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“Aún sigo sin saber si hice lo correcto o cometí el peor error de mi vida”.
Milena dejo de escribir en su diario para abandonarse en sus recuerdos. Apenas hacia una noche de todo. Y tenía una terrible resaca moral. A sus veinticinco años había hecho todo lo moralmente correcto.
Con desgana se arregló su cabellera negra y embelleció su rostro de manera ligera. Odiaba el maquillaje y más odiaba tener que ponerse zapatillas de tacón alto para agradar a Roberto su novio. En cinco años de relación dudaba mucho en estar locamente enamorada, la pasaba bien, pero hasta ahí. ¿Y el sexo? Todo normal, nada de emociones fuertes.
El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos. Recibió a su pareja sin ganas, en esos momentos hubiera querido seguir sola. Pero ahí estaba, contempló su cara ligeramente regordeta y esa mirada de “yo no quebró ni un plato” ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Decirle que hoy no tenía ganas de verlo? No, no se sentía tan fuerte para ello. Sonrió de la mejor manera que pudo y lo invitó a pasar.
Unos minutos de romance y pláticas casuales sirvieron para que se fueran a la cama. Un sexo tranquilo, sin muchas pretensiones, o aburrido más bien.
“Marisa, mi nombre es Marisa” eran las palabras que taladraban en su cabeza mientras que los labios de su chico acariciaban su cuerpo. Su novio la acariciaba con delicadeza, pero eran las manos de “ella” las que en esos momentos se deslizaban con armonía en su cuerpo.
La noche era perfecta y sentir el roce de unos senos que no eran los suyos la volvió loca. Recordó como mordía la almohada ante el orgasmo que le hizo llegar su compañera solo por succionar su clítoris…
¡En que estaba pensando! Las embestidas de su novio seguían y pensar en sus amoríos con otra mujer era pecado. Al menos eso era lo que repetía el párroco de su pueblo natal.
Pero hoy estaba en la ciudad desde hace tres años, y era su novio el que la embestía con pasión.
—¡Termina ya! —Gimió Milena.
Pero el muchacho seguía moviéndose, no pensaba en ella ¿O acaso no la escuchaba? Que diferencia con lo que pasó hace pocos días. Sus manos tan tiernas, tan dulces, tan delicadas y ese aroma. Oh su manera de moverse fue lo que más la cautivo. La llevó a un mundo desconocido a una atmosfera diferente
Un gesto de reproche se dibujó en su rostro, mientras su novio eyaculaba en su interior. Pudo ver por su gesto que él llegó al éxtasis, pero ¿Y ella?
Por fin su amante terminó, se recostó a su lado y durmió inmediatamente. La joven licenciada en turismo se incorporó y fue a ducharse. Sentía una mezcla de frio y calor que taladraban su alma.
Desnuda así como estaba se sentó en el baño dejando que el agua tocara su cuerpo. Su mente voló y cerrando los ojos dejo que sus lágrimas se confundieran con el agua fría que se deslizaba en se esbelto cuerpo color vainilla.
—Mi amor, ¿me escuchas? —Su novio interrumpió sus pensamientos—. Te pregunté cómo te fue ayer en tu trabajo. ¿Lograste el ascenso que querías?
—Oh… sí, parece que me lo darán— respondió a duras penas mientras se incorporaba —¿Qué hora es?.
—Son las siete de la tarde —dijo con sorna el muchacho, parece que duraste poco más de una hora en aquella posición. ¿Acaso te dormiste?
—Sí —mentí.
Se dieron un frio beso en los labios y se fue a la sala y prender la televisión para ver el futbol—. Es el clásico nacional.
—Ni siquiera me peguntó como me siento—Se dijo mientras veía a su novio emocionado ante el televisor. No se le ocurrió otra cosa más que salir a caminar sola. Llevó consigo su laptop y disfrutando del sonido propio del lugar continúo escribiendo en su diario virtual:
“Estoy en medio de un parque, sin otro espectáculo más que un grupo de niños. Es curioso, pero hoy me siento más sola que nunca.”
El balón golpeó su banca pero Milena no se inmuto y siguió escribiendo.
“La única compañía que puedo sentir es una que me llena de miedo. Sin embargo me hace sentir tan viva”. Suspiró mientras seguía escribiendo “Aun siento su esencia, su fragancia y esos besos que fueron capaces de introducirse hasta lo más hondo de mi alma.
La vida se supone nos debería de hacer muy felices, pero por más que lo intento no puedo lograr la satisfacción completa, y es ahora cuando los recuerdos de mi infancia quieren tragarme viva, pero es mejor ignorarlos y pensar solo en el tiempo presente.
¿Sera acaso que estoy imposibilitada para el amor? Solo de recordar lo de la otra noche siento que me confundo más.
