Tenía 26 años de edad, cuando un amigo excompañero de Universidad enfermó, el trabajaba como docente y era coordinador del programa del Ejercicio Práctico Supervisado, y aprovechando que yo me había dado un descanso en la fábrica, y quería viajar al interior y hacer algo diferente, a estar detrás de un escritorio, o estar dándo órdenes, supervisando aquí y allá, etc. me ofrecí a suplirlo. Tenía a mi cargo 8 estudiantes todos hombres, y ellos tenían ya 15 días de estar en el pueblo asignado, por cierto un pueblo grande, muy bonito con sitios agradables para distraerse y pasear. Todos los jóvenes ya habían ligado una novia o amiga con quién salir a divertirse. Generalmente todas las tardes de cuatro y medio en adelante frente a la municipalidad había una fuente de soda, muy concurrida por chicos y chicas del lugar en su mayoría estudiantes, y era el lugar favorito de los universitarios a mi cargo. Una de esas tardes fue cuando la ví, al aparecer como a 50 mts. de distancia los varones no disimulaban el encanto que les producía verla, las chicas se miraban a los ojos entre sí, manifestando también admiración, mezclada con envidia y celos. Y no era para menos, era de aproxidamente 25 años de edad, alta, morena clara. de cabello negro liso, recogido por otrás como en un círculo, así como se arreglan la cabellera las patinadoras sobre hielo. Traía un vestido beige, largo hasta abajo de las rodillas, por lo que se apreciaban unas pantorrillas morenas torneadas, la parte alta de su vestido escotado, atado a su cuello con unas tiras delgadas, dibujando unos pechos medianos exquisitos, su espalda descubierta tersa y su cintura fina. Llegó a la fuente de soda, y sobre la barra pidió unos refrescos para llevar. Lo curioso del caso es que todos los chicos y chicas la saludaron con respeto y admiración. al salir tenía que pasar frente a nuestra mesa, y en la puerta se le cayeron unos llaves de su bolso, como llevaba sus manos ocupadas me levanté a dárselas y nuestras miradas se cruzaron, me dió las gracias y un paquete que llevaba bajo el brazo estaba a punto de caerse, ella me dijo que su vehículo lo había dejado un tiempo atrás en la calle de enfrente, por lo que la acompañé y nos despedidos. Cuando entré de nuevo, una de las chicas que acompañaban a los estudiantes de mi grupo, comentó que era la odontóloga del hospital de la cabecera departamental, que tenía clínica en ese pueblo y que atendía viernes por la tarde y sábado por la mañana, a campesinos y gente pobre del lugar y que el precio de consulta era simbólico. Que se había casado cuando aún era estudiante, y que su esposo había fallecido en un accidente de tránsito dos años atrás, que era madre de dos niños gemelos de aproximadamente 3 ó 4 años.

Pasaron ocho días, y casualmente me la encuentro de nuevo, en una agencia bancaria, sólo esatábamos los dos, por lo que la operación bancaria la hicimoa simultaneamente. Había demasiado calor, la invité a un refresco, muy amablemente me dijo que no gracias, pero afortunadamente venían sus hijos con una nana, y le pidieron helado, por lo que ya no tuvo más excusa que aceptar, eran niño y niña, preciosos por cierto. En el poco tiempo que charlamos, me dí cuenta que era muy seria dedicada a sus hijos y al trabajo, pero estaba enterada de todo lo que sucedía, por ejemplo me preguntó por la salud del profesor al que yo estaba sustituyendo, y me dijo también que ya solo quedaban tres semanas de práctica. Al verme extrañado por lo que me decía, se sonrió y me dijo: El alcalde del pueblo es mi hermano, por eso estoy enterado de todo, incluso sé que Usted es el dueño de la planta de aceite x, a quién mi abuelo vende materia prima y sé las circunstancias por lo que está aquí. Pasaban los días e inutilmente podía abordarla, se que ella me veía pasar en mi vehículo lentamente frente a su consultorio, yo sabía qu estaba ahí, y sabía que me veía pasar. Hubo una reunión en la casa del alcalde, y pasó a buscarme para invitarme junto a mis estudiantes, pero les había concedido permiso para ir a una fiesta,(era sábado pero ninguno podía viajar a sus casas loa fines de semana, esos días eran para preparar informes de la semana). lo acompañé y ella estaba an el lugar, al verme noté su nerviosismo, apenas cruzamos palabras, y en lo que fuí por una bebida, ella se marchó. Estábamos al gato y el ratón, la buscaba con cualquier pretexto, nunca la encontraba, sentía como instinto su mirada clavada en mí, buscaba por todos lados y no la encontraba. Una tarde me dice uno de los estudiantes, cuando nosotros estábamos en la cafetería, vimos a la Dra., estaba en su vehículo observando todo lo que Usted hacía con el Alcalde, incluso cuando entraron a jugar billar, ella movió el vehículo justo frente a una ventana del salón para observar todos sus movimientos, y me contó que cuando lo platicaron con las chicas que los acompañaban, ellas les dijeron que varias veces la habían visto sigiuendome de cerca en su bicicleta. Entonces cuál era su negativa de verme?.durante las dos semanas y media que faltaban de práctica en el lugar abandoné la idea de abordarla, casi no salía e donde vivíampos, me dediqué a la evaluación de mi grupo, a oír música y ver televisión. El último día de trabajo de campo de los estudiantes salí a trotar un rato, cerca del estadio de futbol, cuando me disponía a irme, oí su voz atrás de mi, estaba ella también ejercitandose, sudorosa, con una cinta de toalla en la frente, con su pants, estaba preciosa, la saludé con un hola, pero sin emoción, se puede decir indiferente, algo que le extrañó, se puede decir como herida en su amor propia, como era posible que aquel hombre que la saludaba con admiración, con interés, que tanto la buscó, ahora sólo le decía un seco hola, y que concluía con un que pase buén día y con permiso y se daba la vuelta y se marchaba, la sorpresa era evidente en su rostro, cuando me dí la vuelta me pregunta: Disculpe, creo que es su último día de campo, cuando se marchan?, le digo bueno ésta noche vamos a una discoteca a celebrar en la ciudad y mañana después de desayuno regresamos por nuestras cosas, almorzamos con su hermano y nos vamos.

