El destino lo hizo todo, y ella siempre estará segura de esa gran verdad. Ella era atractiva, esbelta, cuerpo apetecible, un culo perfecto y unos ojos que hipnotizaban con solo mirarla un segundo. Su nombre era Leire. Él era delgado, moreno, atractivo también y tenía unos ojos verdes y felinos que podían enamorar o asustar.Se llamaba David. Ya llevaban tres meses de curso y él todavía no se decidía a dar el primer paso, era ella inteligente, simpatica, tenía muchos amigos que le incluían a él pero siempre estaba rodeada de amigas. Sus amigas eran...¿como definirlo? para él eran como todas las amigas de la chica que te gusta: cotillas, ruidosas y sobre todo inoportunas. Daniel hablaba siempre que podía con ella, para él era un verdadero placer oír la voz de Leire, suave y melosa, mientras sus miradas(tan especiales)se cruzaban fugazmente en cada acotación de comlicidad, pues eran dos adolescentes y sus conversaciones tenían, casi por fuerza, puntos tabú de los que los dos sabían cosas. Siempre se habían llevado mejor que bien, se compenetraban a la perfección y el entendimiento de el uno con la otra hacia de esa relación un equilibrio perfecto. Ellos evidentemente no lo sabían, pero había una química inmensa entre los dos. Todo pasó tres días antes de acabar el curso, y aunque parezca un tópico fue en una excursión. Él ya tenía novia, pues cansado de esperar algo que parecía que no llegaría nunca, decidió no perder más oportunidades y accedió a la petición de una chica bastante agradable que iba a su clase. Aunque su novia y Leire no podían ni tan solo compararse, eran muy distintas, y no se podía negar que Sandra(su novia) estaba a años luz de tener ese "algo" que hacía a Leire tan apetecible... A aquella excursión asistían todas las clases de 1º de Bachillerato, grado en el que estaban los dos protagonistas. Irían a la playa, puesto que ya era practicamente verano y vivían en un lugar caluroso. Todos estaban muy animados, realmente había un ambiente sensacional entre los estudiantes de esa promoción. Charlaban, reían, cantaban, corrían,etc. Daba gozo ver aquel amasijo de cuerpos jóvenes dirigiendose hacia la playa. Cuando por fin llegaron, instalaron sus toallas en un lugar cerca de la orilla, todos estaban deseando zambullirse en el agua y comenzaron a desnudarse. Las chicas llevaban vestidos claros y vaporosos, algunos demasiado cortos incluso, pero no importaba, llevaban bikinis debajo. En el momento en que todas las chicas empezaron a despojarse de sus vestidos, David clavó su mirada en el cuerpo de Leire. Vió casi a cámara lenta como ella se bajaba los tirantes de un vestido azul celeste, y iba estirando el vestido hacia abajo. Por fin pudo ver su cuerpo casi desnudo. Era espectacular, sus pies finos te conducían a unas piernas largas y bien torneadas, su bikini era verde, minúsculo, pero perfecto. Miro su vientre liso, su precioso ombligo y ascendió la vista hasta descubirir sus pechos redondos y firmes que se insinuaban bajo la tela de la parte de arriba de su bikini. No se podía creer que ese cuerpo aún no fuese suyo. Se sintió frustrado, ya no tenía ganas de bañarse, miro hacia el lugar donde Sandra cotorreaba con sus insulsas amigas, definitivamente, no era Sandra quien le gustaba. El solo abrasava su piel morena, pero no le importaba, siguió sentado. De pronto, el precioso cuerpo de Leire emergió del agua. Se dirigía hacia él. Le sonrió abiertamente David, cariño, te veo consado, ven a bañarte. Le dijo mientras cogía su mano intentando levantarle. Era irresistible, David obedeció sus "ordenes" al instante. Entraron juntos en el agua, aquel agua fresca y salada que tanto le gustaba a David. Era un amante del mar. La miró detenidamente, pero la miró a los ojos.Reflejaban alegría, despreocupación, pero sobre todo, parecían estar conscientes de sus adorables ganas de vivir la juventud, de ser ella misma. La amaba, era perfecta. Se zambulló en el agua, intentando olvidar que no podía pasar nada. Ella no daba señales de sentir nada más que amistad por él. Ella también se había metido en el agua, y por casualidad, o eso creyeron, sus cuerpos subieron a la superficie en el mismo preciso instante y a escasos centimetros de distancia. Sus cuerpos mojados se rozaron levemente, los dos sintieron el tacto suave y resbaladizo de sus preciosas pieles. Instintivamente se miraron, sonrientes. Estaban muy cerca. David no necesitaba preguntar nada. La sostuvo temblorosamente de su estrecha cintura, la acercó lo poco más que era posible y finalmente la besó. Ella le correspondía. El beso fué el mejor de sus vidas. Un juego de lenguas en el que los dos participaban por igual, sintiendo el sabor salado y calido, pero a la vez refrescante de la boca del otro. Se complementaban y se coordinaban mejor que nunca. Se estaban dando cuenta de ello, y plenamente conscientes ya, estuvieron unos instantes más paladeando aquel beso. Sus labios se separaron, pero seguían fundidos en un suave abrazo. No importaban los amigos, no importaban los profesores que los miraban acusadoramente, y lo peor de todo, Sandra ya no importaba en absoluto.El mundo eran él, ella y aquella maravillosa playa. Salieron de agua, y sus manos, entrelazadandose hicieron la promesa de amor que ellos nunca pronunciaron. Te amo, se dijeron sin palabras, mientras caía el sol y se alejaban del mar.