¿Pero cómo fue que comenzó todo?
Este sábado pasé la noche en la casa de mi novio, desperté muy temprano, tanto que aún no salía el sol. Fue una noche maravillosa, bueno eso debería de suponerse. Era tan dulce y tan tierno y a la vez tan pasional, que… no pude decir que no lo disfruté, pero… ¿Por qué no estoy feliz?
Me levanté de su cama con sumo cuidado de no despertarlo y me dispuse a curiosear por internet. Encontré una página de relatos eróticos, cheque uno que otro, pero curiosamente me llamó más la atención la sección de lésbicos. Leí uno y otro relato.
Las vivencias y sensaciones descritas eran muy diferentes a cualquier historia heterosexual que hubiera leído por internet. No solo eran excitantes, sino que muchos eran sensibles y describían la ternura y belleza de la mujer al máximo. Me sentí identificada ¡Pero yo era heterosexual!
Por un momento sentí que llenaron mi vacío emocional. Yo era la amante, la compañera. Era yo la que besaba y era besada, la deseada y por la que una mujer estaba dispuesta a luchar.
—¡Sería tan fantástico que unas manos tan femeninas y tan delicadas, repasaran mi feminidad —susurré para mí misma. En ese momento me lleve la computadora portátil al baño. Me desnudé y comencé a acariciarme mientras seguía leyendo. Imaginé sus labios en los míos, sus brazos y la finura de su silueta delineando mi entorno…… vislumbré mil cosas, bellas, sensuales, eróticas y alguna que otra salvaje. Todo pasó tan rápido que cuando menos lo imaginé llegue a un potente orgasmo, me mordí los labios para no despertar a mi chico.
Desafortunadamente el tiempo pasó y escuche a mi chico despertar. Me bañe rápido para no dejar huellas de mi pecado carnal. Tal vez cuando salí aún tenía la cara de emoción porque me preguntó extrañado:
—¿qué hacías encerrada en el baño?
—Estaba viendo una película y me encerré para no despertarte —mentí simulando la mejor de las sonrisas
El resto del día lo pasé rememorando esas extrañas y nuevas sensaciones. Confieso que a hurtadillas volví a buscar esos relatos para deleitarme de nuevo. ¿Sería acaso el cariño de una mujer lo que me hacía falta?¡No, no puede ser! Me corregí yo misma, eso es pecado, eso está prohibido.
Eran las diez de la noche y la situación seguía igual, mi novio quiso tener relaciones sexuales conmigo y tuve que acceder, por primera vez no me gustó nada sentirlo adentro. Y si estuve húmeda no fue por causa de él.
Era la hora de dormir, pero yo no podía dormir, quería imaginarme a una mujer conmigo, pero… No, no puede ser, para fantasías ya basta. Yo soy heterosexual… me gustan los hombres quiero a mi novio… ¿De verdad? Entonces porque mis dudas…
Inconscientemente los recuerdos me transportaron a mi infancia. Sí cuando él me tocó de esa manera tan descarada, es por ello que en el fondo nunca me ha gustado que me toque un hombre. ¿Sera diferente con una mujer? Traté de que esos recuerdos no me lastimaran, y con la última pregunta que me formulé me quede profundamente dormida.
Desperté el lunes a las seis de la mañana. Me bañé para ir a mi trabajo, en cada oportunidad que tuve volví a checar la página de relatos lésbicos. Salí a las cinco de la tarde, de lo que menos tenía ganas era de ir a mi casa. Estuve paseando en mi auto por varias horas sin rumbo fijo. Al pasar por un bar gay disminuí la marcha. Vi a una pareja de mujeres entrar tomadas de la mano.
—¡Que hermosas disfrutan de la libertad del amor y ser ellas mismas sin que nada más les importe! —Medité unos minutos y por fin dije—. No me hará daño si entro solo un rato.
Así lo hice y aunque no estaba lleno por ser inicio de semana, sí vi a varias personas bailando, platicando y conviviendo con gente libre, sin prejuicios. Observé como se tomaban de las manos, se besaban conforme sus deseos se lo pedían y algunas bailando. Aunque vi uno que otro movimiento sensual en sus bailes no me escandalice ¡Al contrario!
Unas chicas me invitaron a señas a unirme, pero yo cortésmente decline. Eso sí estuve un rato mirándolas con atención.
—¡Qué bien se siente verlas! —murmuré mientras le daba un sorbo a mi bebida. En ese momento alguien me tocó por el hombro. Voltee y vi a una morena encantadora mirándome risueña
—Hola Milena que gusto verte— me dice con una gran muestra de alegría sentándose junto a mi
—Hola Marisa que gusto respondí entre asustada y sorprendida. Después de intercambiar unos comentarios dice:
—No sabía que fueras gay — se expresó de una manera tan directa pero a la vez tan cortes. Que me aturdí
—Yo… eh.. Gay… solo vine por — las palabras salieron atropelladas de mi boca, ni siquiera supe que decirle.