Esa noche estábamos, en la discoteca, los estudiantes celebrando a lo grande, ya tenían el 95% del título universatario en sus manos, bailaban tomaban, todo era alegría. Paró la música porque íbamos a hacer el brindis de la culminación de la práctica, subí a la tarima donde estaba el grupo musical, cuando iba a alzar la copa, uno de los estudiantes me hizo un ademán con su rostro señalando hacia la puerta, allí estaba Ella, con un vestido rojo, más sexi que cuando la conocí, sus zapatos altos que le daban una imagen de diosa griega, no sabía que hacer si sacarla a bailar o ignorala, me quedé como un idiota, y fué cuando a la distancia me extendio su mano, fuí hacia a ella y empezamos a bailar, no terminamos la melodía, porque ella me dijo que nos fuéramos del lugar, que sabía que solo eran dos coches en los que habíamos salido y que el de ella estaba fuera, me llevó a un hotel fuera de la ciudad, junto nos duchamos en medio de caricias, besos y toqueteos, era un cuerpo delicio, escultural, sus pechos morenos duros, y pezones oscuros, su vagina depilada, creo esa misma tarde, nos acariciamos centimetro a centimetro, de pies a cabeza, nos corrimos en un extraordinario 69, bebí sus jugos, ella tomó mi leche, llegó el momento de la penetración, con la súplica de despacito por favor, así no me lastimas, por eso tenía algo de miedo agregó, tenía miedo a tu miembro, realmente lo sentí desde el día que te ví en la ducha. Me quedé con la duda, pero no estaba para resolver dudas, abrí sus piernas, y empezé de nuevo de besar su hermosa y deliciosa vagina, cuando estábamos a punto ella alcanzó su bolso y sacó un gel, ella misma me aplico y se aplicó en su entrada, mi pene se fué deslizando suavemente en su húmeda y apretada vagina, hasta sentir el golpe de mis tésticulos en sus ricas nalgas, sus paredes apretaban mi pene deliciosamente, el ritmo era impresionante, uniforme y fuerte, cuando yo empujaba para penetrar, ella se levantaba para recibirlo a tope, pasaron varios minutos, se aferró a mi cuello, su lengua se hundió en mi boca, sus caderas se fueron hasta arriba, sus piernas apretaron con sus talones mis nalgas, arquió su espalna, sentí su sudor en mi abomen, y el ah, que delicioso mi amor, te amo, ah. Yo aún no me corría, le dí vuelta para ponerla en posición de perrito, la clavé de un sólo, y soltó un AY, más suave que me topaste la matríz, me dijo, topé hasta donde pude y seguí bombeandola, luego se colocó sobre mí para cabalgar, sentía su clítoris rozar en mi verga, se inclinó y yo besaba y chupeteaba sus pezones, ella estaba nuevamente a borde del orgasmo, le dí vuelta sin sacarsela y boca arriba la puse, me fuí al fondo cuando empezó a convulsionar me aguante, y cuando estaba en su climax, empezé a soltar mis chorros de leche caliente, ella los sintió y quiso zafarse, la aprisioné, y no la dejé,quería echar hasta la última gota en sus entrañas, ella me decía que la iba a preñar, yo le decía que no importaba que eso quería, que la quería preñar para no perderla nunca, no sé cuantas veces la llené de leche. Ya tranquilos y cansados fué cuando le pregunté del porqué me había visto en la ducha, y me dijo que la casa donde vivíamos era de ella, que vió cuando estaba sólo en la casa un día antes de que la conociera, que desde el primer día sintió una atracción fuerte por mí, y ese día por curiosidad me fué a expiar. Tanto tiempo la vigilaba en su consultorio porque no sabía donde vivía y todo ese tiempo fué mi vecina de a lado. Han pasado los años, desde aquella fecha, sigue tan hermosa como cuando la conocí, sus hijos gemelos tiene un hermano procredo esa noche, y los tres me adoran, digo los cuatro porque ella me ama como nunca se imaginó llegar a amar.