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Puedo decir que mi historia comenzó cuando tenía 18 años y mi mamá 40 años. Somos originarios de un pueblo rural en México y hasta ese momento puedo decir que éramos una familia normal. Mi mamá es delgada, morena clara, cabello largo hasta la cintura y pechos grandes no es alta ni flaca y de cara está aceptable y como dije éramos una familia normal. Mi madre ama de casa y mi padre campesino y aunque era un buen hombre y muy trabajador tenía un error, pues tenía descuidaba a mi mamá, casi no tenían relaciones sexuales pues mi padre tenía sus aventurillas.
Mi madre nunca le hizo ningún reclamo, siempre había sido una mujer sumisa a la voluntad de mi padre, todo parecía estar bien. Por mi parte siempre fui un joven tímido y tranquilo, no me gustaba ir a bailes y mucho menos a fiestas y mi mamá siempre decía que estaba orgullosa de mi.
Fue un sábado de inicio de vacaciones de verano cuando cambió mi vida para siempre. El calor estaba empezando con fiereza y nosotros no teníamos aire acondicionado ni buenos ventiladores y si algo le fastidiaba a mi mamá era el calor y en esa época se bañaba hasta tres veces por día. Ese sábado eran las 8 pm y mi mamá se metió a bañar y cuando salió tenía un vestido rojo, algo corto, con botones adelante y me dijo que fuera a platicar con ella a la cocina. La obedecí y fui y estaba jugando con una moneda y esta, por mala o buena suerte cayó en medio de sus piernas y me agaché a recogerla. Y como si alguien me dijera “voltea hacia arriba” lo hice y lo que vi me dejó helado, vi una mata de pelos negros y largos que cubría su vagina, que se miraba muy estrecha.
En ese momento estaba súper emocionado y volví a hacerlo y volví a ver los pelos de su panocha, todo esto aprovechando que estaba distraída y cómo que se dio cuenta, pues me dijo que me notaba raro y le dije que tal vez era por el calor, pero ella bajo su mirada muy discretamente hacia mi entrepierna y vio el bulto de mi pene bien erecto y dijo:
—si es el calor verdad deberías darte un baño para que se te baje ese calor y duermas muy bien.
—si verdad.
—hoy no creo que tu padre venga a dormir puedes hacerme compañía.
—pues si me das permiso yo acepto.
—sí, puedes quedarte a dormir en mi cama.
Después de cenar nos fuimos a dormir y platicamos un rato y nos dimos las buenas noches y cada uno se volteó por su lado. Y ya a las 2.am vi cómo se despertó y se desabrochó algunos botones de su vestido y se fijó si no la miraba y se notaba alterada y con su mano muy sutilmente la pasó por mi entrepierna y como yo estaba despierto pues tenía mi pene bien erecto y suspiró y se volteó. Yo fingí estar dormido y la abracé y puse mi mano en su parte íntima y ella no hizo nada para evitarlo y acaricié sus pelos muy sutilmente. Ya si nos dormimos y al otro día ninguno de los dos tocó el tema. Así iniciábamos nuestra historia.
Por la mañana mi mamá se despertó y se levantó y se abrochó los botones de su vestido y se puso su mandil y se fue al mercado y yo seguí durmiendo un rato más. Ya a las 9am me despertó y me lavé los dientes y me sirvió de desayunar y tratamos de que lo sucedido la noche anterior quedará ahí, pero para mí fue casi imposible pues veía a mi madre y la imaginaba desnuda y que la tenía en cuatro patas cogiéndola por su panocha peluda. Yo no sabía si ese deseo algún día se cumpliría o sólo quedaría en eso, un sólo deseo. Mi padre no llegó hasta en la noche y aún ebrio, sólo llegó a dormir. Mi mamá a las 7 pm terminó sus labores y se metió a bañar y por primera vez me animé a ir a espiarla y fui y vi cómo se desnudó. Esta vez pude contemplar su cuerpo desnudo y cuando terminó se puso una falda larga tipo mezclilla suave con botones adelante y sin calzón y una blusa blanca sin mangas sin brasier.
Antes de salir del baño yo regresé a mi cuarto y en eso entró y me dijo si podía quedarse a dormir en mi cama pues no soportaba el olor a alcohol de mi padre. Cenamos y miramos un rato la tele y nos fuimos a dormir y a las 12 am vi cómo se despertó y yo muy discretamente vi de reojo y al parecer tenía otra vez calor, se acarició su vientre y se tocó su panocha encima de su falda y se volvió a desabrochar los botones y así se durmió y yo me volteé y la abracé por la cintura y mi mano se deslizó en su vientre que estaba firme y llegué a su panocha a través de los botones desabrochados y acaricié sus pelos y ella sólo sentía.
Sin hacer movimiento alguno mientras acariciaba sus pelos muy sutilmente emitió un gemido y se acomodó de modo que quedamos perfectamente acoplados y yo metí mi mano y acaricié sus nalgas y ella se dejó llevar por el momento y levanté su falda y vi sus nalgas morenas y grandes y las acaricié y mi verga quedó en la entrada de su panocha y levantó un poco su pierna permitiéndole que mi verga se acercara lentamente penetrándola a un ritmo suave, aceleré un poco y la tomé de sus pechos y un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí cómo comencé a arrojarle mi semen adentro de la vagina de mi madre, seguí haciendo movimientos suaves de forma circular mientras mi pene continuaba adentro de su vagina y se lo saqué y me dijo “espera un poco ya vuelvo”.
