo fuera amigo de Manuel, ya que nunca nos habíamos visto antes, a lo cual respondí lo mismo.
- ¿Se está poniendo aburrido y muy ruidoso no? - Le dije sonriendo
Ella me miró y me inyectó con su mirada el deseo de darle placer.
- Claro, ¿sabes donde podría estar más tranquilo? - Respondió.
Le dije que podíamos subir al balcón de la parte de arriba, Manuel notó todo desde que me había quedado platicando con Blanca, así que él puso sus manos en acción, y llevó a su madre y a la mayoría de sus tíos al patio para abrir los regalos.
Ya arriba, Blanca comenzó a calentarse y notó mi apretado bulto en el pantalón. - Vaya, si que la estás pasando bien ahí abajo - Dijo rozando con sus dedos mi verga.
La tomé de la mano y la dirigí a la habitación de Manuel, cerré con seguro la puerta para que nadie nos molestara, aunque con el alboroto de abajo, seguro nadie notaría nuestra ausencia.
- ¿Por qué has puesto seguro? - Preguntó fingiendo no saber lo que le esperaba.
Le sonreí y se echó a mi regazo, incitándome a besarla, la besé, no sé cuantas veces.
Ninguno de los dos estaba ebrio, ella sabía muy bien lo que quería, me quitó la camiseta y comenzó a besar mi abdomen, bajó y comenzó a quitarme el pantalón y los calzoncillos, yo le ayudé un poco con mi cinturón que le había estorbado un poco.
- Mmm, divino, amor, esto se ve divino - Dijo contenta.
Tomó mi verga entre sus manos y comenzó a darme la mamada del año, la sujeté del cabello y dirigí sus movimientos. Yo estaba tan caliente que pensé me vendría en su boca, pero aguanté todo lo posible, y sin embargo no pude evitar venirme un poco.
Ella saboreó un poco más mi tronco y finalmente lo soltó, para comenzar a desvestirse. Y yo pues, ya necesitaba penetrarla, era como si algo me llevara a ir más y más lejos con Blanca, algo que yo ya no podía evitar seguir.
- Anda, vamos a la cama - Le dije, y le planté otro beso muy intenso. La cargué y la eché sobre la cama de Manuel, que aunque pequeña, nos serviría para hacer nuestro nido de amor.
Ya una vez echadita en la cama, lamí sus tetas, su abdomen y finalmente miré entre sus piernas, mi regalo de año nuevo. Su suave entrada a su agujerito sexual, terso y tibio, de solo verlo se me hizo agua la boca. Así qué, sujeté sus musculosas piernas con firmeza, las abrí y comencé a lamerle desde su pequeño culito hasta la entrada de su coño, donde decidí besarla como si de otra boca se tratase.
Mientras yo ponía mis manos a la obra, miraba de reojo a Blanca, quién no parecía estar conectada en éste mundo y estaba llevándola al cielo. - Quizá hace mucho que no le dan una mamada - Pensé y proseguí en mi tarea.
- Ahhh mmm
Blanca gemia, y eso me calentaba más. Hasta que se corrió, fue tremendo, sus ojos se pusieron blancos y temblo demasiado, se retorció, y apretó sus tetas como loca, bramó de placer. Fue muy intenso que pensé colapsaría, pero era todo por su ausencia de sexo en mucho tiempo.
- Wow, si que estás muy calientita - Le dije - Y eso que sólo te he metido mi lengua - Comenté con morbo.
- Pues ya me imagino, anda, entra, meteme tu verga hasta el fondo, amor - Dijo mientras metia sus dedos en su coñito rosadito - Necesito tener a todo un macho dentro de mi, anda papi, metemela con fuerza, no importa cuanto grite o gima, cógeme hasta que ya no pueda más
Eso me puso la verga como una vara de acero, era insoportable toda la tensión acumulada entre mis piernas, en mis bolas. - Está bien, te voy a dar lo que no te han dado en años, mami - Y puse la dura cabeza de mi verga en su clitoris, jugueteando con él durante unos segundos, para despues meterle poco a poco mi rabo entre las piernas, en el tesoro de Blanca, esa hembra fogosa y madura.
- Aaahm - Gimió mientras iba a medio camino, estaba algo sensible todavía. Me detuve un poco para que se adaptara al tamaño de mi verga, y ella con su mano me sujeto una nalga para empujarme poco a poco hacia ella.
Yo sentía cada parte, cada centimetro de las paredes humedas del coño de Blanca, si bien no tan estrecho como el coño de una de mi edad, pero estaba conservado, nada flacido. Hasta que llegué a la entrada de su útero, tibio y pegajoso. Blanca gimió y trató de mantenerse atenta a las sensaciones que percibía. Estaba temblando de placer, mientras mi verga latía en su interior más preciado. Decidí no moverme hasta que le pasara. Con mi verga hasta el fondo, pronto se acoplaría a mi.
No pude aguantar mucho así, pues mis instintos me pedían moverme, así que comencé despacio en la posición de misionero, moviendo mis caderas suavemente, en movimientos circulares para que el coñito de Blanca reconociera mi verga. Nos besabamos y lamiamos la cara, era un encuentro pasional de lujo, nos mordiamos, nos comiamos, era mi fantasía hecha realidad.
- Aaah, Ellioth, eres lo que siempre esperé - Dijo entre suspiros y gemidos, los cuales yo silenciaba con mi lengua en su boca.