—Ok no te preocupes— dijo con una sonrisa cautivadora— no tienes que decir nada, te comprendo
Su mirada pareció hipnotizarme, seguro me quede mirándola como boba, pues ella me sonrió aún más. Conforme avanzaba la noche la plática se hacía más y más interesante. No sé si fue por la influencia de la bebida lo que me hizo abrirme y platicarle de mi vida.
—Por fin alguien que se interesa con lo que digo —exclame
—Como no interesarme si te comprendo perfectamente —diciendo esto me tomo de la mano—. Sonríe que eres muy hermosa para estar triste.
En ese momento mi mundo se detuvo. Lentamente sus labios tocaron los míos, y me deje llevar. Fu un momento mágico, delicioso, no quería que terminara nunca. No era muy pasional, pero era delicioso sentirme querida. Después de ese beso siguió otro, y luego otro.
No sé si fu en ese momento o más adelante cuando comenzaron algunos toques furtivos por aquí y por allá. Era ya pasada la medianoche y seguro mi acompañante estaba muy cómoda conmigo porque dijo:
—¿Te gustaría que sigamos la plática en mi casa? Aquí el ambiente comienza a ponerse pesado —dice mostrando a un grupo de personas que estaban haciendo prácticamente el amor sobre la mesa.
Como no supe que responderle Marisa Besó mis labios de nuevo. Cerré los ojos y me deje llevar. Esta vez sí fue mucho más candente. Me hiso sentir en las nubes la suavidad de su piel. Sus labios se movieron traviesos y su lengua jugueteando con la mía me hizo pensar que era el mejor beso que me habían dado en la vida.
Las manos de ella comenzaron a hacer travesuras, tanto que no quería que la noche terminara y antes de que pudiera pensar otra cosa, me agarró la mano y fuimos hasta su casa.
Era un pequeño departamento donde reinaba el buen gusto. Los colores de las paredes eran alegres y el lugar estaba decorado al estilo minimalista. Cada paso que daba era como entrar a un mundo desconocido; aterrador pero me gustaba. Marisa me miraba sonriente, sacó una cerveza del refrigerador y con el clásico “¡Salud!” seguimos tomando. Unas gotas se resbalaron por mi barbilla. Mi compañera presurosa se dedicó a limpiarlas a besos. Ese movimiento hizo que mis pezones se levantaran, la abrace con fuerza y sus manos se deslizaron hasta tocar mis caderas, y un poco más
El beso subió de nivel mientras que la ropa iba descendiendo. Mi respiración estaba entrecortada por los nervios, pero en ningún momento le dije que se detuviera. Al contrario, con mis movimientos la invitaba a que siguiera
Cuando por fin pude ver sus hermosos senos al descubierto los contemplé como si fuera la flor más hermosa del universo. Marisa provoco un movimiento sensual con ellos y no me da vergüenza decir que estaba con la boca abierta mirando su sensual baile.
Tomando una de mis manos la llevó hasta su cuerpo e hizo que la acariciara. La miré a los ojos y supe que en ese momento nada más me importaba.
Perdí el pudor, perdí el recato y en pocos segundos estaba haciéndole el amor a un monumento hecho mujer. Empezamos a tocarnos en la sala, pero fu en la habitación donde ella comenzó a besar mis labios vaginales. ¡Dios solo de recordarlo vibro de placer.
¡Qué fácil que era hacer el amor! En ese momento mis caderas se movían al ritmo que marcaba mi amante y por primera vez me hizo llegar a un delicioso orgasmo. Pero no terminó allí, hizo que aprendiera más técnicas, más movimientos. ¡Más todo! Mi lengua y manos conocieron todo su cuerpo.
En una noche…. En una sola noche pude entender lo que era estar con una mujer, lo que era la ternura, la pasión. Por fin pude entender lo que era sentir.
La noche pasó y yo desperté en sus brazos... Me dolía la cabeza, no solo era la resaca por tanto alcohol ingerido, sino la cruda emocional. Voltee con temor para todos lados, recordando todo.
La vi desnuda y por mi mente desfilaron todas las escenas pasadas, mi primer impulso fue de volverla a tocar. Pero no me atreví: En ese momento ya no era la ninfa que me sedujo la noche anterior era solo, era…
El pavor por lo que había hecho y la desesperación por lo que pudiera pasar me gobernaron
Como pude tomé mis cosas y salí de ahí como una cobarde, sin despedirme, sin decir nada, sin una carta. Deje sola a la mujer que en esta noche me hizo la persona más feliz del universo”
¿Cometí un error? No lo sé, solo puedo decir: Fui dichosa al menos una noche”.
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