Así como estaba se levantó y fue a su cuarto y regresó. Con un trapo y crema y me dijo “continuemos” y se acostó boca arriba y abrió sus piernas y levanté su falda y le dije que la quería desnuda y me dijo que no, pues era peligroso pues mi padre estaba en el otro cuarto. Sólo logré convencerla de desabrocharse la blusa y chupar sus pechos y le desabroché los botones de su falda y puse sus piernas en mis hombros y se lo metí y comencé a bombearla suave y después fuerte. Bastaron unos momentos y descargué mi leche adentro de su vagina y nos quedamos quietos y se lo saqué y me limpió la verga y ella se limpió la panocha y me dijo “acuéstate” y se montó en mi verga y comenzó a cabalgarme y me hizo terminar. Luego se quedó unos segundos y me limpió la verga y ella se limpió la panocha y fue al baño y así como estaba semidesnuda se acostó a dormir sin decir nada. Al otro día a las 3 am despertó y se acomodó su falda y su blusa y se abrochó los botones y se fue a su cuarto.
Nunca imaginé que mi madre y yo llegaríamos a tener relaciones dada la educación católica de mi madre y su forma de ser, pero admito que ha sido de lo más delicioso que he tenido en lo que va de mi vida. Después de una noche mágica con mi mamá, se levantó y se fue al mercado y yo me quedé durmiendo otro rato y a las 8 am me despertó y me sirvió el desayuno. Yo tenía una mezcla de sentimientos, vi a mi mamá ya vestida con su mandil cómo toda una ama de casa y por primera vez sentí lo que es tener una esposa, pues después de entregarle mi virginidad y aún sentía un poco de dolor en mis huevos y no podía quitar la vista de su entrepierna imaginándome esa panocha bien peluda que tiene y cómo está de estrecha. Apenas cruzamos palabra y con cierto miedo le pregunté:
—¿tienes calzón o sólo la falda?
Y ella me miró y me respondió en voz baja:
—no tengo nada abajo sólo la falda cómo anoche.
Tenía muchas ganas que lo volviéramos hacer, pero esta vez la quería ver totalmente desnuda, pero yo sabía que no iba a ser posible pues mi padre podía despertarse en cualquier momento y encontrarnos en plena faena. En qué momento mi madre había perdido el piso y cedió ante la lujuria aun sabiendo que éramos madre e hijo. Terminé de desayunar y también mi mamá terminó y con el pretexto de darle mis trastes sucios me pegué a ella y tallé mi verga en sus nalgas y con discreción acaricié su vientre y su panocha encima de su falda.
Juro que fue algo maravilloso y extremadamente excitante por el hecho de que era mi mamá a la que estaba tocando. El día transcurrió normal y esa tarde sólo me conformé con espiarla mientras se bañaba y en la noche descubrí algo que me empezó a allanar el camino y esto fue, lo mal amante que era mi padre y sólo aguantaba una sola vez, era evidente que ya no satisfacía adecuadamente a mi madre en la cama y ella era una mujer cogida, pero reprimida por los tabúes sociales. El día lunes pintaba muy bien pues mi padre se fue a trabajar a las 6 am y cuando desperté mi mamá ya estaba bañada y cambiada con una falda corta también abotonada de adelante y una blusa blanca sin mangas, dicha actitud me cayó de extraño, pero me gustó mucho como estaba vestida. Las palabras sobraban pues eso es lo de menos cuando hay amor y pasión.
Me acerqué y la abracé por atrás y besé su cuello y ella sólo cerró los ojos y se aferró a la mesa y me dijo con voz entrecortada:
—ve a cerrar la puerta y las ventanas te espero en mi cuarto.
Esta vez la casa y la cama era toda nuestra, no había un extraño que pudiese arruinar ese momento mágico entre mi madre y yo. Me apresuré y regresé al cuarto de mi madre la cual estaba sentada al borde de la cama y me dijo “ven” y me acerqué y bajó mi short y sacó mi verga y me dijo:
—mira niño que pitote me comí esa noche y me lo voy a comer ahorita también.
Y con su mano comenzó a masturbarme y con la otra mano se desabrochó unos botones y comenzó a tocarse la panocha y después de unos momentos se acostó y yo le desabotoné su blusa y se la quité y le comencé a besar los pechos y quería quitarse la falda, pero le dije que así empezáramos y después se la quitaba.
Esta vez contemplé toda su naturaleza, recorrí cada parte de su panocha peluda y vi que su culo era virgen y observé bien sus labios delgados y su clítoris de tamaño mediano, levanté su falda y abrí sus piernas y me dijo “espera, agarro crema” y la puso en mi verga y me dijo “metémelo ya” y sin perder el tiempo se lo metí y comencé a penetrarla esta vez más fuerte y bastaron unos minutos para que alcanzará su primer orgasmo y le tomé sus pechos y aceleré. A los 10 minutos y descargué mi esperma dentro de su vagina y me dijo “espera mi amor, quítame la falda así es mejor” y comencé a desabotonársela lentamente mientras nos besábamos y después se puso de perrito y se lo volví a meter y comencé a penetrarla, sólo escuchaba un “ay ahhhh, que rico y metémelo más rápido”.
La tomé de sus hombros y así la cogí un buen rato hasta que ambos terminamos juntos y nos quedamos unos segundos. Y se lo saqué y me limpió la verga y ella su panocha y me acosté y se montó y me cabalgó hasta que ambos terminamos. Luego levanté sus piernas y se la volví a meter hasta que terminé adentro de ella. Ambos bañados en sudor y exhaustos, pero felices, aunque yo con un poco de dolor en mi verga y ella adolorida de la panocha. Nada más placentero que ver los pelos de su panocha empapados con mi leche.
Nunca hubiese imaginado tener así a mi madre. Se vistió y me dio un beso y me dijo “gracias mi amor me has hecho muy feliz, te ganaste que lo hagamos otra vez” y regresó a sus labores, por mi parte me eché una siesta para recuperar fuerzas.
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