Comencé a moverme más rápido y con fuerza. Blanca sujeto sus piernas y llevó sus rodillas a su pecho, aguantando cada una de mis estocadas profundas, no podía sentirme más feliz. Era una mujer hermosa, a la que la edad no le había hecho daño.
- Anda, mami, ¿no me querías coger con tantas ansias? - Le dije, e inmediatamente se puso en cuatro - Si, dame más papi - Y le di al estilo del perrito, sujetando con fuerza sus caderas y empujandola hacia mi entrepierna, ella sujetaba mis manos.
- Aaah aaaah aaah
Los gemidos se podían escuchar por toda la casa, pero ya no nos importaba que alguien nos escuchara, solo importaba el placer y nosotros. - Si mami, uff ¿te gusta mi verga? Te la estas comiendo toda.
El suave y lubricado coño de Blanca me hacia maravillas, y con cada embestida, creía que ella iba a desfallecer, pero ya era inevitable parar, y cada que entraba en ella aumentaban más y más mis ganas de inyectarle mi leche.
- Agh - Gruñí y le clavé mis bolas, hasta el fondo, y dejé que mi orgasmo hiciera lo suyo. Mi semen se liberó en su interior y me posé sobre su espalda, le besé la espalda, el cuello, giró su cara para besarle la boca, mientras con sus manos me sujetaba, con las mias le sujetaba las tetas y masajeaba su clitoris.
- Que bien se siente... eres tan bueno - Me dijo y me besó. Poco a poco retiré mi verga de su interior. Le mostré mi verga, la lamío, ordeñó y mamó las últimas gotas de semen que quedaban en su interior. Yo posteriormente me coloqué en uno de los lados de la cama y puse a Blanca con la espalda en el suelo, puse un cojin debajo de sus nalgas para que asi levantara y expusiera más su coño ante mi, levanté sus piernas hacia arriba, hacia mi, como lo había visto en una película porno.
-Ahora viene lo mejor mami- La calentura todavía no se me bajaba, así que lamí su coño dulce como la miel, y con mis dedos abri la entrada de su agujerito, caliente y mojado. Lo ensalivé nuevamente y le metí mi verga ahora de un solo golpe hasta el fondo.
- Aaahn papi! - Gimió deliciosamente y comencé a machacarle el coño con mis bolas, mientras mi verga se movia muy adentro.
Puse mi mano en su vientre para aumentar el roce de mi verga con su punto G y por mero morbo sentir como mi verga se movía por dentro. Blanca trató de evitarlo, era demasiado el placer para ella, trato de sujetarme, pero no pudo, así que tuvo que dejarse llevar, victima del placer y el calor que le otorgaba mi verga. Puso sus manos en sus nalgas, para levantarlas aún más.
Blanca gemia, lo que decia ya era incomprensible, y yo hacia todo lo posible por seguir dandole el cielo, por verla correrse una y otra vez después de tanto tiempo que no lo hacía. Para quedarme bien grabado en su memoria.
De vez en cuando, le sacaba mi verga para ver su coñito palpitar, buscando mi verga, lo cual me encendia aún más. - Cogeme, cogeme, por favor - Suplicaba Blanca. Mientras sus piernas ya habian perdido la fuerza, las sujete con mis brazos y arremetí contra ella una y otra vez.
Su coño estaba tan blando e inundado ya, que era como si saltase en un charco de agua cada que se la metía. - ¿Nos corremos juntos? - Le pregunté sin detenerme, porque ya podía sentir en la base de mi verga y mis bolas el preludio de que mi semen estaba por salir. - Si papi, quiero que tu musculosa verga se corra todo lo que quiera dentro, que dejes algo de ti, un recuerdo vivo, dentro de mi utero.
Seguí estimulando el punto orgásmico de Blanca hasta sentir las contracciones y succión de su coño propias del orgasmo femenino, ella gimio tan alto que no pude más, y llevé todo el peso de mi entrepierna hacia la de Blanca, mi verga se inflamó y disparó, no sé cuanto, pero me corrí tanto que pensé mis rodillas se doblarían por el placer, aumentado por la sensación de succión del coño de Blanca.
Estabamos sudorosos y llenos de fluidos, la besé, me respondió con un beso igual de intenso que el primero que nos dimos - Eres un encanto, seguro las mujeres de tu edad te adoran - Me dijo sonriendo. Separamos nuestros genitales y la ayudé a levantarse.
- Deberiamos ir a ducharnos - Le dije, a lo que ella asintió. Tomamos nuestra ropa, que por la calentura ni sabiamos donde la habiamos dejado y habia quedado en un segundo, tercero o decimo plano y nos dirigimos al baño de Manuel. Ya una vez listos, bajamos de nuevo.
- ¿Donde estabas? - Me pregunto doña Sofía llevando consigo una rebanada de pastel. - Tuve que ir a casa... ehhh, por un mandado de mi madre - Le dije haciendome el tonto - Bueno, toma tu pastel - Dijo con esa simpatía de siempre. - Gracias - Y después de eso me tragué literalmente el pedazo de pastel, tenía hambre, y no era para menos después de la pérdida de energía.
Cuando vi a Manuel, ya estaba todo ebrio, así que después le agradecería el tremendo acto. Blanca, por su parte, regreso a estar con sus parientes y amigos. Como si nunca hubiera pasado nada. Al salir de la fiesta, nos despedimos con una sonrisa y un beso en la mejilla.
Me encantan las maduras...
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